Ante la desvalorización de la política, ¿hay una esperanza en las mujeres?

27 mayo, 2020 • Asuntos globales, Opinión, PJ Comexi, Portada • Vistas: 13885

Periódico Bolivia

Anahí Benítez Sánchez

Mayo 2020

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

En la antigua Grecia, el arte de la política o, mejor dicho, la política era vista como una actividad digna; era en sí, un estilo de vida elevado al que toda mujer y hombre debía de aspirar, ya que la política solo podía ser desarrollada teniendo como principio el conocimiento y la sabiduría. En las últimas décadas, el quehacer político se ha ido desvalorizando y, en consecuencia, la política misma. El desencanto ha sido gradual; los factores externos e internos son variables y los grandes enemigos de la política la han acompañado en las últimas generaciones. La indignidad se puede explicar en las constantes acciones negativas, así como en crisis que han orillado a la población al enojo y la decepción, y, en consecuencia, a perder la confianza hacia los gobernantes.

La actual pandemia causada por el covid-19 ha venido a darnos muchas lecciones a la sociedad, pero también ha hecho temblar a los jefes de Estado y de gobierno frente a una crisis de salud mundial. Las reacciones han sido diversas y las decisiones que se han tomado minuto a minuto han venido a poner en tela de juicio la estabilidad y la popularidad entre la población, pero también ante una comunidad internacional receptiva y, sobre todo, atenta. Hoy más que nunca es evidente la atención que la comunidad tiene ante cada acción ya que se magnifican los aciertos, al igual que los errores y, en consecuencia, la degradación de la política se vuelve a hacer evidente.

De tal palo tal astilla

El liderazgo que Estados Unidos tuvo años atrás en temas internacionales se ha esfumado con Donald Trump. El expresidente Barack Obama lo ha catalogado como un desastre caótico total. Y es que, no hace muchos años, en la crisis financiera de 2008, Obama tuvo una coordinación inigualable con los países que integran el G-20. También lo fue así con la crisis sanitaria del ébola, durante la cual logró mantener una cooperación exitosa con la Organización Mundial de la Salud, la Organización de las Naciones Unidas y China.

Hoy, Washington está lejos de tener una iniciativa de cooperación en el ámbito internacional. Trump ha decidido aislarse de la comunidad internacional y, peor aún, ha tomado medidas de reactivación económica aún cuando Estados Unidos es el país con más muertes y casos de covid-19 confirmados del mundo.

La actual pandemia causada por el covid-19 ha hecho temblar a los jefes de Estado y de gobierno frente a una crisis de salud mundial.

Por otra parte, la crisis de liderazgo y la degradación de la política ha sido una constante en Brasil con Jair Bolsonaro. Desde el principio de la pandemia, le restó importancia a la crisis sanitaria, ignoró los consejos del Ministro de Salud (que días más tarde fue destituido) y hasta participó en diversos mítines políticos en contra del Congreso, mientras culpó a los medios de comunicación de sembrar histeria colectiva.

Ambos actores son claro ejemplo de la degradación del político, ya que, si lo vemos en un sentido estrictamente puro, la esencia de un político es llegar a acuerdos y tratar de resolver los problemas de la sociedad. Sin embargo, con gobiernos neopopulistas (de izquierda o derecha) queda atrás responsabilizarse de las acciones y damos paso a culpar a factores externos por no poder arreglar los problemas internos. Vemos también que el conocimiento y la sabiduría queda atrás para la toma de decisiones.

Por su parte, Boris Jonhson, Primer Ministro del Reino Unido, ha sido insensible y poco empático ante la situación. Al inicio de la pandemia declaró que los británicos “perderán a sus familiares antes de tiempo”. Muy lejos está de proveer tranquilidad y certidumbre en momentos complejos. Tal parece que Johnson tampoco se encuentra a la altura de un país en el que alguna vez Winston Churchill, frente a la Cámara de los Comunes, pronunciaba “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.

Trump, Bolsonaro y Jonhson, además de denigrar a la política en general, subestiman a su propio equipo y son reaccionarios ante los temas que no les favorecen. Evaden erráticamente las responsabilidades y se interesan más en su popularidad y los votos que podrían atraer. (Con este tipo de comportamientos será difícil lograrlos, pero, en este mundo al revés, ya no se sabe.)

Pero también hay aciertos

Sin embargo, no todo está perdido. En esta crisis mundial hemos tenido gratas sorpresas en el manejo y el liderazgo frente a la crisis. Una de ellas es la primera ministra de Alemania Ángela Merkel, una mujer con una amplia y sólida experiencia política, de formación académica y doctora en química cuántica. Merkel ha sido sumamente cautelosa con sus palabras, demostrando una y otra vez la importancia del papel de la ciencia y la tecnología, por lo que ha tomado decisiones con base en datos duros. Por ello, antes de que el virus tocara tierra en Alemania, Merkel y su equipo decidieron realizar diversas pruebas a su población para identificar a los posibles portadores y lograr así detener la curva de contagios; las camas y las herramientas para tratar a las personas contagiadas, ya estaban preparadas. Además, Merkel instruyó a su equipo para conocer las experiencias internacionales y las medidas que han adoptado diversos gobiernos a fin de enfrentar la pandemia y crear estrategias y políticas públicas para la ciudadanía y empresas.

Si en Johnson no encontramos la empatía necesaria para poder sortear la crisis sanitaria, hay una mujer que conoce esa palabra y la cumple a cabalidad: Jacinta Ardern, Primera Ministra de Nueva Zelanda. Sus mensajes han sido innovadores y empáticos con la ciudadanía, ha sabido usar las redes sociales a su favor, conectando con los pequeños de casa a fin de resolver sus dudas, así como medidas precautorias y diversas estrategias económicas, lo que ha generado una ciudadanía atenta y receptiva.

La dignificación de la política ha tenido agradables sorpresas, y son las líderes a las que debemos reconocer de forma particular por sus acciones y políticas efectivas.

Por si lo anterior no fuera poco, ha logrado una majestuosa coordinación con su equipo de trabajo, logrando poner en cuarentena a todo un país antes de que llegara el virus. A diferencia de Trump, muestra su lado humano y se deja ver como una mujer con la responsabilidad de liderar un país, pero también con la responsabilidad de ir a acostar a su bebé.

Las políticas públicas aplicadas para poder sortear y llevan a buen termino esta pandemia han dado resultados. Las pruebas tempranas y las instituciones fuertes han logrado mantener a la sociedad alemana y neozelandesa fuera de la trágica curva exponencial que han experimentado otros países con líderes de Estado ciegos y tercos.

Las líderes frente a la pandemia

En esta etapa de prueba, la dignificación de la política ha tenido agradables sorpresas, y son las líderes a las que debemos reconocer de forma particular por sus acciones y políticas efectivas: la Primera Ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen; la Presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen; la Primera Ministra de Finlandia, Sanna Marin; la Primera Ministra de Islandia, Katrin Jakobsdóttir, y la Primera Ministra de Noruega, Erna Solberg.

Aún es difícil encontrar las razones del por qué las políticas de las líderes han dado mejores resultado. Lo que es una realidad es que aún cuesta mucho trabajo acceder a puestos de decisión y liderazgo y, tal vez, esa sea uno de los motivos: quienes llegan son mujeres doblemente preparadas y sorprendentes al momento de manejar un país, con suficiente sensibilidad cuando se habla de vidas perdidas, enérgicas para la toma de decisiones y para afrontar el contexto.

Alguna vez, la Expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, pronunció: “Cuando mujer entra a la política, cambia la mujer; cuando muchas mujeres entran a la política, cambia la política”. Tal vez eso esté pasando: la dignificación de la política tiene una cara femenina. No todo está perdido.

ANAHÍ BENÍTEZ SÁNCHEZ es licenciada en Relaciones Internacionales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y maestra en Gobierno y Políticas Públicas por la Universidad Panamericana. Es miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi).

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7 Responses to Ante la desvalorización de la política, ¿hay una esperanza en las mujeres?

  1. Hiram dice:

    Felicidades Anahí. Me encantó. DTB

  2. Paty dice:

    Excelente texto! Abrazos!

  3. Laura Andrea dice:

    Excelente artículo. Felicitaciones.

  4. Laura Andrea dice:

    Excelente artículo. Felicitaciones.

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