La guerra de Gaza en Eurovisión Malmö 2024

15 mayo, 2024 • Artículos, Europa, Portada • Vistas: 533

Doble rasero a favor o en contra Israel

N+

logo fal N ene Stéphan Sberro

Mayo 2024

Ante las crisis tan profundas que atraviesan Europa y el mundo entero, no sorprende que el Festival de la Canción de Eurovisión 2024, realizado en Malmö, Suecia, haya sido el más tenso y controvertido de su larga historia de casi 7 décadas. Ya se ha escrito innumerables veces que más allá de ser el espectáculo musical más importante del mundo, el concurso de Eurovisión es el espejo de Europa, su cultura, la imagen que quiere dar y, en 2024 más que nunca, de su geopolítica. De alguna manera muestra cómo Europa misma es a la vez un inmenso éxito y un nudo constante de contradicciones y quejas.

En la edición 68 de Eurovisión, dos países participantes están envueltos en guerras extremadamente crueles: Ucrania e Israel (sin mencionar Armenia, Azerbaiyán, Georgia e incluso Moldavia, que se encuentran inmersos en graves conflictos). La guerra en Ucrania trastornó los dos concursos anteriores. En 2022, Bielorrusia y Rusia fueron definitivamente excluidas, y Ucrania ganó el concurso. Nadie duda que la solidaridad europea haya sido un factor decisivo de la victoria. En 2023, el concurso no pudo realizarse en Kiev, como señala la regla para el país victorioso, por lo que se llevó a cabo en Liverpool, en el Reino Unido.

En 2024, Israel experimentó a la vez la solidaridad, pero también la hostilidad a un nivel nunca antes visto en un evento que se supone festivo, destinado a promover el acercamiento entre los pueblos. Nunca antes el evento fue sometido a tantas presiones y críticas de todas partes. Nunca antes había parecido tan frívolo y profundo, tan prescindible y también tan relevante. El lema elegido por el anfitrión, Suecia, “Unidos por la música”, fue a la vez reivindicado y ridiculizado.

La intención de excluir a Israel

Las exigencias de exclusión del país judío por parte de grupos políticos, sociales y artísticos, así como las manifestaciones en Malmö, la ciudad sede, contra la cantante israelí y el acoso que tuvo que enfrentar por parte de parte del público y de algunos otros concursantes son inauditos. Afortunadamente fueron minoritarios y el concurso se llevó a cabo exitosamente. El trato que se le dio a Israel y las reacciones de apoyo masivo del público en toda Europa abren varios debates de forma y de fondo. Entre ellos, se encuentran las reglas del concurso, establecidas por la Unión Europea de Radiodifusión (UER), así como el método de votación y los criterios de sanciones para los cantantes y los países participantes, como la legitimidad del reclamo de exclusión de Israel.

Hace varios meses, grupos de presión cabildearon para que Israel estuviera excluida del concurso en razón de la guerra que conducía en Gaza contra el Hamás, con un costo elevado en muertes civiles y destrucciones. Se trataban de grupos marginales, de los cuales los más organizados eran dos partidos de extrema izquierda en España y Francia, así como peticiones de algunos artistas de los países nórdicos. Miles de individuos llamaron a tal exclusión en declaraciones públicas y en las redes sociales. Tuvieron visibilidad, pero no éxito. Ningún gobierno de los países participantes se pronunció a favor de tal opción. La UER rechazó excluir a Israel. Ninguno de sus miembros, los canales de televisión pública que financian el concurso, disputó esta decisión.

El principal argumento que motivó esta decisión era que el concurso no era político y que no se podían tomar decisiones motivadas por razones políticas. Se trata de un argumento frágil pues, sin menospreciar la importancia de la gran fiesta que representa, todos entienden que Eurovisión tiene un aspecto sumamente político. Para respaldar su demanda y demostrar la hipocresía del argumento, los grupos que exigían la exclusión de Israel invocaron el precedente ruso. Después de la invasión a Ucrania, Bielorrusia y Rusia fueron excluidos del concurso. Este argumento es aparentemente imparable. Pero es erróneo en la forma (es decir legalmente) y fue fácilmente refutado por la UER. Sobre todo, es falso y perverso en su fondo y sus implicaciones.

Solo se puede esperar que Eurovisión, sin dejar su vertiente política que también la hace interesante, regrese a ser la gran fiesta europea y mundial que siempre ha sido.

Jurídicamente, el canal público israelí Kan no había infringido ninguna regla de la UER como lo habían hecho Bielorrusia y Rusia. Más contundente aún, contrariamente a Bielorrusia y Rusia, Israel es una democracia, y por ende la televisión pública no refleja la voluntad y las opiniones del gobierno. Tampoco ningun canal público en otro país había solicitado que se debata esta cuestión. Es más, varios, entre los financieramente más poderosos, habían hecho saber de manera informal que no aceptarían un debate y menos una decisión sobre la exclusión del canal israelí, que había sido anfitrión del concurso apenas 5 años antes. Esto contrasta fuertemente con lo que pasó con Rusia cuando hubo unanimidad de los decisores europeos para la exclusión del país, y más bien era su permanencia en el concurso lo que hubiera provocado una crisis.

Pero, sobre todo, el argumento es fundamentalmente perverso y tiene un propósito político claro. Contrariamente a Rusia, Israel no fue el agresor y el invasor, sino el agredido y el invadido, y ejerce su derecho de legítima defensa bajo el Derecho Internacional. Más importante aún, no combate contra un Estado o un pueblo, sino contra un grupo terrorista, así definido por la Unión Europea, que ha cometido las peores y más cruentas masacres de civiles judíos desde la Segunda Guerra Mundial. Si bien se puede deplorar las victimas civiles palestinas, fomentada por la política deliberada de Hamás de utilizarlos, la situación y la actuación de Israel no tienen que ver con la de Rusia. Como pruebas de la inversión de los papeles, se observa claramente el apoyo que brinda Rusia a Hamás, mientras Ucrania defiende la posición israelí.

Triunfó la neutralidad

Los miles de manifestantes en las calles de Malmö durante los 2 días que la representante de Israel se paró sobre el escenario, no lograron impedir un final digno y, para la mayoría, feliz. Todo salió bien tanto para todo el mundo. Suecia y la UER pudieron concluir sin incidentes el concurso más difícil de la historia; ganó uno de los favoritos, el representante de Suiza, un país que no debería de representar ningún tipo de problema, pues además es el más neutral y el más rico del continente.

Israel también salió airadamente. Llegó en quinta posición gracias al apoyo masivo de los televotantes de las audiencias europeas. En 14 de los 37 participantes, fue el país más votado. También fue el más votado por el grupo del resto del mundo. En 7 otros países fue el segundo país más votado. Ese apoyo masivo del público, incluso en los tres países donde el gobierno es el más hostil a Israel (Bélgica, España e Irlanda) constituye una gran victoria en términos de imagen y estima.

Solo se puede esperar que Eurovisión, sin dejar su vertiente política que también la hace interesante, regrese a ser la gran fiesta europea y mundial que siempre ha sido.

STÉPHAN SBERRO es doctor en Ciencias Políticas por la Université Sorbonne-Nouvelle. Fue Jefe del Departamento Académico de Estudios Internacionales del ITAM.

Tags:, , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cargando…