Pensar hacia fuera: México y la elección estadounidense

7 noviembre, 2016 • Entrevistas, Norteamérica, Portada • Vistas: 4963

FAL / Leslie Brenes

FAL / Leslie Brenes

Entrevista FAL a Valeria Zepeda Trejo

avatarDefault Mario Rodríguez Heredia y Carlos Torres White

Noviembre 2016

La elección presidencial estadounidense es, sin duda, el evento electoral más seguido a nivel mundial. Los medios de comunicación cubren cada una de las palabras de los candidatos, mientras los gobiernos del mundo analizan una a una las propuestas de cada bando. Estas han sido unas elecciones singulares, despegadas quizá de procesos electorales anteriores en Estados Unidos. El contexto histórico permite ampliar el análisis y discutir en más de un plano los sucesos actuales. En esta ocasión, el equipo editorial de Foreign Affairs Latinoamérica platicó con la historiadora Valeria Zepeda acerca de dicho proceso electoral. La doctora Zepeda es profesora de tiempo completo del Departamento de Estudios Generales del ITAM. Sígala en Twitter en @valezep.

Foreign Affairs Latinoamérica- ¿Qué relevancia tiene el proceso electoral estadounidense para Latinoamérica y el mundo?

Valeria Zepeda Trejo – Hay quienes han dicho que todo el planeta debería de votar ya que a todos nos afecta. A nivel mundial, Estados Unidos es un actor principal, siendo la única potencia mayor sencilla o unitaria, si se considera que la Unión Europea es un conjunto de países. En ese sentido, sobre todo desde 1991 cuando cayó la Unión Soviética, Estados Unidos es un actor sumamente relevante y sus políticas en materia económica, en política interna o en política exterior pueden definir el rumbo del mundo.

Latinoamérica también resulta afectada porque Estados Unidos ha sido tradicionalmente, desde el siglo XIX, el poder hegemónico que ha llevado las riendas de su política y economía. Cualquier acción (o inacción) de Estados Unidos repercute invariablemente en la política interna y en la política exterior de los países latinoamericanos. Al mundo, a la región latinoamericana y a México en particular, debido a que compartimos la frontera, les resulta realmente importante la solución a la que se llegue este 8 de noviembre.

FAL – Hemos visto un proceso electoral muy singular. ¿En qué se parece o se diferencia estas elección presidencial a la de 2008?

VZT – Hay una gran diferencia porque, finalmente, tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata gozaban de una clara estabilidad interior en aquel entonces. Había un proyecto propio de los partidos y todavía se creía en la posibilidad de un cambio, uno que se pudiera materializar. Además, el hecho de que lo pudiera lograr una persona de ascendencia afroamericana implicaba para muchos sectores un giro real de la política. El gran atractivo del Yes we can y la esperanza de que se atendieran los reclamos de ciertas minorías en Estados Unidos hacía que se proyectaran políticas más bien sociales. La elección de 2008 fue, se puede decir, más tranquila, sin tantas diferencias esenciales entre la postura republicana y la demócrata. En ese momento todavía existía congruencia dentro de los dos partidos.

Sin embargo, en estos últimos 8 años el presidente Barack Obama no ha logrado satisfacer a la gente que estaba esperanzada. Esto ocurrió probablemente por una cuestión muy básica del sistema estadounidense y sus checks and balances. A Obama le resultó imposible realizar sus propósitos con un Congreso que, no siendo afín, ha impedido, retrasado o incluso bloqueado ciertas iniciativas. Entonces, en 2016, el país se encuentra en una elección tras un periodo en donde no ha habido cambios significativos. Aunque, de manera interesante, algunos grupos consideran que sí los ha habido, y bajo su perspectiva han sido para mal. Lo que encontramos ahora, consecuentemente, es un proceso electoral sumamente radicalizado.

Hay un Partido Republicano que se muestra poco unificado y con poca solidez interna. De igual manera, se presenta a la contienda un Partido Demócrata bastante debilitado. La candidatura en las primarias de Bernie Sanders habló de un grupo social y político inconforme que ansía obtener los cambios que Barack Obama había prometido en 2008. En este escenario, la confrontación se enfoca más en los temas virales y menos en los sustanciales. Estamos ante una de las elecciones más complicadas y raras de los últimos años. Históricamente, ha habido elecciones que han sido cumbre y que llegan a modificar el rumbo de los Estados Unidos. Claros ejemplos son la elección de mediados del siglo XIX en la que se creó el Partido Republicano o aquella de 1913 cuando esta organización se dividió entre los tradicionales y el partido progresista de Theodore Roosevelt.

La diferencia con la elección de 2008 -donde hubo mucha esperanza y ganas de cambiar las cosas-, es que ahora vemos una elección donde hay apatía y desesperanza absoluta. Ninguno de los dos candidatos tiene la capacidad de convencer al público estadounidense de salir a votar.

FAL / Leslie Brenes

FAL / Leslie Brenes

FAL – ¿De qué manera ha cambiado la relación entre el sueño americano y la sociedad estadounidense? ¿Cómo se explica la popularidad de Donald Trump?

VZT – El sueño americano tiene su origen desde la fundación de Estados Unidos con la idea de la tierra del desarrollo, del progreso, de las oportunidades y de la igualdad. Esto se desarrolló en los siglos XIX y XX, y con la transformación del país en una potencia a partir de 1945, ese sueño americano de poder tener una clase media fuerte y robusta se concretó. Eso ha cambiado desde la década de 1980. La gente no ha dejado de creer en el sueño americano, pero pareciera que no se está cumpliendo. A partir de la década de 1980 y con la implementación del nuevo modelo económico neoliberal o neoclásico -donde se privilegia el libre comercio-, se ve una disminución de la clase media en los últimos 30 años y un crecimiento de la desigualdad. El sueño pareciera haberse resquebrajado.

Estados Unidos se ha convertido en un país donde gran parte de su producción ha migrado a Asia o México. Los trabajos que eran típicos de la clase media estadounidense -que le garantizaba a la población el acceso a seguridad social, salud o educación-, se han esfumado. Por lo tanto, hay menos empleos o empleos con menores salarios ante la competitividad de otros lugares. Un claro ejemplo es la rama de automóviles, donde zonas como Detroit y empresas como Ford, que proveían antes una gran cantidad de trabajos para esta parte de la clase media y que edificaban el sueño americano, se han ido. Muchos de estos grupos que están en descontento culpan de esta situación al migrante o a estas empresas, las cuales a su parecer han traicionado a Estados Unidos.

El sueño americano de seguridad económica y de Estado de bienestar, que se implementó después de la Segunda Guerra Mundial, se quebrantó cuando los gobiernos neoliberales cambiaron esa retórica, de modo que han dejado de tener una visión enfocada en lo social y la han sustituido por una económica. Es obvio que el discurso de Make America Great Again resulta muy atractivo porque para algunos implica regresar a esos empleos o a esa calidad y estatus de vida que tuvieron en algún momento. Podemos concluir que el sueño americano sí prevalece pero que la percepción, sobre todo de los que favorecen a Trump, es que los gobiernos y el modelo de Estado que se ha llevado hasta el momento han favorecido a los intereses de la élite por encima de los de la sociedad general.

FAL – ¿Estuvo presente en el discurso de Bernie Sanders una posición populista?

VZT – La gente tiende a pensar que el populismo es de izquierda, sobre todo en México. Lo cierto es que los grandes populismos en la historia han sido de derecha. Esta crisis del modelo económico o del modelo político no es particular de Estados Unidos. Este fenómeno se pudo vislumbrar a nivel mundial en Austria, en Francia, en Gran Bretaña con el brexit, en Holanda, en Hungría e, incluso, en México desde otra perspectiva. Hay un quiebre del Estado nación tradicional, así que resulta fácil que ante tal situación surjan populismos y personajes que prometan regresar a un pasado idealizado.

No es extraño que ante estas crisis tengan éxito los líderes que prometen regresar a un pasado glorioso, como comúnmente lo hace la derecha, o como en el caso de Bernie Sanders, los que poseen una visión mucho más social de avanzar otra vez hacia el cambio. Sanders sí tuvo muchas características de populismo. La incógnita que resta es: ¿por qué el populismo de derecha si funciona y el de izquierda no? La respuesta se encuentra en el anticomunismo, arraigado sobre todo en las últimas generaciones estadounidenses. Hay un rechazo total a todo lo que suene o se asemeje al comunismo, puesto que todavía no se supera ese halo de la Guerra Fría.

FAL / Leslie Brenes

FAL / Leslie Brenes

FAL – Vemos que el tema de la migración está muy presente en estas elecciones, pero el fenómeno no es nuevo. ¿Por qué ha adquirido tanta relevancia?

VZT – El tema tiene mucho que ver con el discurso populista. La migración ha ido aumentado desde la Segunda Guerra Mundial, entre México y Estados Unidos particularmente, pero también a nivel mundial. Debido a la fractura de los sistemas económicos, desde 2008 muchos huyen de sus países hacia una mayor seguridad. En el caso de Estados Unidos, el migrante sigue persiguiendo el sueño americano. Sin embargo, para el estadounidense decepcionado el enemigo es el migrante. Se culpa al migrante de ser el que ha podrido a la sociedad estadounidense, el que asalta, el delincuente, el que roba la grandeza del país.

No hay que perder de vista que a pesar de la evolución de la política social -con la inclusión de los afroamericanos en la década de 1960 o con una mayor integración económica-, no se ha desvanecido el racismo que aún hay implícito en la sociedad norteamericana. Todavía siguen siendo mayoría los WASP [White Anglosaxons Protestants] y desde hace tiempo han enarbolado la idea del darwinismo social y de la superioridad de la raza blanca. Tienen un terrible miedo a mezclarse.

El populismo retoma el tema de la migración para exaltar el sentimiento en contra de los migrantes. La exposición de Trump de poner el muro y que los mexicanos vayan a pagar por él cae dentro de esta retórica populista. Busca que la gente reaccione a aquello que le afecta de manera inmediata. La migración no es tanto una preocupación política vital, ni este tipo de propuestas pretenden tener una estructura de política migratoria bien definida, sino que son generadas en respuesta a un electorado que está ávido de escucharlas, pese a no ser consensuadas ni pensadas.

En cuanto a Hillary Clinton, sería un error pensar que tiene una política migratoria más suave. La idea de que con los demócratas le va mejor al migrante es falsa. No hay que olvidar que con los demócratas, en específico en el caso de la presidencia de Obama, se ha dado la mayor expatriación de mexicanos. La única amnistía migratoria que se ha dado es la de 1986 y se dio con un gobierno republicano.

La migración se ha tornado un punto central porque es un tema popular. No es que sea una prioridad para Trump, sino que con investigación de mercados y análisis de las campañas, se ha decido convertirla en un eje. Pero no solo rinde frutos hablar de la migración mexicana. Trump ha ampliado este tema utilizando el miedo al terrorismo generado a partir del 11-S y de los eventos recientes en Europa para incluir también a los musulmanes, porque al parecer no sabe distinguir entre el Islam y los árabes.

FAL – Se ha hablado de qué es lo que va a pasar con el libre comercio. Supongamos que ganara Trump, ¿qué pasaría en términos de la relación comercial entre México y Estados Unidos?

VZT – Sin duda, si estas propuestas económicas se implementan el resultado sería un duro golpe, no solo para México, sino también para Estados Unidos. Si Trump tuviera la capacidad, como acción ejecutiva, de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), o si implementara una política económica proteccionista, al estar la economía mexicana tan ligada a su vecino del norte, se vería gravemente afectada.

Estados Unidos resultaría más afectado, pues la implementación de una política comercial proteccionista no solo implica México, sino a todo el mundo. Si Estados Unidos entra en esta lógica proteccionista se condenaría. Lamentablemente para Trump, no se puede dar marcha atrás en el rubro económico. No se puede regresar al mundo aislacionista, y menos tratándose Estados Unidos, un actor primordial a nivel global.

Lo que México debería de hacer es reorganizar sus prioridades. Debe sacudirse esta dependencia con Estados Unidos y comenzar a pensar en orientarse a China, que es su segundo socio comercial, a Canadá o a Latinoamérica. De implementarse las políticas de la propuesta republicana habría un periodo de crisis, sobre todo, ante la percepción de los mercados. Para México, probablemente no sea el fin, sino un área de oportunidad para reestructurar su dependencia comercial con Estados Unidos.

FAL / Leslie Brenes

FAL / Leslie Brenes

FAL – ¿Cómo afecta la candidatura de Trump a la percepción que tienen los mexicanos de Estados Unidos? ¿Qué cambios podemos esperar en respuesta?

VZT – En México tradicionalmente existe un halo de antinorteamericanismo. Queremos ser como ellos pero los odiamos, copiamos todo pero desde mediados del siglo XIX ha ido aumentando el antinorteamericanismo. En la década de 1990, con Carlos Salinas de Gortari y el TLCAN, se logró una mejor integración, alterando nuestra percepción de los Estados Unidos. Con la candidatura de Trump, la percepción que tenemos de Estados Unidos no va a variar. La percepción negativa que tenemos de Trump, como sociedad, no es contra Estados Unidos, sino contra el individuo en particular. Trump es considerado como alguien que tiene sed de poder, pero de modo personal, no como el representante de Estados Unidos.

Si bien la percepción que tenemos de Estados Unidos no se ha visto afectada por Trump, sí ha generado consciencia en ciertos sectores de la población de lo importante que es Estados Unidos para el país. El fenómeno ha mostrado nuestra vulnerabilidad ante el cambio de presidencia. En ese sentido, como sociedad, deberíamos comenzar a involucrarnos más, empezar a pensar hacia afuera y no solo hacia Estados Unidos, delinear bien qué políticas se deben seguir hacia el exterior, ya sea con Estados Unidos, con la Unión Europea o con China. Para México, este proceso electoral es un momento crucial para definir su postura frente a los Estados Unidos y frente al mundo.

MARIO RODRÍGUEZ HEREDIA y CARLOS TORRES WHITE son colaborador y asistente editorial de Foreign Affairs Latinoamérica. Sígalos en Twitter en @MarioRHeredia y @sarcosmico_itam.

Tags:, , ,

One Response to Pensar hacia fuera: México y la elección estadounidense

  1. Alto Nivel dice:

    […] Pensar hacia fuera: México y la elección estadounidense […]

Responder a Alto Nivel Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cargando…