Los cuatro ejes de la política exterior de Gustavo Petro

23 junio, 2022 • Artículos, Latinoamérica, Portada • Vistas: 10634

Raquel López-Portillo Maltos

Junio 2022

El triunfo de Gustavo Petro y Francia Márquez en las elecciones presidenciales del 19 de junio de 2022 ha marcado un hito en la historia política de Colombia. Esta victoria se encuentra plagada de primeras veces: el primer gobierno de izquierda, el primer Presidente con un pasado guerrillero y la primera mujer afrodescendiente al frente de la vicepresidencia. Estos factores apuntan al inicio de una nueva era política marcada por giros inéditos en la arena económica, social y ambiental.

Pese a que durante la campaña electoral Petro mantuvo una posición hermética sobre sus principales propuestas de política exterior, en su primer discurso como Presidente electo se dirigió al pueblo colombiano, a los latinoamericanos y al mundo para establecer cuáles serán los pilares fundamentales de su gobierno en esta materia. Mediante un lente de rexaminación de las relaciones bilaterales que han sido históricamente trascendentales para Colombia, Petro afirmó que se buscará hacer ajustes en favor de la ciudadanía. ¿Cuáles son estos ejes y qué repercusión tendrán en la posición de Colombia en el mundo?

Diálogo en las Américas sin exclusiones

Después de presumir el haber sido felicitado por casi todos los presidentes de la región, Petro propuso un “diálogo en las Américas sin exclusiones de ningún pueblo, en toda la diversidad que es América”. Esta afirmación reverbera más allá de un simple llamado por el propio contexto en el que se presenta. Por un lado, se hace una clara referencia a la reciente Cumbre de las Américas en donde se vivió un clima de tensión ante exclusiones, ausencias y quejas de una gama de países. Por el otro, el cambio de gobierno llega en un momento de transición ideológica en Latinoamérica, en donde las elecciones de los últimos años han dado como resultado que diez países (entre ellos cuatro de las economías más grandes de la región: México, Colombia, Argentina y Chile) y cerca del 51% de la población latinoamericana se encuentren regidos por gobiernos de izquierda. Aunque a simple vista la afinidad ideológica puede encontrar equivalencias con la “marea rosa” de inicios del siglo XXI, los matices entre las agendas de los mandatarios dejan en claro que esto no necesariamente significa la consolidación de un frente común en el continente.

La mayor interrogante es de qué lado de la balanza izquierdista se inclinará el nuevo gobierno colombiano bajo este paradigma libre de exclusiones: si hacia el bloque bolivariano conformado por gobiernos asociados a prácticas autoritarias y dictatoriales como Cuba, Nicaragua y Venezuela; si estrechará lazos con gobiernos ideológicamente izquierdistas pero con tendencias populistas como el de Argentina, México y Perú, o si por el contrario, aprovechará la coyuntura para posicionar una izquierda progresista de la mano de gobiernos como el chileno. Si bien los acercamientos diplomáticos no son un juego de suma cero, las alianzas que el gobierno de Petro establezca como prioritarias serán fundamentales en el balance regional latinoamericano.

Otra pregunta que queda al aire en esta propuesta es qué aproximación tomará su gobierno con el resto de los gobiernos de derecha en el continente, como Ecuador, Panamá o Uruguay. Si su política exterior prioriza el pragmatismo por encima de la afinidad ideológica, el acercamiento a estos vecinos del sur podría traer importantes beneficios comerciales, económicos y sociales para el país.

Si bien los acercamientos diplomáticos no son un juego de suma cero, las alianzas que el gobierno de Petro establezca como prioritarias serán fundamentales en el balance regional latinoamericano.

Por su parte, otro foco de atención en esta concepción es el caso de Venezuela. Un pilar de la “petrofobia” de los sectores más conservadores de Colombia es precisamente el temor de que el país pueda convertirse “en otra Venezuela”. Sin embargo, después de más de 3 años de un “cerco diplomático” propiciado por el gobierno de Iván Duque, Petro ha sido vocal en el restablecimiento de relaciones diplomáticas con este país con el que Colombia comparte más de 2200 kilómetros de frontera.

Este apremiante acercamiento implica dos caras de una misma moneda. Por un lado, el nuevo gobierno tendrá que lidiar con los efectos que detonen sus acciones en la crisis humanitaria causada por el flujo migratorio proveniente de Venezuela y la presencia de grupos armados que operan y se enfrentan en ambos lados de la frontera. Por otro lado, también plantea la opción más realista ya que mantener esta relación bilateral congelada, fuera de un posicionamiento fuerte respecto al gobierno de Nicolás Maduro, no se ha logrado ningún efecto tangible en el mejoramiento de las condiciones de seguridad. Retomar el diálogo puede iniciar un largo camino hacia una solución conjunta que permita poner un alto a la violencia, apostar por una migración ordenada y renovar lazos comerciales.

Una nueva relación con Estados Unidos

Pese a que la mayor parte del discurso osciló entre premisas conciliadoras, la primera intervención dirigida hacia el gigante americano fue considerada como retadora, al señalar a Estados Unidos como el principal responsable en la emisión de gases de efecto invernadero y de las consecuencias generadas por el cambio climático, absorbidas en gran medida por países latinoamericanos. Sobre esto, Petro apuntó al diálogo y a una nueva forma de entendimiento que permita un apoyo mutuo.

Aunado a ello, Petro se ha pronunciado anteriormente a favor de la legalización de las drogas y una revisión del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, cuestiones que distan al apego estratégico que se había mantenido con Washington en anteriores gobiernos. Resalta también que inmediatamente después del triunfo petrista, el Embajador de Colombia en Estados Unidos, Juan Carlos Pinzón, anunció su renuncia, no sin antes destacar los importantes avances logrados en materia diplomática.

Pese a las asperezas que puedan suscitarse, ambos países se necesitan mutuamente para salvaguardar sus intereses. Sin embargo, existen por lo menos cuatro momentos que pueden marcar el devenir de la relación: 1) el papel que cobre Colombia en los procesos de negociación con Venezuela, en el que Estados Unidos buscará que se asegure el llamado a nuevas elecciones; 2) el acercamiento que tenga Petro con China en busca de oportunidades económicas y comerciales; 3) si se abre la posibilidad a una renegociación del Tratado de Libre Comercio, y 4) cualquier intento por parte del gobierno de Petro de cambiar la estrategia de combate al narcotráfico por medio de la regulación y la descriminalización.

Transición energética en Latinoamérica

En congruencia con sus propuestas de política interna, Petro llamó a los países del continente americano a unirse en la aceleración hacia una transición energética y a la construcción de una economía descarbonizada. En este sentido, buscará ser la figura líder en esta materia. Sin embargo, una importante distinción entre el fenómeno de la marea rosa y las izquierdas actuales es que, contrario al furor por el petróleo que marcó esta etapa anteriormente, en el contexto actual existen enormes divergencias en torno a las propuestas ambientalistas y el enfoque energético. Por ejemplo, mientras que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador en México ha priorizado la construcción de una economía sustentada en hidrocarburos, en el caso de Chile y ahora en el de Colombia se buscará construir un frente contra el cambio climático mediante la adopción de energías limpias.

Un punto que puede comprometer esta promesa internacional es su agenda interna. Algunas de las propuestas más ambiciosas que se discutieron durante la campaña, como prohibir el fracking y terminar con proyectos petroleros, implicarían una pérdida considerable en términos de una baja en inversión y un decremento en la recaudación fiscal ante una ya deteriorada situación económica en el país. Por esta razón, es posible que Petro termine optando por propuestas más moderadas.

Colombia como una potencia mundial de vida

Pese a que el término “potencia mundial de vida” generó confusión, todo apunta a que esta propuesta va alineada a los pilares de paz, justicia social y justicia ambiental que regirán el plan de gobierno de Petro y Márquez. En este sentido, el Presidente electo planteó tres planes de acción principales: 1) un papel más activo en la resolución de problemas comunes mediante la integración; 2) dejar de lado sectarismos y venganzas, y 3) promover un diálogo vinculante en torno a los principales conflictos en la región.

Nuevamente, una diferencia entre los gobiernos de izquierda de inicio de siglo y las propuestas de izquierda progresista actuales es la priorización de los derechos sociales y culturales, principalmente para mujeres, la comunidad LGBTI+, grupos indígenas y afrodescendientes, así como personas con una discapacidad. Esto les ha permitido ganar una abrumadora popularidad entre los sectores más jóvenes de la población, así como de los grupos activistas y sindicatos que han encabezado los estallidos sociales de los últimos años.

Dentro de estos grupos, el feminismo colombiano fue un factor determinante para el triunfo de Petro, particularmente mediante el apoyo de mujeres jóvenes de ciudades como Bogotá y Cali, así como de afrocolombianas de la periferia que respondieron a la campaña encabezada por Márquez en la zona del Pacífico y el Caribe. Esto se debe en gran medida a propuestas que buscan posicionar al país a nivel regional a favor de los derechos de las mujeres mediante la creación de un Ministerio de la Igualdad y de un Sistema Nacional de Cuidado, ajustes en el sistema de pensiones que reconozcan las labores familiares, así como paridad de género en cargos públicos. Sin embargo, a Petro le anteceden decisiones contrarias a estas iniciativas, desde el pronunciamiento de que el único feminismo válido es el popular, su reticencia a pronunciarse a favor del aborto, el apoyo a políticos acusados de violencia doméstica y la adhesión a la coalición de partidos cristianos que han sido señalados por tener posiciones machistas.

Durante su discurso, Petro se comprometió a no traicionar al electorado que ha llegado a la historia. Hacerlo implicaría no solamente dar la espalda a un movimiento que se extiende por todo el continente americano con gran ímpetu, sino también representaría apagar la fuerza de una posible revitalización latinoamericana en materia de derechos humanos.

RAQUEL LÓPEZ-PORTILLO MALTOS es especialista en derechos humanos e igualdad de género. Actualmente se desempeña como analista estratégica en temas relacionados con Latinoamérica. Es asociada del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Sígala en Twitter en @RaquelLPM.

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3 Responses to Los cuatro ejes de la política exterior de Gustavo Petro

  1. Jose Lopez-Hurtado dice:

    Cordial saludo de Colombia. Es un buen aporte, muy pragmatico, que hace Raquel Lopez-Portillo a los anuncios del nuevo Presidente Gustavo Petro , en su discurso de posesión, que en muchos aspectos choca con lo que ha sido la politica exterior de Colombia , durante muchos años. Explicable por el cambio en la linea ideologica . Ayer precisamente , en ese mismo intento de aproximacion a las nuevas circustancias, como la hace la ilustre colega , se comenzo a publicar de nuestra autoria, en varios diarios colombianos, una propuesta al gobierno entrante , que titulamos NUEVA DIPLOMACIA POR LA PAZ (1) . Atte , Abogado Jose Lopez Hurtado, Ex-Consul de Colombia . E-mail : lopezhurtado95@gmail.com

  2. Emilio Luis Mora dice:

    Está muy claro el análisis lejos del sectarismo en Colombia que está dado por las grandes cadenas de radio y de amplia difusión en radio y otros medio impresos

  3. […] del gobierno de facto de Nicolás Maduro. ¿Qué pretende entonces Colombia? Como apuntara Raquel López-Portillo: “Retomar el diálogo puede iniciar un largo camino hacia una solución conjunta que permita […]

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