¿Por qué los líderes extremistas están en ascenso?

27 marzo, 2019 • Artículos, PJ Comexi, Portada • Vistas: 4109

Un análisis desde la psicología moral 

Sea Mashable

Andrés Ruiz y Mariana Sánchez

Marzo 2018

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

El valor de las fuerzas morales y su influencia,

son sembradas no tanto por medio de demostraciones,

exámenes críticos o tratados eruditos,

sino, por medio de sentimientos, impresiones generales

y chispas de intuición aisladas y resplandecientes.

De la Guerra, Karl Von Clausewitz

¿Por qué en los últimos años, en muchas democracias, hemos visto el ascenso de líderes extremistas? ¿Por qué el discurso de estos líderes es tan atractivo para los votantes? ¿Será un efecto no deseado del auge de las redes sociales y la polarización que han ocasionado? Estos cuestionamientos nos llevan a preguntarnos algo todavía más profundo: ¿cuál es el papel que desempeñan los principios morales en la política?

En el ámbito público presenciamos el debilitamiento de los partidos tradicionales, el crecimiento de aquellos antisistema o radicales y, particularmente, el ascenso de líderes carismáticos con tendencias autoritarias o posiciones radicales, lo que, sin duda, implica un reto para las democracias. De ahí la importancia de aportar elementos para explicar el ascenso de estos líderes mediante el análisis de su discurso y posiciones políticas. Para ello, en este trabajo utilizaremos la teoría de la psicología moral: la de los cimientos morales, que permite analizar las motivaciones de los electores para entender qué es lo que ven en ellos y por qué les entregan su voto.

La intención del voto

Es importante notar que hay dos grandes dimensiones en la definición del espectro político: la económica y la social. El hecho de que la situación económica de un país sea el tema más relevante en la mayoría de las elecciones ha encuadrado la discusión sobre el votante como un agente racional. Bajo este paradigma, se piensa que se vota por el candidato que más conviene en términos económicos o por los beneficios de las políticas públicas que promete implementar. Sin embargo, un creciente cuerpo teórico y empírico muestra que los votantes no son racionales, que por falta de interés o de tiempo no revisan a conciencia ni comparan las plataformas de campaña de los candidatos y que muchas veces votan por motivos afectivos, como la identificación personal. También hay evidencia de que toman atajos mentales (heurísticos) para llegar a una decisión de forma eficiente y sin demasiado esfuerzo.

El hecho de que la situación económica de un país sea el tema más relevante en la mayoría de las elecciones ha encuadrado la discusión sobre el votante como un agente racional.

Si bien no se busca desestimar del todo los factores económicos en la intención del voto, se busca complementarlos al incluir la dimensión social de la ideología política. Las variables económicas no son suficientes para explicar el ascenso de opciones políticas heterodoxas, por lo que se deben complementar con el aspecto social. Para ello es una herramienta útil la perspectiva de la psicología moral y la teoría de los cimientos morales.

La teoría establece que existen cinco cimientos morales, comunes a toda la humanidad: 1) cuidar y proteger a otros en oposición a hacer o infligir daño; 2) cumplir las reglas compartidas, lo que es contrario al engaño; 3) ser leal a un grupo, familia o país, lo contrario a la traición; 4) autoridad o respeto, es decir, someterse a la tradición y evitar la subversión, y 5) santidad o pureza, lo contrario a la degradación.

Los cimientos morales

Diversos autores apuntan que cada persona da mayor o menor primacía a ciertos cimientos, y que ese ordenamiento afecta sus preferencias y actitudes políticas. Por lo mismo, cada uno de estos cimientos morales puede ser utilizado por candidatos u actores políticos (partidos, organizaciones, medios de comunicación) para activar a los votantes. No sobra señalar que estos cimientos no son racionales. Son intuiciones de la persona a partir de las cuales se hacen racionalizaciones a posteriori.

La existencia de estos cimientos no es algo nuevo y han evolucionado junto con la especie humana. Lo novedoso es la aplicación de estos conceptos de la psicología moral en el análisis político e internacional, ya que permiten tener un mejor entendimiento tanto de fenómenos históricos como actuales (la demagogia, el ascenso del nazismo y el fascismo, los efectos de la propaganda, los discursos que polarizan). En el caso del ascenso de líderes autoritarios por medio de las urnas, los tres últimos cimientos son de particular importancia.

Las actitudes políticas basadas en principios morales son fuertes. Por lo mismo, algunas ideas antidemocráticas resuenan con los ciudadanos no porque sean «racionales», sino porque coinciden con sus principios morales. Y, dependiendo el sistema electoral del país en cuestión y las dinámicas políticas internas, en ocasiones esos grupos son lo suficientemente grandes para llegar al poder. Por ejemplo, en algunos sistemas parlamentarios los partidos radicales no han conseguido formar mayorías pero sí han visto crecer su número de legisladores considerablemente.

El caso de Geert Wilders

Un primer ejemplo para analizar es la posición anti Islam que impulsó en su momento el neerlandés Geert Wilders y su Partido de la Libertad. Sobran citas de él al respecto, pero basta una: «El Islam es algo que no podemos permitirnos más en los Países Bajos. Quiero el Corán fascista prohibido. Tenemos que detener la islamización de los Países Bajos. Eso significa no más mezquitas, no más escuelas islámicas, no más imanes. No todos los musulmanes son terroristas, pero casi todos los terroristas son musulmanes».

El nacionalismo, que llevado a sus últimas consecuencias puede llevar al genocidio, se basa en la explotación política del cimiento de la lealtad. Los humanos somos, en términos cognitivos, seres tribales. De manera prácticamente automática nos definimos en cuanto a nuestras pertenencias y no nos es ajeno el hacer distinciones entre «nosotros» y «ellos». Los aficionados a cualquier deporte organizado entienden muy bien de esto, ya que el apoyar  a un equipo deportivo es una identidad relativamente artificial. Sin embargo, en el ámbito público, un líder es una figura de autoridad que ayuda a definir quién pertenece y quién no, y a partir de ello impulsa una base electoral. Los «otros», a quienes se debe mantener fuera, combatir o eliminar, pueden ser los migrantes, los miembros de una religión, la comunidad LGBTTTI, un país enemigo o cualquier otro adversario real o imaginario. Esta definición del «otro» ayuda a la consolidación del poder al interior del grupo.

El caso de Rodrigo Duterte

Veamos un segundo ejemplo, el de Rodrigo Duterte, Presidente de Filipinas. Este líder recurre de forma regular a la noción de orden y autoridad, y menciona con frecuencia a Dios en sus discursos, a pesar de declarar que no sigue una religión. Algunos ejemplos de sus frases son: «La única razón por la que hay orden en Davao (ciudad de la que fue alcalde) es por mí». «El destino no fue diseñado por simples mortales como nosotros. Es hecho por Dios. Desde el primer día, le dije a la gente que habría consecuencias por no seguir la ley.»

La política basada en una narrativa moral tiene mucho poder de influencia sobre las actitudes de los votantes ya que apela a sus convicciones profundas e intuitivas.

De acuerdo con distintos autores, el cimiento moral de la autoridad se fue conformando durante la historia en sociedades organizadas jerárquicamente. De esa manera, hay una tendencia a buscar líderes, así como a respetar tradiciones como fuentes de autoridad. En este sentido, los dirigentes autoritarios o totalitarios, más allá de tener el monopolio de la violencia, también suelen recurrir a conceptos de autoridad, a exaltar ciertas tradiciones, a veces a costa de derechos individuales o de sectores sociales. Si seguimos esta línea de argumentación, no es fortuita la cercanía que tienen con la religión mayoritaria en sus países. Las nociones de restablecer el orden, de regresar a un pasado idílico están vinculadas con este cimiento.

El caso de Peter Robinson

La frase pronunciada por Peter Robinson, ex Primer Ministro de Irlanda del Norte, refleja muy bien el uso de la repulsión para fines políticos: «No fue Iris Robinson (su esposa, quien hizo una declaración previa sobre el tema) quien determinó que la homosexualidad es una abominación, fue el Todopoderoso». Esta actitud tiene que ver con el cimiento de la pureza. En él es muy notoria la noción religiosa de la moralidad, en el sentido de la aspiración humana a vivir de una forma más noble, más elevada, menos carnal.

Una expresión muy clara de esto es la idea de que el cuerpo es un templo que puede ser profanado por actividades inmorales y contaminantes, y que por lo tanto deben evitarse. La sensación de asco, un mecanismo evolutivo de supervivencia, es parte de este cimiento y puede ser utilizada con fines políticos al apuntarla a grupos específicos o a ciertas actividades.

Otra manifestación en el ámbito público es la representación del líder o del movimiento político como algo más allá de lo humano. En ese sentido, puede de manera simbólica y real terminar colocándose por encima de la ley y de las instituciones establecidas.

Conclusión

Estos tres cimientos son un buen punto de partida analítico para explicar la atracción que sienten algunas personas, de una forma casi automática, por este tipo de discursos y por quienes los pronuncian. La política basada en una narrativa moral tiene mucho poder de influencia sobre las actitudes de los votantes ya que apela a sus convicciones profundas e intuitivas, las cuales son difíciles de modificar en el corto plazo y no son siempre conscientes. Esta teoría nos permite entender por qué los discursos son tan atractivos para un electorado que está «descontento» o no satisfecho con la democracia. Al tratar de entender el magnetismo que generan estos líderes, solo resta preguntarse si esta es una nueva era de hacer política por medio de emociones.

ANDRÉS RUIZ es licenciado en Relaciones Internacionales por el ITAM. Sígalo en Twitter en @andresrpe. MARIANA SÁNCHEZ es maestra en Comunicación Política por la Leeds University y licenciada en Relaciones Internacionales por el ITAM. Sígala en Twitter en @Marianaszs. Ambos son miembros del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi).

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One Response to ¿Por qué los líderes extremistas están en ascenso?

  1. Gracias, artículo muy interesante. Estoy en gran medida de acuerdo con usted. Lo más importante que se extrae de este concepto es que el extremismo es la medida extrema de la manifestación de algo: acciones, actitudes, afirmaciones. La historia muestra que diferentes países se encontraron en situaciones críticas en diferentes momentos. Se utilizaron varios métodos, a veces muy crueles, para normalizar la situación en el país. En consecuencia, resulta obvio que el extremismo no es un fenómeno exótico para ningún país. Buena suerte!

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