From Cold War to Hot Peace

7 octubre, 2020 • Reseñas • Vistas: 3268

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From Cold War to Hot Peace, Michael McFaul, Nueva York, Mariner Books, 1a. reimpr. 2019, 544 pp., US$11.19..

En enero de 2014, pocos días antes de que iniciaran los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, Michael McFaul abandonó su cargo como Embajador de Estados Unidos ante la Federación Rusa y escribió en sus notas personales: “Hacia 2014, largos segmentos de la élite rusa se habían vuelto profundamente cínicos. Ningún entendimiento, ningún aprecio por la historia y la cultura rusas, ningún compromiso me iba a ayudar a superar mis desacuerdos con esos cínicos. Aquella tarde, finalmente tomé la decisión de abandonar el puesto. Mi trabajo con el régimen había terminado”. Estas lamentaciones, propias de una misión no del todo exitosa, son el corolario de lo que encontramos en From Cold War to Hot Peace, las memorias de uno de los mayores especialistas actuales en cuestiones euroasiáticas que, entre otras discretas labores, formuló la política para la región cuando fue Asesor de Seguridad Nacional en el gobierno de Barack Obama, y más tarde se encargó de ejecutarla ya como Jefe de Misión en Moscú.
Pero el libro de McFaul no solo es el testimonio de un frío académico convertido en diplomático; es, antes que nada, una historia de amor de casi 4 décadas de un californiano por Rusia, y como cualquier otra historia de amor, padeció un sinnúmero de altibajos. Comienza con la bella postal de cuando, siendo todavía un joven estudiante en la Universidad de Stanford, puso a prueba la tranquilidad de sus padres al irse a estudiar el verano de 1983 a la Universidad Estatal de Leningrado. ¿Cómo iba a ser de otra manera por los tiempos de encono que se vivían en la década de 1980?
Terminados sus estudios de licenciatura en Stanford y de maestría en Oxford, la década de 1990 ofreció al joven McFaul una nueva oportunidad de volver a la Unión Soviética, ahora para más tiempo y en una nueva faceta: la de activista. Participó en programas de desarrollo, en la defensa de los derechos humanos, en la promoción de la democracia y del sistema liberal; trabó relación con los personajes de la transición, ya fuesen oficialistas o de la oposición, y, sobre todo, conoció a los dos artífices del rostro de la Rusia del siglo XXI: Boris Yeltsin y Vladimir Putin.
Para McFaul es imposible resistirse al ejercicio contrafactual: se pregunta qué hubiese sido de Rusia y del orden internacional, si Yeltsin hubiese escogido a Boris Nemstov como su sucesor y no a Putin. La especulación no es inocua, dado que, al menos para el estado-
unidense, el destino de los rusos no ha sido otro que aquel que ha decidido su “hombre fuerte” por una veintena de años.
El último tercio del relato se centra en los años de su adhesión a la candidatura de Obama en el más amplio de los sentidos, pues si hubo alguien que abrazó el proyecto de Obama, fue McFaul.
La visión de McFaul es la de un funcionario estadounidense adelantado: férreo creyente del excepcionalismo estadounidense y de la supremacía de la democracia liberal como sistema político, no atina a mostrar las complejidades de un siglo multipolar ni las especificidades de los enemigos geopolíticos de Estados Unidos sin anatemizar. Dicho lo anterior, acaso sea ocioso precisar el impacto que tuvo un político como este en el ánimo de Putin. Desde su primer encuentro privado —refiere el autor—, el exespía de la kgb le dijo que estaba al tanto de sus interferencias” en la política interna rusa. ¡Menuda forma de anticiparle lo que vendría más adelante!
Toda esta animadversión se agudizó a su llegada como Embajador en Moscú. En un pasaje que bien podría refutar muchos de los mitos que pululan alrededor de la diplomacia, McFaul consigna la cara dura del oficio.
Ya que McFaul fue un firme creyente en las políticas de Obama, las derrotas intelectuales, diplomáticas y políticas de uno serán también las del otro. La consolidación de Putin en el poder, aunado a delicadas coyunturas tales como la anexión de Crimea, la invasión a Georgia o la Primavera Árabe y la guerra de Siria, mandarían al traste muchos de los objetivos perseguidos por el gobierno de Obama. Las memorias de McFaul son una bitácora de todos esos acontecimientos. Y son todavía algo más: un informado y entretenido repaso de las relaciones ruso-estadounidenses en la distensión de la década de 1980. Finalmente son una lectura de una vigencia inusitada para enfrentar los desafíos del siglo XXI.

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