Urge reencontrarse en un acuerdo nuclear

31 enero, 2022 • Artículos, Medio Oriente, Norteamérica, Portada • Vistas: 1487

Irán necesita estabilización económica, y Estados Unidos requiere un éxito diplomático tras el fiasco de Afganistán.

Deccan Herald

Moisés Garduño García

Enero 2022

Los intereses de Biden y Raisi

Desde que Joseph R. Biden tomó protesta como Presidente de Estados Unidos, su gobierno ha carecido de apoyo político para lidiar con el asunto nuclear iraní. Con una tasa de aprobación actual de apenas 43%, la promesa de campaña de volver al acuerdo nuclear con Irán puede desmoronarse y convertirse en un fracaso político si no se logra un acuerdo con Teherán en las próximas semanas. De acuerdo con una encuesta de la Fundación Ronald Reagan de 2021, el 46% de los estadounidenses exige que el gobierno de Biden sea “más agresivo” hacia Irán, mientras que el Consejo de Asuntos Globales de Chicago reporta que si bien los estadounidenses apoyan el regreso de Washington al acuerdo, “el 59% de la población sugiere imponer más límites contra la República Islámica”.

El punto de esto es que, dada la situación endeble en la que se encuentra el Presidente estadounidense, la posición de Washington no puede ser más enérgica porque, legalmente, Irán es el país que sigue dentro del acuerdo y Estados Unidos aquel que desea reintegrarse. Por tal motivo, cumplir su promesa de campaña y vender a la opinión pública estadounidense un nuevo acuerdo nuclear con Irán es un objetivo importantísimo que, de cumplirse, ayudaría al gobierno de Biden y a su partido a elevar su índice de aprobación y enfrentar con mejor cara las elecciones intermedias que se llevarán a cabo en noviembre de 2022. Al final, hay que recordar que después de la atropellada retirada estadounidense de Afganistán, en agosto de 2021, la presidencia de Biden necesita urgentemente un éxito en términos de política exterior, y el tema con Irán ha sido puesto como máxima prioridad para 2022.

Por su parte, Ebrahim Raisi acaba de rebasar 100 días como Presidente de Irán y, aunque ya firmó un acuerdo estratégico con China de 25 años (el cual entró en vigor apenas el 15 de enero de 2022), el mandatario no puede desestimar la posibilidad de ver levantadas las sanciones estadounidenses para facilitar su plan económico y atraer inversiones a una economía golpeada tanto por las sanciones internacionales, como por la pandemia de covid-19. A final de cuentas, es sabido que la estrategia de China con Irán está enmarcada en un plan de acción más amplio, donde Beijing nunca apuesta todo a un solo actor, tal como lo evidencian los nexos con países que tienen estrategias políticas muy distintas a las de Irán en el Medio Oriente, como Egipto e Israel, a los que China acaba de considerar como “socios estratégicos para el diálogo”. Por tal motivo, mientras Irán mantiene su proyecto de “ver hacia el Oriente”, China mantiene su estrategia de “mirar a todas las direcciones posibles”, lo que explica mejor las razones por las cuales los iraníes siguen en la mesa de diálogo con Washington después de seis rondas de negociaciones en Viena a paso lento.

Economía y política

En las circunstancias actuales, es claro que gran parte del futuro económico de Teherán se encuentra en las inversiones que logre atraer en los próximos años, lo cual podría ser un aliciente para acordar un nuevo marco de entendimiento con el gobierno de Biden, pero tomando como base el acuerdo nuclear de 2015. Así, es necesario recordar que, apenas firmado el acuerdo de 2015, la economía iraní creció, en términos de crecimiento del PIB, de 1.5% en 2015 a 13.4% en 2016 y 3.7% adicional en 2017.

Después de que el gobierno de Donald Trump arruinara el acuerdo, la economía iraní volvió a contraerse, y hoy es el principal problema del gobierno de Raisi que carga con una inflación del 36% en 2021, una devaluación del rial iraní del 60%, una caída en la producción petrolera, el aislamiento de servicios financieros y, sobre todo, el impacto de esto en la fuerza laboral del país, particularmente jóvenes, lo que ha impactado a su vez en una tasa demográfica de 1.3 hijos por mujer, la más baja en la última década. Raisi no solo está pensando en paliar el malestar socioeconómico, sino también en usar su hipotético éxito en la presidencia para buscar el puesto de Líder Supremo en Irán, un tema que se ha posicionado ampliamente en la esfera pública iraní en el último año.

Un punto importante, en términos geoeconómicos, es qué tanto a Estados Unidos como a Irán les interesa mantener un golfo Pérsico saludable para los negocios, para las inversiones y para la exportación de energéticos.

Por otro lado, el contexto político que muestra un acercamiento entre Emiratos Árabes Unidos e Irán, por un lado, y entre Riad y Teherán, por el otro, puede ser una señal que signifique que Washington está consultando con sus aliados en el golfo Pérsico la posibilidad de cambiar la política de confrontación con Irán que tanto alentó Trump, esto sin comprometer la venta de armas, que se tornó como un negocio estratégico entre Estados Unidos y los países árabes de la zona en 2017.

Este marco interpretativo implica que Teherán tendría que reformar su política de guerras por encargo en países como Siria o Yemen, a cambio de muestras políticas, como la reapertura de la representación de Irán ante la Organización de la Conferencia Islámica en Riad, un anuncio que hizo el ministro de exteriores iraní Hossein Amir Abdollahian, el 17 de enero de 2022, con el fin de recuperar las relaciones bilaterales que se cortaron en 2016. Otra evidencia para este argumento radica en la visita del propio Amir Abdollahian a Mascate para discutir la desescalada regional, esto con Omán, que ha sido históricamente un mediador tradicional entre Teherán y Washington, como lo evidencia el papel que desempeñó en la firma del acuerdo nuclear de 2015, cuando albergó discusiones secretas entre Estados Unidos e Irán desde al menos 2012.

El golfo Pérsico: importante zona de oportunidades

Un punto importante, en términos geoeconómicos, es qué tanto a Estados Unidos como a Irán les interesa mantener un golfo Pérsico saludable para los negocios, para las inversiones y para la exportación de energéticos. El golfo Pérsico es una zona importantísima no solo para las economías de los actores involucrados en el tema nuclear, sino para toda la economía mundial. Por ejemplo, los Emiratos Árabes Unidos son actualmente el segundo socio comercial más grande de Irán, con 16 000 millones de dólares, cifra que se espera alcance los 20 000 millones en 2022.

El acceso a Arabia Saudita como uno de los mercados más grande del mundo árabe, también sería una razón de peso para que Irán pudiera aceptar este cambio de política por parte de sus vecinos, además de la cooperación en el sector médico, farmacéutico y de salud en general en estos tiempos de revaloración de la seguridad sanitaria. Obviamente, este escenario tiene que leerse con algunas consideraciones, pues detrás de este reacomodo político se encuentra el fracaso de la política de “máxima presión” del gobierno de Trump (con la que los estados del golfo Pérsico estaban alineados), una guerra devastadora en términos humanitarios en Yemen, la necesidad de enganchar de nuevo a Siria en la dinámica política regional y, sobre todo, las preocupaciones de que la inseguridad y el riesgo de conflicto intermitente amenace constantemente el clima de negocios que buscan los planes de desarrollo de los estados del Golfo para la próxima década, y los cuales están relacionados tanto con China, Estados Unidos y Rusia.

Sin acuerdo nuclear en 2022, las posibilidades de conflicto aumentan

Si tenemos presente que Trump fue quien retiró a Estados Unidos del acuerdo nuclear, quien impuso nuevas sanciones a Irán, en 2018, y quien es señalado como el responsable directo del asesinato de Abol Qasem Soleimani, entonces se debe reconocer que uno de sus efectos en la política nuclear de Irán devino en la decisión iraní de enriquecer uranio a niveles del 20%, en primera instancia, y luego, en 2021, a niveles del 60%, además de acelerar la instalación de centrifugadoras IR-6 (que son más avanzadas que las centrifugadoras IR-1 que estaban permitidas para el enriquecimiento bajo el acuerdo de 2015), poniendo en aprietos geopolíticos al presidente Biden y a su equipo negociador en el contexto actual.

Ante esto, es importante destacar que las negociaciones actuales se manifiestan en un contexto diferente al de 2015 porque, a diferencia de lo que pasa al interior del Congreso estadounidense, el actual presidente iraní goza de un capital político más sólido, al poder canalizar los errores de Hasan Rohani durante su segundo periodo presidencial, por una parte, y concentrar el apoyo directo de la Oficina del Líder Supremo, por el otro, una preferencia que se dejó notar desde las elecciones legislativas de 2020, en las que los partidarios del actual Presidente obtuvieron el 76% de los asientos en el Parlamento iraní.

Así, uno de los efectos de esta situación en el actual proceso de negociaciones es que el jefe negociador iraní, Ali Bagheri Kani, tiene la misión de demandar no solo el levantamiento de todas las sanciones económicas contra Teherán, sino también de pedir garantías de que lo que se llegue a acordar en un futuro cercano no sea desestimado al terminar el gobierno de Biden, como Trump decidió hacerlo al retirarse del pacto de 2015 firmado por Barack Obama. Este tipo de demandas han sido secundadas por actores como Gérard Araud, Exembajador de Francia en Estados Unidos, cuando dijo en un tuit que “ninguna  empresa o banco francés invertiría en Irán ante la amenaza del regreso de sanciones en 2025”, lo que ha puesto en jaque a todo el proceso negociador, ya que Estados Unidos no tiene mecanismos para garantizar lo que Irán demanda.

En diciembre de 2021, Irán señaló que hay dos o tres borradores que están siendo estudiados por Estados Unidos para firmar un nuevo documento, sobre todo donde se hace alusión a la negativa de Teherán de extender las famosas cláusulas de extinción que es sabido le han preocupado mucho a Israel (sobre todo porque, de acuerdo con el plan inicial, a los 8 años de implementación del acuerdo, “la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pondría fin a las restricciones sobre las transferencias de misiles a Irán”) lo que llevaría tentativamente a cerrar el expediente nuclear.

De acuerdo con el diario Al Monitor, “Israel manifiesta la preocupación de que Estados Unidos no pueda actuar legalmente si Irán viola el nuevo acuerdo, ya que el mecanismo de la Resolución 2231 del Consejo de Seguridad de la ONU, que sirve para tal situación, también expira el día que expira el expediente nuclear”, lo cual deja sin mecanismos de reacción a Estados Unidos para situaciones de emergencia o bien se abre la posibilidad para negociar un instrumento nuevo.

Comentario final

Aunque el compromiso de someterse al mecanismo multilateral es compartido por los actores en cuestión, y las ganancias económicas son muy prometedoras en el nuevo contexto geopolítico, la falta de flexibilidad sobre este asunto puede llevar a una situación donde Teherán y Washington salgan derrotados política y económicamente. Este desenlace constituiría una victoria política para Trump y sus partidarios, los cuales se empoderarían aún más para las próximas elecciones estadounidenses y, sin lugar a duda, también lo harían pensando en las presidenciales de 2024, al sumarle dos fracasos en política exterior a Biden. Así, es cuestión de tiempo saber si los borradores iraníes serán discutidos de manera constructiva y si ambos países preferirán lo que es mejor para ellas en temas de seguridad nacional y política interna. Al final del día, un arreglo multilateral no solo es lo que necesitan ambos países, sino también es lo que más necesita un mundo que se encuentra en plena crisis sanitaria y en la necesidad de reactivar la economía mundial.

MOISES GARDUÑO GARCÍA es doctor en Estudios Árabes e Islámicos Contemporáneos por la Universidad Autónoma de Madrid y profesor de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde dirige el Taller de Estudios sobre el Medio Oriente. Es coordinador del proyecto PAPIIT 301822 de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA) de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, (SNI) nivel 2, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Sígalo en Twitter en @Moises_Garduno.

Tags:, , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cargando…