Mahathir, el indómito reformista malasio

17 septiembre, 2020 • Artículos, Asia/Pacífico, FEG Anáhuac, Portada • Vistas: 2827

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Fernando Octavio Hernández Sánchez

Septiembre 2020

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

Cuando Mahathir Mohamad renunció al cargo de Primer Ministro de Malasia, en febrero de 2020, se pensó que su carrera política había llegado a su fin, pues sus 94 años de edad presagian la cercanía del final de su vida. Al ganar las elecciones en 2018, Mahathir dejó boquiabiertos a miles de observadores al convertirse en el líder en activo de mayor edad en el mundo, pues aún posee una gran lucidez y un dinamismo que asombran a los que lo conocen. Tras su salida inesperada del gobierno malasio, Mahathir ha guardado cuarentena junto con sus conciudadanos ante la pandemia provocada por el coronavirus, aunque se ha mantenido activo haciendo ejercicio e incursionando en el uso de Zoom para mantenerse en contacto con sus familiares, simpatizantes y medios de comunicación interesados en conocer su opinión sobre distintos temas.

Si esto no fuera suficiente, en agosto de 2020, Mahathir anunció la creación de un partido político denominado Pejuang, con el que busca regresar a los primeros planos de la política malasia, signo de la vitalidad que aún posee a tan avanzada edad, en su afán declarado de continuar promoviendo el fortalecimiento de la economía malasia, objetivo al que ha consagrado su quehacer político desde la década de 1950. En los últimos 2 años, Mahathir se propuso combatir la corrupción imperante entre los colaboradores de Najib Razak, su antecesor en el cargo de Primer Ministro y a quien derrotó en las elecciones de 2018 aprovechando las acusaciones de enriquecimiento ilícito que pesan sobre el gobierno anterior, incomodando a grupos de poder incrustados en la política de aquel país, cuya oposición conjunta propició la renuncia de Mahathir al gobierno malasio.

La apuesta económica

Aunque poco conocido en México, Mahathir goza de gran prestigio en los círculos oficiales en el este de Asia y el Sudeste Asiático tras haber sido uno de los principales promotores de la integración económica regional, así como el mayor impulsor de la industrialización de Malasia luego de haber ocupado ya el cargo de Primer Ministro entre 1981 y 2003. Al comenzar la primera gestión de Mahathir, Malasia era un país subdesarrollado, dependiente de los ingresos obtenidos por la exportación de productos agrícolas y minerales, como estaño, petróleo y caucho, al heredar la infraestructura económica creada por los ingleses durante la época colonial. Además, Malasia –país del Sudeste Asiático independiente desde 1957– carecía de unidad nacional por las diferencias persistentes entre las comunidades étnicas que integran su población, a saber malayos, chinos e indios. Para Mahathir, tal situación era insostenible si es que Malasia aspiraba a convertirse en un Estado próspero, equitativo y verdaderamente independiente, por lo que se propuso impulsar la transformación del país, tomando como modelo a Japón mediante la aplicación de la política económica conocida como “Look East”.

Para lograr tal objetivo, el gobierno de Mahathir promovió la industrialización del país ofreciendo oportunidades atractivas para el establecimiento de distintas empresas manufactureras japonesas en Malasia, cuyos requerimientos favorecieran la aparición de empresas proveedoras locales, al tiempo que invertía en la infraestructura del país para mejorar las carreteras y puertos de enlace con el exterior, impulsando la creación de parques industriales y la modernización de Kuala Lumpur, hasta convertirla en un centro político, comercial y financiero de clase mundial. Además, el Estado malasio fortaleció a Petronas, la empresa petrolera estatal, para dotarla de la tecnología y la experiencia necesarios que le han permitido incursionar en áreas como la petroquímica y la exploración de aguas profundas hasta convertirla en una empresa con reconocimiento internacional que hoy aporta ingresos considerables al Estado malasio.

En agosto de 2020, Mahathir anunció la creación de un partido político denominado Pejuang, con el que busca regresar a los primeros planos de la política malasia, signo de la vitalidad que aún posee a tan avanzada edad.

Asimismo, Mahathir apoyó la creación de empresas nacionales en los sectores de la electrónica y la construcción, mientras respaldaba a entidades bancarias y de servicios a fin de consolidar el mercado nacional. En forma destacada, Mahathir se involucró personalmente en la fundación de Proton, la empresa automotriz nacional, cuya creación fue resultado de un esquema de cooperación con Mitsubishi que permitió al país producir sus propios vehículos con tal de no ser un simple consumidor de automóviles de marcas foráneas. En su momento, dicho proyecto fue muy criticado, pues se le consideró una iniciativa destinada al fracaso debido a que Malasia carecía de la tecnología y el conocimiento especializado para producir automóviles. Su realización refleja tanto la habilidad de negociación de Mahathir al conseguir involucrar a Mitsubishi en tal proyecto como su determinación en convertir a Malasia en un país industrializado, cuya subsistencia no dependiera exclusivamente de la exportación de bienes primarios, oponiéndose en la práctica a los dictados de la economía política fundada en el principio de las ventajas comparativas tan común entre los líderes de los países en de desarrollo.

Gracias a tales acciones, Mahathir logró modernizar la economía nacional, aunque aún no se ha cumplido su intención de convertirlo en un país completamente desarrollado, como anticipó cuando dijo que se lograría en 2020. Sin embargo, el país ha logrado abatir la pobreza y generar suficientes fuentes de empleo para hacer de Malasia uno de los principales “tigres asiáticos”.

La estrategia de política exterior

En el plano de la política exterior, la primera gestión de Mahathir se distinguió por dotar a Malasia de una influencia relevante en la escena regional al destacarse como uno de los principales impulsores de la cooperación entre los países del este y el Sudeste Asiático por medio de la promoción de un acercamiento efectivo entre los países integrantes la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), organismo regional del cual Malasia es participante con China, Corea del Sur y Japón. En particular, las autoridades malasias promovieron la creación de mecanismos de colaboración con China, algo impensable durante la Guerra Fría, cuando la mayoría de los gobiernos participantes en ASEAN consideraba a China como un país hostil y poco confiable, de acuerdo con el perfil ideológico de la República Popular China. Sin embargo, el fin de la Guerra Fría y la apertura económica realizada por China desde la década de 1980 convencieron a Mahathir de reconsiderar su actitud frente a aquel país, pues ahora resultaba conveniente aprovechar las oportunidades comerciales que Malasia y los demás países del Sudeste Asiático podrían obtener gracias al incremento de las importaciones realizadas por China para cubrir los requerimientos de su economía, estableciendo la pauta para la conformación de la alianza estratégica que existe actualmente entre ASEAN y China.

Más allá del entorno geográfico inmediato, Mahathir también se ha distinguido por expresar opiniones polémicas en torno a distintas cuestiones: desde las críticas a los programas de rescate financiero amparados por el Fondo Monetario Internacional, los cuales rechazó aplicar en Malasia durante la crisis asiática de 1997 por considerarlos lesivos a la economía de su país, a los cuestionamientos dirigidos contra países como Estados Unidos o Israel tras manifestar abiertamente su oposición a acciones como la lucha contra el terrorismo emprendida por Washington desde 2001 y la invasión estadounidense a Irak en 2003 o la ocupación sostenida de los territorios palestinos por parte del gobierno israelí, comentarios que le han ganado el rechazo de Washington y Tel Aviv, aunque también han incrementado su popularidad al interior de Malasia y frente a buena parte de la comunidad musulmana internacional.

Conforme se acerca al centenario de vida, Mahathir no da señales de agotamiento ni resignación frente a sus opositores y críticos, mientras conserva ese espíritu indómito que lo ha distinguido en su prolongada carrera política.

Durante su segundo mandato, Mahathir se permitió cuestionar abiertamente las acciones del actual Presidente estadounidense, al considerar que la guerra comercial emprendida por el gobierno de Donald Trump contra China es perjudicial para la economía mundial en su conjunto. Por tal motivo, llegó a manifestar el respaldo de Malasia hacia China –aunque sin acatar ciegamente las indicaciones de Beijing– para que dicha potencia actúe como un contrapeso a las “volubles” políticas del Presidente Trump.

Además, declaró que espera el triunfo de Joe Biden en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos para evitar la “catástrofe” que un segundo periodo de Trump significaría para el mundo. Asimismo, Mahathir criticó el “plan de paz” para el Medio Oriente propuesto por Trump al considerarlo lesivo a los intereses del pueblo palestino. De igual forma, cuestionó el reciente acuerdo de paz establecido entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel tras caracterizarlo como un factor disruptivo que divide aún más al mundo musulmán al tiempo que cancela cualquier posibilidad de crear un Estado palestino.

Reconozcamos su legado

Aunque alejado del poder desde febrero de 2020, Mahathir no deja de sorprender por la voluntad que ha manifestado en los últimos meses, ya sea para exigir resultados favorables en el tratamiento de la actual contingencia sanitaria a su sucesor, el primer ministro Muhyiddin Yassin, como por lograr registrar un nuevo partido político ante las instancias electorales malasias o por seguir expresando las críticas que considera oportuno señalar contra Estados Unidos e Israel, siendo congruente con la posición que lo ha caracterizado durante su ejercicio del poder político.

Conforme se acerca al centenario de vida, Mahathir no da señales de agotamiento ni resignación frente a sus opositores y críticos, mientras conserva ese espíritu indómito que lo ha distinguido en su prolongada carrera política. Sin duda, sería injusto que un líder de su talla fuera recordado por haber sido destituido de su cargo sin concluir su segundo periodo, considerando la magnitud de su obra como el estadista que modernizó la economía de Malasia y dotó a su país de una voz con autoridad frente a la comunidad internacional, estableciendo un ejemplo que convendría conocer con mayor detalle.

Fernando Octavio Hernández Sánchez es licenciado en Historia por la  Universidad Autónoma de México (UAM), Iztapalapa, así como maestro en Estudios de Asia y África por El Colegio de México. Es profesor y coordinador académico en la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México Sur. Sígalo en Twitter en @FdOHdzSanz001.

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