De Trump a Biden: una transición llena de conflictos y expectativas

11 noviembre, 2020 • Artículos, Asuntos globales, Norteamérica, Portada • Vistas: 3752

YNA

Luis Enrique Benavides Sigüenza

Noviembre 2020

El triunfo electoral de Joe Biden supone un nuevo respiro para un orden internacional en estado crítico, que ha venido siendo resguardado en los últimos años, en gran medida, por la Europa de Angela Merkel y Emmanuel Macron, con la colaboración ambivalente de otras potencias extrarregionales. Sin duda, esto ha representado una labor titánica en vista del posicionamiento del neopatriotismo en los países industrializados y del retorno de la política del poder, que ha traído consigo una nueva generación de la guerra.

Existe la percepción de que Biden arribará en el momento adecuado. En 2021, Merkel culminará sus funciones seguramente agotada, pero con la frente en alto. No cualquier líder logra preservar la integración europea en su momento más bajo, considerando la consumación del brexit. Por su parte, la oportunidad soñada de Macron para candidatear a Francia como la nueva cabeza de Europa llegará justo en su declive. Para suerte de ambos, tal vez la historia los colocará en el lugar que les corresponde.

Primera tarea: reconstrucción de la confianza

En relación con lo anterior, Biden, y los nuevos políticos liberales y socialdemócratas que se están abriendo paso a fuego lento a escala mundial, tendrán que trabajar duro por mantener a flote el diálogo y el consenso tanto en el seno de sus países como en la política internacional, ya que adentro de las instituciones y en las calles se recrudecerá la presión de aquellos líderes neopatriotas que se dedican a sacar máximo provecho del conflicto social, haciendo uso de las herramientas que la posverdad ofrece.

Esto demandará al Presidente electo reconstruir la confianza de los aliados históricos de Estados Unidos, en parte, fortaleciendo la diplomacia presidencialista y, paralelamente, evitando cometer los mismos errores estratégicos del expresidente Barack Obama, tal como ocurrió con la promoción de la Primavera Árabe que ocasionó vacíos de poder y, consecuentemente, un éxodo migratorio en el Mediterráneo, o con las pretensiones por expandir la Organización del Tratado del Atlántico Norte hacia las fronteras rusas, las cuales desembocaron en el conflicto del Donbás.

Asimismo, le conllevará a revertir diversas decisiones de política exterior del presidente Donald Trump cargadas de ideología y carentes de prospectiva, como los retiros estadounidenses del Acuerdo de París sobre cambio climático de 2015, del Plan de Acción Integral Conjunto, del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio y del Consejo de Derechos Humanos; así como las recientes invocaciones de los procesos de retiro del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas y de la Organización Mundial de la Salud.

Nuevas dinámicas internacionales en el trayecto

En los últimos 4 años, los papeles dentro del sistema internacional han venido cambiando, a tal grado que hoy pervive un Estados Unidos aislado, junto con una China más ambiciosa, una Europa desgastada, una Rusia y un Japón menos determinantes, una Latinoamérica y un mundo árabe fragmentados, un Irán y una Corea del Norte debilitados, pero con mayor autonomía nuclear, y una Turquía más desbordante. A esto se añade la paulatina pérdida de legitimidad de los organismos internacionales.

Biden se encontrará en la encrucijada de aprovechar o replantear los rezagos de la política antichina del presidente Trump en Latinoamérica

Simultáneamente, la pandemia de covid-19 ha venido a elevar los niveles de mortalidad, pobreza y endeudamiento público, así como a acrecentar la incertidumbre a escala mundial. Al respecto, diversos políticos neopatriotas han contribuido a la desinformación por medio de la continua desacreditación científica de las principales medidas sanitarias. De igual manera, la permisibilidad de algunos medios de comunicación y foros de discusión virtuales han facilitado la expansión de las teorías de conspiración.

La suma de estos hechos forma una configuración explosiva que ofrece incentivos para intensificar las tensiones sino-estadounidenses en sus respectivas zonas de influencia, revitalizar el accionar del terrorismo internacional, estimular los flujos migratorios masivos de nuevos ciudadanos empobrecidos, reactivar más conflictos congelados en los puntos calientes más célebres, e incrementar el riesgo de la violencia social producto de la desinformación, lo que requerirá mayor franqueza y sobriedad en la diplomacia estadounidense.

Asuntos pendientes con Latinoamérica

Sobre esto último, Biden se encontrará en la encrucijada de aprovechar o replantear los rezagos de la política antichina del presidente Trump en Latinoamérica, como la iniciativa “América Crece”, la cual busca relocalizar parte de la industria estadounidense ubicada en China hacia los países latinoamericanos, a fin de contener la cooperación china para eventuales procesos locales de industrialización, así como la reciente elección del primer estadounidense como Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver-Carone, que tiene como intención condicionar el financiamiento para el desarrollo.

En el caso de Centroamérica, el gobierno entrante tendrá que abordar cuatro temas esenciales para contribuir a la estabilidad del istmo y a la mejora de su imagen: la solución migratoria temporal o definitiva favorable para cientos de miles de connacionales; el incremento de la ayuda oficial destinada a los países que han visto reducido su margen fiscal, la institucionalización regional de la lucha contra la corrupción, y la defensa del Estado de derecho frente a los hiperpresidencialismos.

Por lo tanto, el gran desafío de Biden en política exterior pasará no solo por revertir parte del legado del presidente Trump –quien, dicho de paso, ha sido reacio a promover la acción colectiva y la solidaridad internacional en el marco de la pandemia–, sino por evitar convertirse en una de las mayores decepciones políticas contemporáneas para el internacionalismo en general.

LUIS ENRIQUE BENAVIDES SIGÜENZA es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de El Salvador (UES) y maestrando en Criminología por la Universidad Tecnológica de El Salvador. Actualmente es empleado regional de la Secretaría General del Sistema de la Integración Centroamericana (SG-SICA). Sígalo en Twitter en @lenriquesv.

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One Response to De Trump a Biden: una transición llena de conflictos y expectativas

  1. antonio gonzalez dice:

    Debiera tratarse también el no pagar la renta durante vaarios meses o la hipoteca o la letra del carro.
    Por qué pagar cuando se pierde el empleo o se cierra el negocio por falta de clientes o por no ser rentable.
    Por qué el que menos tiene es el que tiene que perder y los que tienen más cobran al quileres, hipotecas, letras, etc.
    El gobierno dá dinero para que paguen las obligaciones. Esto es difícil de comprender.
    Pensando en la economía y no en las vidas que se pierden . Hay que cerrar 100% por varias quincenas hasta que la epidemia se termine. Se daría ayuda al que lo necesite pero mucho menos sería pues no pagando las obligaciones no haría falta tanto dar y menos deudda contratar. Radico en E.U. y aqui no se habla en este sentido.

    sto es difícil de comprender

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