¿Otra década perdida? Las consecuencias de la pandemia en el hemisferio

26 abril, 2021 • Artículos, Asuntos globales, Europa, Portada • Vistas: 3441

Nuevo número de Foreign Affairs Latinoamérica

Jordi Bacaria Colom

Abril 2021

FAL

Hace un año, la edición impresa del número de Foreign Affairs Latinoamérica publicado en abril de 2020 no pudo ser distribuida debido a la pandemia; tuvimos que llegar a nuestros lectores y suscriptores solamente en formato digital. Luego, con retraso, cumplimos con nuestro compromiso de distribuir todos los números impresos de 2020, aunque no pudimos llegar a nuestros puntos habituales de venta directa en México. En 2021, tuvimos que suspender otra vez la distribución del número publicado en enero. No sabemos todavía cómo les llegará este número. Lo importante es que seguimos publicando. Un año de pandemia y seguimos. Lamentablemente, no todo el mundo ha podido seguir: ni las personas víctimas del contagio ni las empresas que han tenido que parar sus actividades por las restricciones a la movilidad.

En esta edición retomamos distintos acercamientos a la pandemia, centrándonos en Latinoamérica. A partir del título del artículo de Luis Alberto Moreno, nos preguntamos si esta también será una década perdida para la región. Moreno explica que en marzo de 2020 se propagaron los contagios en Guayaquil y lo mismo ocurrió en otros lugares de Latinoamérica. Fue un desastre humano y económico. Para finales de octubre de 2020 se localizaban en la región siete de los doce brotes más graves, en términos de muertes confirmadas per cápita. En los numerosos análisis realizados, se destaca la poca inversión en salud, la insuficiente recaudación fiscal y la falta de acceso a las redes de seguridad social, debido a la elevada cantidad de trabajadores en la economía informal. También se señalan las actitudes de dirigentes populistas, como Jair Bolsonaro o Andrés Manuel López Obrador, quienes han minimizado una y otra vez la gravedad del virus y la necesidad de usar cubrebocas. Sin embargo, para Moreno, la expansión de la pandemia en Latinoamérica y la crisis de covid-19 es un problema de desigualdad. Si no se hace nada, Latinoamérica se convertirá en una fuente de inestabilidad. La idea de una región estancada y desbordada por protestas callejeras, inestabilidad política y crimen organizado no es la pesadilla de una década perdida por venir, sino la realidad que muchos países latinoamericanos ya afrontan.

Lourdes Sosa Márquez analiza los problemas de endeudamiento que puede volver a afectar a los países latinoamericanos y caribeños debido al covid-19. La autora explica la situación y sus perspectivas, y señala a los actores internacionales y a sus iniciativas de suspensión del servicio de la deuda. Las dificultades de restructuración que sufrió Argentina por el juicio de los fondos buitre en Nueva York tuvieron implicaciones para el sistema financiero internacional, porque pusieron en evidencia la falta de mecanismos multilaterales para la restructuración ordenada de deudas soberanas. Si las economías sufren daños que afecten su capacidad productiva como consecuencia del covid-19, y si esto coincide con que haya menos liquidez y tasas de interés más altas, puede producirse una nueva crisis de deuda. Hay que evitar esta crisis que obstaculizaría la respuesta a otras y complicarían las posibilidades de recuperación de la región.

Pedro Haas expone un caso concreto del impacto del covid-19: el de las empresas petroleras estatales. Con ciertas diferencias respecto de las petroleras privadas, los retos a los que se enfrentan las estatales se dan en el contexto de una fuerte contracción de las finanzas públicas, ya que los gastos relacionados con la pandemia han aumentado, mientras que los ingresos fiscales se han contraído y las fuentes de financiamiento se han reducido. Cuanto más dure la recesión económica y más profunda sea la brecha fiscal, más difícil será para el Estado y las petroleras mantener su situación, incluso después de que haya terminado la amenaza del covid-19. La solución está en pasar de recaudar renta económica a maximizar utilidades, aunque esto requiere una redefinición de las funciones del Estado y de las petroleras estatales, lo que implica rediseñar el modelo de gobernanza.

FAL-Ángel Boligán

Todos los países, con mayor o menor acierto, han reaccionado de manera distinta a la pandemia en un difícil equilibrio entre salud y economía. El caso de Brasil es singular, como explican Rossana Rocha Reis, Deisy Ventura y Fernando Mussa Aith. El objetivo de reanudar las actividades económicas lo más rápidamente posible dio como resultado la amplia propagación del virus. En el artículo se cuestionan las medidas tomadas por la presidencia de Brasil. En primer lugar, le restó importancia a la pandemia. Segundo, bloqueó las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con iniciativas legislativas o batallas jurídicas contra los gobernadores y alcaldes que sí seguían las pautas recomendadas. Tercero, promovió sin respaldo científico el uso de la cloroquina y la hidroxicloroquina para el “tratamiento precoz” de la enfermedad en el ámbito del Sistema Único de Salud. Y, por último, no atendió a los grupos más vulnerables de la sociedad brasileña. El resultado, a mediados de febrero de 2021, era de 10 millones de infectados con el virus y 250 000 muertos.

Para Jennifer Nuzzo, las enormes cifras de víctimas de covid-19, tanto de fallecidos como de enfermos, y el colapso de la economía revelan la grave ausencia de adecuación del sistema mundial actual para protegernos de pandemias. A diferencia de una epidemia, en una pandemia casi todos los países son golpeados al mismo tiempo, y por ello hay una demanda mucho mayor de los limitados recursos de la OMS, el Banco Mundial y otras organizaciones internacionales. Los países dependen de sus propios medios para detener la propagación. Sobre los efectos económicos, Nuzzo explica la experiencia de la pandemia de H1N1 cuando se extendió por Estados Unidos y México, y la OMS emitió fuertes advertencias contra las restricciones comerciales o de movilidad argumentando que no servirían para demorar la expansión del virus. Con el covid-19, la OMS no recomendó restricciones de movilidad, y la decisión ha generado mucha controversia. Confiar en que los gobiernos entreguen datos en forma completa y oportuna no ha funcionado bien, y muchas veces las fuentes no gubernamentales acaban siendo más seguras.

Juan Pablo Toro contempla la pandemia desde la perspectiva de los nuevos desafíos de seguridad y del papel de las fuerzas armadas en América, que atienden catástrofes naturales y cumplen tareas policiales, funciones distintas a las de defensa originalmente encomendadas. El autor se basa en una investigación publicada que recoge los retos planteados por las nuevas misiones de las fuerzas armadas en distintos países del continente, con problemáticas compartidas y recurrentes. A pesar de la variada realidad hemisférica, es posible identificar ámbitos en los que puede darse la cooperación en la defensa regional. La pandemia marca el inicio de la década y del impacto que “será transformativo” para las fuerzas armadas de Latinoamérica. La lección compartida apunta a que es necesario mejorar la preparación de las tropas para enfrentar en el futuro una emergencia de este tipo y otras.

FAL-Darío Castillejos

En Diálogo Ñ, presentamos dos artículos sobre las relaciones del Mercado Común del Sur (Mercosur) y de México con la Unión Europea. María Victoria Álvarez considera que, a pesar de la conclusión de las negociaciones del Mercosur con la Unión Europea, anunciada en la cumbre del G-20 en Osaka a finales de junio de 2019, las perspectivas de que las partes ratifiquen el acuerdo no son optimistas y se pueden presentar muchas dificultades. Desde que se anunció el acuerdo, el clima político en la Unión Europea y en los países del Mercosur ha cambiado y no facilita las cosas.

Las negociaciones entre México y la Unión Europea para modernizar el Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación finalizaron en abril de 2020. La perspectiva que aporta Raúl Saavedra Cinta es optimista. Aunque, al inicio, las negociaciones para la modernización del Acuerdo marcharon lentamente, al final fueron vertiginosas, tanto en el aspecto comercial como en el diálogo político y la cooperación. Aunque el Acuerdo está pendiente de ratificación, su entrada en vigor representará la diversificación de las relaciones comerciales de México y profundizará la asociación estratégica con la Unión Europea.

Iniciamos la sección Mundo con la relación entre Estados Unidos y México, que se reinicia con la presidencia de Joseph R. Biden. Denise Dresser afirma que México parece dispuesto a recibir la agenda de Biden con el puño en alto, no con los brazos abiertos. Una serie de decisiones de López Obrador confirman esta percepción, desde la demora en felicitar a Biden, hasta la oferta de asilo a Julian Assange, la negativa a condenar la violencia en el asalto al Capitolio, la ley que impone restricciones a los agentes extranjeros que operan en México, la contrarreforma energética o el fin de la Iniciativa Mérida de seguridad bilateral. Estados Unidos necesita la cooperación mexicana en materia de seguridad, política comercial y en la lucha contra la pandemia de covid-19. Washington no puede permitirse un México cuya democracia retrocede, que se niega a ver el cambio climático como una amenaza existencial y no logra controlar una pandemia que no respeta fronteras.

Carmen Geraldine Arteaga Mora explica la evolución del sistema político venezolano y el papel de la oposición reunida en la Mesa de Unidad Democrática (MUD). En 2005, Hugo Chávez hizo explícito su objetivo de instalar un Estado socialista. A partir de su segundo mandato, apareció la emigración como un fenómeno nuevo en Venezuela. A la muerte de Chávez, Nicolás Maduro apostó por la vía de hecho y se propuso neutralizar a los partidos políticos opositores y bloquear a la Asamblea Nacional, único poder del que para ese momento no tenía el control absoluto. Ante el creciente autoritarismo, la MUD no ha creado una narrativa alternativa y la opción electoral no se vislumbra como una solución real para recuperar la democracia. El hecho de que Maduro haya logrado impulsar un nuevo proceso electoral revela la continuación del ciclo legitimador que le ha permitido permanecer en el poder, con la MUD como pieza clave.

Shannon K. O’Neil examina el difícil equilibrio entre la liberalización del Consenso de Washington que perjudicó el comercio de Estados Unidos y el proteccionismo como respuesta. Una política industrial nacional basada en una cooperación y una competencia más universales, en un mejor acceso de Estados Unidos a los mercados internacionales y en la inversión pública en el país pueden mitigar las desventajas del Consenso de Washington y evitar los inconvenientes del proteccionismo. La crisis de covid-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de mantener reservas de productos indispensables, entre los cuales Washington ha incluido equipos de protección personal, ventiladores y activos farmacéuticos. Sin embargo, una política industrial proteccionista ahogaría a Estados Unidos. Los estadounidenses estarían mejor con un gobierno que abriera más el mundo a sus bienes y servicios, impulsara la competitividad de las empresas y los trabajadores estadounidenses y se acercara a los vecinos del país.

Reuters-Shannon Pleton

Por otro lado, el asalto al Capitolio en Estados Unidos, el 6 de enero de 2021, tiene un alcance mayor y profundo. David W. Blight parte de la historia para constatar que todavía no hay respuestas para muchas preguntas básicas de la guerra de Secesión y la Reconstrucción de Estados Unidos. En la actualidad, los estadounidenses están polarizados en una guerra fría civil. El presidente Donald Trump convirtió a la Casa Blanca en un instrumento de autoritarismo y corrupción personal, destruyó reglas y ocasionó un caos. Así ha resurgido, con fuerza y violencia, la ideología de la supremacía blanca, siempre agazapada en ese país.

Después del asalto del Capitolio, Gideon Rose se preguntó si los disturbios habían sido una protesta política que se salió de control, un intento de golpe de Estado o una heroica defensa de la república contra pedófilos satánicos. Fue todo esto y más, porque el acontecimiento se transmitió simultáneamente en varias plataformas, no solo en las cadenas de televisión convencionales, sino también en los canales mentales internos de los asaltantes engañados. Todo ello a resultas de una mentira alejada de la realidad. Cuanto más grande es la mentira, más energía psíquica potencial se acumula. Y cuando llega el colapso, la energía se libera en una explosión repentina. En términos de realismo, Rose propone una política exterior pragmática. El gobierno de Biden, en lugar de abrazar el realismo o el liberalismo, puede elegir el pragmatismo, la verdadera ideología estadounidense. La clave es basarse en diversas tradiciones teóricas para trazar escenarios plausibles de muchos futuros alternativos, diseñar y rastrear múltiples indicadores para ver cuál de esos escenarios se está convirtiendo en más probable, y seguir las evidencias honestamente.

Francis Fukuyama, Barak Richman y Ashish Goel constatan que, a pesar de que cada vez más gente está convencida de que las grandes empresas tecnológicas constituyen una amenaza para la democracia, no hay mucho acuerdo sobre qué hacer al respecto. Los gobiernos combaten la concentración de las plataformas de las grandes empresas tecnológicas tanto en Estados Unidos como en Europa, y los litigios resultantes muy probablemente estarán años atorados en los tribunales. Los autores abogan por la intermediación. Con agentes intermedios, el control pasaría a manos de los usuarios de las plataformas. Ellos, y no algún programa invisible de inteligencia artificial, decidirían lo que van a ver.

Para Thomas Graham, una asociación estrecha entre Estados Unidos y Rusia es insostenible. Aunque cooperar con Rusia es fundamental para encarar problemas mundiales críticos, como el cambio climático, la proliferación nuclear y el terrorismo, aislar a Moscú lograría poco y seguramente resultaría contraproducente. Desde la Guerra Fría, las políticas de Estados Unidos respecto de Rusia han resultado infructuosas por no tomar en serio el deseo de Rusia de ser percibida como una gran potencia. Para ser contrapeso estratégico de Estados Unidos, Rusia se ha acercado a China, y esta relación le ha ayudado a plantarle resistencia en Europa y el Medio Oriente.

China ocupa nuestra atención con cuatro artículos. Christopher Layne señala que, aunque la competencia geopolítica entre China y Estados Unidos se intensifica, la mayoría de los estadounidenses que piensan seriamente en la política exterior y en la gran estrategia se niegan a la posibilidad de que estalle una guerra. Sin embargo, para el autor, el actual crecimiento de China está impulsado por su deseo de vengarse de la humillación que sufrió y restaurar su estatus previo al siglo XIX como poder dominante en Asia Oriental. La visión ideológica de lucha entre democracia y comunismo que priva en la política estadounidense hacia China no es prudente. Sería mejor que Estados Unidos dejara la ideología fuera de la ecuación y llevara sus relaciones con China como una rivalidad tradicional entre potencias, en la que la competencia se dirima por medios diplomáticos, mediante el compromiso, la conciliación y la búsqueda de intereses comunes. La incógnita es si Estados Unidos puede o va a ceder pacíficamente su dominio en Asia Oriental y a reconocer la posición de China como potencia igual. De no hacerlo, estaría avanzando rápidamente hacia la guerra.

Julian Gewirtz opina que Washington debe esforzarse por cambiar drásticamente la impresión china de que Estados Unidos está inexorablemente en declive. Las acciones y la retórica de Trump consolidaron la impresión de Beijing de que ahora Estados Unidos aspira a eliminar a China. La guerra comercial de Trump, en lugar de conducir a la liberalización en China, tuvo el efecto contrario de impulsar empresas estatales “mejores, más fuertes y más grandes”. La visión de los líderes chinos sobre las perspectivas de Estados Unidos es incorrecta, y Washington tiene que hacerlo patente.

Reuters-Iván Alvarado

También para Rana Mitter las percepciones sobre China son erróneas. El poder chino actual es una fuerza mutable y dinámica, formada en la encrucijada del autoritarismo, el consumismo, la globalidad ambicionada y la tecnología, que Mitter denomina modelo ACGT. Desde la crisis financiera de 2008, los líderes chinos presentan explícitamente su sistema de gobierno autoritario como un fin en y por sí mismo, no como un trampolín hacia un Estado liberal. El futuro internacional de China depende de que sepa recombinar los otros aspectos de su modelo ACGT. Por ahora, su autoritarismo amenaza con limitar la habilidad de Beijing para crear una nueva forma plausible de orden internacional.

Pamela Aróstica sitúa a Latinoamérica en el tablero geoestratégico de China y Estados Unidos. La relación de Latinoamérica con China es asimétrica, y la pandemia de covid-19 marcará un punto de inflexión. La crisis actual ha puesto de manifiesto no solo el incremento de esas asimetrías en distintos planos, sino que también ha llevado a un nuevo pragmatismo chino hacia Latinoamérica. China, por una parte, recalca la simetría en su discurso de política exterior marcado por conceptos como “ganar-ganar”, “cooperación Sur-Sur” y “asociación estratégica”, como un trato de igualdad al reconocerse junto con Latinoamérica como parte del mundo en desarrollo; pero, en la práctica, la asimetría es real y favorece a sus intereses de forma exponencial y creciente.

A pesar de los llamados a la cooperación para hacerle frente a la pandemia y a sus efectos, el mundo parece avanzar en sentido contrario. Las estrategias emprendidas por los gobiernos para afrontar la pandemia son una muestra de esta falta de cooperación, incluso en una misma entidad federal, y Brasil no es una excepción.

Ahora, con un lento avance de la vacunación en el mundo y con el nacionalismo de las vacunas (que anunciamos en el número anterior) aparecen todo tipo de divisiones que muestran la falta de solidaridad que se da tanto entre ciudadanos como entre gobiernos: ciudadanos privilegiados que se saltan los protocolos, farmacéuticas productoras que venden al mejor postor, gobiernos que por falta de suministros compiten por el acaparamiento, la diplomacia de la vacuna emprendida por algunos Estados o la incapacidad logística de los sistemas de salud. Quienes postulan que las vacunas deben ser un bien público mundial se olvidan de su carácter de bien privado por su condición de rivalidad. Es como decir que el oxígeno es un bien público porque se encuentra libre en la naturaleza, pero cuando hay que suministrarlo en tanques para los enfermos aparece, con todo dramatismo, su característica de bien privado. Es evidente que, en la lucha contra la pandemia, la mancuerna entre buenos propósitos y hechos no funciona.

JORDI BACARIA COLOM es Director de Foreign Affairs Latinoamérica. Sígalo en Twitter en @bacaria_jordi.

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