Cambio climático y un enemigo más: el dengue

24 junio, 2020 • Artículos, Latinoamérica, PJ Comexi, Portada • Vistas: 7607

¿Qué está haciendo México?

Infobae

Stephanie Masetto

Junio 2020

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

Yo me voy, tú te quedas, no me sigas.

Con gran cariño y amor para mi papá.

Hoy toda la atención está centrada en una nueva enfermedad incontrolable y con un enorme costo en salud, el covid-19; sin embargo, se ha olvidado que durante esta época del año se hace presente un enemigo vírico más: el dengue, una vieja enfermedad que ha resurgido a nivel mundial. La incidencia, el número de nuevos “casos” de una enfermedad en un periodo determinado, se ha incrementado en las últimas décadas, a diferencia de otras enfermedades que han sido controladas con eficacia. En vista de que el ambiente para su difusión es el clima húmedo y cálido, el cambio climático puede ser visto como una posible causa del fenómeno.

Por un lado, el cambio climático está afectando las condiciones de propagación de la enfermedad. Por el otro, la explosión de la población y la migración a lugares con mayor propensión a generar dengue pueden estar causando el fenómeno.

La incidencia por dengue se ha multiplicado por treinta en los últimos 50 años. Mundialmente aumentó en 0.19%, pasando de .083% en 1990 a .27% de casos nuevos en 2017; las muertes por esta afección aumentaron 138%, un cambio considerable en menos de 30 años, al pasar de 16 957.28 muertes en 1990 a 40 467.63 en 2017. En México, la incidencia por esta afección aumentó de .024% a .21% de 1990 a 2019.

Gráfica 1: Instituto de Medición y Evaluación de Salud de la Universidad de Washington (IHME).

Gráfica 2: Histórico del total de casos registrados por dengue en México. Plataforma de Información de Salud para las Américas (PLISA).

Hasta ahora, 2019 fue el segundo año más caluroso. Los 5 años más cálidos fueron de 2015 a 2019, y la década de 2010 ha sido la más caliente jamás registrada. Durante mayo de 2020, México registró una temperatura de 25.2 grados Celsius, mayor con respecto al mismo periodo en 2019 (24.5 grados Celsius). Si bien hay un fuerte vínculo entre clima y dengue, se podría decir que el aumento en la incidencia del dengue en los últimos años en México se debe al cambio climático.

El dengue es una enfermedad vírica que es transmitida a los humanos por la picadura de un mosquito hembra infectada. El principal vector biológico es el mosquito Aedes aegypti; el virus tiene un periodo de incubación de 4 a 10 días y es capaz de transmitirse durante toda la vida. Una vez que alguien es infectado se convierte en portador y multiplicador del virus, y el mosquito se infecta al picarlo, creando un círculo vicioso.

Los mosquitos tienden a aparecer en sitios húmedos y calientes. Siguiendo esta lógica, ¿es cierto que temperaturas más altas causan más enfermedades transmitidas por vector? Parece ser que sí, como lo demuestra la correlación positiva de .6 entre el número de casos anuales de dengue en México de 2010 a 2019 y la temperatura media anual de estos años. Aunque la correlación estadística no implica causalidad, sí indica fuerza y dirección de una relación lineal.

Gráfica 3: Elaboración propia con datos de 2010 a 2019 de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud.

Si bien, la relación parece obvia, hay muchos retos en términos de medición. Hay factores a considerar que quizá expliquen asociaciones entre variables climáticas y resultados de salud, como la resistencia a insecticidas de los vectores transmisores, la migración, el cambio de sistemas de vigilancia de enfermedades a través del tiempo, etc.

En la semana 21 de 2020, la Secretaría de Salud (SSA) registró 3248 casos de dengue en México. Esto supone un aumento de 49.95%, 1082 casos más con respecto al mismo periodo en 2019, con 2166. Asimismo, la tasa de incidencia creció con respecto a 2019 (1.72%), que para la misma semana en 2020 fue de 2.56%.

Desde 1995 se ha presentado un aumento de dengue en México, siendo los estados de Veracruz, Tabasco, Quintana Roo, Guerrero y Jalisco los de mayor incidencia y riesgo para contraer esta enfermedad. El 66% del total de casos se concentran en tales estados. En mayo de 2020, varios  estados registraron importantes incrementos: Hidalgo tuvo 2 casos confirmados en 2019 y 43 en 2020; Guerrero, 36 casos en 2019 y 241 en 2020; Nayarit, 25 en 2019 y 224 en 2020, entre otros.

 El principal riesgo del cambio climático son los cambios en la incidencia y el área de distribución geográfica de la enfermedad transmitida por vector, debido a cambios en el promedio y la variabilidad de temperatura. Entonces, si la temperatura crece y los casos también, ¿qué hace México para mitigarlo?

La SSA cuenta con un Programa de Acción Específico de Prevención y Control de Dengue 2013-2018, cuyo objetivo es detener el incremento del dengue e iniciar su disminución gradual, así como reducir la gravedad de casos y letalidad. Se han hecho avances en materia epidemiológica a partir de su implementación como boletines semanales, servicio de control y supervisión epidemiológica por estado, así como talleres regionales de enfermedades transmitidas por vectores. Sin embargo, es importante destacar que el dengue no está disminuyendo y en las actividades de vigilancia epidemiológica no se está considerando que tan endémico es. El programa es obsoleto y no está adecuado al modelo de la enfermedad ni considera el factor clima. En ese sentido, ¿qué recomendación de política pública se ha hecho?

Uno de los desafíos más grandes es detectar los impactos del cambio climático en términos de salud, y realizar investigaciones científicas, que estén asociadas a actividades de seguimiento, con informes de vigilancia, supervisión y actualización de la enfermedad. También la creación de un programa actualizado y enfocado en la prevención y control del dengue. Se debe tener un buen registro y base de datos, fuentes de información disponibles de casos y su respectivo seguimiento; crear análisis de riesgos con indicadores predictivos y determinantes sociales y ambientales. La existencia de un boletín epidemiológico dinámico, confiable e interactivo, que permita actualizar la información tan pronto se sepa y que cumpla con requisitos de confidencialidad y consistencia; fortalecer la atención médica, por medio de capacitación y acceso a pruebas pertinentes para todo el país.

El dengue no está disminuyendo y en las actividades de vigilancia epidemiológica no se está considerando que tan endémico es.

La realidad es clara, no se puede considerar mantener la situación como está. Ante el supuesto de que enfermedades como el dengue, el covid-19, entre otras, seguirán latentes, en aumento y con un potencial de brotes importantes, se requieren estrategias para enfrentarlos y disminuir su incidencia. La desinformación y la ausencia de conciencia pública limitan el éxito de los esfuerzos para controlarlas. Un enfoque multidisciplinario puede hacer más eficiente y oportuna la respuesta ante brotes, basado en una participación activa de la población afectada. En la medida de lo posible, la política pública debe aproximarse a estas comunidades, donde la enfermedad es endémica, antes y durante épocas de riesgo.

Las dos principales líneas de acción a considerar son hacia el gobierno y hacia la población. Por una parte, el gobierno debe focalizar la población más vulnerable y afectada aprovechando la tecnología actual para la creación de micromapas, instrumentos que permiten observar la interacción de múltiples variables y comparar regiones a través del tiempo, con los que se pueden detectar las zonas más susceptibles a la enfermedad, lo que sugiere una población más interactiva, el uso de micropolíticas, una buena estrategia de comunicación y campañas dirigidas a medios para estas zonas, así como su seguimiento oportuno. Además, se debe impulsar el crowdsourcing en línea. Se puede aprovechar internet, los celulares y otros tipos de tecnologías para obtener acceso a la participación y la aportación del público. De igual forma, permite asignar tareas, clasificar y ordenar datos. La información de la enfermedad se transmite por redes sociales, identificando las plataformas apropiadas y las comunidades específicas a las que puede llegar. Se podría asociar con actores clave para desarrollar tableros que rastreen la conciencia pública, la comprensión e información de la enfermedad, impulsores claves de las conversaciones sobre el tema, entre otros.

Por otra parte, podrían generarse microincentivos móviles por medio de aprendizaje sencillo y cuestionarios de conocimientos acerca de la enfermedad. El gobierno puede incentivar acciones simples mediante micropremios al visitar un sitio informativo de internet sobre la afección, responder correctamente a preguntas sobre el tema, así como compartir un mensaje en las redes sociales para la prevención y acción de la misma. El grado de interacción es mayor al dar la recompensa por colaborar, por medio de mensajes o códigos que incentiven la participación.

En conclusión, la intervención debe estar basada en tecnología, con datos e información completa y focalizada, así como con anuncios de información básica de la enfermedad, atención personalizada para esas comunidades y con experiencias de contactos cercanos de casos para el control de brotes. El gobierno podría detectar las zonas específicas donde aparecen nuevos casos que surjan de la información pública y crear una plataforma para hacer uso de los micromapas y micropolíticas, así como anticipar los brotes, crear alertas de salud en los buscadores y detectar los casos por la enfermedad.

La ventaja sería la buena comunicación con los afectados y la participación de la comunidad. Asimismo, debe ir de la mano de políticas que aseguren sanidad y calidad en los sistemas de salud pública; mejor acceso a saneamiento moderno; mejor control, prevención y vigilancia; ampliación de servicios básicos de salud pública, incluido el acceso nacional a pruebas médicas y la capacitación de personal médico. Una opción viable para resolver problemas de salud pública, mientras la ciencia encuentra la más eficaz y efectiva de las soluciones: una vacuna.

STEPHANIE MASETTO es licenciada en Relaciones Internacionales y maestra en Políticas Públicas por el ITAM. Es especialista en políticas públicas, energía renovable y transporte. Actualmente trabaja en asuntos gubernamentales en Paccar. Fue consultora de energía en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y en el sector privado en proyectos de energía renovable. Sígala en Twitter en @MasettoPhanie.

Tags:, , ,

One Response to Cambio climático y un enemigo más: el dengue

  1. Tim dice:

    Great article Stephanie.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cargando…