Camino hacia las elecciones presidenciales de Estados Unidos

26 agosto, 2020 • Norteamérica, Opinión, PJ Comexi, Portada • Vistas: 5195

Y el futuro de la relación bilateral con México

Poder y Crítica

Lila Abed

Agosto 2020

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

Las elecciones presidenciales del 3 de noviembre de 2020 pondrán a prueba el sistema democrático estadounidense y definirán la futura relación bilateral con México. El presidente Donald Trump se encuentra envuelto en una triple crisis -sanitaria, económica y social- que lo ha desplomado en las encuestas nacionales. Su mal actuar ante la pandemia ha dejado casi 200 000 muertos y a 30 millones de ciudadanos sin empleo. Uno de los pilares de su campaña de reelección era presumir una economía fuerte y estable, el cual se le derrumbó en los últimos meses. El Departamento de Comercio reveló una caída de 9.5% en el segundo trimestre, y pronostica una contracción histórica de 32.9% del PIB para el cierre de 2020.

Por su parte, el candidato demócrata, Joe Biden, en las encuestas nacionales, goza de un promedio de 9% de aprobación sobre su contrincante. Aun más importante es la ventaja que tiene en la mayoría de los estados clave que marcan el triunfo en el Colegio Electoral. El anuncio de Kamala Harris como su fórmula incrementó su aprobación, y se prevé que la Senadora por California le sume votos con grupos minoritarios, con los jóvenes y las mujeres. La Convención Nacional Demócrata, que se llevó a cabo de manera virtual, presentó a un partido unido y fuerte hacia los comicios de noviembre. El inquilino de la Casa Blanca empieza a sentir pasos en la azotea y, ante la desesperación, hará lo necesario para asegurar 4 años más en el poder.

La visita de López Obrador a Washington

Muestra de ello fue la invitación que Trump le hizo al Presidente mexicano para realizar una visita a la Casa Blanca en pleno ciclo electoral. Si bien el pretexto fue la celebración de la entrada en vigor del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), en el fondo fue una táctica electoral para generar votos con nuestros connacionales, que en su mayoría apoyan al gobierno de la “cuarta transformación”. Lo interesante es que la comunidad latina que reside en Estados Unidos rechaza la política antinmigrante y racista impulsada por el poder ejecutivo.

El discurso de Andrés Manuel López Obrador en el Rose Garden fue inédito. El agradecerle a su homólogo por el respeto y comprensión que le ha demostrado a México fue inesperado y desafortunado. Varios analistas categorizaron la reunión como histórica porque se evitó un enfrentamiento que muchos esperaban que ocurriera. Aunque es cierto que fue una visita exitosa en términos diplomáticos, ¿qué tan baja esta la barra de la política exterior de nuestro país que se considera histórica una reunión por el simple hecho de que no humillaron a México en público? Llegar a esta conclusión es perder de vista el contexto político por el que atraviesa la relación bilateral entre ambos países.

El inquilino de la Casa Blanca empieza a sentir pasos en la azotea y, ante la desesperación, hará lo necesario para asegurar 4 años más en el poder.

Desde la llegada al poder, López Obrador dejó en claro que la mejor política exterior es la interior y que participaría lo mínimo en el ámbito internacional. Ante la falta de una política estratégica con Estados Unidos, el inquilino de la Casa Blanca nos ha impuesto una serie de exigencias de manera unilateral.

Entre ellas se presentó la amenaza de imponer aranceles a las importaciones mexicanas si México no frenaba el flujo de migrantes provenientes del Triángulo Norte de Centroamérica. Esto causó el despliegue de la Guardia Nacional mexicana a la frontera para proteger los intereses estadounidenses. Poco después se extendieron los Protocolos de Protección a Migrantes (MPP), conocido como “Permanece en México”, que nos convirtió en un tercer país seguro de facto. Con esta medida, los migrantes esperan sus audiencias en cortes estadounidenses para sus peticiones de asilo del lado mexicano. Tomando en cuenta que el sistema judicial trae un atraso de más de 800 000 peticiones, los migrantes permanecerán un promedio de 2 años en México. A principios de 2020 se estimó que alrededor de 60 000 migrantes se encontraban residiendo en el país en condiciones deplorables y con un estatus migratorio incierto. Además, la construcción del muro y las constantes humillaciones lanzadas por Trump no solo indignan a los mexicanos, sino que también lastiman el respeto mutuo que tradicionalmente se mantiene en la relación bilateral.

En pocas palabras, por medio de amenazas y medidas de mano dura, el mandatario estadounidense ha doblado al país y ha logrado todos sus objetivos. Dicho esto, Trump ha jugado bien sus cartas al asumir 250 000 barriles a nombre de México en las negociaciones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y aliados (OPEP+), bajo el pretexto de ayudarlo en el esfuerzo con Arabia Saudita y Rusia para frenar la producción mundial de petróleo. Los favores salen caros.

Este acto de caridad lo cobró con la visita de López Obrador a la Casa Blanca en plena época electoral. En términos prácticos, la excusa de la celebración del T-MEC se cayó con la ausencia del Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau, convirtiéndola en una reunión netamente bilateral. Si este hubiera sido el tema a tratar, se pudo haber esperado para realizar el viaje después de las elecciones presidenciales y cuando estuviera en sesión el Congreso para sostener una reunión en conjunto con la Presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y reconocer la participación de los demócratas en la ratificación del T-MEC.

Es evidente, entonces, que el trasfondo de la visita fue una táctica electoral de Trump para mejorar su aprobación con la comunidad latina y, en particular, con nuestros connacionales en Estados Unidos. A la par, le dio gusto a su base electoral que, a pesar de implementar una política hostil hacia México, logró contar con la presencia de López Obrador en territorio propio.

De aquí en adelante, cuando sus contrincantes lo ataquen por enjaular a migrantes, por implementar una política de separación de familias en la frontera, la cual dejó a más de 3000 niños en proceso de adopción, por la construcción del muro, por tratar de eliminar la orden ejecutiva de Barack Obama con la que se creó la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) que protege a los dreamers, por reformar las leyes de asilo en contra de los migrantes y por llamar a los mexicanos violadores, asesinos, narcotraficantes y malas personas, lo único que tiene que hacer es recordarles que el Presidente mexicano le agradeció por su respeto y comprensión.

El futuro de la relación bilateral si llega Biden

La visita de López Obrador a Washington tendrá un costo político si Biden llega al Despacho Oval. La relación bilateral tomará un giro de 180 grados con el retorno de los demócratas al poder, y la “cuarta transformación” tiene que estar preparada para ajustarse a una nueva realidad. El candidato demócrata, si gana las elecciones, enfrentará un sistema internacional descompuesto y estará ocupado restaurando las alianzas que destruyó el gobierno de Trump. En este sentido, México pasa a segundo plano en las prioridades, pero, indudablemente, tendrá que rendir cuentas en ciertos temas que le resultarán incomodos al habitante de Palacio Nacional.

Las nuevas exigencias que recibirá nuestro país reflejarán las prioridades de la agenda demócrata y no se deben de confundir como un acto de venganza en contra de México. En temas comerciales, los demócratas estarán monitoreando de cerca la implementación de la reforma laboral que pasó en el Congreso mexicano en 2019 y que las empresas cumplan con el nuevo marco jurídico laboral plasmado en el T-MEC. En materia ambiental, la agenda para abatir el cambio climático de Biden, quien fue uno de los arquitectos del Acuerdo de París, presionará para que se respeten los contratos de energías renovables y sustentables en territorio nacional.

El candidato demócrata, si gana las elecciones, enfrentará un sistema internacional descompuesto y estará ocupado restaurando las alianzas que destruyó el gobierno de Trump.

Nuestros connacionales en Estados Unidos se verán beneficiados con una Casa Blanca demócrata. El Exvicepresidente de Obama ya se comprometió a legalizar a los 11 millones de inmigrantes protegidos por DACA como uno de sus primeros actos al llegar a la presidencia. Su plataforma indica que revertirá la política migratoria de Trump y dará la bienvenida a los inmigrantes. Reafirmará el compromiso con los solicitantes de asilo y los refugiados, implementando una política migratoria justa y humana. En sus primeros 100 días, eliminará la política de separación de familias, terminará con el MPP y emprenderá una lucha en contra de los narcóticos, la trata de personas y el crimen organizado.

El Partido Demócrata se destaca por proteger los derechos humanos y a los sistemas democráticos en el mundo. En este punto en particular, la “cuarta transformación” tendrá que explicar el alza en la violación de derechos humanos, la tasa de homicidios, el incremento en la inseguridad, el asesinato de periodistas, el aumento de feminicidios y la incapacidad del gobierno para enfrentar al crimen organizado.

Es interesante que muchos mexicanos sostienen la idea de que el único contrapeso de López Obrador es Trump. Sin embargo, al empresario neoyorquino no le importa si le va bien o mal a México, lo único que le interesa es abordar temas, como el migratorio y el comercial, que le generen aprobación con su base electoral. También, existe en el pensamiento colectivo que a México le va mejor con los republicanos. Aunque este planteamiento se puede debatir, Trump es todo menos republicano. Incluso, su política económica es más cercana a la del demócrata de ultraizquierda, Bernie Sanders, que a la republicana. Trump ha implementado medidas proteccionistas, iniciado guerras comerciales, prefiere tratados bilaterales que multilaterales y esta en desacuerdo con el sistema financiero internacional. Es por ello que a López Obrador le “caería como anillo al dedo” 4 años más de trumpismo, pues sabe que mientras le dé gusto a sus peticiones, su homólogo no se meterá en asuntos internos que podrían atentar contra el proyecto de la “cuarta transformación”.

Por el contrario, el verdadero contrapeso será la agenda demócrata. Es importante señalar que el gobierno de Biden sería bueno para México como país, pero no necesariamente para el proyecto de nación que conduce López Obrador. Los señalamientos que lleguen a hacer los demócratas en cuanto al debilitamiento de las instituciones, los órganos autónomos, el intento del Movimiento Regeneración Nacional de tomar control total de las distintas ramas del gobierno serán benéficas para la preservación de la democracia mexicana, pero en detrimento de la “cuarta transformación”.

LILA ABED es maestra en Estudios Latinoamericanos y Gobierno por la Georgetown University, y licenciada en Relaciones Internacionales y en Estudios Hispanoamericanos y Chino por el Boston College. Trabajó en el gobierno mexicano en distintas instituciones federales. Fue asesora de política pública para América Latina en una firma de abogados internacional en Washington. Es analista en Radio Fórmula y columnista en El Heraldo de México. Sígala en Twitter en @lilaabed. Las opiniones de la autora son personales.

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One Response to Camino hacia las elecciones presidenciales de Estados Unidos

  1. Alberto Abrego dice:

    Pues como siempre un artículo muy completo, abarcando todo, lo que involucra la política interna de USA y política exterior con respecto a México. Para México indudablemente Joe Bien es lo ideal, y sobre todo para los miles de compatriotas que viven y trabajan en el estado Americano. No así para López Obrador que estaría cruzando dedos por Donald Trump. En fin vienen batallas duras de ahora hasta noviembre.

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