Xi y Putin: grandes líderes reconfigurando su poder

5 octubre, 2020 • Artículos, Asia/Pacífico, Asuntos globales, Europa, Portada • Vistas: 6441

China y Rusia en busca de reposicionarse en la política internacional

Aftenposten

Carlos Alberto Peña Menjivar

Octubre 2020

Después de desempeñar un papel preponderante en la historia, China y Rusia parecían sufrir de un anonimato aplastante en la política internacional luego del fin de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría. Sin embargo, la situación de ambos Estados ha cambiado a partir de la última década puesto que han buscado reposicionarse como Estados poderosos dentro del orden internacional, labor que han encabezado sus jefes de Estado: Xi Jinping y Vladimir Putin. Sus liderazgos, han sido indispensables para China y Rusia en su búsqueda de alcanzar preponderancia dentro del sistema internacional.

Putin y Xi: una caracterización de su liderazgo

Putin, Presidente de Rusia desde 2012, es licenciado en Derecho por la Universidad de Leningrado, fue oficial de la KGB (organización predecesora del Servicio de Seguridad Ruso) y es considerado como uno de los nueve personajes del Kremlin que integraban la “familia” del expresidente Boris Yeltsin. Desde el inicio de su mandato, Putin marcó su visión respecto al poder, señalando en sus discursos la inexistencia de los vacíos de poder y la firmeza que caracterizaría a las autoridades. Por su parte, Xi, Secretario General del Partido Comunista de China (PCCh) desde 2012 y Presidente de la República Popular China desde 2013, nació en una familia fundadora de la guerrilla comunista y cercana a Mao Zedong, y desde su juventud formó parte de distintos movimientos comunistas. Con estudios en química, teoría marxista y ciencias jurídicas y después de haber finalizado su servicio militar, Xi decidió iniciar una carrera política en gobiernos locales. Debido a su estilo y sencillez, no tardó en ganarse la simpatía popular y fue caracterizándose por su perfil populista. En 2008, como Vicepresidente de la República Popular China, estuvo a su cargo de los Juegos Olímpicos de Beijing, lo que le permitió ejercer libremente un agudo poder blando que catapultó su figura en el escenario internacional.

A pesar de sus incontestables diferencias, una similitud entre Putin y Xi radica en que persiguen objetivos semejantes y ejercen su liderazgo y poder hacia el interior y el exterior de una forma parecida. En ambos casos se puede hablar de populismo, construido desde un ejercicio político popular, desde puestos locales hasta burocracias estatales, más allá de lo social y, además, comparten que su llegada al poder ha sido amparada por exmandatarios u organismos de primer orden. De hecho, Xi consolidó el modelo de apertura al comercio internacional de su predecesor Deng Xiaoping; Putin, en contraste con las políticas elitistas de Yeltsin, ha planteado un giro hacia lo público y social. Asimismo, aunque sus rasgos y trayectorias se han descartado de ser autócratas y a pesar de la dificultad que reside en comparar a estos Estados frente a los modelos institucionales occidentales, en China y en Rusia hay una clara concentración de poder, un fuerte conservadurismo y una fuerte resistencia frente a la crítica y a los grupos opositores. Putin se ha posicionado sobre una débil democracia y ha encontrado la forma de perpetuar su poder, mientras que Xi ha logrado emprender cambios sistémicos dentro del Congreso del PCCh, a favor de propio poder.

China y Rusia, apoyándose en su propia cultura, valores políticos y política exterior, ha procurado ejercer un poder blando para reconfigurar sus ideologías.

Además, en ambos Estados se enaltece el nacionalismo. Por ejemplo, el nacionalismo ruso resalta sus valores cristianos y sus raíces, así como la imagen de Putin como líder que, según el escritor Carlos Taibo exacerba la “rusofilia”, que se ha definido entorno a que es un dirigente conservador, providencial, fuerte y decidido. Sobre todo, ambos Estados han sabido concertar este sentir nacionalista con los principios liberales frente al desarrollo tecnológico e industrial y el libre mercado. No obstante, algunos académicos sostienen que un gobierno chino más autocrático y personalista puede acabar dependiendo de un acrecentado sentimiento de nacionalismo y agresividad frente a rivales externos como forma de mantener la legitimidad, lo que podría desencadenar un resentimiento hacia la dominación y, en el caso de Rusia, un exceso nacionalista podría rememorar al periodo zarista, que es una estrategia contraria a la simpatía pretendida por Putin en la actualidad.

La proyección al interior contra la exterior y el poder blando

Sin duda, el liderazgo, el conservadurismo y el autoritarismo que caracteriza a China y a Rusia se evidencia contrastando su situación interior frente a la exterior y, sobre todo, en la forma que se ha reconfigurado el poder frente a sus líderes. Los Estados, aunque con débiles contrapesos, aparentemente equilibran la esfera de acción interna frente a la externa. Sin embargo, desde el interior, ese poder no se ha logrado solventar del todo.

En China, la existencia de múltiples protestas y discordancias en temas como Taiwán o el Tíbet desafían el liderazgo de Xi, pero la exaltación de las raíces milenarias y la cultura busca enorgullecer a sus nacionales para llevar esto al exterior por encima de sus convulsiones internas. En Rusia, a pesar de que las políticas de Putin han devuelto los frutos de la explotación de recursos al mismo Estado, las críticas internas a su gobierno giran en torno a la violación sistemática de los derechos humanos y los incesantes ataques a las libertades de su población. Pareciera que esto forma parte de la visión autoritaria de un bienestar hacia afuera, es decir, de una proyección favorable al exterior y, por otro lado, se asemeja a la llamada ironía del conservadurismo moderno sugerida por el politólogo Rein Staal, ya que el Estado persigue prosperidad económica y poder nacional a desmedro de las preocupaciones tradicionales por la autoridad y la comunidad.

Además, China y Rusia, apoyándose en su propia cultura, valores políticos y política exterior, ha procurado ejercer un poder blando para reconfigurar sus ideologías y principios respaldando la pretensión de reubicarse como potencias en el sistema internacional. En China, por medio de grandes flujos de cooperación y financiación a sus periferias, se busca proyectar hacia el exterior el poder y la influencia china por medio de la Iniciativa del Cinturón y la Nueva Ruta de la Seda. Por ello, las pretensiones chinas se evidencian no con un enfrentamiento directo al hegemón, sino con la priorización regional, comercial, económica y la atención a temas fronterizos, seguridad y la especialización de sus fuerzas armadas. En Rusia, mediante la rusofilia, Putin intenta presentar al país como un modelo que merece admiración y que por ello debe ser imitado, ya que su orden social y cuerpo ideológico permitiría hacer frente a las miserias de las sociedades occidentales, lo que idealiza finalmente al gobierno y al mismo Putin como “la última esperanza de salvación”. También, Rusia se ha centrado en Siria, Ucrania y el Ártico para la subsistencia de su estatus y de acrecentar su influencia creando vínculos con China.

Proyecciones

En el contexto actual, China y Rusia tienen frente a sí grandes oportunidades para reposicionar su poder blando. Por ejemplo, su labor como mediadores o aliados en algunos conflictos en desarrollo es trascendental y las acciones frente a la pandemia del coronavirus y las investigaciones que han llevado a cabo para su tratamiento han recibido inmensa atención. Apegándose a la figura de líderes ideales o de esperanza para los actores externos a su jurisdicción territorial y generando capacidades internas bajo el respaldo y la confianza de los sectores de poder en conjunto al poder económico y comercial, China y Rusia podrían en un determinado momento extender sus pretensiones de poder desde lo regional hasta lo más alto del sistema internacional.

CARLOS ALBERTO PEÑA MENJIVAR es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de El Salvador (UES) y maestro en Relaciones Internacionales y Diplomacia por la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA). Además, cuenta con experiencia académica como investigador en temas de política internacional y geopolítica, y experiencia técnica en la Cooperación Internacional para el Desarrollo. Sígalo en Twitter en @CarlosPMenjivar.

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