Stéphan Sberro
Principled Pragmatism in Mexico’s Foreign Policy Variables and Assumptions será útil, incluso fundamental, para los estudiantes de Relaciones Internacionales en México o para cualquier otra persona que busque instruirse sobre la política exterior de este país. Este proyecto es la suma de un gran trabajo, resultado de investigaciones y reflexiones de toda una vida.
El tema del libro es la oscilación de la política exterior mexicana entre dos polos: los principios y el pragmatismo; esto denota, en otras palabras, la defensa de los intereses nacionales. Este planteamiento es un hilo conductor válido e interesante. El texto provoca y revive el debate teórico entre realismo e idealismo, el cual Rafael Velázquez-Flores plantea de forma clara y didáctica, pero también profunda. Por ejemplo, un problema que señala el autor estriba en saber en qué medida México esgrime sus principios de política exterior solo cuando es conveniente, y en el caso contrario, los descarta a favor de sus intereses. De esta manera, el principio rector de la política exterior mexicana es el de no intervención.
¿Se puede hablar de una política exterior de principios? ¿Es la no intervención, o incluso la soberanía, un principio respetable actualmente en las Relaciones Internacionales? ¿Acaso no interfiere con el respeto a los derechos?
También se puede plantear una pregunta teórica e histórica: ¿cabe hablar de principios frente al pasado histórico del país? Por ejemplo, los tiempos en los cuales el Partido Revolucionario Institucional ganaba elecciones con cifras de 98.2%, como señala el autor. A menos que se busque desviar la atención nacional, legitimarse en el país y recalcar el principio de no intervención, este es un ejemplo característico del uso de los principios con fines pragmáticos.
En realidad, México, como la Unión Europea, aplica estos principios cuando no hay intereses importantes; es decir, los aplica solamente en el caso de Latinoamérica. El estudio del periodo cardenista es uno de los capítulos más interesantes, por ser uno de los momentos más relevantes de la política exterior mexicana: la expropiación petrolera y la Segunda Guerra Mundial.
La falta de intereses directos y concretos explica la actitud digna de México frente a la anexión de Austria y la invasión de Abisinia. En ese momento, México no aceptó que un país pudiera adquirir territorios por la fuerza y fue líder en la condena internacional.
En la guerra civil española, México faltó a su política de no intervención y apoyó a los republicanos en aras de principios modernos, como el respeto a los derechos humanos y el deber moral de defender a un gobierno democrático, exactamente el principio que invocan estadounidenses y europeos, e incluso el deber de intervenir. Llegaron a México 25 000 refugiados españoles, pero la política cardenista hacia los judíos fue mucho más selectiva y restrictiva, como en el resto del continente. Fue una prueba de fuego para la región.
En resumen, esta obra nos brinda un conocimiento del pasado que es imprescindible para entender el presente de la política exterior mexicana. La conclusión es pesimista: México todavía es un país diplomático en desarrollo. Además, el elefante en el cuarto es, por supuesto, la constante presión estadounidense.
