Elecciones en Estados Unidos: los retos de un país dividido

16 noviembre, 2020 • Artículos, FEG Anáhuac, Norteamérica, Portada • Vistas: 2900

USA Today

Yoanna Shubich Green y Arturo Enrique Najar Vázquez

Noviembre 2020

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

El sábado 7 de noviembre de 2020, los principales medios de comunicación proyectaron el triunfo del candidato demócrata Joe Biden en las elecciones estadounidenses, pero el presidente Donald Trump rechazó la victoria de su adversario y está presentando disputas legales ante las diferentes cortes, procesos que inició incluso desde antes de los comicios y, además, desacreditó a los medios que dieron a conocer los resultados electorales. Sin duda, esto le resta legitimidad al triunfo de Biden. Además de la elección del presidente, se disputaron los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 senadores. Una vez más, las encuestadoras fallaron en sus pronósticos, la elección fue más cerrada y a estas se les dificulta entender a la sociedad estadounidense.

Contexto

Las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos pasarán a la historia como unas de las más controvertidas, polémicas y reñidas hasta el momento. Por primera vez sería electa una Vicepresidenta mujer, de origen afroestadounidense y del sur de Asia, Kamala Harris. Son muchos factores los que se han sumado para hacer que tales elecciones sean tan importantes, no solo para los ciudadanos estadounidenses, sino también para el resto del mundo.

En primer lugar, han superado con creces el mayor récord de votantes respecto a una elección en Estados Unidos. Ambos candidatos han superado ya (aun sin concluir de manera oficial la elección) el mayor número de votos a favor de un candidato en todo el mundo, rompiendo el récord de Barack Obama en 2008 y sobrepasando los más de 70 millones de votos para su candidatura. Trump, por su parte, ha superado su propia marca de votación establecida en 2016 por más de 7 millones de votos y, al mismo tiempo, ha conseguido el mayor porcentaje de votantes latinos y afroestadounidenses en la historia de un candidato republicano. Esto refleja que lo acontecido en 2016 no fue un “accidente histórico”, sino que realmente representa a una parte importante de lo que es la sociedad estadounidense, y donde el factor económico pesó en la decisión del voto por Trump, quien activó el crecimiento económico, el empleo y los salarios.

El virtual ganador demócrata fue el único que pudo unificar a su partido, a pesar de sus limitaciones, ya que en los últimos años se movió hacia la izquierda y produjo movimientos violentos en las calles de algunas ciudades, lo que atemorizó a algunos ciudadanos por la agenda progresista presentada.

El virtual ganador demócrata fue el único que pudo unificar a su partido, a pesar de sus limitaciones, ya que en los últimos años se movió hacia la izquierda y produjo movimientos violentos en las calles de algunas ciudades

Otro factor a considerar fueron los votos anticipados enviados por correo, mismos que, originalmente, se crearon para fomentar la participación de aquellos ciudadanos que no pudieran asistir a las casillas electorales el día de la elección por cambios de residencia, motivos de viajes fuera de su localidad. En 2020, los votos por correo rompieron récords de registro gracias a la pandemia de covid-19. Incluso, antes de los comicios, este factor fue causa de demandas judiciales para su manejo, depósito, tiempo de recepción y conteo.

Cabe señalar que, por tradición, los demócratas emiten su voto por correo, y los republicanos asisten presencialmente a emitir su sufragio. Por la pandemia, el número de votos emitidos por correo fue mayor a 100 millones. Esta reflexión explica por qué la mayoría del cómputo por estados presentó, en un principio, una tendencia favorable para Trump y que, con el pasar de los días y conforme avanzaba el conteo de los votos por correo, la balanza se inclinó cada vez más a favor de Biden, sobre todo en estados clave, como Wisconsin, Michigan, Pensilvania y Georgia. Sin embargo, este elemento incrementa la polarización y el escepticismo en ciertos sectores de la sociedad, reforzado por las acusaciones de “fraude” que desde hace meses ha señalado Trump.

Retos internos

Los resultados de la elección reflejan que Estados Unidos es una sociedad extremadamente polarizada. Incluso, hay enfrentamientos tribales, donde una identidad no puede coexistir con la otra: la narrativa de “ellos” vs. “nosotros” genera beneficios hacia el candidato. Hay un estado de incomprensión y odio mutuos, en el que uno no entiende las motivaciones del otro. Esta división no acabará cuando se declare oficialmente al ganador.

Esto es solo el reflejo de los problemas y los agravios políticos y económicos que no satisfacen a la mitad de la población, es decir, no se ha podido redistribuir la riqueza, cerrar la brecha entre la desigualdad e incorporar a los desempleados por la globalización y la automatización tecnológica. Por ello, Trump obtuvo 70 millones de votos, lo que significa que todavía cuenta con un sólido respaldo debido al resentimiento y a la falta de credibilidad en las instituciones y en los medios de comunicación. Definitivamente, este sector no apoyará a Biden. Puede ser que, por tales motivos, aumente el activismo de extrema derecha y pasen a la clandestinidad en milicias o actos extremistas. Prueba de ellos es que 2020 ha sido el más violento de hechos perpetuados por estos movimientos.

Los medios de comunicación, las redes sociales, los discursos de desacreditación y la propia ideología que representan a ambos candidatos y partidos políticos ha terminado por separar a la sociedad estadounidense en dos extremos cada vez más violentos y hostiles entre sí. Por lo tanto, el mayor reto consistirá en lograr construir puentes entre estos bandos y frenar la destrucción mutua; pasar de las divisiones y las destrucciones a la unión y reconciliación. Sin duda, unir nuevamente a la sociedad estadounidense bajo un mismo espíritu de identidad nacional será un reto complicado.

El segundo gran reto que el Presidente electo deberá enfrentar es el de la crisis sanitaria y económica generada por la pandemia de covid-19. Deberá contener la crisis por el nuevo coronavirus, en equilibrio con la economía, y contener la expansión de los contagios. Para ello, Biden será ejemplo al promover el uso de cubrebocas y contará con un consejo de científicos y expertos en la materia.

Entre sus prioridades legislativas inmediatas en esta materia se encontrarán la de aumentar la inversión en la planificación de la fabricación y distribución de vacunas; garantizar el acceso a la vacuna y tratamientos; mejorar las pruebas y el seguimiento de contactos, y establecer y financiar un sistema permanente de salud pública y primeros auxilios. Además, deberá brindar alivio fiscal a los gobiernos estatales y locales, así como ampliar los beneficios federales por desempleo y proporcionar una segunda ronda de pagos directos a las familias. De igual forma, deberá extender el Programa de Protección de Cheques de Pago y los Préstamos por Daños Económicos por Desastre, así como proporcionar una emergencia pagada garantizada. Cabe recordar que, para que estas acciones se puedan llevar a cabo son necesarios sesenta votos en el Senado que, hasta el momento, su control sigue siendo desconocido. Otro reto será reconstruir y fortalecer las instituciones del Estado, el servicio civil de carrera y la desregularización para poder ordenar, institucionalizar y gobernar al país.

Política exterior estadounidense y su papel en el mundo

Finalmente, Biden tendrá un desafío para determinar cuál será el papel de Estados Unidos en el escenario internacional. Biden ha reiterado que será una prioridad regresar a su país al sistema de los organismos multilaterales y los consensos internacionales, como el Acuerdo de París sobre cambios climático y a la Organización Mundial de Salud. Además, anunció organizar una Cumbre para la Democracia, y deberá reconstruir alianzas, sobre todo con los integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Con respecto a China, Biden se verá como un continuista en la estrategia de contener a su “rival sistémico”; solo cambiarán las formas. También tendrá mano dura en temas como la tecnología, el robo de propiedad intelectual y sobre las aspiraciones territoriales de Beijing, y buscará construir coaliciones en contra de China, aunque cooperará con este país en temas comunes, pero denunciará sus conductas abusivas y sus violaciones de derechos humanos.

Actualmente, Estados Unidos tiene un grave déficit y, al no contar con los recursos necesarios, tuvo que replegarse de varias zonas que fueron ocupadas por otras potencias, como China y Rusia, que, por ejemplo, llenó el vacío en el Medio Oriente. Así, Biden deberá priorizar las regiones de su participación y lidiar con las otras potencias.

Relación bilateral con México

Biden tiene un amplio conocimiento de la relación con México, la cual, sin duda, será más institucional (no de chantajes), de respeto y apego a la ley. Se restablecerá la normalidad y el mutuo entendimiento entre los socios comerciales ante los múltiples temas y actores que intervienen.

Tanto Biden como Harris son defensores del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) para no deportar a estos jóvenes, muchos de ellos mexicanos. También rechazan el muro y la separación de familias migrantes.

Sin embargo, cambiarán las prioridades frente al nacionalismo del presidente Andrés Manuel López Obrador, y los demócratas presionarán en el cumplimiento de temas medioambientales y de energías limpias, que contrasta con la visión del uso de energías fósiles del mandatario mexicano, quien ha detenido la inversión en energías renovables. También presionarán para que se respeten los derechos laborales, uno de los puntos incluidos en el capítulo 23 del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) que permite tener un comité verificador.

Biden deberá priorizar las regiones de su participación y lidiar con las otras potencias.

Por otra parte, Biden presionará para que haya certeza jurídica y respeto de la ley en las inversiones hechas por sus connacionales. Asimismo, tiene una particular preocupación en el cumplimiento de los temas sobre derechos humanos, democracia, mantenimiento de pesos y contrapesos, y la construcción de un Estado de derecho. En materia de seguridad se presionará al gobierno mexicano en las áreas en las que no se han visto avances. Biden prometió el regreso del veto sobre las compras de armas de asalto para disminuir el trasiego de armas ilegales, pero esto depende del Congreso y de otros actores; México podrá jugar un papel importante en ello.

Además, Biden es un promotor de la ayuda a los países centroamericanos para combatir el origen de la migración, por lo que se abre una oportunidad de cooperación entre ambos países. El candidato demócrata podrá ser un aliado y cooperar en varios de estos temas, sin embargo, dependerá en gran parte de la respuesta de las autoridades mexicanas.

YOANNA SHUBICH GREEN es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universi­dad Iberoamericana y maestra en Estudios Internacionales y Diplomacia por el Instituto Ma­tías Romero. Es Coordinadora Académica de la Facultad de Estudios Globales de la Univer­sidad Anáhuac México. Sígala en Twitter en @yoannashubich. ARTURO ENRIQUE NAJAR VÁZQUEZ es estudiante de las licenciaturas en Administración Pública y Gobierno y en Relaciones Internacionales en la Universidad Anáhuac México. Es Director de la revista Anáhuac Global Review.

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