La violencia como estilo de vida

27 marzo, 2019 • Opinión, Portada • Vistas: 10802

Noticieros Televisa

Jorge Talavera

Marzo 2019

Son las 22:30 horas del 14 de septiembre del 2018; la plaza Garibaldi se encuentra resguardada por el personal forense y elementos policiacos de la procuraduría general de justicia de la Ciudad de México. La escena por sí sola es desgarradora: en el piso yacen los cuerpos de cuatro personas quienes minutos antes fueron ejecutadas por sicarios vestidos de mariachi. Sin embargo, no es el homicidio y las circunstancias las que impresionan, lo sorprendente del momento es ver al cúmulo de restaurantes y bares que se encuentran a tope, a jóvenes que pasan con indiferencia a un costado de la escena del crimen, a adolescentes que venden flores, dulces o que manipulan una caja que da descargas eléctricas en un tradicional juego de parranda. A unos metros se encuentra la imagen más representativa del México bárbaro, que muestra a la violencia latente en la vida de todos, un terror que se ha vuelto familiar y cercano.

Días atrás de los acontecimientos en la plaza Garibaldi, circuló en redes sociales un meme en el que se puede apreciar a una familia y varias personas degustando sus alimentos en un puesto ambulante, mientras a unos metros se encuentra el cuerpo inerte de un hombre que ha recibido disparos de arma de fuego y yace bajo el sol abrazante de la frontera norte. Una imagen que puede transmitir diversas emociones, pero que en el fondo transmite la verdadera crisis del país: la violencia.

En la zona del bajío, en un bar concurrido por jóvenes, un sicario solitario dio muerte a dos personas que se encontraban en el interior. El hecho por sí solo sorprendió a los presentes quienes aprovecharon el momento para tomar fotos y videos del acontecimiento para después compartirlo en redes sociales y así ganar un «me gusta». Al día siguiente de este trágico hecho, el bar se encontraba repleto de jóvenes y curiosos que con morbo asistían al lugar del homicidio para observar algún vestigio de la escena del crimen y escuchar la versión de los empleados del bar. Incluso con gusto y presunción muchos jóvenes compartían en sus perfiles e historias de Facebook, Twitter e Instagram su ubicación, como si se tratara de una atracción turística de su ciudad.

Ejemplos como estos existen en todo el país y en el resto de Latinoamérica. ¿Cómo llegamos a este límite? ¿En qué momento la violencia se hizo estilo de vida? Primero debemos señalar que Latinoamérica es una región educada en la rebeldía y la revolución, nuestras calles y plazas son bautizadas con nombres de insurgentes o de individuos que en la rebelión encontraron la gloria histórica. A su vez, nuestros sistemas educativos han creado generaciones de individuos educados en la desobediencia y la violencia donde se exalta como redentores a grandes asesinos e incluso a genocidas. Aunado a lo anterior, la narcocultura (parte esencial del problema de violencia) con epicentro en México ha invadido cada rincón de Latinoamérica. Esta muestra a los jóvenes la carrera delictiva de los grandes capos de la mafia, una vida de lujos, poder, excesos y por supuesto un camino a seguir para todo aquel que desee tener el respeto de su pueblo y su familia. La narcocultura se encuentra en todos lados, incluso en la literatura, prueba de ello es que en los últimos años los libros dedicados a este fenómeno han inundado los anaqueles de las librerías en el país e incluso muchos de ellos han generado grandes ganancias para sus editoriales. De igual manera, al día, miles de páginas web inundan las redes sociales con frases «motivacionales» de grandes narcotraficantes, hazañas, recuerdos y fotografías de su éxito material e incluso videos musicales en donde se exalta la vida del delincuente por medio del corrido.

Estas son las historias de muchos países, pero particularmente de México en donde se tiene una generación a la que se puede llamar los «hijos de la violencia».

El resultado más desgarrador de esta cultura son los miles de muertos y desaparecidos que hoy en día se han convertido en un lastre para los gobiernos nacionales; pero estos muertos no son responsabilidad exclusiva de los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto ni tampoco serán responsabilidad exclusiva del nuevo gobierno federal. También son responsabilidad y le pertenecen a una sociedad cada vez más adicta a las drogas y cada vez más fanática de los delincuentes y su estilo de vida.

Basta navegar unos minutos por internet para encontrar series, canciones y programas que enaltecen la figura del narcotraficante. Y en las redes sociales el problema es aún mayor, los jóvenes siguen páginas de seguidores dedicadas a transmitir las últimas noticias o mensajes del mundo delictivo, y al compartir estas publicaciones se vuelven parte de la estrategia de terror sembraba por los grupos crimínales de México. Es una estrategia en donde la población se vuelve canal y receptor del mensaje terrorífico que emiten los carteles de la droga por medio de mantas, cartulinas y ejecuciones en video que se suben a la red y en donde se muestran niveles de brutalidad nunca antes vistos. El objetivo es mostrar la fuerza que se convierte en admiración por parte de todos aquellos que ayudan a compartir el macabro mensaje.

Hace algunos años el periodista Andrés Oppenheimer en Cuentos chinos alertaba sobre los niveles de violencia en Latinoamérica. Mencionaba cómo los nuevos fraccionamientos, edificios y áreas residenciales se estaban convirtiendo poco a poco en pequeños guetos los cuales ofrecían a sus habitantes la posibilidad de tener una vida tranquila y sin exposición a la violencia. Por ello los nuevos desarrollos habitaciones contaban con todos los elementos necesarios para que sus inquilinos se alejaran lo menos posible de sus hogares. A su vez, las empresas de seguridad privada también aumentaron, por ello resulta cada vez más familiar observar guardias privados armados con rifles y armas de alto poder atrincherados en casetas a prueba de balas. Todo lo anterior con un solo fin: mantenerse a salvo de la violencia.

Estas son las historias de muchos países, pero particularmente de México en donde se tiene una generación a la que se puede llamar los «hijos de la violencia», la cual no se inmuta, es indiferente e incluso en ocasiones suele ser afín a esta conducta tan lamentable de los hombres. Es una generación que ha sido formada en un estilo de vida basado en la demostración de la fuerza, pero sobre todo una generación instruida en un sistema educativo que hace poco por revertir la mentalidad violenta de miles de jóvenes que están dispuestos a ingresar a las filas del narcotráfico, no por hambre, sino por un estilo de vida.

Y para poder revertir este macabro libreto, es necesario «bombardear» a los jóvenes en forma diaria y constante sobre los peligros de la violencia, la vida criminal y las consecuencias de esta. Urge implementar una estrategia basada en campañas publicitarias y educativas masivas que muestren la verdadera cara de los grandes capos de la droga, así como la destrucción que generan en las miles de familias que sufren los problemas causados por la drogadicción. Si hoy comenzamos esta nueva estrategia podremos rescatar a las nuevas generaciones para poder construir un país alejado de la violencia, esa que pone y pondrá en peligro las democracias de Latinoamérica.

JORGE TALAVERA es licenciado en Derecho por la Universidad Quetzalcóatl. Es maestrante en Derecho Constitucional y Amparo por la Universidad Iberoamericana. Es colaborador en distintas revistas a nivel nacional y se desempeña como abogado postulante en materia laboral.  

 

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2 Responses to La violencia como estilo de vida

  1. César Osornio dice:

    Excelente aportación, un llamado preciso para iniciar un verdadero cambio en la educación del País

  2. Miguel ASanabria dice:

    Interesante trabajo…. estoy escribiendo mi tesis sobre la cultura de la ilegalidad su socializacion en la juventud y su impacto en la Sgd. Int. agradeceria eco.endacion de bibliografia

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