6 octubre, 2019 • Reseñas • Vistas: 33687

Monserrat Pérez Villanueva

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Desde el nacimiento de los Estados soberanos de la región interamericana, las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica han sido complicadas y cambiantes. El desarrollo de un estrecho vínculo económico, acompañado de expansionismos territoriales, comerciales e ideológicos, ha permeado el imaginario colectivo de los países latinoamericanos y le ha otorgado a Estados Unidos un papel primordial en las agendas de política exterior. Por eso llama la atención que, por primera vez en la historia, aparece cierta autonomía en la gestión de la política exterior latinoamericana, que no orbita alrededor de Washington.

Este giro de la política exterior adoptado recientemente por los países latinoamericanos al tiempo del declive de la hegemonía estadounidense, sienta un precedente sobre el futuro orden internacional que ha comenzado a gestarse. Por eso viene bien la publicación de Las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Desafiando la hegemonía norteamericana de Joseph S. Tulchin, ya que su trabajo, más que concentrarse en la aparentemente irremediable relación asimétrica entre Estados Unidos y la región, cuestiona la falta de políticas exteriores de los gobiernos latinoamericanos a lo largo del siglo XX.

Tulchin, miembro del Wilson Center y pionero en el estudio de las relaciones internacionales sobre Latinoamérica, plantea la “agencia” o consciencia de capacidad de acción sobre el sistema internacional como el hilo conductor de su libro. Así, relata la evolución del poder de agencia en América Latina desde el siglo XIX, que entiende como un proceso que responde a intereses de grupos nacionales, cambios estructurales mundiales y a la fuerte amenaza que representó Estados Unidos tras consolidarse como potencia hegemónica regional e internacional en el ámbito militar y económico.

El autor aborda temas que han definido la agenda de política exterior de Latinoamérica, como las intervenciones militares estadounidenses en el siglo XX, las transiciones democráticas, la seguridad nacional y el narcotráfico. Sin estos hechos, sería imposible entender la falta de iniciativa de los gobiernos latinoamericanos para poner un freno a la tutela estadounidense sobre la política exterior regional hasta finales de la Guerra Fría. Tampoco se explicaría la desconfianza entre los países latinoamericanos que, desde Lucas Alamán hasta Hugo Chávez, ha perpetuado el fracaso de proyectos de integración.

El libro ofrece una visión completa que toma en cuenta todas las agendas y actores que deben ser considerados al analizar la política exterior. Asimismo, resulta llamativo y novedoso por dos motivos. El primero es que centra el análisis en el punto de vista latinoamericano. En segundo lugar, supone que los países de Latinoamérica tienen siempre un poder de agencia; es decir, el autor recalca su capacidad de acción para incidir en las reglas del sistema internacional más allá de los límites estadounidenses.