México: del optimismo reformista al salvajismo atroz

18 noviembre, 2014 • Entrevistas, Latinoamérica, Portada • Vistas: 5539

Entrevista FAL a Jesús Silva-Herzog Márquez sobre el caso Ayotzinapa.

avatarDefault Gerardo R. Valenzuela y Sergio E. López-Araiza

Noviembre 2014

México atraviesa por uno de los capítulos más dramáticos de su historia reciente. La desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, cimbró no solo al país, sino a la comunidad internacional. La indignación de un pueblo que clama justicia se ha hecho escuchar y la respuesta del Estado ante este conflicto, para muchos, ha sido titubeante e insuficiente. Más allá de un análisis noticioso, este caso obliga a una profunda reflexión, por lo que el equipo editorial de Foreign Affairs Latinoamérica conversó con Jesús Silva-Herzog Márquez -quien es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, destacado columnista y profesor del ITAM- acerca del sentir de la sociedad mexicana ante la tragedia en Aytozinapa, la actuación del gobierno, el papel de la cultura en estos casos y sobre el panorama político actual y futuro del país. Sígalo en Twitter en @jshm00.

La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa es uno de los episodios más trágicos que ha enfrentado el país en los últimos años. Sin duda, es un caso muy complejo y esto ha generado que asignar responsabilidades de forma clara no resulte del todo sencillo. Mientras que unos culpan al gobierno local (municipal y estatal), otros señalan al Estado como el principal responsable. ¿Cómo podemos entender este suceso más allá de la indignación generalizada que despierta?

En primer lugar, debemos hacer un primer corte que tiene que ser estrictamente penal. Los culpables de los asesinatos del primer día y de las desapariciones subsecuentes, penalmente, son personas con nombre y apellido que deben ir a la cárcel. En este primer nivel, debemos coincidir que esos crímenes los perpetraron personas de carne y hueso en colusión con autoridades concretas y con policías concretas, y a ellas son a las que se deben llevar a la cárcel.

Por otro lado, hay una responsabilidad pública mucho mayor y más diluida que tiene que ver con esta captura del Estado mexicano por parte del crimen organizado. En este punto es donde las complicidades son muy abundantes y vienen de mucho tiempo atrás. Ahí no hay ninguna fuerza política que pueda declararse inocente ya que todas tienen una responsabilidad enorme. Todas son responsables, tanto las autoridades del gobierno federal como las de los gobiernos locales, en la medida en que corresponde a la lucha contra el crimen organizado.

En este sentido, lo que provoca la indignación pública es precisamente el hecho de que el crimen organizado se tragó al gobierno local ante la inacción, por lo menos, del gobierno federal. En esa medida, cobra mayor sentido el grito de «fue el Estado». Incluso más a fondo, diría que se trata de una crisis moral del país que provoca que cientos y miles de jóvenes crean que una opción de vida es salir a matar, a triturar y a incinerar a seres humanos. Esto habla del profundo fracaso nacional que nos llevará décadas resolver, si es que lo logramos resolver.

En una de sus columnas afirma que «la tensión aumenta en la medida en que la palabra oficial no es capaz de articular respuesta ante las dimensiones de la catástrofe». ¿Cómo considera que esta incapacidad de respuesta ha afectado la imagen del gobierno reformista, no solo al interior del país, sino ante la comunidad internacional?

Es un golpe demoledor al gobierno de Enrique Peña Nieto. En ese sentido, considero que el procurador Jesús Murillo Karam tiene razón cuando dice que este no es simplemente un golpe para el Presidente o para el gobierno, sino que es un golpe para el país. Sin duda, como lo decía el Procurador, y creo que tiene razón, esto cimbra a cualquier país durante décadas.

Además, golpea muy seriamente a un gobierno que había sido extraordinariamente exitoso alproyectarse como una palanca eficaz del cambio, como un gobierno moderno, contemporáneo, con visión y con capacidad productiva -tanto en el ámbito político como legislativo-, y hoy queda como un gobierno incapaz, no solo de impedir la barbarie, sino también de tener una respuesta frente a ella. Este es el momento de mayor prueba para el gobierno federal. Pero también es la prueba más exigente, porque es aquella frente a la cual no había preparación. Este es un recordatorio de que la política no es simplemente lograr enfrentar los problemas que uno desea encarar, sino de enfrentar los problemas que se le imponen por circunstancia.

 166 ayotzinapa-silva herzog FOTO 02 (Andrea Ochoa)

En sus escritos ha hecho mención de que el caso Ayotzinapa ha generado una crisis histórica extraordinaria que ha impactado fuertemente a la sociedad. Las reacciones no se han hecho esperar tanto en México como en gran parte del mundo. ¿Qué tan responsivo será el gobierno ante estas muestras de descontento social? ¿Podríamos hablar de un nuevo despertar de la conciencia social?

Es muy prematuro hablar de un nuevo despertar. En definitiva, sí hay elementos muy alentadores en la sociedad mexicana que han mostrado la indignación frente a esto y han gritado que esta situación no puede ser ni tolerada ni olvidada. Al final, muestran que en el país hay cosas que no se han muerto, que siguen vivas, y eso es muy positivo.

Ahora, el reto de la sociedad civil es darle un cauce a esta indignación que tiene una primera agenda: exigirle al gobierno resultados en la investigación concreta del caso Ayotzinapa, acompañada de una exigencia concreta para recuperar la seguridad que perdimos. Pero a la exigencia agregaría el hecho de que, a mi juicio, una sociedad civil saludable es aquella que, además de exigir, hace por sí misma; aquella que no solo le reclama al poder sino que logra, a través de la organización, de la cooperación y de la vinculación, darle respuesta a sus exigencias.

Lo que ha pasado en las últimas décadas nos habla de un ingrediente de responsabilidad de la propia sociedad civil. Por ejemplo, qué hicimos para permitir que la educación se convirtiera en lo que el gobierno y el sindicato quisieron o qué hicimos para permitir que la delincuencia avanzara. La exigencia de esta generación tiene una dimensión política, pero también tiene una arena de reconstrucción social muy importante.

En cuanto a la respuesta del gobierno, lo primero que se pediría, humanamente, es sensibilidad. Lo que esperaría frente al dolor es la condolencia, que podamos ver en las autoridades un mensaje que nos indique que ese sufrimiento se comparte. En ese sentido, y en estos primeros instantes, no ha sido una prueba superada.

Pero también se pedirían acciones concretas por parte del gobierno. El momento exige que haya una presión auténtica ante lo que está mal, que haya una política distinta y que no se anuncie sino que se aplique. Estoy muy lejos de ser un experto pero considero que no ayuda en lo más mínimo el que se nos invite a una ceremonia para decir «ya no habrá impunidad». Está muy bien que ya no haya impunidad, pero eso solo lo concretarán en el momento en que haya castigos y cuando se registre una acción eficaz del Estado mexicano para atrapar a los culpables de este y de otros tantísimos crímenes. Y no hablo solamente de los capos con alias, sino también de los funcionarios con fuero.

En septiembre de 2014 ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua, donde ocupa la silla que en su momento ocupara su abuelo Jesús Silva Herzog, un personaje muy activo durante la Revolución mexicana y que posteriormente se convirtió en una referencia obligada en el ámbito de la cultura. En momentos históricos fundamentales para el país, ¿qué papel desempeña la cultura como medio de expresión del sentir social?

Una de las pistas de recuperación y de curación de México -porque hay una enfermedad muy profunda- tiene que ver con el rescate de la cultura en el sentido más amplio que se le pudiera dar a la palabra, incluso hasta llegar a la defensa de esos espacios que le dan sentido a la vida en común. No me parece difícil entender la conexión entre este nuevo salvajismo mexicano -en donde escuchamos de las autoridades narraciones que son propias de los peores horrores medievales- con el hecho de que hemos perdido el sentido de pertenencia y de identidad.

Por ejemplo, para un joven de preparatoria, la permanencia en la escuela no significa que pueda tener la esperanza o la expectativa de obtener un trabajo mejor remunerado, porque no se le están brindando las herramientas necesarias para lograrlo y realmente piensa que está perdiendo el tiempo. Además, hay un problema de pertenencia, de saber en dónde está uno, de poder encontrar tanto en el vecino como en el compatriota, como en cualquier ser humano, un sentido de empatía y de afinidad. Por otro lado, es una derrota de la cultura el que prácticamente niños puedan matar sin remordimiento, como haciendo una tarea banal e irrelevante.

Al final, considero que hay una función terapéutica de la cultura. Esta esperanza terapéutica que nos ofrece la cultura nos permitereasignarle el valor a la vida personal, a la vida del otro y a la vida en común. Sin embargo, esta es una tarea que aún está pendiente.

166 ayotzinapa-silva herzog FOTO 03 (Andrea Ochoa)

A meses de las elecciones intermedias, con el Partido Acción Nacional (PAN) resquebrajado, una izquierda señalada y dividida, y un Partido Revolucionario Institucional sin respaldo luego de la disolución del Pacto por México, ¿cuál es el panorama político actual del país?

Desde luego, el panorama político del país es muy complejo. Quizá concluiría con la capa de los partidos políticos porque creo que para hablar de la circunstancia política mexicana en este momento, habría que ir a otro lado. En la actualidad, hay una condición un tanto contradictoria en el escenario político porque, por una parte, hemos visto una sorprendente capacidad de la política reformista en el país que no habíamos tenido en décadas. No es un dato menor de la vida pública mexicana el hecho que, después de haber tenido un tapón político durante mucho tiempo, se registraron acuerdos inesperados en la última temporada.

Sin embargo, al tiempo que vemos este avance de la política parlamentaria institucional en el país, somos testigos de un proceso de descomposición de lo público muy profundo y preocupante que tiene que ver con fundamentos pre institucionales. Hay que reconocer que, sin duda, estaríamos mal si desconocemos una de las dos caras de la vida política del país.

En cuanto a los partidos, coincido con este diagnóstico de que las tres fuerzas nacionales tienen descréditos terribles. Por un lado, el PRI no ha logrado reinventarse y la imposibilidad del Presidente de convertirse en una figura popular se ha convertido en esa limitación electoral del Revolucionario Institucional. Por otra parte, creo que las dos oposiciones están atravesando retos muy fuertes. En el caso del PAN con mucha responsabilidad en las catástrofes y en los desatinos recientes, mientras que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se enfrenta con una alternativa más hacia la izquierda, que será Morena, y también con escándalos que los manchan severamente.

En este sentido, y debido a los sucesos recientes, es muy complicado anticiparnos a lo que pueda pasar en las elecciones del próximo año. Sinceramente, no sé qué podemos esperar. En estos momentos, sería muy fácil que un observador extranjero, con lo que ha sucedido en las últimas semanas, se adelantara a decir que el PRI va a ser vapuleado en las urnas o que el descredito del PRI es tal que avanzarán las oposiciones. Sin embargo, con una elección local como la que viene, en la que el PRI sigue siendo un factor político muy relevante, y ante las crisis internas tanto del PAN como del PRD, no es tan fácil anticipar ese resultado.

Como hemos visto en las últimas fechas, el clima político mexicano es extraordinariamente volátil. Por ejemplo, a principios de septiembre de 2014, el ánimo en general era muy festivo, aunque había algunas voces críticas. Sin embargo, en general, era un ambiente de celebración. Ahora, unas cuantas semanas después, el ambiente es lúgubre, casi funeral. Entonces, con esto nos damos cuenta que no es tan fácil anticipar lo que sucederá en la próxima hora.

GERARDO R. VALENZUELA y SERGIO E. LÓPEZ-ARAIZA son Productor Editorial y Community Manager, respectivamente, de Foreign Affairs Latinoamérica. Sígalos en Twitter en @ForeignAffairsL y @selopab.

*Fotografías por Andrea Ochoa

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