Se busca líder regional

30 enero, 2020 • Artículos, Latinoamérica, PJ Comexi, Portada • Vistas: 7823

Sobre la ausencia de un país líder en Latinoamérica y por qué México debería ocupar esta vacante

La Razón

Miguel Mendivil-Roiz

Enero 2020

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

Latinoamérica no cuenta en la actualidad con un líder, un Estado con la intención y los recursos direccionados de manera estratégica para implementar una agenda de alcance regional en la que su influencia y protagonismo sean incuestionables. Afirmar lo anterior no resulta una tarea intelectualmente desgastante: el reto se encuentra en localizar las razones por las cuales dicho liderazgo no existe y, a manera de proposición, enlistas los motivos por los cuales México podría ocupar esta vacante.

La contribución de este texto al debate que nos ocupa se basa en tres argumentos. Primero, la tendencia actual de los potenciales líderes regionales a mirar hacia adentro de ellos mismos. Segundo, la reciente polarización en la que se encuentre la región la ha inhibido de ocuparse de temas con entendimientos comunes. Por último, la importancia estratégica de mantener un equilibrio entre una agenda latinoamericana que no se presente como una propuesta antagónica a Washington.

¿Por qué nadie toma el liderazgo?

En estos momentos, todos los países se encuentran ocupados en casa. Actualmente, los candidatos que cualquier conocedor de la región enlistaría como posibles líderes regionales ―Argentina, Brasil, Colombia, México, entre otros― se han comenzado a enfocar en agendas internas que restan la atención a una estrategia intrarregional para posicionar y consolidar su liderazgo. Algunos de estos países se han visto forzados a mirar hacia adentro a raíz de crisis políticas (Bolivia, Chile, Venezuela), o económicas (Argentina). Otros países, como Brasil, Colombia o México, se encuentran sumergidos en procesos de reacomodo interno tras una transición política importante. Cualquiera que sea el motivo, la realidad es que los países más influyentes en la región se encuentran ocupados en casa en detrimento de una mayor atención a su vecindario inmediato.

Por otra parte, Latinoamérica es también una región de polarizaciones. Basta mencionar dos casos recientes: Venezuela y Bolivia. En ambos contextos, la región se ha visto dividida en dos bloques que, aparentemente, no pueden ser conciliados. Los países que reconocen al gobierno de Nicolás Maduro rechazan categóricamente la idea de que Juan Guaidó sea el presidente constitucional de Venezuela y, viceversa, los países que retiraron su reconocimiento a Maduro transfirieron la capacidad de mantener relaciones diplomáticas a Guaidó. Lo mimo en el caso de Bolivia: hay países en la región que califican como golpe de Estado a los recientes acontecimientos en aquel país, mientras que otros apoyan abiertamente la toma del poder por parte del gobierno de transición.

Un líder regional no debe predicar una agenda anti Estados Unidos.

Además, el liderazgo latinoamericano sería débil sin el liderazgo estadounidense. Cualquier discusión sobre un líder en la región no puede dejar de lado la presencia política y geográfica de Estados Unidos y la relación entre ambos Estados. La evidencia histórica apunta a que es más viable la presencia de un país con influencia relativamente mayor que el resto si este no presenta una agenda diametralmente opuesta a aquella de Washington. En consecuencia, dada las condiciones actuales, la existencia de un líder regional, que a su vez se proclame antagónico ante Estados Unidos, carecería de sentido práctico.

En este contexto, sería lógico pensar que la ausencia de un líder es una consecuencia automática. Sin embargo, un país podría ejercitar sus músculos políticos, diplomáticos y económicos para ocupar la actual vacante, a pesar del contexto poco favorable. Ese país es México.

Si bien, México se encuentra en un proceso de reacomodo interno que ha llevado al ejecutivo a enfocarse en una agenda casi completamente interna, el país se encuentra en una ventaja relativa frente al resto de sus contrapartes latinoamericanas que le permitiría aspirar a ser el líder de la región.

Características del líder

Un líder regional debe proyectar una imagen de estabilidad política y económica. En una región históricamente afectada por golpes de Estado y un reavivamiento de dinámicas políticamente desestabilizadoras, caracterizadas por cambios abruptos y desorden, México ha logrado mantener un sistema político en el que cada mandatario concluye su gobierno de conformidad con la ley y transfiere el poder de manera pacífica y ordenada. Esto permite que el país proyecte una margen de continuidad general, certidumbre sobre el liderazgo interno y respeto a principios tan importantes para el futuro de la región, como es la democracia.

Además, Latinoamérica se ha visto sujeta a desequilibrios financieros y macroeconómicos que han hecho que países como Argentina se vean reducidos en su margen de acción en el exterior. Al igual que otros países, como Brasil, México es una economía estable que sigue atrayendo capital y comerciando de manera libre con más de cuarenta Estados. La red geoeconómica que México posee no tiene paralelo y sus indicadores macro continúan un trayecto estable que permite prestar atención a otros temas.

Un líder regional debe mantener relaciones significativas con todos los países en la región. En los últimos meses, hemos atestiguado un reacercamiento de México hacia Latinoamérica con matices más claros y proactivos que en pasados gobiernos. La elaboración y la ejecución de programas, como el Plan de Desarrollo Integral con El Salvador, Guatemala y Honduras, y otras actividades diplomáticas por parte de la Cancillería mexicana dan muestra de un cambio en el papel que México busca para sí en la región.

México tiene lo que se requiere para tomar un papel de mayor influencia y dirección en Latinoamérica.

Esto ha provocado que México comience a ser visto no como miembro de alguno de los “bloques”, sino un actor con agenda conciliadora e incluyente, que a su vez facilita el acercamiento, el diálogo, el entendimiento y la cooperación con los países de la región, independientemente de sus posiciones en temas específicos.

Un líder regional no debe predicar una agenda anti Estados Unidos. Basado en los recientes movimientos diplomáticos por parte de la Cancillería, es notorio que México no propondría un esquema de liderazgo latinoamericano opuesto a Washington. Ambos países están intrínsecamente relacionados y cualquier propuesta mexicana tomaría en cuenta, directa o indirectamente, su potencial impacto en el vecino del norte. En los últimos meses, México ha conducido una agenda regional en la que procura un balance cuidadoso entre Latinoamérica y Washington, evitando así cualquier confrontación o profundización de diferencias entre ambos lados del continente. Estratégicamente, esto resulta benéfico tanto para México como para Estados Unidos y los países latinoamericanos.

Conclusión

Las condiciones actuales enlistadas hasta ahora explican por qué no se cuenta en la actualidad con un Estado líder a nivel regional, a saber, la atención que los grandes países de la región le están dedicando a sus agendas internas, las crecientes polarizaciones regionales a raíz de las crisis en Bolivia y Venezuela, y el factor histórico referente a Estados Unidos. No obstante, ello no significa la inexistencia de países que cuenten con los recursos y el capital político para aventurarse a ocupar dicha vacante. México puede convertirse en el líder consolidado de la región gracias a su estabilidad político-económica, al viraje hacia una política exterior conciliadora e incluyente en la región, y al mantenimiento de relaciones de cordialidad y cooperación con Estados Unidos.

Asimismo, es importante notar que la existencia de un líder en Latinoamérica no se caracterizaría por la ausencia de límites en la agenda o acciones a implementar. Sea cual sea el líder regional, su influencia estará sujeta a ciertas limitaciones que obedecen a las condiciones geopolíticas propias de este hemisferio. Aun con ello, México tiene lo que se requiere para tomar un papel de mayor influencia y dirección en Latinoamérica. Esa debería ser una de las prioridades más altas en la agenda actual.

MIGUEL MENDIVIL-ROIZ es maestro en Estudios Diplomáticos por la University of Oxford y licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Se desempeñó como Asesor Político en la Misión Permanente de México ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y actualmente es consultor en temas de diversidad e inclusión corporativas. Sígalo en Twitter en @mglmrz.

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