La paradoja de financiar una crisis de refugiados… sin refugiados

13 julio, 2020 • Artículos, Latinoamérica, Portada • Vistas: 4544

BID

 Javier Ochoa

Julio 2020

A la hora de solicitar apoyo financiero, los países latinoamericanos entienden al éxodo venezolano como una crisis de refugiados. Sin embargo, solo 2% de los 5 millones de desplazados gozan de dicha condición.

La realidad sociopolítica y económica en Venezuela ha ocasionado, sin dudas, un desplazamiento de personas sin precedentes en la región. Desde 2015, 5.2 millones de venezolanos se han radicado en el exterior, mayormente en Sudamérica, lo que ha presentado desafíos adicionales para países de acogida que ya contaban con problemas estructurales propios.

Dada la falta de recursos financieros para responder a las necesidades de millones de venezolanos, los países latinoamericanos han apelado en diversas ocasiones a la ayuda de la comunidad internacional, pero reunir la cantidad de fondos suficientes ha demostrado ser un verdadero desafío. De acuerdo con el Plan Regional de Respuesta para Refugiados y Migrantes 2020 (RMRP) –coordinado de manera conjunta por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones– la región necesita 1400 millones de dólares para afrontar la crisis. Sin embargo, incluso luego de haberse recaudado 595 millones de euros durante la reciente conferencia de donantes organizada por España y la Unión Europea, el objetivo fijado por el RMRP enfrenta una brecha financiera del 50%.

La realidad sociopolítica y económica en Venezuela ha ocasionado un desplazamiento de personas sin precedentes.

Como parte del esfuerzo de captar la atención de la comunidad internacional, Latinoamérica suele traer a colación el caso de los refugiados sirios, una crisis de 6.7 millones de desplazados para la cual, desde 2012, se han logrado reunir alrededor de 21 000 millones de dólares. Hacer hincapié en la dificultad de gestionar un desplazamiento de dimensiones similares al caso sirio, pero con poco más del 2% del presupuesto asignado al Medio Oriente, es un argumento justo. El problema es que, de manera casi irónica, 2% es también el número de los pocos venezolanos que han sido reconocidos oficialmente como refugiados en la región, cuestión que suele pasarse por alto al momento de reclamarle fondos a la comunidad internacional.

Falta de coherencia y compromiso

Si ha de establecerse una comparación justa entre el desplazamiento sirio y el venezolano, resulta imprescindible ahondar en el tipo de protección otorgada por los países de acogida. En el caso sirio, más 5.5 millones de desplazados han sido registrados como refugiados (5 551 703, para ser más precisos), mientras que solo 93 291 venezolanos gozan de dicha condición. En virtud de estas cifras parecería que son los países latinoamericanos que, en primer lugar, están enviando un mensaje contradictorio a la comunidad internacional. Si el 98% de los desplazados venezolanos no son refugiados, la crisis, tal vez, no sea tan grave como parece.

En líneas generales, la región ha optado por ofrecer visas humanitarias y permisos de residencia de carácter temporal y discrecional, por fuera del régimen de protección internacional de refugiados. Este tipo de instrumentos –con origen en la crisis de los Balcanes en la década de 1990– recae dentro del marco de lo que ACNUR denomina “protección temporal o acuerdos de estancia”, un sistema de protección complementario para aquellas situaciones en las que no exista una mejor alternativa posible. No obstante, el éxodo venezolano recae perfectamente dentro del marco legal de asilo en Latinoamérica y es el camino a seguir si se desea transmitir un mensaje más coherente a la comunidad internacional.

Sí, se puede (y se debe)

En términos sustanciales, sobre la base de la Declaración de Cartagena, las legislaciones nacionales de la mayoría de los países latinoamericanos incluyen definiciones extendidas de refugiado que habilitan a los desplazados venezolanos a solicitar esta condición, particularmente en virtud de la causal “violación masiva de los derechos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público”. Asimismo, es preciso recordar que la condición de refugiado es de carácter declarativo, no constitutivo. En este sentido, al menos desde la teoría, los venezolanos son refugiados tan pronto como reúnen los requisitos incluidos en la definición correspondiente, una noción que debería ser reforzada en el discurso de diversas organizaciones afines a este campo.

Solicitar apoyo financiero para una crisis de refugiados sin refugiados es contraintuitivo.

Por otro lado, desde un punto de vista procesal, el estatus de refugiado debería determinarse de manera prima facie, en línea con la nota de orientación sobre el flujo de venezolanos emitida por la ACNUR en mayo de 2019. Dado el conocimiento público de la situación en Venezuela, debe presumirse que los venezolanos que solicitan protección internacional califican como refugiados –a menos que se demuestre lo contrario– sin necesidad de realizar entrevistas individualizadas. Este método expeditivo tiene como fin evitar que se desborden los sistemas de asilo de los países de acogida y es, precisamente, el canal que se ha utilizado para reconocer a gran parte de los refugiados sirios.

Si bien los países latinoamericanos no están en condiciones de hacerle frente por sí solos a un desplazamiento de tal magnitud, solicitar apoyo financiero para una crisis de refugiados sin refugiados es contraintuitivo. Cumplir con el objetivo de reunir los fondos suficientes dependerá, en cierta medida, de la capacidad de los Estados para implementar un marco de protección en consonancia con sus pedidos de ayuda. Por el momento, otorgar visas humanitarias y meros permisos de residencia no proyecta más que una imagen de problema temporal, muy diferente a la situación de los refugiados sirios que tanto suele invocarse como punto de comparación.

JAVIER OCHOA es maestro en Estudios Latinoamericanos por la Georgetown University de Washington, D.C. y cuenta con un Certificado de Posgrado en Refugiados y Emergencias Humanitarias por el Instituto para el Estudio de la Migración Internacional de la misma institución. Sígalo en @ochoa_jav.

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