Sebastián Jaimes Garfias
Latinoamérica es una región compleja que enfrenta numerosos problemas, de los que en la actualidad el más urgente son los estragos que ha dejado la pandemia de covid-19. Sin embargo, la región encara otra epidemia mucho más silenciosa, pero no menos extendida que el coronavirus: la militarización de la vida pública y política de muchos de sus países.
La militarización, como explica Rut Diamint en el primer capítulo de El papel de las fuerzas armadas en la América Latina del siglo XXI, “se entiende como una presencia —parcial o general— de los militares en las decisiones de las autoridades civiles electas”. Dada la falta de capacidad operativa de las autoridades electas para brindar los servicios que corresponden al Estado, los encomiendan a las fuerzas armadas. Son tareas que tienen que ver con el resguardo del orden y la paz pública, la realización de obras de infraestructura pública, la atención a la salud (mediante campañas masivas de vacunación en la corriente crisis sanitaria, por ejemplo) y la impartición de educación, por mencionar algunas.
En palabras de Rafa Martínez, coordinador del libro, “esta dinámica de utilización de las fuerzas armadas para misiones alejadas de sus funciones tradicionales, pero necesarias para el Estado, es un intenso motivo de discusión entre los teóricos de las relaciones civiles-militares y el motivo principal que justificó esta obra”. Actividades que en otras latitudes democráticas y liberales son cumplidas por civiles, las realizan militares del río Bravo a la Patagonia.
Con la coordinación de Martínez, catedrático de Ciencia Política y Administración de la Universidad de Barcelona, la obra reúne las líneas de investigación en el campo de la militarización en Latinoamérica de diversos académicos de ocho universidades españolas. Los autores exploran las modalidades de este cada vez más extendido fenómeno, y formulan y responden preguntas sobre el papel que deben desempeñar las fuerzas armadas en una región donde en realidad no hay amenazas a la seguridad por parte de actores foráneos, lo que debería ser motivo suficiente para prescindir de ellas.
En las dos grandes partes de la obra, se plantean interrogantes como cuál debe ser el alcance de la legítima fuerza del Estado o cuáles son las causas de la diversificación de las tareas castrenses. La primera parte abarca los capítulos 1 a 6, y ahí se reflexiona sobre las actividades que ejercen las fuerzas armadas, el surgimiento del fenómeno del militarismo, el repunte de las cifras de criminalidad y las relaciones entre civiles y militares. En la segunda parte, capítulos 7 a 16, se analizan diez casos de estudio en países de Norteamérica, Centroamérica, el Caribe, la zona andina y el Cono Sur.
El papel de las fuerzas armadas en la América Latina del siglo XXI es un trabajo imprescindible para entender la militarización de Latinoamérica. Es una excelente compilación de textos académicos en los que se describe con detalle las relaciones, contradicciones, misiones, perspectivas, retos y aprendizajes entre las fuerzas armadas, los gobiernos y las sociedades de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Uruguay y Venezuela. Es, sobre todo, una invitación a pensar en los caminos que se pueden seguir una vez que se ha comprendido este fenómeno para tratar de revertir esta tendencia, en muchos casos alarmante, en una región donde la democracia es frágil y no está garantizada.
