Carta del Director

¿Dónde estaba usted el 11 de septiembre de 2001 cuando ocurrieron los atentados terroristas en Estados Unidos?

Algunos integrantes del equipo de Foreign Affairs en Español (FAE) nos encontrábamos en Washington, D.C. Nuestras actividades habían concluido: el viernes 7 de septiembre asistimos a la reunión de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), donde el canciller mexicano, Jorge G. Castañeda, dio una conferencia auspiciada por la revista; y el 10 de septiembre estuvimos en la presentación de FAE organizada por el Diálogo Interamericano y el Instituto Cultural Mexicano. La mañana del martes 11, yo me encontraba a bordo de un avión de American Airlines en el aeropuerto Reagan-National, a escasos tres kilómetros del Pentágono, mientras Rossana Fuentes-Berain, junto con Giovanna Jiménez y Jezabel Olmos se dirigían a las oficinas del Banco Mundial a promover nuestra publicación.

Tuvimos que quedarnos en Washington toda la semana siguiente. Llegamos de vuelta a la ciudad de México con una sensibilidad especial: nos había tocado muy de cerca. De hecho, cuando fui evacuado del aeropuerto National, no sólo me impresionó la columna de humo que despedía el Pentágono: el rumor de que otros aviones se acercaban a Washington me hizo pasar serios momentos de angustia.

En México encontramos un ambiente cargado. La reacción ante los atentados se había politizado; los titubeos del gobierno de Fox y de las élites mexicanas, incapaces de dar una respuesta solidaria sin adjetivos, se hicieron más evidentes porque sólo cuatro días antes de los atentados el presidente de México y su comitiva habían sido recibidos en Washington con una cortesía y un esmero reservados al Reino Unido y Canadá, los aliados tradicionales. Para explicar la reacción de América Latina (y en especial México) a los atentados, este número presenta dos artículos: primero, Alejandro Moreno analiza el sentimiento de los habitantes de la región a partir de datos obtenidos con sondeos de opinión; en segundo lugar, el antropólogo Alfonso Alfaro interpreta la compleja actitud de México hacia su vecino del norte a partir de la idiosincrasia y la cultura del país.

Este número de la revista, el primero de 2002, está dedicado a las repercusiones del 11 de septiembre y consta de tres apartados: primero, el terrorismo y los aparatos para hacerle frente, como organismos de inteligencia y fuerzas armadas; segundo, el debate en torno a la globalización, pues el 11 de septiembre es también una manifestación del pobrísimo diálogo que hay entre el G-8 (los siete países más ricos del mundo y Rusia) y los líderes del movimiento antiglobalización; y, finalmente, los efectos de los ataques en la vecindad, es decir, los trastornos que se produjeron en los ciclos migratorio y la frontera con México.

La sección sobre terrorismo y los instrumentos para combatirlo presenta tanto el punto de vista de Washington como el de América Latina. Desde la óptica de la capital atacada, Fouad Ajami explica cómo la supremacía estadounidense tiene que aprender a convivir con la oposición en el mundo árabe-musulmán, que ella misma, de algún modo, ha fomentado. William Perry, ex secretario de Defensa de Estados Unidos, presenta un plan para modernizar el Pentágono y combatir las nuevas amenazas, especialmente el terrorismo.

Desde América Latina, Cristina Eguizábal y Rut Diamint escriben un revelador ensayo sobre los peligros que entraña la lucha antiterrorista para las incipientes democracias de la región. Walter Molano y Pamela Starr analizan los efectos económicos de la desaceleración económica de Estados Unidos en el continente.

En el número anterior de la revista manifestamos que «conocer, dar voz y propiciar el debate de las ideas y no el intercambio de insultos o, peor aún, de golpes entre globalifóbicos y globalizadores, será una de nuestras misiones del próximo año». Hoy, ese compromiso cobra mayor importancia. Por eso ofrecimos un espacio a Susan George, una de las dirigentes más notorias del movimiento global de ciudadanos, como ella lo define, o de los «globalifóbicos», como suele llamárseles.

Fernando Henrique Cardoso, presidente de Brasil y sociólogo de gran prestigio nacional e internacional, expone igualmente los desafíos de la democracia en el plano internacional y reitera que no podrá hablarse de apertura verdadera mientras sigan existiendo las barreras que los países industrializados imponen a los productos agrícolas.

Por último, se analizan los efectos del 11 de septiembre en la frontera norte de México, que nos une y nos separa de Estados Unidos, y en la migración de mexicanos que la atraviesan en ambos sentidos. Philip L. Martin y Michael Teitelbaum atacan la propuesta de migración del gobierno de México, con el supuesto de que no hay nada más permanente que un trabajador temporal. Pero los autores se limitan a defender el statu quo, sin presentar soluciones alternativas a un problema que afectará de manera creciente las relaciones bilaterales. No es admisible que dos países con el grado de integración económica de México y Estados Unidos continúen con la política del avestruz, fingiendo que «no pasa nada» en el terreno migratorio.

Frente a ello, Peter Andreas, Deborah W. Meyers y Demetrios G. Papademetriou explican, en sus respectivos artículos, los trastornos que ese martes negro produjo en la vida de la frontera. Y señalan que este impacto debe de ser temporal, que ahora más que nunca hay que buscar mecanismos para coordinar la vigilancia fronteriza de modo que los terroristas queden afuera y se abra la puerta al comercio con México y a la regularización migratoria de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos.

Quedamos en espera de sus comentarios sobre experiencias personales o profesionales relacionadas con el 11 de septiembre para nuestra sección de cartas, al tiempo que les adelantamos que en la edición de verano de FAE se analizarán las relaciones entre América Latina y Europa, ya que, como saben, a partir del primero de enero de 2002, España asume la presidencia del Consejo de Ministros de la Unión Europea y el euro finalmente comenzará a circular.

Rafael Fernández de Castro