Carta del Director

La crisis económica global requiere coordinación de las políticas de los distintos gobiernos en el mundo, para mitigar sus efectos y reducir su alcance en las economías emergentes y en los países en desarrollo. También se trata de evitar que la falta de confianza frene la recuperación y que la insuficiente supervisión financiera internacional genere nuevos problemas.

Aunque no haya un consenso absoluto sobre qué tipo de políticas (fiscal, comercial o monetaria) debe haber para responder a esta situación, sí hay un consenso generalizado sobre la necesaria reforma de las instituciones. Sin embargo, no hay acuerdo sobre qué tipo de reforma o qué senda seguir para que las instituciones internacionales de gobernanza cumplan con su cometido en el mundo actual. Tampoco parece haber un consenso sobre los actores que deben liderar y protagonizar la necesaria reforma institucional. Los artículos que se presentan en la primera parte de este número sobre las instituciones internacionales para el futuro reflejan la controversia. La idea central es que, con interdependencia creciente, las instituciones internacionales eficaces benefician a todos y que, en consecuencia, hay que producir bienes públicos globales, tales como la estabilidad económica, la prevención del cambio climático o la lucha contra el terrorismo. En esta línea, Brooks y Wohlforth consideran que Estados Unidos está capacitado para persuadir a otros gobiernos. Afirman que todavía no existe un mundo multipolar y Estados Unidos no será reemplazado como primera potencia durante mucho tiempo; por esta razón, debe desempeñar un liderazgo en la reforma de las instituciones.

Desde una perspectiva más económica, Fred Bergsten defiende la necesidad de un G2 entre Estados Unidos y China para dirigir el proceso global de gobernanza y que genere incentivos para la participación de China. Es el poder económico de esta potencia lo que preocupa, así como su tendencia al incumplimiento de los lineamientos del FMI con intervenciones de gran escala en el mercado de cambios para evitar la apreciación del yuan y mantener así su divisa competitiva. Preocupa el peligro que supone para el dólar la acumulación de divisas en China y los riesgos de su actitud, que se extienden al sector energético y al cambio climático. Como complemento de esta aportación, el artículo de Ian Bremmer versa sobre el dilema entre el capitalismo de Estado y el libre mercado. Frente a los países que han desarrollado el capitalismo de Estado, Estados Unidos debe promover el libre mercado y no caer en las tentaciones proteccionistas e intervencionistas.

En el otro extremo, Alicia Bárcena está claramente a favor de que sea Naciones Unidas, mediante un Foro de Coordinación Económica Global, quien se encargue de coordinar las diversas instituciones multilaterales y cuente con instrumentos para poner en marcha sus mandatos y directrices. Naciones Unidas sería la única institución global que cuenta con la representatividad y la legitimidad necesarias para este objetivo, ya que los foros como el G20, a pesar del avance respecto al G7 y al G8, no dejan de ser un grupo de países autoelegidos y sin legitimidad. En el ámbito de América Latina, Francesc Granell relaciona la crisis económica, las necesidades financieras de la región y los retos a los que se enfrenta el Banco Interamericano de Desarrollo en su cincuenta aniversario.

El impacto de la epidemia del H1N1 en México y en sus relaciones internacionales se trata en dos artículos. En el primero, José Ángel Córdova y Mauricio Hernández, Secretario y Subsecretario de Salud del gobierno de México, respectivamente, explican con detalle las acciones emprendidas para hacer frente a la epidemia y las lecciones aprendidas de la crisis. Apuntan hacia los incentivos que deberían tener los países que cumplen los protocolos de la OMS en los sistemas de vigilancia, atención y reportes epidemiológicos, que en su cumplimiento se pueden ver penalizados económicamente. En el caso de México, las consecuencias económicas de la epidemia han sido severas. Algunos países cancelaron los vuelos desde y hacia México. La complejidad de las relaciones internacionales a raíz de la epidemia en México la explica Homero Campa, para el caso concreto de las relaciones con Cuba. Campa va más allá de la mera crisis epidemiológica para explicar, en clave cubana, el porqué de las acciones unilaterales de Cuba. La epidemia de H1N1, ya declarada pandemia, pone en evidencia la existencia de bienes públicos globales, no sólo en el ámbito de la estabilidad económica y en la gestión del cambio climático, sino en el de la asistencia sanitaria. Los países que cuentan con mejores sistemas públicos de salud han podido responder más eficazmente a la crisis. La producción de bienes públicos globales también tiene que ver con la disponibilidad de buenos sistemas públicos de salud nacionales.

En el resto del número que se presenta, destaca el artículo de Shannon O’Neil, por su análisis de la lucha contra el narcotráfico en México y la creciente violencia que es consecuencia del proceso de democratización, lo que exige reforzar este proceso mediante un cambio de política de Estados Unidos hacia México, para que sea considerado como un socio estratégico.

En referencia a América Latina, se presentan los artículos de los autores del estudio de la opinión pública latinoamericana Las Américas y el mundo 2008. Se trata de un trabajo sobre Colombia, Chile, México y Perú. En estos países, la opinión pública tiene preferencias internacionales definidas y la legitimidad de las democracias depende de las actitudes de sus ciudadanos. Hay un ánimo optimista sobre el futuro de la región, y desconfianza hacia Estados Unidos y Venezuela. A pesar de la opinión optimista de los ciudadanos en América Latina, la fragilidad de las democracias se constata dramáticamente una vez más. Antes del cierre de esta edición, se produjo el golpe de Estado en Honduras, con la destitución del presidente Manuel Zelaya. Es un hecho muy grave, que refleja las tensiones que se producen en los procesos de reforma política y constitucional emprendidos en distintos países de América Latina. Las soluciones militares, la suspensión de derechos y el recorte de las libertades no contribuyen a la estabilidad democrática ni al desarrollo económico de la región.

Jordi Bacaria Colom