La migración calificada en México

26 febrero, 2015 • Artículos, Asuntos globales, Latinoamérica, Norteamérica, Portada, Regiones • Vistas: 11609

En busca de la política educativa y migratoria correcta

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Febrero 2015

El nuevo enfoque político en materia de migración calificada en México ha sido marcado por el programa Proyecta 100 000: Hacia una región del conocimiento, a cargo del Foro Bilateral sobre Educación Superior, Innovación e Investigación (FOBESII). Se trata de una iniciativa de cooperación lanzada en 2013 con el objetivo de que México reciba 50 000 estudiantes estadounidenses y envíe a su vez 100 000 estudiantes mexicanos a Estados Unidos. Algunas de las preguntas obligadas son: ¿regresarán a México? Y si regresan, ¿tendrán un trabajo adecuado con respecto a su preparación? Además, existen otras interrogantes como el financiamiento de estos estudios, actualmente responsabilidad principal de los gobiernos, pero que potencialmente podría recaer también en las empresas estadounidenses.

Este programa de circulación de talento debe ser analizado en perspectiva histórica. A nivel mundial, las políticas migratorias, sobre todo las que se refieren a la migración calificada (individuos con licenciatura) y altamente calificada (individuos con posgrados), han cambiado mucho a partir de la década de 1970. Pasamos de un período de pesimismo sobre la migración calificada, representado por el enfoque de fuga de cerebros y por políticas de retorno, a uno de optimismo en el que se pensó que la migración calificada atraería intercambio, inversiones y redes de conocimiento. En ese momento, se iniciaron los programas de vinculación con la diáspora para esos recursos humanos que se encuentran en el exterior.

Actualmente, se reconocen los vínculos mundiales y las identidades transnacionales de los migrantes calificados ubicados dentro de una élite económica con facilidades de elegir sus lugares de trabajo y sus ciudades de residencia. En un intento de equilibrio entre el pesimismo de la «fuga de talentos» y el optimismo de la diáspora del conocimiento, muchas perspectivas actuales intentan rescatar la parte benéfica de la migración calificada, la ganancia de cerebros y el desplazamiento dañino de las personas calificadas, es decir, el desperdicio de capacidades. Además, observamos que la política migratoria se guía por las perspectivas teóricas. Por lo tanto, se podría decir que el estudio del tema de la migración calificada se convierte muchas veces en un ejercicio de ciencia social aplicada que busca soluciones a un problema concreto.

AFP

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Por su parte, México -como muchos otros países fundamentalmente de emigración en Latinoamérica y en el mundo- ha seguido esas etapas y modas políticas, correspondientes a diferentes maneras de entender el fenómeno, como la vulgarmente conocida fuga de cerebros. Criticables o no, todos los programas de retorno, repatriación y vinculación con la diáspora calificada de mexicanos son parte de una tendencia mundial de ubicarse en un contexto en el que se da la circulación de talentos, entendida como flujos multidireccionales de profesionistas que se mueven a través de las fronteras. La circulación no debe entenderse necesariamente como un fenómeno en el que los individuos cambian continuamente de país, sino que hay un contacto permanente con identidades culturales diferentes, con economías diferentes y una conciencia política mundial que empodera a las élites profesionales que aquí nos ocupan.

Ahora bien, la circulación de personas emprendedoras y talentosas indica que hay que corregir la antigua distinción entre países de origen y de destino, categorías que en la globalización no necesariamente benefician la política migratoria calificada. Un análisis a fondo de las políticas de atracción más exitosas en el mundo -como es el caso de Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos, entre otros- nos muestra que el común denominador de sus acciones es la atracción de talentos, ya sea los nacionales que se encuentran en el extranjero o de los extranjeros que podrían llegar al país. Por lo tanto, las políticas públicas pueden ser estrategias explícitas para atraer talento de otros países -a través de visas especiales o ventajas competitivas, como la ciudadanía y los puntos- o implícitas -que usan el talento nacional en el extranjero a través de retorno o redes-.

Los lugares más atractivos para los migrantes altamente calificados reúnen varios criterios, como alta inversión en investigación y desarrollo, alto PIB per cápita, poca desigualdad y muchos inmigrantes. En contraste, los principales países exportadores de migrantes muestran bajo desempeño en educación, alto crecimiento demográfico y bajo crecimiento económico. En México, la emigración calificada ha aumentado de 11.5% en 1975 a 15.2% en 2000. En la actualidad, esa cifra llegó a 16.9%. Sin embargo, si lo comparamos con países con población similar -con más de 20 millones de habitantes- en África, el problema no parece tan grave. Para Kenia, el porcentaje de emigración calificada era de 37.8% en 2000 y para Uganda de 34.7%. Entre los países de ingreso medio en Latinoamérica, México tiene el índice de migración neta más alto, con el -2.3%, comparado con el -0.5% en Colombia, el -0.2% en Brasil y el 0.3% en Chile, según estimaciones de la Organización Internacional de las Migraciones para 2010-2015.

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Sin embargo, los índices de migración no solo se relacionan con el PIB y con la inversión en educación, en investigación y en desarrollo. También dependen de la ubicación geográfica de los países y de la aplicación de políticas públicas para el desarrollo y para la migración, mismas que tienen que ser creadas para responder al contexto regional. Si comparamos la política mexicana con la de sus socios del Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), observamos que Canadá y Estados Unidos tienden a favorecer la atracción de trabajadores calificados del extranjero y no cuentan con una política de vinculación y de fortalecimiento de las diásporas, ni nacionales ni extranjeras, porque no responde a propósitos económicos o políticos inmediatos. En contraste, la política mexicana trata de retornar, retener y vincular su propia diáspora del conocimiento en el extranjero para responder a objetivos de desarrollo del país.

Sin embargo, la política de atracción de extranjeros es prácticamente nula, siendo que México financia estudios de posgrado para talento exógeno a través de instituciones como la Secretaría de Relaciones Exteriores, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) o la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero el Instituto Nacional de Migración generalmente tiende a regresarlos a sus países de origen al no renovarles las visas de inmigrantes y presionar para que dejen el país. De esta forma, hay un desperdicio de recursos y una falta de ubicación en el contexto económico mundial, en el cual el vínculo entre el capital humano y el desarrollo es evidente.

CAMELIA TIGAU es investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es autora de los libros Riesgos de la fuga de cerebros en México: construcción mediática, posturas gubernamentales y expectativas de los migrantes (CISAN-UNAM, 2013) y Diplomacia en la era digital. La ayuda alimenticia como maniobra neoliberal (UNAM-CISAN y Grupo Editorial Cenzontle, 2009). Contáctela en ctigau@unam.mx.

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