¿Un cambio para Zimbabue?

6 diciembre, 2017 • África, Artículos, FEG Anáhuac, Portada • Vistas: 8749

AFP-Getty-Images-Odd-Andersen

Almendra Ortiz de Zárate Béjar y Rebeca Olascoaga Carbajal

Diciembre 2017

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México.

La reciente renuncia de Robert Mugabe a la presidencia de Zimbabue después 37 años en el poder significó el fin de la dictadura del mandatario más longevo del mundo. Asimismo, representa una realidad compartida por diversas naciones africanas, que en las últimas décadas han atravesado por relaciones de odio y amor con líderes que surgieron como opositores a los regímenes coloniales, pero que, en su afán por mantener una posición rígida y un sistema de gobierno ordenado, terminaron limitando las libertades individuales de sus ciudadanos y perpetuándose en el poder. Esto fue posible en el contexto de la Guerra Fría que permitió la permanencia de gobiernos represivos en la medida en que se alinearan a la ideología de alguna de las dos potencias antagónicas que definieron la política internacional durante la segunda mitad del siglo XX.

Mugabe enfrentó el reto de construir un país sumido desde un inicio en la segregación y en la crisis. No obstante, las políticas que implementó su gobierno fueron insuficientes y desde la década de 1990, el país ha enfrentado importantes crisis económicas que se mantienen hasta la fecha. Una de las más severas llevó a la caída de la moneda en 2008 y a una hiperinflación que provocó el abandono del dólar zimbabuense para adoptar el rand sudafricano y el dólar estadounidense como monedas de cambio en 2009. Esto acompañado de altos índices de desempleo e inestabilidad política, que condujeron al surgimiento de movimientos de oposición que comenzaron a enfrentarse sin éxito en las urnas, desde entonces. Difícilmente la caída de Mugabe significará el inicio de una nueva era para el país, pues en lugar de que el exmandatario fuera consignado por el nuevo gobierno, ha recibido inmunidad, así como una jubilación de 10 millones de dólares que podrá disfrutar en su suntuosa mansión «blue roof» en Harare, en compañía de su esposa popularmente conocida como Gucci-Grace.

Un recorrido al pasado colonial

El territorio donde hoy se encuentra el Estado de Zimbabue, al sureste de África, fue alguna vez una importante civilización que prosperó gracias al abundante oro de sus minas, con el que comerciaban en el océano Índico. Sin embargo, una vez que el imperio de la Gran Zimbabue comenzó su decadencia, atrajo la atención de los colonizadores europeos. Los primeros en aventurarse fueron los portugueses, no obstante, los intereses mineros de la Compañía Británica de Sudáfrica de Cecil Rhodes se impusieron en 1923 y este territorio cayó bajo el control de la corona.

La colonia británica de Rodesia se dividió en norte y sur, donde prosperó de mayor manera el sur gracias a la ola migratoria de europeos que se establecieron y dotaron al territorio de infraestructura. Sin embargo, también se implementó una legislación de carácter segregacionista para las interacciones sociales, la educación, el trabajo y los espacios públicos, en la que los nativos africanos fueron los menos favorecidos. Posteriormente, en la década de 1960, Rodesia del norte se independizó y tomó el nombre de Zambia. Por su parte, la dominación blanca del sur se prolongó por más de 15 años, como un territorio autónomo. En este sentido, los factores que influyeron para hacer posible la independencia de Zimababue fueron tanto internos como externos. En el ámbito nacional, emergieron las antiguas identidades tribales y el rechazo hacia lo occidental por parte de la población nativa, debido a la segregación y condiciones económicas inferiores a las que estaban expuestos.

Por otro lado, Zimbabue siguió la tendencia de la segunda oleada de descolonización en África. Esto ocurrió gracias al apoyo de la Organización de las Naciones Unidas a la autodeterminación de los pueblos y el rechazo a la subyugación y explotación extranjera. Del mismo modo, el entonces Primer Ministro de Reino Unido, Harold Macmillan, afirmó en su discurso Winds of change que, efectivamente, el cambio había llegado a África, debido a la creciente conciencia nacional que pronto permearía en el ámbito político. De esta manera, Macmillan aseguró el apoyo del partido conservador británico al proceso de independencia en las colonias.

Sin embargo, para que Rodesia considerara independizarse, debía contar con una mayoría representativa africana en el gobierno, condición que las mismas limitaciones políticas a favor de la población europea impidieron. Por lo tanto, se declaró la independencia unilateralmente y varias partes se enfrentaron en una guerra civil de 15 años: por un lado, las fuerzas armadas del gobierno de Rodesia y por el otro, el Ejército Africano para la Liberación Nacional de Zimbabue (ZANLA) y el Ejército Revolucionario del Pueblo Zimbabuense (ZIPRA), entre otros.

Esta guerra civil ocurrió durante la Guerra Fría, por lo que la dinámica interna del conflicto estuvo influenciada por los intereses de la Unión Soviética y de Estados Unidos, así como de sus aliados. En esta guerra proxy, la Unión Soviética brindó su apoyo a ZIPRA, mientras que China lo hizo con ZANLA. Además, este último grupo insurgente entrenó a sus guerrilleros en Etiopia, Libia y Tanzania. Por otro lado, fue Sudáfrica quien brindó apoyo militar y en especie al gobierno de Rodesia.

A pesar de que en 1978 se firmó un acuerdo de paz entre el Primer Ministro (de origen europeo) de Rodesia y líderes africanos moderados, el entonces territorio de Zimbabue-Rodesia no fue reconocido internacionalmente ni se logró poner fin al conflicto armado. En este escenario, cobró importancia la figura de Robert Mugabe, quien logró una convergencia de intereses nacionales en la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico, un partido de izquierda e influenciado por la ideología marxistaleninista. Bajo su dirección, se negoció con el gobierno del territorio y con Reino Unido para organizar elecciones bajo arbitraje británico en 1980. El partido de Mugabe triunfó, de modo que Zimbabue fue reconocido como un Estado democrático por la comunidad internacional. No se sospechó que éste sería el inicio de una dictadura de casi 4 décadas.

Símiles y desaciertos en África en el periodo posterior a la Guerra Fría

La rivalidad entre las superpotencias durante la Guerra -no tan- Fría en África, impidió el desarrollo de instituciones democráticas representativas de los intereses de sus ciudadanos. El enfrentamiento constante generó el empoderamiento de individuos que, por medio del beneplácito de Estados Unidos y de la Unión Soviética, se perpetuaron en el poder sin el menor interés por desarrollar una infraestructura sólida en sus países. En un contexto de rivalidad y violencia, los líderes de un gran número de países africanos lograron amasar enormes fortunas y hacerse del favor del ejército, lo que les sirvió para consolidar y mantener su poder en el Estado.

El fin de la Guerra Fría significó el abandono de África por parte de las potencias y con ello, la continuidad de gobiernos dictatoriales y corruptos que sumieron al continente en crisis endémicas difíciles de ser superadas. Hasta hoy, la pobreza está presente en la mayoría de los países africanos. De acuerdo con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), los 10 países con mayor índice de pobreza se ubican en este continente, considerando el PIB, el PIB per cápita, nivel de escolarización y esperanza de vida, principalmente. Además de la difícil situación económica, se percibe una escasa participación de la sociedad civil en la vida política de los Estados, así como analfabetismo y bajos niveles educativos entre la población. Asimismo, el Barómetro de los Conflictos ubicó en 2016 la mayor cantidad de enfrentamientos de alta y baja intensidad en esta región geográfica, incluyendo los conflictos en Zimbabue ocasionados por los movimientos de oposición hacia el gobierno de Mugabe.

Desde 2000, el gobierno de Zimbabue implementó una polémica reforma agraria que buscó equilibrar las oportunidades entre los agricultores zimbabuenses afectados por el pasado colonial. No obstante, el fracaso de la política implementada marcó el inicio del colapso de la economía del país, acompañado del despertar de grupos opositores que fueron inmovilizados por las fuerzas de Mugabe. En la esfera política, la corrupción en el ámbito electoral se hizo visible ante los ojos de la comunidad internacional desde 1990. La oposición fue cada vez mayor y la violencia y la represión no se hicieron esperar. Aun así y a pesar de las continuas violaciones a los derechos humanos de la población, el dictador consiguió mantenerse en el poder por 27 años más.

En fechas recientes, se rumoró la posibilidad de que la esposa del Exmandatario asumiera el poder, sin embargo, fue el Exvicepresidente de Zimbabue (de 2014 a 2017), Emmerson Mnangagwa quien asumió el poder político tras la caída de Mugabe, lo que puede leerse como una posible continuidad del gobierno anterior. Habrá que esperar para ver si se tratará del mismo régimen con distinto dictador, o bien, si se guiará por su promesa de llevar a Zimbabue a una «nueva democracia», como aseguró en su discurso al asumir la presidencia. Mnangagwa de 75 años de edad, además de haber sido Vicepresidente, trabajó de manera cercana con Mugabe y ahora asume la presidencia de manera temporal con el reto de «devolver» la estabilidad al país, así como de guiar elecciones democráticas para 2018.

ALMENDRA ORTIZ DE ZÁRATE BÉJAR es licenciada en Relaciones Internacionales y maestra en Administración Pública por la Universidad Anáhuac. Es doctora en Gestión Estratégica y Políticas de Desarrollo e investigadora del Centro Anáhuac de Investigación en Relaciones Internacionales, así como columnista del Foro Internacional Anáhuac del periódico Excélsior. REBECA OLASCOAGA CARBAJAL es estudiante de la licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad Anáhuac. Sus principales áreas de interés incluyen estudios sobre el papel de la identidad y la cultura en las Relaciones Internacionales y la geopolítica de Eurasia.

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One Response to ¿Un cambio para Zimbabue?

  1. Camilo dice:

    Gracias por este artículo, muy elocuente y conciso, me interesé en el tema a raíz de los relatos de Allan Savory, autor de “Manejo Holistico”, quien relata su servicio en la milicia durante este período dónde logró grandes observaciones territoriales sobre a degradación de los suelos. Entiendo que sirvió forzosamente al Estado de Rodesia, aunque desconozco su posición política íntima, de cualquier forma, hoy su contribución científica es inestimable a nivel global (lo pienso con urgencia desde Chile)…

    Abrazos!

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