RCEP: el mayor mercado del mundo

22 enero, 2023 • Artículos, Asia/Pacífico, Asuntos globales, Norteamérica, Portada • Vistas: 6252

Acercando Naciones

logo fal N eneFernando Octavio Hernández Sánchez

Enero 2023

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

Hace un año entró en vigor la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), un acuerdo comercial que creó el mercado más grande del mundo. Poco conocido en nuestro país, la RCEP integra a los diez países que conforman la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) ⸺Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar (Birmania), Singapur, Tailandia y Vietnam⸺. A ellos se suman Australia, China, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda. En su conjunto, la RCEP agrupa a una gran diversidad de economías nacionales, algunas de ellas entre las más prósperas y pujantes del planeta. Tal acuerdo fue impulsado conjuntamente por la ASEAN y China, aprovechando la existencia de mecanismos, como el Área de Libre Comercio ASEAN-China (ACFTA), que vincula a los diez países del Sudeste Asiático con Beijing desde 2004, o la plataforma ASEAN+3, que ha impulsado distintas iniciativas de cooperación entre los países de la ASEAN con China, Corea del Sur y Japón, en un esfuerzo que ha contribuido significativamente a profundizar la integración económica en Asia-Pacífico.

Además, la RCEP no solo es un acuerdo comercial regional de gran cobertura, sino también un reflejo del protagonismo que China ocupa ahora en el sistema económico existente en Asia-Pacífico, tradicionalmente dominado por Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, China no solo es una fábrica mundial donde miles de empresas extranjeras se han establecido para manufacturar ahí los productos que envían al mercado internacional, sino también un gran mercado por sí misma. El apetito de materias primas, combustibles, alimentos, insumos industriales y demás productos consumidos en China representa un parteaguas para la economía mundial, con lo cual ya es la segunda mayor economía del planeta y la principal economía exportadora del mundo.

En este sentido, la creación de la RCEP constituye también un indicio claro del avance conseguido por China, en gran medida, a expensas de Estados Unidos, pues tal acuerdo se destaca por incluir a países que hasta ahora han sido tradicionalmente aliados de Washington en Asia-Pacífico, como Australia, Corea del Sur y Japón. Para estos países, la vinculación con China resulta ahora ineludible, ya sea por las exportaciones que envían a ella, los contratos que facturan con empresas chinas o las inversiones que sus propias empresas mantienen en aquel país, como parte de la red de interdependencia económica creada en Asia-Pacífico que ha hecho de dicha región el taller del mundo en el siglo XXI. Tal condición se ha fortalecido también por el impulso del gobierno chino al megaproyecto conocido como la Iniciativa del Cinturón y la Nueva Ruta de la Seda, por lo que resulta imposible ignorar las iniciativas económicas y comerciales impulsadas por Beijing.

Antecedentes

Para comprender mejor el sitio central que China ocupa ahora en Asia-Pacífico, debemos recordar que el gobierno de Barack Obama buscó revertir la expansión de la influencia china en Asia-Pacífico, promoviendo la formación del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP). Sin embargo, su sucesor, Donald Trump, decidió cancelar la participación de Estados Unidos en dicho mecanismo, para disgusto y decepción de los demás gobiernos implicados. Para los socios asiáticos de Estados Unidos, tal retirada representó una muestra de la poca confiabilidad de Washington como socio comercial comprometido con el libre mercado, lo que abrió la puerta para garantizar el éxito de las negociaciones que condujeron a la firma de la RCEP.

Para los países de Asia-Pacífico, el funcionamiento del comercio internacional es un elemento indispensable para su propia supervivencia y crecimiento por su condición como economías exportadoras de manufacturas, por lo cual debieron acceder a participar en la RCEP con tal de recibir un trato preferencial por parte de la ahora segunda mayor economía del mundo. Al respecto, cabe señalar que Estados Unidos ya se había distanciado de sus aliados en Asia-Pacífico desde que el gobierno de George W. Bush dio prioridad al combate contra el terrorismo en 2001, lo que fue aprovechado por China para impulsar un acercamiento efectivo con algunos países de la región.

Gracias a ello, en 2002, Beijing propuso a los países de la ASEAN crear un acuerdo de libre comercio, ofreciéndoles un trato acorde con el nivel de desarrollo de cada uno de ellos. Así, en 2004, China y los países de la ASEAN inauguraron el Acuerdo de Cosecha Temprana como primera medida para impulsar la liberalización de los distintos productos intercambiados entre ellos: comenzando con la liberalización de los aranceles a los productos agropecuarios y a distintas materias primas, Beijing abrió la puerta para que los países del Sudeste Asiático exportaran a China alimentos, minerales y demás materias primas.

En 2010, el ACFTA entró plenamente en vigor al reducir también los aranceles gravables a los productos manufacturados comerciados entre China y Filipinas, Indonesia, Malasia, Singapur y Tailandia. Cinco años más tarde, tal compromiso se hizo extensivo a los demás países de ASEAN, que habían conseguido tal garantía temporal a fin de prepararse para la eliminación de las barreras arancelarias en sus tratos comerciales con China. Gracias a la entrada en vigor del ACFTA, China se ha convertido rápidamente en el principal socio comercial de los países del Sudeste Asiático, desplazando a Estados Unidos y a Japón de tal condición.

Mientras China se enriquece y expande su presencia económica en Asia-Pacífico y otras partes del mundo, Estados Unidos consume sus recursos en alianzas que bien podrían terminar por distanciarle incluso de sus aliados más incondicionales.

Con base en la experiencia acumulada tras la aplicación del ACFTA, China impulsó, posteriormente, la realización de negociaciones con Australia, Corea del Sur, la India, Japón y Nueva Zelanda con la intención de crear un acuerdo comercial que incluyera también a esos países. En principio, tales esfuerzos encontraron la resistencia de los gobiernos implicados, pero la actitud ambivalente mostrada por Estados Unidos en Asia-Pacífico poco a poco fue inclinando la balanza en favor de China.

Así, todo el esfuerzo realizado por Obama con la intención de crear el TPP resultó inútil cuando Trump decidió cancelar la participación de Estados Unidos en ese acuerdo, mientras su gobierno adoptaba medidas proteccionistas e impulsaba una guerra comercial contra China. De esta forma, la actitud de Trump en materia comercial y el trato dispensado a varios de los aliados estadounidenses actuaron en favor de China, al mostrar a Beijing como un país más comprometido con la búsqueda de acuerdos económicos con sus socios comerciales, el cual, además, ofrecía garantías preferenciales para los demás países dispuestos a establecer acuerdos formales con ella.

Cabe señalar que tal resultado no depende tan solo de un momento coyuntural, sino que también refleja lo inevitable: hoy, miles de empresas extranjeras realizan negocios en China hasta formar vínculos cuya ruptura implicaría la pérdida de inversiones de enorme cuantía, además de que países como Australia, Corea del Sur y Japón han incurrido en una relación de fuerte dependencia con China, cuyo mantenimiento ahora les resulta de gran interés. A su vez, empresas como Sony, Samsung, Daewoo y Honda simplemente no pueden ignorar el mercado chino, tanto por las inversiones que tienen en dicho país como por las ventas que realizan. Por tanto, no comprometerse con China podría representar pérdidas multimillonarias para esos países y empresas.

Para China, la formación de la RCEP no solo contribuye a apuntalar su condición como socio comercial de primer orden en Asia-Pacífico, sino que podría favorecer la internacionalización del yuan como moneda de intercambio comercial internacional, lo cual también podría afectar los intereses económicos de Estados Unidos.

Por su parte, Washington ha intentado responder a la creciente influencia de China en Asia-Pacífico con la promoción de acuerdos de seguridad, como AUKUS (Australia, el Reino Unido y Estados Unidos) y el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad), aunque en el plano económico comercial Estados Unidos se ha quedado rezagado en comparación con los avances alcanzados por China durante los últimos años. De esta forma, mientras Washington sigue empeñado en intentar “contener” el avance de Beijing en Asia con alianzas militares y un mayor gasto de defensa en la región, China ha conseguido que los propios aliados de Estados Unidos en la región se comprometan económicamente con ella; con esto, ninguno de esos países estaría dispuesto a dejarse arrastrar hacia alguna confrontación entre Beijing y Washington, por más garantías que hayan brindado a Estados Unidos de estar a su lado frente al ascenso de China, lo que favorece significativamente al fortalecimiento de Beijing en la región.

Conclusiones

Gracias a la RCEP, China se consolida como la economía más dinámica en Asia-Pacífico y fortalece sus vínculos con la mayoría de los países de la región. Si en algún momento la India también se sumara a dicho acuerdo, la RCEP representaría el polo de crecimiento económico más grande en el mundo, fortaleciendo la participación de los países asiáticos en la nueva economía mundial. Ante ello, Estados Unidos enfrenta la disyuntiva de reconsiderar su actitud con respecto a los acuerdos comerciales existentes en aquella parte del mundo, pues de seguir dando prioridad a sus intereses de seguridad y militares, bien podría arriesgarse a perder la preminencia en Asia, en caso de que su importancia como socio comercial y económico cayera a segundo plano ante el avance de China en dicha región.

Mientras China se enriquece y expande su presencia económica en Asia-Pacífico y otras partes del mundo, Estados Unidos consume sus recursos en alianzas que bien podrían terminar por distanciarle incluso de sus aliados más incondicionales si consideran inútil la empresa de impedir frustrar el ascenso de Beijing a la condición de gran potencia mundial.

FERNANDO OCTAVIO HERNÁNDEZ SÁNCHEZ es licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de México (UAM), Iztapalapa, y maestro en Estudios de Asia y África por El Colegio de México. Es profesor y Coordinador de Programa en la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México Sur. Sígalo en Twitter en @FdOHdzSanz001.

Tags:, , , ,

One Response to RCEP: el mayor mercado del mundo

  1. […] tarde, las nuevas realidades que hay en el planeta. Menciono el dato de la reciente creación de la RCEP, la Asociación Económica Integral Regional, que engloba a los 10 países miembros de la ASEAN […]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cargando…