Futbol y políticas públicas

1 junio, 2018 • Artículos, Asuntos globales, Regiones • Vistas: 6110

Andrés Roemer

Material original de Foreign Affairs Latinoamérica Volumen 14 Número 3

Hoy, los académicos europeos reconocen la importancia del futbol y realizan investigaciones para comprender las motivaciones que tiene el ser humano alrededor de este deporte. Asimismo, el 29 de marzo de 2007, el Parlamento Europeo aprobó el informe llamado «El futuro del futbol profesional en Europa», el cual considera que «el futbol desempeña un importante cometido social y educativo y es un instrumento eficaz de inclusión social y diálogo multicultural».

Este documento recomienda algunas políticas para resolver diversos problemas que aquejan al futbol europeo, como el racismo, la trata de personas y el dopaje. Por ello, podemos asegurar que en Europa se reconoce al futbol como un instrumento útil para comprender la naturaleza humana y se presenta como un espejo de su diversidad.

El futbol, como actividad lúdica, es un campo para aprender y formar; permite comprender la importancia de las reglas y la racionalidad, sopesar el valor del esfuerzo en pos de un objetivo y observar con cuidado la compleja relación entre cooperación y éxito. Este deporte es seno de hábitos que modelan la conducta humana y por ello es importante para las políticas públicas, pues expresa motivaciones y orienta el comportamiento.

¿Cómo sería una sociedad en la que, desde pequeños, los ciudadanos entendieran que el esfuerzo y la cooperación son los elementos del éxito? ¿Cómo sería esa sociedad si comprendiera que el Estado de derecho (fair play) sí es importante y que si alguien no lo cumple es sancionado? ¿Y si supiera que la autoridad (el árbitro) está para servir a los ciudadanos (jugadores y aficionados), para hacer cumplir la ley y los acuerdos (reglamentos)? Si los individuos traslaparan estos aprendizajes a otras actividades de su cotidianidad, ¿no habitaríamos una sociedad más libre, segura y próspera?

Desde el aspecto económico, hay autores que sostienen que hay dos razones principales por las que los economistas se interesan por el futbol. Primero, porque en los deportes de equipo se puede observar el comportamiento natural de un mercado. Por ejemplo, se puede aprender acerca de la economía de cártel. Segundo, las ligas han establecido políticas e incentivos, de tal suerte que provocan comportamientos que en otras industrias pueden considerarse anticompetitivos, y con ello estudiar cómo funcionarían ciertas leyes en otros mercados, tal y como lo mencionan John Goddard y Peter Sloane en Economics of Sport. Por ello, el análisis económico del Derecho aplicado al futbol permite plantear novedosas teorías y propuestas sobre competencia económica.

En resumen, ¿por qué hablar de futbol en este ensayo? Simplemente por su relevancia económica y social, para que existan mejores prácticas para este deporte como industria y como espectáculo, para que exista una sinergia holística que establezca mejores políticas públicas y privadas entorno a él, para comprender la naturaleza humana y, también, para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. El objetivo es responder a ciertas preguntas: ¿por qué el futbol es tan trascendente para millones de personas en el mundo?, ¿qué nos dice el futbol de nuestra naturaleza humana?, ¿por qué el juego es una actividad tan importante en nuestra sociedad moderna?, ¿por qué es importante que el análisis económico del Derecho se ocupe de una actividad lúdica?, ¿cuál es el significado de la victoria?, ¿cómo podemos aprovechar estos conocimientos en la política pública? Esto gracias al apoyo en las perspectivas etológica, religiosa, antropológica social y del análisis económico del Derecho para comprender las motivaciones del ser humano, pues propongo que, en la medida en que entendamos la naturaleza humana, podremos instrumentar políticas públicas más eficaces.

Es necesario conocer el impacto social del futbol. De todos los sucesos en la historia de la humanidad, el evento que ha atraído a una audiencia mayor no fue un acto político ni una celebración religiosa, artística o científica, sino un partido de futbol. En junio de 1978, más de mil millones de personas sintonizaron el final del Mundial entre Argentina y Holanda; incluso, el juego final del Mundial de Corea-Japón en 2002 tuvo una audiencia de 1100 millones de televidentes. Por eso, el interés mundial por el futbol ha llevado a legislar en materia de transmisiones de eventos deportivos.

La etología del futbol

Para entender el interés mundial por esta simple actividad de patear el balón, es importante preguntarnos por qué ello nos motiva tanto, lo mismo desde la perspectiva evolutivo-etológica como desde la perspectiva cultural. Esto es fundamental, pues para entender las reglas del juego y maximizar los recursos en materia de las políticas públicas, primero se debe comprender el porqué y el cómo de cualquier actividad que motiva la natura humana.

Instinto de caza

Para Desmond Morris, el futbol manifiesta nuestro instinto de caza, y por ello esamado por el humano. Muchos elementos de la caza primitiva están presentes en el futbol. Existe una estrategia que se discute antes del juego, así como las tácticas que deben emplearse. Se requiere una cooperación activa de los participantes si se quiere tener éxito. Hay peligro y riesgo en sufrir lesiones físicas. La velocidad del juego demanda un alto nivel de concentración, y correr por un periodo largo requiere mucha fuerza. El control del balón se perfecciona por el desarrollo de habilidades especiales, y lo impredecible de las acciones genera una imaginación que puede transformarse instantáneamente en movimientos físicos. Se requiere gran resistencia física para llevar a cabo movimientos efectivos, y una cabeza fría es necesaria para los momentos de tensión aguda. Además de todo esto, cada individuo debe tener una excelente vista y habilidad para apuntar con precisión, especialmente en momentos climáticos al dirigirse a la portería. De igual forma, debe existir un alto grado de motivación y la capacidad de actuar con valentía cuando existe la naturaleza de una fuerte oposición.

Los sentimientos

La literatura económica del futbol estableció la llamada «hipótesis de la incertidumbre del resultado», según la cual seguir una liga de futbol en la que participan dos o tres equipos muy superiores a los demás resulta aburrido para el aficionado, pues el resultado será siempre o casi siempre predecible, salvo cuando se enfrenten los equipos más poderosos. Es decir, no son solo los goles espectaculares o las grandes figuras lo que motiva a los aficionados, sino también intervienen el sentimiento de pertenencia que mantiene fiel a la afición y la sensación de poder ser derrotados o vencidos, de que nada está escrito, de que se puede alcanzar la victoria a costa del esfuerzo, la lucha y la suerte.

La cualidad más emocionante del futbol es que constituye un juego fluido y de movimiento rápido. Otros deportistas paran y comienzan, pero cada medio tiempo de un partido dura 45 minutos continuos. Inevitablemente, existen algunas pausas, pero ocurren cuando ha habido fallas. Por eso, el juego, el mercado, la competencia y los operantes generan la motivación que el juego y nuestros instintos tribales exigen.

El público

Otra cosa que puede inhibir la competencia valiente y arriesgada son los castigos, no del árbitro, sino del público asistente que grita de manera abusiva al equipo contrario o incluso al suyo por llevar a cabo una jugada deficiente. Una acción que molesta y que ocurre con frecuencia es el llamado «pase hacia atrás». En este, una defensiva amenazada juega de manera segura hacia atrás, regresándole el balón al guardameta en vez de hacerlo frente al oponente. En ocasiones, el público lo acepta, pero, por lo general, el equipo recibe un abucheo por parte de los asistentes. Esto sucede porque los aficionados están interesados en ver ganar a su equipo favorito, en vez de ver un despliegue de cobardía. Los espectadores realmente esperan ver a un ganador valiente. Para ellos, mientras más elementos de caza se involucren, mayor satisfacción existirá. Esta es la explicación etológica de por qué la gente prefiere al futbol entre los demás deportes.

¿La religión del futbol?

Mucha gente adora al futbol de manera religiosa y por ello los seguidores parecen fanáticos religiosos. El pasto que crece en la cancha es considerado como una reliquia, y el estadio es visto como un altar. Los jugadores son idolatrados por sus aficionados y son adorados como dioses jóvenes. Gran parte de la población ha reemplazado los servicios y festivales religiosos por los juegos de futbol. Un ejemplo es el grupo de seguidores de Diego Maradona que proclamó, el 30 de octubre de 2002, la fundación de la «iglesia maradoniana» llamada «la mano de Dios».

Tal y como si se tratara de un servicio religioso, el futbol reúne a un número grande de personas, asociadas a una creencia común: un equipo. El amor por la camiseta es una genealogía instintiva de caza que explica «el porqué», desde la perspectiva del análisis económico del Derecho; aun cuando pareciera irracional la relación costo-beneficio de involucrarse y reasignarle tantos recursos y tiempo a dicha actividad, a los humanos nos brinda utilidad (felicidad) neta (beneficio al hacerlo).

La gran mayoría de las personas que participan en el negocio del futbol, desde los directores hasta los jugadores, encuentran «el porqué» del amor a este deporte. Para muchos, el dinero es un factor secundario. Si se encuentran entre aquellos a quienes les pagan por involucrarse, con excepción de las grandes y escasas estrellas, en la mayoría de los casos el dinero que reciben es menor al que podrían obtener fuera del futbol. En muchas partes del mundo, los directores de equipos no gozan de un sueldo y realizan una aportación al club para obtener un lugar en la junta. Lejos de obtener una ganancia en el futbol, usualmente tienen pérdidas. De esa forma, se convierten en mártires del deporte, aunque en ocasiones el deseo de sentirse reconocidos y con poder provoca que se vuelvan caciques del futbol o que lo deterioren. De hecho, la gran mayoría de los clubes de futbol tienen pérdidas anuales y están endeudados, y de los clubes que tienen ganancias, el dinero extra es transferido rápidamente a los sueldos de las superestrellas. El futbol argentino es un ejemplo de esto, pues el alto desempeño deportivo y la exportación de jugadores no necesariamente se traducen en éxito financiero.

La antropología

De acuerdo con Johan Huizinga, el futbol traspasa los límites de la ocupación puramente biológica o física. Es una función llena de sentido. En el futbol entra en juego algo que rebasa el instinto inmediato de conservación y que le da sentido a la ocupación vital. Todo juego de futbol significa algo. Dentro del campo de futbol, existe un orden propio y absoluto (otro rasgo positivo de este deporte para los interesados en políticas públicas: crear orden).

En el futbol hay reglas. Estas son obligatorias en cada partido y no permiten ninguna duda. Paul Valéry dijo que frente a las reglas de un juego no cabe ningún escepticismo, porque la base que las determina se da de manera inconmovible. En cuanto se traspasan las reglas, se deshace el mundo del futbol; se acaba el futbol. El silbato del árbitro termina el juego y pone en marcha el mundo habitual. Este deporte no puede concebirse sin sus reglas, sin su orden, aunque estos sean válidos solo en un espacio y tiempo limitados.

Entre las características generales del futbol, la perspectiva antropológico-social destaca la tensión y la sorpresa. Constantemente se plantea la pregunta: ¿saldrá o no saldrá? Nos apasiona tanto el salir victoriosos, que ello amenaza con disparar la ligereza del futbol. Y con esto se presenta una diferencia todavía más importante. La porfía exige destreza, habilidad, conocimiento, valor y fuerza. Cuanto más reñido es el juego de futbol, mayor es la tensión de los espectadores. El espectáculo sagrado y la fiesta agonal son las dos formas universales en las que la cultura surge dentro del futbol como futbol.

¿Qué quiere decir victoria? ¿Qué es lo que se gana? Ganar quiere decir mostrarse superior a otro en la cancha y ante todos. Se gana prestigio, honor de equipo, orgullo de pertenencia, y estos elementos benefician a todo el grupo que comulga con el ganador.

Aquí reside otra propiedad importante del futbol: el éxito logrado puede transmitirse, en alto grado, del individuo a la colectividad. Se lucha o se juega por algo; en primera y última instancia, se hace por la victoria misma, pero a esta victoria se enlazan diferentes métodos de disfrutarla: en primer lugar, como exaltación de la victoria y del triunfo, que es celebrado por el grupo con gritos de júbilo y alabanza.

Enteramente fuera de la esfera lúdica, está la recompensa, pues significa la retribución justa de un servicio prestado o de un trabajo realizado. No se juega por una retribución, pero se trabaja por ella. Ganar se convierte en la prioridad de cada equipo en cada juego, mas se advierte que su razón de ser es maximizar el rendimiento deportivo, demostrar que se es el mejor de todos, es decir: ganar la copa.

Lecciones en políticas públicas

Para hacer leyes eficientes, es necesario conocer la naturaleza humana desde la perspectiva etológica, religiosa y antropológico-social. Esto de acuerdo con la premisa del análisis económico del Derecho y de las políticas públicas. Por ende, desde la perspectiva del análisis económico del Derecho, en cualquier negocio o proyecto, si los costos de transacción son elevados o la negociación en cuestión es excesiva y no óptima, el proyecto producirá una cantidad menor de lo deseable. Por esto, las reglas claras y sencillas en las políticas tributarias deben ser una exigencia. La sencillez para abrir un negocio debe ser la regla y no la excepción. La política pública puede aprender lecciones relevantes de una pelota, de una cancha y de la gente entusiasta en emprender.

Una de las mayores fortalezas del futbol es su simplicidad. En el nivel más bajo, lo único que se necesita es un balón y un espacio abierto, además de algo que sirva como postes de portería. Cada temporada se sugieren ciertas estrategias y modificaciones regulatorias para mejorar el juego; sin embargo, existe una férrea resistencia de cambiar el poder tribal a la certidumbre jurídica y a la simplicidad de las reglas. Las leyes en sí mismas no dicen nada acerca de las estrategias del juego. Solo la ley fuera de juego ha tenido influencia en la manera de jugar. Todas las demás tratan acerca de las medidas que deben tomarse en cuenta cuando algo sale mal.

Conclusión

Este artículo analiza las perspectivas de lo que somos y de lo que nos motiva, para con ello evaluar las reglas del juego, sus implicaciones económicas y su eficiencia regulatoria. El punto es que la realidad del futbol abarca el espíritu, la cultura y el instinto de la naturaleza humana. Todas son condiciones necesarias para hacer leyes y políticas públicas inteligentes acordes con lo que somos, y no leyes acordes con lo que deberíamos ser; son regulaciones pensadas y aplicadas a personas de carne y hueso, que piensan, pero que también sienten; que les motiva lo pecuniario, pero también los motiva el estatus, la fama, el honor y otros temas no pecuniarios.

Podemos asegurar que el objetivo final es reconocer que el juego de futbol, gracias a que comprende la natura humana, se dota de sencillez e inteligencia regulatoria, permite mover al mundo, detener el tiempo y confrontarnos con nuestra plenitud de manera más eficaz que cualquier otro deporte o espectáculo.

Este texto manifiesta la posibilidad de que exista una afinidad entre el Derecho y el futbol en cuanto observamos que el ejercicio efectivo del Derecho, en otras palabras, el proceso jurídico, cualesquiera que sean sus bases ideales, posee en alto grado el carácter de una porfía. El futbol nos ofrece una lección para el Derecho y para las políticas públicas; una lección que ilustra, por un lado, que lo sencillo es hermoso y, por el otro, que las reglas claras, sencillas, certeras y transparentes mueven al mercado y motivan lo más humano de lo humano que somos.

ANDRÉS ROEMER es doctor en Políticas Públicas por la University of California-Berkeley y obtuvo su maestría en Administración Pública por la Harvard University. Es Expresidente de la Asociación Mexicana de Exbecarios Fulbright-García Robles, cofundador de la Latin American and Caribbean Law and Economics Association y fundador de Poder Cívico, A C. Este artículo está basado en su libro ¿Por qué amamos el futbol? (Miguel Ángel Porrúa, 2008) y en The Soccer Tribe de Desmond Morris (Jonathan Cape Ltd., 1981). Sígalo en Twitter en @RoemerAndres.

 

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