TLCAN non plus ultra

10 julio, 2017 • Artículos, Norteamérica, PJ Comexi, Portada • Vistas: 11352

Rentabilidad electoral en Estados Unidos

El Horizonte

 Jesús Isaac Flores Castillo

Junio 2017

Una colaboración del Programa de Jóvenes del COMEXI

Ross Perot se equivocó. Nunca hubo un «sonido de succión» en el mercado laboral estadounidense a consecuencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), pero el ascenso de Donald Trump a la presidencia y el predominio de su partido en la Cámara de Representantes dan la impresión de lo contrario. Parece que la pérdida de empleos a causa del TLCAN en distritos electorales de estados como Michigan, Pensilvania o Wisconsin cristalizó la colación política que ha permitido al Partido Republicano controlar el Congreso desde 2010 y la Casa Blanca en 2016. A continuación se presenta parte de un análisis más amplio correlacionando el desempleo atribuido al Tratado con los resultados de las elecciones legislativas. Se espera contribuir al entendimiento de la complicada negociación que el gobierno mexicano está enfrentando.

El Tratado, vilipendiado en ambos lados del río Bravo durante casi toda su vigencia, representa una proeza diplomática. La historia de su ratificación es una de esfuerzo y coordinación sin precedentes entre el sector público y privado (tanto en Estados Unidos como en México) para lograr el beneplácito de los congresistas en el Capitolio. La titánica tarea que involucró el «cortejo» de los 435 representantes tuvo episodios verdaderamente grotescos, como los detallados por el embajador Jorge Montaño en Misión en Washington. Entre las anécdotas destaca el caso de las amenazas proferidas por el entonces congresista (y presidente del comité de pequeñas empresas) republicano del decimosexto distrito de Illinois Donald Manzullo, quien condicionó su apoyo al tratado exigiendo la devolución de un auto confiscado a un habitante de su distrito conforme a la ley mexicana, en Torreón.

El diseño del sistema político estadounidense permite que los congresistas tengan amplia influencia en temas nacionales e incluso la habilidad para bloquear su aprobación en la Cámara. Justamente por eso, la inversión en cabildeo legislativo por parte del gobierno mexicano en 1993 fue instrumental para la aprobación del Tratado.

Thomas O’Neill, Presidente de la Cámara de Representantes entre 1977 y 1987, acuñó la célebre frase de «toda la política es local». El cierre de algunas empresas que han migrado sus operaciones a México desde la entrada en vigor del Tratado en 1994 ha influenciado las plataformas electorales de manera importante y es un factor que no puede ignorarse, es por eso que los candidatos en cada distrito toman en cuenta esta y otras realidades para mantenerse en sincronía con sus votantes. Hoy es políticamente redituable culpar al libre comercio, y al TLCAN en particular, por el sentimiento de marginación anidado en cierto sector de la población blanca sin estudios universitarios, predominantemente rural y en general mayor de 40 años, precisamente el núcleo demográfico que le dio el triunfo a Donald Trump. Por ejemplo, la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París es resultado de la imperante necesidad del Presidente por satisfacer a su base electoral cumpliendo sus promesas de campaña más radicales. La negociación del TLCAN se inscribe en la misma lógica.

Aunque fueron los republicanos los impulsores del Tratado y tradicionalmente han patrocinado el libre comercio, desde el gobierno de William Clinton también los demócratas (sobre todo la élite de las costas) han utilizado los tratados comerciales como instrumento promotor de intereses regionales. Hasta hace poco, el libre flujo de bienes era un paradigma con fuerte apoyo bipartidista en Washington, pero la elección de Trump y el inesperado surgimiento de Bernie Sanders en las primarias demócratas sugieren que la presión en los extremos del espectro ideológico contra el libre comercio ha sido subestimada.

Getty Images-Frederic Brown

La distribución de la culpa

Asumiendo que el control ejercido por el Partido Republicano sobre la Cámara de Representantes en los últimos 10 años se debe a demandas de proteccionismo comercial por parte de la misma coalición electoral de Trump en 2016, y suponiendo que el TLCAN ha sido un factor de peso en las consideraciones políticas de los estadounidenses, debería existir una correlación entre el desempleo atribuido al Tratado y la diferencia porcentual en el nivel de votación para el Partido Demócrata, tomando como referencia 2006 y comparando el resultado con 2008, ambos años de elecciones intermedias. Los resultados son interesantes y estratégicamente útiles para focalizar los esfuerzos de cabildeo con miembros específicos del Congreso.

Con los datos disponibles en la Comisión Federal de Elecciones y el estudio de Robert E. Scott «Heading South: U.S.-Mexico Trade and Job Displacement After NAFTA» publicado por el Economic Policy Institute sobre desplazamiento laboral se construyeron varias versiones de modelos lineales y logaritmos. Se utilizó como variable independiente la proporción de empleos desplazados por el TLCAN con respecto del total de población del distrito electoral en cuestión y como variable dependiente la diferencia en los niveles de votación entre 2006 (t0) y 2010 (t1) para el partido que ostentaba la representación distrital en t0, que podría o no haber perdido el escaño, esta diferencia (t1-t0) se asume negativa en los casos donde el distrito cambió de filiación política, es decir t0>t1. Por ejemplo, en 2010 el décimo distrito de Illinois (IL10) tenía una población económicamente activa de 309 900 personas y un desempleo acumulado atribuido al Tratado de 2300, en este caso la proporción de empleos desplazados sobre los empleos totales es de 0.74%. Este dato es un buen ponderador para evitar sesgos de medición.

Las fronteras de los distritos electorales cambian cada 10 años después del censo legal, en consecuencia habrá estados que pierdan o ganen asientos en el Congreso si su población decreció o aumento respectivamente. Precisamente por eso, el estudio de Scott tal y como está diseñado no puede usarse para comparar la composición distrital actual, aunque sí para contrastar los cambios en la votación estatal para senadores, dado que las fronteras estatales nunca cambian. El Instituto Cato ofrece buenas mediciones en su reporte «Free Trade, Free Markets: Rating the Congress», por lo que es una buena fuente si el lector desea profundizar en este tema. Se esperaría que a mayor desempleo, mayor sería la brecha entre t0 y t1 en valor absoluto para demócratas y republicanos, incluso más para los primeros que para los segundos, tomando en cuenta las tendencias demográficas descritas anteriormente. Ningún modelo estadístico de regresión lineal intentado atribuye más de un 10% de poder explicativo al desempleo, volviendo la variable irrelevante en términos prácticos. El asunto no es poca cosa, quiere decir que hay muchos factores adicionales no considerados en las decisiones de los electores a nivel distrital y que el TLCAN (o la pérdida de empleos a causa de este) no es ni de cerca el principal.

No existe evidencia suficiente para afirmar que el desempleo producto del TLCAN ha inclinado las preferencias electorales en un sentido u otro. Ningún estado del cinturón industrial muestra decisivamente la tendencia de votación que se esperaría dadas las circunstancias actuales. Sí, el TLCAN es un buen chivo expiatorio, pero no es ni de lejos el principal factor detrás de la realineación política a nivel distrital en Estados Unidos.

Sin embargo, si se segmenta a los distritos en cuatro categorías diferentes se puede tener una perspectiva muy útil de cuales distritos electorales merecen más atención por su nivel de influencia potencial en la renegociación del TLCAN, además de cuáles de ellos podrían ofrecer un mejor retorno sobre la inversión (RSI) en gasto de cabildeo legislativo, tanto para el gobierno de México como para las empresas mexicanas y estadounidenses interesadas en la sobrevivencia del Tratado. En el presente análisis se categorizó a los distritos (incluido Washington D.C.) de acuerdo con el partido que los representaba en 2006 vis à vis 2010: 1) Demócratas en 2006 y republicanos en 2010 (47); 2) Republicanos en 2006 y demócratas en 2010 (8); 3) Demócratas en 2006 y demócratas en 2010 (185); 4) Republicanos en 2006 y republicanos en 2010 (188).

Hay ocho distritos electorales faltantes que carecen de datos de votación, ya sea en 2006 o en 2010 debido a causas diversas, como las sentencias judiciales que forzaron cambios en las fronteras de cinco distritos en Texas impidiendo elecciones ordinarias ese año. Las cuatro categorías exhiben resultados importantes, pero las más significativas son la uno y la cuatro, aun cuando no agrupan a la mayoría de los distritos (12.64% para ser exacto) es más fácil observar efectos adversos de un factor como el desempleo producto del TLCAN sobre las preferencias electorales en estos distritos.

La derrota demócrata en 2010

La categoría uno es particularmente relevante porque muestra 47 distritos que cambiaron de partido entre t0 y t1 representando un traspaso de poder de grandes proporciones en la política estadounidense. El TLCAN debería ser significativo explicando un evento tan estadísticamente trascendente, pero no es así. La gráfica A muestra la baja correlación entre las dos variables analizadas para esta categoría. El eje X representa la proporción de empleos desplazados por el TLCAN con respecto del total de población del distrito electoral, el eje Y la diferencia t1-t0 en valor absoluto. Los distritos que están más cerca de la línea de tendencia serían aquellos que encajan en el modelo de regresión. Como se puede apreciar son muy pocos.

No solamente las preferencias electorales no responden a las expectativas del modelo, sino que se mueven en sentido completamente opuesto en ciertos distritos. Es el caso de los distritos MS4, PA11, MI1, SD0, TX17 y TX22, solo por citar algunos, que tienen un porcentaje de desempleo menor a 0.6 (0.006 en la gráfica A) y la diferencia porcentual en la votación t1-t0 es mayor a la tendencia esperada. En estos distritos el desempleo a causa del TLCAN es muy poco significativo, la diferencia en la votación debería haber sido muy pequeña, sin embargo no fue así. En ese escenario habría dos explicaciones: 1) que de alguna manera el efecto del TLCAN está subestimado o más probable; 2) que hay otros factores que influyeron en el cambio de partido a nivel distrital.

Un ejemplo claro de lo anterior sería el vigésimo segundo distrito de Texas (TX22) ya enumerado en la categoría uno, que enmarca un área suburbana de la zona metropolitana de Houston y que resulta ser un distrito con fuerte identidad cristiano-evangélica, incluso por encima de comunidades del sureste estadounidense. Sería más plausible creer que los ciudadanos en este tipo de distritos tienen en mente otras prioridades por encima del TLCAN cuando emiten su voto cada 2 años. La enorme radicalización política que la elección del presidente Barack Obama provocó en distritos como este sería también parte de la explicación.

Gráfica A. Elaboración propia.

La gráfica A muestra la correlación entre el desempleo atribuido al TLCAN como porcentaje de la población económicamente activa por distrito (Sharedist) y la diferencia en el nivel de votación t1-t0 (en valor absoluto) para distritos que votaron por representante demócrata en t0 y republicano en t1 (DIF0610AJ). Ambas variables se expresan divididas entre 100 (Ej. 0.2=20% y.0.005=5%).

El curioso caso de los distritos republicanos

Los distritos que permanecieron con un representante republicano en ambos periodos no exhiben correlación alguna con los empleos desplazados atribuidos al Tratado, la gráfica B da cuenta de ello. De hecho, pareciera que los distritos cuya proporción de empleos perdidos con respecto a su población económicamente activa está entre 0.5% y 1% no responden electoralmente al TLCAN, no reflejan esta variable de manera consistente en sus preferencias. Esto no quiere decir que no existan factores más abstractos y difíciles de medir que hayan influido en estos casos.

Las excepciones a este razonamiento se han resaltado en el rectángulo amarillo de la gráfica B. Son distritos que se comportan como el modelo predeciría que lo harían. Se trata de MI7, MI8, MI10, MI11, OH5, OH4, IN6, IN3 y TX3. El dato interesante es que cuatro de estos distritos pertenecen a Michigan y dos a Ohio, ambos estados que definieron la elección presidencial en 2016. En el primero de ellos todos los distritos pertenecen a áreas golpeadas por la migración de empresas y sobre todo en el sector automotriz. Destaca el caso del onceavo distrito de Michigan (MI11) que abarca el noroeste de Detroit, cuidad que se declararía en banca rota en 2013. Se aprecia claramente que son factores muy locales los que han cambiado la dirección del voto. Estos distritos podrían ser aquellos donde el TLCAN es un tema importante a la hora de votar.

Gráfica B. Elaboración propia.

La gráfica B muestra la correlación entre el desempleo atribuido al TLCAN como porcentaje de la población económicamente activa por distrito (Sharedist) y la diferencia en el nivel de votación t1-t0 para distritos que votaron por representante republicano en t0 y republicano en t1 (DIF0610) ambas variables se expresan divididas entre 100 (Ej. 0.2=20% y.0.005=5%).

¿Cuál es la explicación correcta?

Hasta 2010 existía una mayor heterogeneidad en los distritos electorales, lo que los volvía más competidos y tendientes a elegir representantes con agendas políticamente centradas. Después del censo de ese año, la redistritación realizada por las autoridades estatales produjo unidades más homogéneas que, en promedio, facilitan la victoria de los candidatos republicanos con posiciones parroquiales y menos equilibradas, quienes desafían el modo tradicional de hacer política en Washington. La composición de las fronteras distritales explicaría más el control republicano del Congreso y no tanto el desempleo proveniente del TLCAN. Es importante mencionar que no se está tomando en cuenta la pérdida de plazas laborales producto de otros tratados comerciales o de otras políticas públicas implementadas por el gobierno federal.

La percepción popular de la crisis financiera de 2008, la elección de Obama, la aprobación de la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible (ACA), la nueva conformación de los distritos electorales, el inesperado activismo de sectores radicales del Partido Republicano como el Tea Party, así como factores puramente locales no relacionados mutuamente, explican mejor la histórica transferencia de poder entre el Partido Demócrata y el Republicano de 2006 a 2010.

No debería sorprender que un político diga «verdades a medias» para ganar votos, sobre todo en año electoral. Tampoco debería asombrar la limitada comprensión que algunos políticos estadounidenses en Washington tienen de México. Lo que se esperaría es una reacción más vigorosa de los numerosos grupos que han cosechado los beneficios del Tratado, exhibiendo al mismo tiempo el doble discurso que se ha vuelto ofensivamente normal durante los primeros meses del gobierno de Trump. Incluso Ross Perot dejó de criticar al TLCAN cuando se filtró información sobre los negocios que la familia del multimillonario tenía en México. Admisiblemente, estas estrategias por sí solas no serían suficientes dado el nivel de polarización política existente en la actualidad y la inefectividad de los escándalos de relaciones públicas para cambiar la percepción que el votante republicano promedio tiene del Presidente. Los congresistas de distritos fronterizos con México han mostrado un consenso bipartidista en defensa del TLCAN. Lo hacen no por ideología sino por mero pragmatismo económico, sobre todo en el caso de Texas. Habría que imbuir el mismo nivel de sentido común en otros congresistas susceptibles a ser convencidos. México lo ha hecho antes. Seguramente podrá hacerlo de nuevo, la apuesta es más elevada hoy de lo que era hace 23 años.

JESÚS ISAAC FLORES CASTILLO es licenciado en Relaciones Internacionales por el ITAM, maestrante en Economía en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y miembro del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (PJComexi). Ha trabajado en el sector público como asesor legislativo, en la academia como investigador invitado y en el sector privado como gerente de comunicaciones de Linio Latinoamérica. Sígalo en Twitter en @jeshuaitzhak

Tags:, , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cargando…