Capital
Emerson Segura Valencia
Mayo 2019
El futuro tiene el corazón antiguo.
Carlo Levi
Con poco menos de 20 años, Fernando es concejal juvenil de Vox en Consuegra, comunidad autónoma en Castilla-La Mancha. Aficionado de la fiesta brava, expresa su descontento porque la Junta Electoral Central (JEC) no permitió que Vox se presentara a los únicos dos debates electorales previos a los comicios del 28 de abril de 2019. «Una verdadera vergüenza», exclamaba el joven manchego. Durante los comicios de 2015, la JEC permitió la participación de Podemos y Ciudadanos en debates a pesar de no contar con representación en el Congreso. En su momento, les abrió la puerta a participar al ser considerados como «grupos políticos significativos».
El líder de la formación, Santiago Abascal, se muestra confiado tras los resultados de los comicios del domingo 26 de mayo de 2019. Vox perdió poco más de un millón de votos en las autonómicas y europeas en comparación con las votaciones generales de abril. Un resultado insólito para un partido que irrumpió con veinticuatro escaños en las generales y previamente con doce en Andalucía. Vox se vislumbra como partido bisagra, que facilite los gobiernos autonómicos de Madrid, Murcia y posiblemente en Aragón.
El sorpasso de Vox exhibe la mutación de la derecha española y el nacimiento de un movimiento de opinión nacional que trasciende de la arena partidista. Abascal asegura que su movimiento va más allá «de su persona» o de «unas siglas verdes». Asegura que es «una convicción patriótica». Vox se asume como un movimiento trasgeneracional que no se conforma con ser tan solo una escisión del Partido Popular (PP). Sus líderes rechazan las etiquetas de «ultraderechistas», «fascistas» o «populistas». Vox articula para algunos la España «vertebrada», en palabras del pensador Fernando Sánchez Dragó. Para otros, es un integrante más a la membresía europea de Marine Le Pen, Matteo Salvini y Geert Wilders.
Abascal está consciente de las limitaciones de su propio partido dentro de la derecha española. Tanto por el tema que atañe a la unidad española, la crisis en Cataluña y el juicio del procés, Ciudadanos (centro), creado en 2005 como alternativa al separatismo catalán, le disputa esa bandera. Por lo que corresponde a los valores tradicionales, aspectos fiscales y los servicios públicos, lo acerca al PP que se ciñe de nuevo a la derecha con el liderazgo de Pablo Casado tras las críticas al centrismo y escándalos de corrupción durante el gobierno de Mariano Rajoy y su segunda al mando, Soraya Sáenz. Vox propone la eliminación de las diecisiete autonomías, la derogación de la violencia de género, la deportación de todos los migrantes en situación irregular así como una reforma que legisle el derecho a la legítima defensa en los domicilios. Asimismo, incluye por igual en sus listas electorales a toreros, militares, periodistas o políticos decepcionados del PP.
Vox perdió poco más de un millón de votos en las autonómicas y europeas en comparación con las votaciones generales de abril.
En el actual escenario de fragmentación de este segmento electoral, Vox busca su lugar en la discusión pública y no titubea para encontrarlo. Durante la sesión constitutiva de la XIII Legislatura, Vox a tempranas horas de la mañana es el primer grupo parlamentario en llegar al Congreso de los Diputados y en ocupar los asientos que tradicionalmente son ocupados por los socialistas. Cabe señalar que en la primera sesión los asientos no están asignados de manera oficial. Detrás del asiento del presidente socialista Pedro Sánchez, Abascal juraba su nuevo cargo: «Por España, sí juro».
Durante los últimos años, la irrupción de diferentes partidos de extrema derecha y de corte populista en Europa, abría una interrogante en los medios de comunicación y la opinión pública sobre la ausencia de fuerzas políticas de este tipo en España. Entre los argumentos más recurrentes para responder a esta pregunta era que el pasado franquista alejaba a los votantes españoles de ese espectro ideológico. El sistema de partidos se ha transformado respecto hace 40 años cuando se empezaban a instrumentar las reglas y las coordenadas del bipartidismo que dotó de credibilidad y estabilidad a España.
La irrupción de nuevos partidos tanto en la izquierda como la derecha es prueba de esto. En 2008 aparecía la extrema izquierda de Podemos como catalizador tras la crisis de 2008. En Cataluña, emergía Ciudadanos como fuerza alternativa al separatismo. Ahora Vox, busca su lugar en la política española.
Mutación de la derecha española: de UCD a Vox
La arquitectura del sistema de partidos establecida tras la transición democrática (1976), aglutinó en dos bloques la heterogeneidad política del momento. Por medio del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se congregó al centro-izquierda y el centro-derecha, se materializó en un primer momento en la Unión de Centro Democrático (UCD) y posteriormente, en Alianza Popular. Cabe destacar que si bien el Partido Comunista Español jugaba un papel importante en la izquierda, rechazaba abiertamente la socialdemocracia como una opción política y demandaba una línea de corte marxista-leninista, siendo así, uno de los principales motivos de su marginación política.
Tras la muerte de Francisco Franco y el nombramiento de Adolfo Suárez como presidente del gobierno en 1976, la derecha se vio inmersa en una confrontación frente a los nuevos retos de una sociedad española que estaba cambiando. La UCD constituyó una coalición de doce partidos de diversa inspiración que incluía socialdemócratas, democristianos, liberales y exfranquistas reformistas. La UCD se perfilaba para consolidarse como el principal partido de centro-derecha tras haber obtenido 166 escaños de los 350 en 1977 y haber dirigido con éxito el proceso constituyente de 1978. Una de las mayores virtudes de la UCD fue su papel de interlocutor entre diversos sectores del régimen anterior y la oposición democrática. Este papel de gestor de acuerdos le valió la etiqueta como un partido «consociacional». Sin embargo, esta etiqueta jugaría en su contra ya que la ausencia de un ideario político claro, seguido de derrotas electorales a nivel local y la ausencia de un liderazgo ante las disputas internas entre los diferentes grupos, terminarían socavando a la UCD. Las resistencias en la segunda mitad de la década de 1970 y la abrumadora victoria del PSOE en 1982, serían clave para entender a la España democrática en los años posteriores.
En el actual escenario de fragmentación de este segmento electoral, Vox busca su lugar en la discusión pública y no titubea para encontrarlo.
Después de la disolución de la UCD, el partido que emergería como alternativa conservadora al socialismo sería Alianza Popular. Previo a los comicios de 1982, el desempeño de Alianza Popular en las votaciones de 1977 y 1979 fue menor ya que obtuvieron dieciséis y diez escaños respectivamente. La derecha perdía frente al PSOE de un joven Felipe González con el eslogan «Por el cambio». No obstante, Alianza Popular obtuvo casi cien escaños más respecto a 1979 con Manuel Fraga Iribarne al frente del partido. Fraga, como muchos ministros y exaltos cargos de Franco, perteneció a una élite dispuesta a dar paso hacia las reformas democráticas. La organización de este grupo derivó en la plataforma de Alianza Popular. Cabe señalar que este grupo estaba dispuesto a dar pie a un nuevo juego democrático, lo cual le permitió distanciarse de aquellos que estaban atados a la nostalgia del franquismo y que se resistían a las reformas democráticas. Este último grupo estuvo conformado principalmente por altos mandos del ejército, falangistas, carlistas y un sector de la Iglesia católica, que protagonizó el intento de golpe de Estado en 1981.
La consolidación de Alianza Popular durante la década de 1980 significó un relevo de liderazgo. Con un socialismo que alcanzaba dos mayorías absolutas consecutivas, la de 1982 (202 diputados) y la de 1986 (184), Alianza Popular daba paso a un joven que conseguiría la presidencia de Castilla-León un año después: José María Aznar. Para 1989, Aznar respaldado por Fraga asume el liderazgo de la formación y con una imagen renovada. Adoptando una nueva nomenclatura, Alianza Popular transitaría a convertirse en el Partido Popular.
Esta nueva orientación le dio al PP un nuevo rumbo, logrando captar desde el centro político hasta el sector más conservador. Este diseño implicó que en las votaciones europeas de 1994, así como en las municipales y autonómicas de 1995, el PP se consolidara como un partido altamente competitivo frente a un socialismo en declive electoral. «Un partido de ancha base donde quepan y convivan cómodamente las ideas liberales, conservadoras y democristianas», aseguraba Aznar. Para 1996, Aznar llegaría a la Moncloa con 156 escaños, y en 2000, refrendaría su cargo con 183.
El momento histórico previamente citado es traído a la actualidad con frecuencia para hacer referencia a la llegada de Pablo Casado frente a la «derecha cobarde» de Mariano Rajoy. En este sentido, Vox encuentra eco en aquellos votantes que consideran que el gobierno encabezado por Rajoy abandonó el espectro de la derecha y de esta manera, identifican a Santiago Abascal (quien militó en el PP entre 1994 y 2013) como un líder que llama a respetar la Constitución, recuperar los valores tradicionales y no tiene complejos en mostrar la bandera española en un país donde el principal reto es el desafío separatista en Cataluña. Mientras que el gobierno del PSOE, juega con los deseos de partidos como Eh Bildu, ERC o los separatistas vascos y catalanes.
EMERSON SEGURA VALENCIA es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de las Américas (UDLA). Se desempeñó como investigador en el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República y como asesor legislativo en la Comisión de Relaciones Exteriores Organismos Internacionales del Senado. Es Coordinador de Análisis del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Sígalo en Twitter en @Emer_Seg.
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