Los alcances políticos del covid-19 a nivel mundial

13 mayo, 2020 • Artículos, Asuntos globales, Opinión, Portada • Vistas: 39766

The World News

Rodrigo Chacón, Natalia Saltalamacchia, Stéphan Sberro, Ulises Granados y Gabriel Goodliffe

Mayo 2020

El mundo enfrenta hoy una crisis sin precedentes. La emergencia de salud provocada por el surgimiento del covid-19, que se ha propagado globalmente desde la provincia china de Wuhan, ha orillado a los gobiernos y a la población civil a un grado de incertidumbre que va más allá del tema de salubridad, alcanzando también al económico y al político. Ante esta situación, estamos siendo testigos de quiénes podrían ser los ganadores y los perdedores de este juego mundial político, pero, sobre todo, del impacto que tendrá en prácticamente sobre múltiples rubros en todo el orbe.

La pandemia a la puerta de la elección presidencial en Estados Unidos

Hoy, Estados Unidos, donde la falta de un gobierno eficaz y congruente ante la crisis de salud ha llevado al territorio a convertirse en el epicentro de la pandemia, las consecuencias políticas comienzan a cobrar ánimo. Por un lado, la molestia civil está impactando distintos ámbitos de la vida política nacional: la confianza tanto de los republicanos como de los civiles en el ejecutivo está disminuyendo dramáticamente, lo cual ha arrebatado a Donald Trump una proporción considerable del apoyo nacional para su reelección a la presidencia en noviembre de 2020; mientras tanto, Joseph Biden obtiene cierta ventaja en los estados bisagra. Por otro lado, esta inconformidad no nace solo por el mal manejo de las instituciones de salud y las tardías medidas de sana distancia, sino por los vuelcos económicos que se han desatado a raíz de ello. Hasta los primeros días de mayo, la tasa de desempleo (que alcanza un 14%) ha puesto en crisis a unos 30 millones de estadounidenses, lo que vulnera no solo su capacidad adquisitiva, sino su forma de aplicar redes de seguridad social para ellos y sus familias.

Asimismo, las fatales consecuencias del covid-19 han golpeado con fuerza a los grupos más vulnerables (desde trabajadores esenciales hasta las minorías étnicas). Por ejemplo, de las muertes totales en Chicago, 70% son afroestadounidenses, mientras que en Nueva York hay un número elevado de decesos de mexicanos. Además, los principales encargados del abastecimiento de alimentos, los trabajadores del sector salud y los migrantes indocumentados llegan a ser los más desfavorecidos, pues son los que cargan con la mayor parte del peso de la pandemia, mientras que aquellos involucrados en el sector financiero son los que se llevan las ganancias.

El cese de actividades y la crisis de salud no solo han evidenciado las fallas del sistema de salud público de Estados Unidos, sino las fallas del Estado en general.

Así, cual rayos x, se han exhibido las fracturas del incipiente modelo estadounidense, cuya privatización de distintas esferas de la vida provoca hoy no solo un colapso en el sistema de salud, sino también en el mercado laboral. En pocas palabras: sin el bienestar público, nada privado puede funcionar.

De esta manera, el cese de actividades y la crisis de salud no solo han evidenciado las fallas del sistema de salud público del país, sino las fallas del Estado en general. La pérdida de confianza y la sensación del público de la incapacidad de protección del gobierno en turno han permitido un retorno a “lo político”. Estamos regresando al Leviatán de Hobbes, a una comprensión de la importancia de un Estado fuerte que proteja a sus ciudadanos.

Latinoamérica frente al coronavirus

La respuesta que se la ha dado a la pandemia en Latinoamérica puede ser evaluada desde distintos puntos de vista. Más allá del impacto en el campo de la salud y en el terreno económico, es importante enfocarse en qué tanto las medidas que se toman para combatir la pandemia pueden resultar en retrocesos en términos democráticos y en riesgos para las instituciones del Estado de derecho. En situaciones de crisis, los poderes ejecutivos pueden intentar avanzar y concentrar más poder. En situaciones en las que las personas se sienten más vulnerables, pueden ceder a que sus gobiernos tomen estas facultades extraordinarias. Si bien, en algunos casos estas medidas extraordinarias o de estado de excepción son necesarias, hay que vigilar que, como dice la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, sean siempre necesarias, proporcionales y no discriminatorias.

En América Latina y el Caribe es natural que haya una tendencia a preocuparse por el autoritarismo, especialmente por el pasado que comparte la región. Por esto, las preocupaciones sobre los retrocesos pueden estar agudizadas.

Para analizar la respuesta de la región, hay que tomar en cuenta ciertas consideraciones. Primero, en Latinoamérica hay sistemas presidencialistas, y no parlamentarios. Los latinoamericanos tienden a poner especial atención a la figura del líder y a su manejo de los problemas. Asimismo, hay que considerar que ya hay gobiernos autoritarios, como lo es Venezuela, y algunos con tendencias que crecen en su autoritarismo, como Nicaragua. Una situación como esta plantea la posibilidad de que estos “agujeros” del consenso democrático regional en torno a la democracia sigan creciendo. Además, incluso algunos gobiernos democráticos y electos por las urnas han dado demostraciones previas a la pandemia de que están dispuestos a usar una mano demasiado dura frente a la sociedad civil, como muestran las respuestas de los gobiernos de Bolivia, Chile y Ecuador frente a las manifestaciones sociales en 2019. De hecho, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ya ha manifestado que esto resulta preocupante.

Finalmente, hay que recalcar la desafección que hay con la democracia en la región. Según el último Latinobarómetro, solo el 39.6% de la población latinoamericana está satisfecha o muy satisfecha con la forma en la que opera la democracia. Este desencanto democrático puede generar que la ciudadanía tenga mayor tolerancia a las salidas autoritarias o a la concentración de poder.

Según un estudio de V-Democracy, hay 48 países en el mundo con focos rojos en cuanto a su manejo de las libertades democráticas y los contrapesos durante la pandemia, de los cuales 6 se encuentran en Latinoamérica. Dentro de las variables que considera el estudio están: la libertad de expresión, la expansión sin supervisión del poder ejecutivo, límites al poder legislativo o judicial, derogación de derechos ciudadanos que son inderogables (como el derecho a la vida o el debido proceso), medidas discriminatorias contra ciertos grupos y restricciones a los procesos electorales.

Es muy posible que, cuando acabe la crisis, Brasil sea el país más afectado políticamente por el manejo errático e irresponsable que se le ha dado a la situación.

En este análisis, V-Democracy considera que México es un país de bajo riesgo, aunque es cierto que esto puede ser discutible en cuanto a otras medidas que se han tomado. Sin embargo, no preocupa en términos globales en cuanto a los indicadores que considera el estudio.

Entre los países sobre los cuales el análisis considera que debe de haber alarma están Brasil, Bolivia, El Salvador, Venezuela —aunque ya hace mucho que este país ya no es considerado como democrático—, Perú y Paraguay. Por el lado de El Salvador, hay que decir que preocupan mucho las medidas autoritarias que su presidente, Nayib Bukele, está tomando. Ha publicado decretos por Twitter que se convierten en ley sin pasar por la Asamblea Legislativa. Aunque algunas disposiciones de los mismos pueden ser violatorios de derechos, y así lo ha expresado la Suprema Corte en resoluciones, el Presidente ha dicho que estará en desacato y continuará tomando estas acciones. En la aplicación del confinamiento domiciliario se ejecutan medidas discriminatorias al por mayor, además de que se lleva a las personas a centros de confinamiento que se encuentran en condiciones poco aptas para evitar riesgos a la salud. Finalmente, no puede dejarse de mencionar las medidas violatorias del derecho a la salud y a la integridad personal, que constituyen trato inhumano o degradante, aplicadas a los presos pandilleros en las cárceles. Sin embargo, a pesar de esta trágica demolición del Estado de derecho, Bukele es el presidente más popular de Latinoamérica con un 97% de aprobación. Esto se debe en parte al desencanto con la democracia de los ciudadanos, así como la situación de extrema violencia que ha vivido El Salvador en los últimos años.

Finalmente, Brasil debe analizarse con mayor profundidad, pues es un país de alta importancia en la región. Puede decirse que ha sido el Estado que presenta la peor gestión de esta crisis de salud y representa un foco importante de contagio para sus vecinos por la gran población que tiene. De hecho, fue el primer país de la región con un caso de coronavirus importado de Italia. Actualmente, se estiman un poco más de 100 000 casos de contagio y 8000 fallecidos.

Frente a todo esto, el gigante sudamericano enfrenta una enorme crisis política institucional. Su Ministro de Salud fue despedido por el presidente Jair Bolsonaro, pues no estaba de acuerdo con las medidas de distanciamiento social que proponía su colaborador. Esto no resulta sorprendente, pues Bolsonaro ha minimizado la gravedad de la epidemia, como lo ha hecho con otros problemas a pesar de la evidencia científica, como el cambio climático. Sin embargo, aunque el Presidente brasileño empezó su gestión con una amplia aprobación pública, esta crisis ha erosionado su amplia base de apoyo, tanto entre civiles como entre militares, y hoy se encuentra en un nivel de 33% de aprobación. Ha habido enormes enfrentamientos entre el ejecutivo federal y la mayoría de los gobernadores, quienes han tomado medidas locales frente a la falta de medidas federales. Además, el poder ejecutivo y el Congreso también se han enfrentado duramente. Con todo esto, es posible que Bolsonaro no pueda terminar su periodo de gobierno y sea destituido. Sin embargo, a pesar de que se trate de un mal líder, siempre se debe de buscar que esta destitución sea a través de medios institucionales y que se evite el uso de la fuerza. En conclusión, es muy posible que, cuando acabe la crisis, Brasil sea el país más afectado políticamente por el manejo errático e irresponsable que se le ha dado a la situación.

Europa y las consecuencias de la crisis del covid-19

Por un lado, la región europea es uno de los tres focos principales de la pandemia. Pero, por el otro, también es la región que, junto con Estados Unidos, tiene la mayor esperanza de encontrar una solución médica y cuenta con mayor despliegue de recursos para la reconstrucción del tejido económico que se derrumbe. Dentro de este grave e incierto escenario pandémico, la lucha sanitaria se ha transformado en una lucha geopolítica que enfrenta al modelo autoritario asiático, al de intervención mínima de las Américas y al modelo democrático y social europeo.

Esta reflexión tiene como marco de referencia el concepto de europeización y a la tradicional tensión entre el interés de actuar al nivel europeo y la solidaridad que solo parece ejercerse al nivel delas naciones. Por ende, los tres ejes de esta reflexión coinciden con tres niveles pertinentes en el estudio de la integración europea: los Estados miembros, la Unión Europea en conjunto y, por supuesto, no a la Unión Europea frente al mundo.

La Unión Europea requiere proyectar su modelo de una manera más eficaz, pues ahora hace más sentido que nunca.

En el primer nivel se pueden apreciar muchos aspectos interesantes, pero nos enfocaremos en tres cosas. En primer lugar, se debe identificar que las estrategias y los resultados nacionales contra la pandemia son claramente contrastados entre sí, tanto que incluso no se puede generalizar dentro de las grandes regiones europeas. Como claro ejemplo se puede mencionar a la península ibérica, donde Portugal supo lidiar de mejor manera la pandemia que su vecino, España. Otro aspecto importante para mencionar es que, en su conjunto, los países con mayor peso político en Bruselas han tenido peores resultados que los países periféricos. Esto confirma la idea de que para entender Europa no basta con ver solo el nivel comunitario. En segundo lugar, se debe mencionar las medidas antidemocráticas poco justificadas en Hungría con Viktor Orbán y en Polonia con las polémicas elecciones presidenciales que se acaban de suspender. En tercer lugar, algunos casos peculiares, como el método de contención en Suecia y los Países Bajos, al no apostar todo por la cuarentena. También, la manera en que esta crisis de salud mundial se inserta en otros procesos de crisis política más antiguos en los Balcanes, Irlanda y en el mismo brexit.

En el segundo nivel se reiteran viejos debates y seguro se añadirán otros nuevos sobre el futuro del proyecto europeo, pero todos bajo el mismo marco conceptual. Los dos viejos puntos de tensión se encuentran en la política económica y la política migratoria. El primero volvió a enfrentar a los ortodoxos alemanes y neerlandeses con los menos ortodoxos (España, Francia e Italia) que están hablando de comunizar la deuda adquirida. El segundo punto de tensión, generalmente eclipsado por el primero, sobresale por la suspensión inédita del espacio Schengen y el blindaje absoluto de las fronteras externas del continente. No sería muy arriesgado afirmar que las actitudes más extremas puedan tener mayor eco en el futuro debate migratorio. Sobre los nuevos debates que se darán dentro del proyecto europeo, sin duda el tema de la salud será uno de ellos, pues actualmente no es competencia común.

Tomado del perfil en Zoom de Civitas

En el tercer nivel encontramos un grave debilitamiento del sistema multilateral. Los ataques en forma de “atribución de culpas” a instituciones como la Organización Mundial de la Salud y la Organización de las Naciones Unidas, además de la ineficacia del G-7 a la hora de tomar acciones concretas, viene auspiciados por Beijing, Moscú y Washington. La ineptitud y las mentiras de las dos superpotencias (Beijing y Washington) que “proyectan sentido” según la expresión de Zaki Laidi no es más que la continuación por otros medios de la lucha entre potencias y, lo más grave, es que están llevando a la ruina al sistema multilateral. Esto para Europa debería ser el momento para aparecer como lo que es, un polo de poder, y ocupar todas sus herramientas, ya que es el principal socio económico tanto de Estados Unidos como de China.

Lo puede hacer de dos maneras. La primera es ponerse en el mismo terreno que los demás aspirantes para proyectar poder económico, político, militar y también poder blando en términos de comunicación. Este último cobra gran importancia frente a la campaña de noticias falsas de China y Rusia hacia Bruselas (la ayuda a Italia es un buen ejemplo). La segunda manera es la forma europea, la cual requiere pensarse como diferente, como una potencia civil, normativa o moral (como los suecos señalan). Dicha manera tendría que apoyar férreamente al multilateralismo, al fortalecimiento de la democracia y de la protección de los derechos humanos, y, por último, promocionar su modelo de integración regional. Esta manera es lenta y poco espectacular, pero si la reconstrucción después de la pandemia es eficaz y rápida por encima de las otras potencias, entonces tendría sentido tomarla.

La conclusión a este ejercicio de reflexión solo puede ser temporal, pues las cosas cambian rápidamente. Dentro del continente tenemos ciertos países periféricos que han mejorado claramente su imagen regional debido a sus buenos resultados, lo cual debería implicar la revaloración de sus ideas en el desarrollo del proyecto europeo, pues los países fundadores (con excepción de Alemania) que siempre imponen su visión, esta vez no lo han hecho bien. En el ámbito comunitario, los debates no han cambiado su naturaleza ni su marco conceptual, aunque se han ampliado, profundizado y acelerado. Por último, Europa aún no es un actor del nivel más alto de la geopolítica mundial, pero avanza lento hacia allá, mientras otros retroceden. Bruselas ya asumió que China y Rusia, más que socios, son rivales sistémicos, y con Estados Unidos toca entender que la pandemia ha separado aún más a los dos polos de Occidente. Por todo esto, la Unión Europea requiere proyectar su modelo de una manera más eficaz, pues ahora hace más sentido que nunca. El mundo pandémico muestra la imperante necesidad de llevar a cabo políticas de protección social y de redistribución bajo una política de integración democrática y ese es el modelo europeo.

Medio Oriente y las consecuencias de la crisis del covid-19

El mundo después de la pandemia, será mejor, regresaremos a la normalidad o estaremos peor. En el Medio Oriente desgraciadamente todo parece indicar que la tercera posibilidad es la más probable. La pandemia no resolverá ningún problema político existente, sino que los acentuará. Si bien casi siempre es fácil tener razón en el corto plazo siendo pesimista, no se vislumbran tampoco progresos posibles en el mediano plazo por las siguientes razones.

En cuanto a la política interna, el fortalecimiento de las dictaduras alrededor del mundo significa una ralentización o, incluso, un retroceso del movimiento democratizador, mientras que solo hay tres democracias en la región: Israel, Túnez y Turquía. Además se empeora la situación en los Estados fallidos, como Irak, Libia, Siria, Irak, Yemen y ahora Líbano, ante la indiferencia general.

En cuanto a la política internacional, la región seguirá viviendo el mundo neorrealista en todo su esplendor y horror, con países cuya política exterior es monotemática sobre la idea de la supervivencia en una región y en un mundo cada vez más hostiles. Esto deriva en tres consecuencias.

La primera es que el drama humano será mayor que en otras zonas del mundo, pues a las guerras se agregaran las víctimas de la pandemia, que pasa a un segundo plano. Las cifras oficiales hablan de 320 000 casos en total con más de 6000 muertos tanto en Irán como en Turquía. En el primero, los satélites detectaron fosas comunes. Dichas cifras seguramente están muy subestimadas por los Estados en miras de intereses geopolíticos. Sin mencionar aquellos estados (Irak, Libia, Siria, Sudán y Yemen) que no tienen siquiera control de la totalidad de su territorio.

La pandemia no resolverá ningún problema político existente en el Medio Oriente, sino que los acentuará.

La segunda consecuencia es que, contrario al resto del mundo, en el Medio Oriente la pandemia se da en medio de operaciones militares. Solo hay una excepción: el cese al fuego unilateral de Arabia Saudita en Yemen, pero esta buena noticia debe ser matizada. La iniciativa saudita fue rechazada por los rebeldes apoyados por Irán y el caso de Yemen del Sur que aprovechó la pandemia para volver a declarar su independencia, de manera que la guerra se agudiza en otro campo de batalla. Para el resto de la región, las cosas siguen como siempre: los conflictos se siguen desarrollando y las fracturas políticas y geopolíticas se profundizan. Algunos ejemplos de ello son la continuación de todos los otros conflictos a pesar de los llamamientos a una tregua (Irak y Siria). Otro ejemplo es el bloqueo total de un proceso de paz entre los israelíes y los palestinos. En este punto hay que precisar que tanto Israel como su Primer Ministro, Benjamín Netanyahu, saldrán reforzados por su gestión eficaz de la crisis, mientras los palestinos aún más dependientes de la ayuda internacional sufrirán porque dicha ayuda será desviada hacia zonas más necesitadas.

Finalmente, la diferencia es siempre más grande entre los países árabes de África del Norte y el Medio Oriente. Como tendencia de larga data para el futuro de la región es el declive continuo del mundo árabe frente al mundo turco e iraní, a pesar de la pésima gestión de la crisis por estas dos potencias regionales. Esa mala gestión podría tener una consecuencia a mediano plazo, en términos de aventurismo militar para disimular este fracaso.

Asia: entre el ejemplo y la culpa

La experiencia de la pandemia en Asia permite observar fases avanzadas del contagio y una diversidad de respuestas aún por verse en otras regiones. Aunque en el caso de China parece que la epidemia ha sido controlada, todavía se corre el riesgo de una segunda ola, por lo que el control de la información y de la población parece indispensable, aunque con el temor de que se vulneren los derechos humanos de los ciudadanos. En el resto de los países asiáticos, las respuestas han sido muy diversas. Por ejemplo, Japón, donde la emergencia nacional fue declarada tardíamente hasta el 7 abril de 2020, se ha criticado al gobierno por el mal manejo de la crisis, sobre todo porque buscaba no posponer la realización de los Juegos Olímpicos, programados para el verano de este mismo año. Por otra parte, hay casos destacados por su buen manejo de la epidemia, mediante aislamiento social y pruebas de detección continuas, como lo son Singapur, Taiwán, Vietnam y, particularmente, Corea del Sur.

Ahora, estos países se enfrentan al reto del relajamiento de las restricciones sociales, durante el cual se podrá a prueba, de nueva cuenta, el liderazgo político de sus gobernantes. A excepción de Japón, donde el fin de la emergencia se contemplaba hasta el 1 de junio de 2020, los líderes políticos en China, y en Singapur y Taiwán en menor medida, han logrado relajar parcialmente el distanciamiento social.

La experiencia de la pandemia en Asia permite observar fases avanzadas del contagio y una diversidad de respuestas aún por verse en otras regiones.

El caso de China, en cuanto a liderazgo político, es particularmente interesante porque el gobierno de Xi Jinping ha impulsado incluso una diplomacia médica a nivel mundial, aunque aún se debate si estos insumos y apoyos médicos tendrán algún costo para los países beneficiados. Algunos señalan que se trata de toda una estrategia para controlar la crisis a nivel internacional, mostrando liderazgo político incluso para controlar las acusaciones de Trump y para frenar algunas posibles demandadas de pago de indemnización por no notificar a tiempo del brote de coronavirus. La gran incógnita es si los líderes del resto de los países asiáticos entienden si un relajamiento prematuro de las restricciones de distanciamiento social pueden llevar a una segunda ola de contagios, algo que es difícil de responder ahora.

En el ámbito político, la forma en la que se atendió la pandemia puede generar algunos cambios internos en países con elecciones en puerta. Los electores considerarán un parámetro importante la forma en que los gobiernos actuales y los partidos en el poder manejaron la crisis. También podrían generarse algunos cambios regionales; es decir, la gran pregunta sería si es posible una mayor cooperación entre los miembros de ASEAN, de APEC o de la Cumbre del Este de Asia y cómo afectará la pandemia la iniciativa de la Iniciativa del Cinturón y la Nueva Ruta de la Seda de China. De igual forma, es oportuno preguntarse cuál es y cuál será el papel de Asia en los cambios mundiales relacionados con la pandemia.

Desafortunadamente, la disputa comercial entre China y Estados Unidos ha migrado al tema de la pandemia y se ha agravado la crisis comercial y sanitaria, y los líderes de ambos países tienen una gran responsabilidad global con graves consecuencias. Desafortunadamente, no se vislumbra un porvenir halagador en este tema. Asimismo, en la futura reactivación económica, las economías asiáticas cumplirán un papel crucial.

Finalmente, en la carrera mundial por crear las vacunas y los medicamentos para tratar el virus, Asia es una pieza clave. Japón es un punto neurálgico en la producción y distribución de Avigan, uno de los mejores medicamentos para tratar el covid-19, mientras que China, al compartir su experiencia con más de 140 países, sigue ayudando en la carrera para controlar la pandemia en otros continentes.

RODRIGO CHACÓN, NATALIA SALTALAMACCHIA, STÉPHAN SBERRO, ULISES GRANADOS y GABRIEL GOODLIFFE son profesores e investigadores en el Departamento de Estudios Internacionales del ITAM. Sígalos en Twitter en @rchaco, @NataliaSaltalam, @ulisesgranados y @ggoodliffe1. Este artículo surgió de los comentarios realizados por los autores en la conferencia virtual “Los alcances políticos del covid-19 a nivel mundial”, organizada por la representación estudiantil Civitas, para lo cual contamos con la colaboración de los estudiantes del ITAM Camila Arellanes, Paulina Riveroll y Ernesto Rosas. Para la ver la presentación completa, pueden visitar el perfil en Facebook de Civitas.

Tags:, , , , , , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cargando…