Los estragos de una guerra sin armas

30 marzo, 2023 • Artículos, Asuntos globales, Europa, Medio Oriente, Portada • Vistas: 1381

Una frontera sin límites entre Siria y Turquía

Atalayar

logo fal N eneGrecia González Gómez

Marzo de 2023

No es de sorprender que por más de una década Siria ha estado bajo el verdugo de una guerra civil entre rebeldes y el gobierno del presidente Bashar al Assad, trayendo como consecuencia una profunda crisis económica y humanitaria. Hoy podemos ser testigos de que Siria se mantiene en condiciones deplorables, que requiere de ayuda humanitaria internacional urgente, sobre todo luego de los terremotos del 6 de febrero de 2023 que sacudieron también a Turquía, país vecino con el cual se han ido quebrantando sus relaciones políticas a consecuencia de la misma guerra.

Respecto a Turquía, ha formado parte de diversos conflictos, como el enfrentamiento greco-turco, consecuencia de la desintegración del Imperio otomano, así como la rivalidad regional en el Mediterráneo y en el mar Egeo con Chipre y Grecia, derivado de la extensión continental de las islas griegas cercanas a la costa turca, las aguas territoriales de esas islas, la delimitación del espacio aéreo de ambos países sobre el mar Egeo y las fortificaciones militares de algunas de esas islas. Además se ha hecho latente la inconformidad de países árabes por permitir a Israel utilizar bases áreas turcas para entrenamiento de sus fuerzas áreas como parte de un acuerdo militar desde 1996. De igual forma, ha lidiado con el conflicto kurdo, una lucha de reconocimiento por su autonomía, aun cuando se le ha considerado como grupo terrorista.

No hay guerra sin armas

Lo que marcó el gran hito entre estos dos países ha dejado sin precedentes la historia del Medio Oriente, casi equiparable a lo de una guerra: miles de muertos, decenas de afectados, ciudades en ruinas y gobiernos inestables. Los terremotos que afectaron gravemente a Siria y Turquía a inicios de febrero de 2023 han tenido un gran impacto a nivel internacional. Por una parte, es un fenómeno que no se había vivido en alguna de estas regiones. Al mismo tiempo, ha despertado la inquietud sobre el apoyo que los Estados y los organismos internacionales pudieran brindar derivado, en primera medida, de que uno de ellos ha estado sumergido por años en un ambiente de conflicto sin la mayor preocupación internacional para dar una solución “pacífica”, mientras que el otro se ha mantenido como aliado estratégico en diferentes conflictos sin escatimar los daños políticos, económicos, sociales, religiosos e incluso culturales que pudieran originarse.

La preocupación internacional sobre este desastre ha sido en torno a la ayuda humanitaria brindada para ambos países, que incluso ha sido bastante cuestionada. De acuerdo con cifras de ambos gobiernos, el terremoto dejó un saldo de más de 50 000 personas fallecidas y decenas de miles de heridos en los dos países. Además, no hay que olvidar que en Turquía vivían alrededor de 4 millones de refugiados sirios, asentados principalmente en la frontera entre ambos países.

La comunidad internacional solicitó que permitieran el acceso para ofrecer asistencia, especialmente al norte de Siria, una zona controlada por los rebeldes. El único acceso que se tenía era el cruce terrestre desde Turquía a Siria, por el cual un par de convoyes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ingresó para entregar suministros urgentes a las zonas afectadas. 

Los preparan para una guerra, pero no para un terremoto

En palabras del presidente turco Recep Tayyip Erdogan: “Turquía es uno de los diez países que pueden diseñar, construir y mantener sus propios buques de guerra”. De 2010 a 2019, Turquía vendió material de guerra a veintiocho países, sin contar las entregas a algunas facciones, como los grupos rebeldes que Ankara apoya en Siria. Incluso, por primera vez en su historia, Turquía logró vender armas a países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Hay que recalcar que Turquía tiene un papel militar preponderante en el Mediterráneo y el mar Negro, y que mantiene una relevancia geoestratégica debido a su cercanía con Europa, apuntando hacia una integración a la Unión Europea. También hay que considerar su cruce con Asia, así como la relación de amistad y enemistad con algunos de los países que conformaban la Unión Soviética (Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Rusia y Ucrania).

Sin embargo, la otra cara de la moneda que se muestra de un país desarrollado y catalogado como estratega político, económico y comercial, se caracteriza por acoger al mayor número de refugiados del mundo, entre ellos sirios. Hoy, este país ha sido el claro ejemplo de que costear una guerra no te prepara para hacer frente a un desastre natural, el cual ha dejado alrededor de 45 000 edificios destruidos o dañados, entre ellos escuelas y hospitales. Las infraestructuras construidas con recursos públicos fueron de “bajo costo”, por lo que no lograron darles una vida digna a sus habitantes, sino que tampoco pudieron evitar un gran número de pérdidas materiales y vidas humanas, y quizá todo a causa de una negligencia del gobierno.

Las zonas afectadas tardarán en reconstruirse, por lo que se espera que el número de desplazados internos y de refugiados irá en aumento.

La oposición señaló que el gobierno turco dio una imagen de poca preparación ante un desastre de esta naturaleza. Incluso los propios afectados manifestaron, para diferentes medios de comunicación, que hubo una lenta respuesta por parte del gobierno en los esfuerzos de rescate para buscar a más sobrevivientes, sin olvidar que no había insumos ni atención médica para muchos de ellos.

El presidente Erdogan declaró estado de emergencia en las diez provincias afectadas por los dos terremotos, el cual se mantendrá hasta mayo de 2023. Sin embargo, ese tiempo no será suficiente para restaurar las zonas afectadas.

Tras estos hechos, solicitó ayuda internacional en forma de apoyo económico, insumos médicos, alimentos, equipos de rescate y asistencia. México participó mediante el apoyo de diversas entidades como la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina, la Cruz Roja y brigadas de rescate de organizaciones no gubernamentales, así como con el apoyo de socorristas y perros entrenados (binomios caninos).

Siria: una guerra sin fin

Desde 2011, millones de sirios se han visto obligados a abandonar sus hogares para buscar protección dentro de su propio país o en Irak, Jordania, Líbano, Turquía u otros lugares. De acuerdo con datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el impacto de la guerra civil, la pandemia de covid-19, el aumento de la pobreza y los terremotos han generado un desplazamiento interno de 7 millones de personas, y se contabilizan más de 6 millones de refugiados sirios alrededor del mundo, de los cuales 5 millones se encuentran en los países vecinos (tan solo en Turquía se estiman 4 millones).

El pueblo sirio ha vivido así una doble incertidumbre. Por un lado, las réplicas en las zonas afectadas provocaron angustia y temor entre los sobrevivientes, y, por el otro, continuaron los bombardeos y los ataques que llevan más de una década.

Las distintas operaciones de asistencia humanitaria se complicaron desde que dio inicio la guerra civil. El cruce fronterizo que hay entre Siria y Turquía se mantuvo cerrado derivado de los terremotos. Sin embargo, se señaló que los grupos rebeldes habían impedido el acceso a la ayuda por parte de diversas agencias internacionales, organizaciones no gubernamentales y sociedad civil.

La Unión Europea confirmó que enviaría 3 millones de dólares en asistencia, como parte de la solicitud de ayuda realizada el gobierno sirio. Sin embargo, su condicionante era que dicho apoyo fuera desplazado tanto en las áreas controladas por el gobierno como por las que están bajo el control de los rebeldes.

Turquía, como país donante, puede llevar tareas de reconstrucción más rápida, siempre y cuando el gobierno facilite los fondos necesarios. En cambio, Siria corre el riesgo de que se produzcan sesgos durante este proceso de reconstrucción, es decir, las zonas afines al régimen de Al Assad podrían recuperarse antes, dejando de lado aquellas controladas por los rebeldes. 

Un futuro incierto

Para ambos países, la situación sigue siendo inestable, no solo por los refugiados y los desplazados, sino también por el impacto que se verá en los niños y sus familias. La pérdida de los servicios básicos agrava la situación económica y el riesgo de afectaciones físicas y sicológicas. Tras un terremoto, muchos infantes son separados de sus familias, quedando expuestos a un mayor riesgo de abuso y explotación. Las zonas afectadas tardarán en reconstruirse, por lo que se espera que el número de desplazados internos y de refugiados irá en aumento, sin olvidar que la situación de vulnerabilidad continúa y las carencias en los servicios básicos persisten.

La ONU instó a la comunidad internacional para apoyar al pueblo turco y sirio, con un llamamiento de 1000 millones dólares. El Programa Mundial de Alimentos donó cerca de medio millón de víveres para consumo y raciones familiares. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura informó que su prioridad es garantizar que las comunidades rurales más afectadas puedan mantener y recuperar la producción de alimentos básicos.

En el mismo tenor, la Organización Mundial de la Salud destacó que las principales amenazas se encuentran en las enfermedades trasmitidas por la contaminación del agua. Por tal motivo, se espera que cerca de 85 millones de dólares respondan a las necesidades sanitarias tras el terremoto, sin olvidar que aún siguen los rezagos generados por la pandemia de covid-19.

Los gobiernos de los países de Latinoamérica, Estados Unidos, Grecia, Irak, Israel, Rusia, Ucrania, la Unión Europea, entre otros, se movilizaron para enviar equipos de búsqueda y rescate, insumos y personal médico, hospitales de campaña, así como aeronaves para el traslado de la ayuda. Asimismo, México anunció que ayudaría a ambos países con 6 millones de dólares, mismos que se enviarían por medio de la ONU.

El análisis pendiente será sobre cuál de estos países quedará bajo los estragos de un conflicto que no ha tenido fin y que ha puesto en jaque muchos otros Estados en el ámbito político-social. Además, no hay que olvidar que más allá de la recuperación económica, que tomará varios años, la recuperación social y psicológica no está valuada para el corto plazo.

GRECIA GONZÁLEZ GÓMEZ es licenciada en Negocios Internacionales por el Instituto Politécnico Nacional (IPN), Unidad Santo Tomás, y maestrante en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es especialista en temas de política exterior, diplomacia, multilateralismo y estudios sobre África. Sígala en Twitter en @GlezGrecia.

Tags:, , ,

2 Responses to Los estragos de una guerra sin armas

  1. Veca González dice:

    ¡Excelente análisis!

  2. Alejandro González Ruiz dice:

    Excelente información, ojalá y esos países se recuperen pronto.
    Esperamos más notas de este tipo… Felicidades.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.