Twilight of Democracy: The Seductive Lure of Authoritarianism

12 julio, 2021 • Reseñas • Vistas: 1517

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Twilight of Democracy: The Seductive Lure of Authoritarianism, Anne Applebaum, Nueva York, Doubleday, 2020, 206 pp., us$25.00..

En las primeras páginas de Twilight of Democracy: The Seductive Lure of Authoritarianism, Anne Applebaum sentencia: “Dadas las condiciones adecuadas, cualquier sociedad puede volverse contra la democracia”. Y es que, en muchas partes del mundo, las democracias liberales parecen estar amenazadas; lo mismo por el surgimiento de movimientos abiertamente antidemocráticos, que por la llegada al poder de personajes populistas con una vena autoritaria. No es una realidad exclusiva de una región ni mucho menos de una parte del espectro político.

En Twilight of Democracy, la autora nos lleva por un recorrido político y personal, que comienza en una fiesta por el cambio de milenio en su casa al noreste de Polonia. Entonces, la democracia era, para la mayoría en Occidente, “la ruta a la prosperidad”. Hoy, el mundo ha cambiado y poco queda de aquel optimismo.

En Polonia surgió el partido Ley y Justicia, y desde su llegada al poder ha debilitado las instituciones democráticas, cooptado el judicial y utilizado los medios públicos para difundir teorías de la conspiración. En Hungría, durante más de 10 años, Viktor Orbán ha encabezado un gobierno populista y corrupto que viola los derechos humanos y la libertad de expresión. En el Reino Unido, la campaña a favor del brexit ganó el referendo para abandonar la Unión Europea. Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos con un discurso nacionalista y antinmigrante. En España, el partido ultraconservador Vox es la tercera fuerza política en el Congreso con 15% de los escaños. Y como estos hay ejemplos en Israel, Italia, Venezuela y varios países más.

Applebaum analiza estos movimientos y encuentra en todos elementos comunes. No solo se trata del rechazo a la migración, los ataques a la prensa establecida o la desconfianza en las instituciones y los sistemas de competencia; las similitudes son más profundas. En primer lugar, el apoyo de intelectuales. El autoritarismo no puede tener éxito sin ideólogos y defensores pertenecientes a las propias élites que critican. Estos, motivados por la nostalgia por un pasado idealizado, el resentimiento y el oportunismo, adoptan y promueven un discurso que resuena en un sector de la sociedad que ha sufrido las limitantes del sistema liberal para satisfacer algunas de sus necesidades, o en quienes, frente a una apertura y una pluralidad que no entienden, y atrapados en un debate caótico, “buscan soluciones en un lenguaje político que los hace sentir más seguros”.

No obstante, el discurso en sí mismo no es suficiente para ser eficaz, y ahí entra el uso de las herramientas de manipulación: desde el maniqueísmo histórico y las noticias falsas, hasta las teorías de conspiración y las mentiras. En Polonia, por ejemplo, están las versiones alternativas sobre el accidente aéreo de Smolensk, en el que perdió la vida el expresidente Jaroslaw Kaczynski; en Hungría, la exageración de las cifras de los migrantes musulmanes, y en Estados Unidos, QAnon, todas magnificadas por las redes sociales, las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial.

La autora recuerda que siempre ha habido amenazas a la democracia y discursos polarizadores que fragmentan familias o —como en su caso— rompen amistades. El caso Dreyfus dividió a Francia por décadas y sentó las bases para el final de la Tercera República y el surgimiento del régimen de Vichy; en Alemania, la República de Weimar duró apenas 15 años antes de dar paso a la era nazi. La democracia nunca ha sido un proyecto permanente, siempre ha exigido trabajo, instituciones sólidas y, sobre todo, ciudadanos dispuestos a luchar por ella.

Applebaum concluye su relato de vuelta en Polonia, en marzo de 2020. La pandemia de covid-19 ha provocado el cierre de fronteras, generado nuevas teorías de la conspiración y profundizado el aislacionismo. La crisis mundial se presenta como una bifurcación de caminos. Por un lado, el autoritarismo, con su polarización, restricción de libertades y rechazo por la pluralidad; por el otro, la cooperación y la solidaridad mundial, la modernización de las instituciones democráticas y el rechazo a la desinformación, las mentiras y los engaños.

No hay una ruta definida. Nos toca a todos “hacer que palabras antiguas e incomprendidas, como ‘liberalismo’, vuelvan a significar algo […] luchar contra las mentiras y los mentirosos [y] repensar cómo debería ser la democracia en la era digital”. Así, después del oscuro periodo que vivimos, quizá encontremos el alba.

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