Carta del Director

Una de las preocupaciones constantes de Foreign Affairs en Español es la búsqueda de alternativas para nuestra región latinoamericana, que ahora nos lleva a explorar las oportunidades que ofrece la relación con uno de los dos grandes centros económicos y políticos del mundo: la Unión Europea. Por lo tanto, el contenido de la revista está organizado en tres áreas temáticas: la relación entre Europa y América Latina; la crisis argentina, y el mundo. Si bien la mayoría de los textos correspondientes a las dos primeras secciones se elaboraron especialmente para la versión en español, la composición de la revista es la habitual: 51% del material es traducción de artículos de Foreign Affairs, 49% contenido local.

En la primavera pasada planteábamos un interrogante: ¿había que preparar ya el adiós a Chávez? La respuesta llegó cuando este número de la revista entraba a prensa. La caída y resurgimiento de Hugo Chávez en Venezuela vienen a sumarse (como si hubiera pocos) a los crudos testimonios de la crisis que atraviesa América Latina. El regreso a la democracia en algunos países, las reformas neoliberales en otros, e incluso la coincidencia de ambos procesos en casos como el de Centroamérica no han bastado para mejorar los niveles de vida de la mayoría de los habitantes del orbe y hacer viables los distintos proyectos de Estado-nación. La pobreza, el ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres, y sobre todo la incertidumbre con que miramos hacia el futuro, comienzan a poner en tela de juicio, casi automáticamente, el optimismo que generó la última década del siglo que acabamos de dejar atrás.

En el próximo número de Foreign Affairs en Español nos concentraremos en ese escenario. Sin embargo, dada la omnipresencia de la crisis, consideramos de suma importancia empezar a atisbarlo con la ayuda de dos textos: Martin Feldstein, uno de los artífices del Consenso de Washington, y Victoria Murillo analizan la situación de Argentina. Esta última desde la perspectiva que vincula política y economía.

En cuanto a la relación entre América Latina y la Unión Europea, decidimos aprovechar el encuentro entre los líderes más importantes de las dos regiones y cumplir uno de los cometidos iniciales de FAE: servir de puente a la reflexión iberoamericana sobre temas de interés común.

No hay dudas: España es el interlocutor europeo natural de la región latinoamericana, condición que se refrenda este verano de 2002 en la Cumbre de Madrid convocada por el primer ministro español José María Aznar en su calidad de presidente del Consejo de Ministros de la Unión Europea. La cultura precede históricamente a la nación, escribió Agustín Basave Benítez, y en efecto, América Latina no se entiende sin los imperios de España y Portugal en América; el surgimiento de las distintas naciones de la región no agotó, y apenas diluyó, la cultura común heredada de la colonia.

A finales de la década pasada, cuando el producto comunitario alcanzó los niveles del estadounidense, Europa emergía para América Latina como posibilidad de diversificación en términos económicos y políticos. Pero la mecha del reencuentro entre el viejo y el nuevo continente se encendió con lo que desde este lado del Atlántico sigue viéndose como el milagro español: luego de algo más de dos décadas de vida democrática y a sólo 18 años de su inserción en la Europa comunitaria, España se convirtió en exportadora de capitales y en importadora de mano de obra. Se trata con certeza de un salto cualitativo, que si bien no está exento de costos -cuyo balance definitivo, por otro lado, aún se desconoce-, se instaló de modo inevitable en el imaginario colectivo latinoamericano como modelo a seguir para alcanzar la prosperidad.

En conjunto, los textos referidos a Europa y América Latina subrayan una idea central: es falso que los latinoamericanos del siglo XXI deban elegir entre una vocación hemisférica y una trasatlántica. Salafranca es particularmente claro al respecto: aunque América Latina no haya sido prioritaria para los europeos, la asociación estratégica entre ambas regiones puede resultar un juego de suma positiva. Y para muestra están las reflexiones de Carlos Monsiváis, con su análisis del vigoroso mundo editorial que conecta a Iberoamérica, y de Lourdes Casanova, quien  revela que en los noventa España se convirtió en el primer inversionista europeo en América Latina y el segundo mayor después de Estados Unidos.

A partir de este número la distribución de FAE, que desde el inicio ha venido aumentando sin prisa pero sin pausa, se fortalecerá con una campaña enfocada a ampliar considerablemente el número de lectores en la Península Ibérica. Cualquier solicitud o idea que nos ayude a cumplir cabalmente este cometido será más que bienvenida.

Otros temas que enriquecen esta edición son el saldo de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo celebrada en Monterrey, así como el capítulo abierto por los atentados del 11 de septiembre, que lleva al secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, a examinar las transformaciones que deberán hacerse en las fuerzas armadas de su país, y a Kenneth Pollack a sugerir que la próxima parada en el camino del conflicto bélico debe ser Bagdad.

Rafael Fernández de Castro