La crisis del gobierno de Biden

13 septiembre, 2021 • Artículos, Asuntos globales, Portada • Vistas: 3758

Entre la lucha contra la pandemia y la retirada de Afganistán

Portafolio

Daniel Zorrilla Velázquez

Septiembre 2021

Joseph R. Biden accedió al poder en Estados Unidos hace apenas 7 meses, con un panorama bastante optimista y mediante la promesa de revertir el daño hecho por su antecesor, de construir de nuevo y mejor las fundaciones de la democracia estadounidense, y de lograr el consenso y la armonía de una sociedad peligrosamente polarizada. Las propuestas para su gobierno eran sumamente ambiciosas y parecían más un proyecto de nación de largo plazo, que una presidencia de un solo término, como aparentemente era la intención inicial del Presidente.

En los primeros meses de su gobierno, Biden realizó acciones que demostraron su gran compromiso y que ponían en marcha una estrategia de reconstrucción que, para ser exitosa, necesitaba cuantiosos recursos, una delicada planificación y el apoyo bipartidista en el Congreso. El Presidente se volvió a integrar a iniciativas multilaterales de cooperación internacional, reestableció relaciones diplomáticas que habían sido lastimadas por Donald Trump, implementó una titánica estrategia de vacunación en contra del covid-19 y logró el apoyo legislativo bipartidista para sendos paquetes presupuestarios para reactivar la economía de los ciudadanos estadounidenses por medio de políticas sociales y una masiva inversión en infraestructura a nivel nacional.

La alta complejidad de la operación política para lograr el número de votos necesarios para la aprobación de estos proyectos en el Congreso solamente le consiguió un mayor respeto y admiración a Biden, incluso de miembros del Partido Republicano. Además, la materialización de varias de estas medidas logró tener efectos positivos en la economía y el sector financiero, y consiguió bajar la tasa de desempleo a niveles previos a la pandemia, lo que resultó en una alta aprobación popular de su gestión.

El inicio de la crisis

Durante la primera mitad de 2021, el gobierno de Biden implementó una agresiva estrategia para contener la pandemia y para tratar de contrarrestar sus efectos, algo que fue conseguido de manera importante en este periodo. Sin embargo, a finales de julio, la variante delta surgió como la dominante en Estados Unidos, lo que ocasionó un nuevo pico de contagios, un incremento en los casos de hospitalizaciones y muertes, y una regresión a ciertas medidas de distanciamiento social, especialmente en aquellas ciudades con gobiernos más progresistas. A partir de este momento, las encuestas de opinión pública empezaron a mostrar un descenso en la aprobación del gobierno federal, e incluso aumentaron los niveles de desaprobación, poniendo en entredicho por primera vez la continuidad del proyecto demócrata. Es de importancia central recordar que, en noviembre de 2022, se celebrarán las elecciones intermedias en Estados Unidos, en donde se someterán a votación los 435 asientos de la Cámara de Representantes y 34 de los 100 escaños del Senado. Actualmente, los demócratas tienen solo una ligera mayoría en el Congreso, lo que le ha permitido al Presidente aprobar la mayoría de sus iniciativas. Empero, si se pierde esta preponderancia, Biden enfrentará una mayor dificultad al momento de avanzar sus políticas, lo que pondría en peligro la viabilidad de su agenda gubernamental.

La salida de Afganistán

La tumultuosa salida de las tropas estadounidenses de Afganistán representa el momento más grave de la crisis del actual gobierno demócrata. Si bien es cierto que Trump fue quién firmó en 2020 el acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes para la retirada de las tropas, Biden es quién tomó la arrebatada decisión de la salida total del ejército estadounidense, con la fecha límite del 31 de agosto de 2021. Lo anterior, puede entenderse como una estrategia ante la conmemoración del vigésimo aniversario de los ataques terroristas del 11-S, en donde el principal ocupante de la Casa Blanca presentaría la retirada como un “logro” sustancial de su gobierno y como una muestra del férreo compromiso con sus votantes.

Apenas en julio de 2021, Biden defendió firmemente su decisión sobre la terminación de la guerra, afirmando que Estados Unidos había cumplido sus objetivos y que se habían asegurado todos los medios para que las fuerzas de seguridad afganas tomaran el control del futuro de su pueblo. No obstante, los asesores expertos del Presidente fallaron en sus previsiones y los talibanes retomaron el control en menos de 2 semanas. Aunque en un principio, el 69% de los votantes estadounidenses manifestaron su apoyo a la salida de las tropas después de 20 años, actualmente, la mayoría de los ciudadanos opinan que la retirada fue pésimamente manejada y desaprueban el manejo que Biden ha dado a este asunto.

La exacerbación de la crisis

Después de las catastróficas imágenes de civiles tratando desesperadamente de escapar del aeropuerto de Kabul, el presidente Biden reafirmó su posición públicamente y defendió la retirada total de las tropas antes de la fecha límite fijada por su gobierno. En este momento, los asesores políticos y de imagen del Presidente esperaban que el asunto de Afganistán no representara un daño político mayor a la reputación de Biden a largo plazo, y que la atención de los votantes sería atraída por otros asuntos que ocurrieran de manera más próxima a los periodos de elecciones en 2022 y 2024. Venderían la salida de las tropas como un mal necesario, y promoverían la imagen de Biden como el único líder que se atrevió a ponerle un fin tangible a un conflicto interminable y profundamente agotador.

Sin embargo, todo lo que podía salir mal, salió mal. Los ataques suicidas en el aeropuerto de Kabul del 26 de agosto de 2021 le costaron la vida a más de 60 civiles afganos y a 13 soldados estadounidenses, empantanando aún más la situación y causando la ira de los opositores del Presidente y de la ciudadanía en general.

En Afganistán, todo lo que podía salir mal, salió mal.

Pocos han sido los legisladores demócratas que han respaldado a Biden e, incluso, muchos se han desmarcado de la decisión proveniente de la oficina presidencial. Por otro lado, los representantes del Partido Republicano exigen que se responsabilice a Biden por las muertes resultantes de la mala planeación de la retirada, aprovechando la coyuntura para incrementar su influencia sobre aquellos votantes de los estados bisagra, que durante las elecciones de 2020 beneficiaron a los demócratas, pero que ahora podrían decantarse por la opción conservadora.

Asimismo, el atentado en Kabul revela que Afganistán seguirá captando una atención negativa a nivel mundial en los meses próximos. Los ataques fueron reivindicados por la organización terrorista Estado Islámico, asentados en Khorasan, una región de Asia Central de la que Afganistán es parte. Esta organización tiene una posición del Islam aun más fundamentalista que los talibanes, y aspiran a un califato que se extienda en una gran porción del continente asiático. Los miembros del Estado Islámico se sienten traicionados por el régimen talibán al haber signado un pacto con Estados Unidos y, en lo que va de 2021, ya han perpetrado 77 ataques terroristas en el territorio afgano, según información de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en aquel país. Evidentemente, las tensiones no cesarán en un futuro cercano.

Notas finales

Al 30 de agosto de 2021, la aprobación del presidente Biden era de 47.3%, perdiendo 5 puntos en comparación al porcentaje de aprobación que tenía apenas hace un mes, según el portal especializado FiveThirtyEight. La crisis causada por las nuevas variantes del covid-19 sigue empeorando, y las hospitalizaciones en Estados Unidos han rebasado los 100 000 casos por séptimo día consecutivo. La situación en Afganistán es desastrosa y no se entrevé una posible salida al conflicto interno entre las distintas partes que se disputan el control.

Los votantes indecisos pueden optar por elegir la opción republicana en las próximas elecciones de medio término, removiendo la actual mayoría congresional del Partido Demócrata. Sin la mayoría en las cámaras, las iniciativas de Biden serán rechazadas e, incluso, puede darse una situación en que se dé marcha atrás a los proyectos ya implementados por el Presidente.

Todas estas situaciones conjuntas representan una grave incertidumbre para el proyecto democrático de Biden, en el que pretende lograr la igualdad de oportunidad de los ciudadanos estadounidenses mediante la inversión y la implementación de políticas de inclusión y acceso para todos los grupos minoritarios que se han quedado atrás. Ahora, más que nunca, los representantes del Partido Demócrata deben entender que pueden lograr más por medio de la unión y que, a pesar de los errores, deben respaldar a su líder en la Casa Blanca y encontrar maneras de paliar las consecuencias de las malas decisiones tomadas con anterioridad. De lo anterior, depende la continuidad demócrata en la presidencia y evitar el retorno de un proyecto regresivo y anacrónico al frente del gobierno federal.

DANIEL ZORRILLA VELÁZQUEZ es maestro en Administración Pública por la University of Texas at San Antonio. Fue becario en el Congreso de Estados Unidos e investigador en el Instituto de Desarrollo Económico de Texas. Actualmente, es profesor e investigador en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

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One Response to La crisis del gobierno de Biden

  1. Alberto dice:

    Es la pura verdad este biden ha sido un mediocre y cobarde como presidente no ha sabido mandar ni dirigir no gestionar es una marioneta

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