La participación ciudadana en pequeñas comunidades de Latinoamérica

2 mayo, 2022 • Artículos, Latinoamérica, Portada • Vistas: 1799

Cactus de Valores

Alexis Manuel Da Costa Yáñez

Mayo 2022

El camino hacia la consolidación de la participación ciudadana y la concertación social en Latinoamérica vive un momento clave gracias al crecimiento dominante de las redes sociales. Las actividades que antes necesitaban días de planeación para lograr convocar a cientos de ciudadanos y hacerles llegar un mensaje en específico o escuchar sus reportes, peticiones y quejas han sido reemplazadas por aplicaciones de mensajería que comunican de forma inmediata a los ciudadanos. Lamentablemente, aunque estas herramientas digitales agilizan los mecanismos de participación en la mayoría de las comunidades, no podemos realizar una medición de la efectividad de las herramientas de participación existentes centrándonos únicamente en las grandes ciudades, pues su desarrollo integral dista mucho de la realidad que viven miles de pequeñas ciudades y municipios.

Las capitales y las grandes urbes de Latinoamérica siguen lineamientos internacionales en participación ciudadana. Su aplicación parte de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas, de estudios realizados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos​ y de cumbres en la materia. Además, estos gobiernos cuentan con áreas gubernamentales nutridas que atienden específicamente el diseño y la implementación de estrategias para fomentar la participación de la ciudadanía, mismas que son inexistentes en la gran mayoría de los municipios y pequeñas ciudades. Debido a ello, a pesar de que el tema es digno de investigación y es propicio a un análisis extenso sobre la funcionalidad de las herramientas empleadas, no podemos meter en la misma canasta los resultados de todos los gobiernos.

Participación ciudadana, ¿un lujo?

Hay diversas vertientes en el pensamiento sobre la participación ciudadana. Por un lado, partiendo desde el hartazgo político y pesimismo social es usual escuchar que no sirve participar activamente en la vida pública de un municipio, pues según este pensamiento, esto no cambiará las malas costumbres de los funcionarios públicos, las acciones gubernamentales seguirán siendo las mismas y las injusticias (enumeradas según el lugar)  continuarán.

Por otro lado, hay un pensamiento que se muestra indiferente ante la participación ciudadana. Esto podría estar motivado por la calidad de vida de los ciudadanos, quienes pueden llegar a pensar que la participación ciudadana solo está hecha para quienes tienen herramientas de transporte, comunicación e incluso tiempo para participar activamente.

Por último, encontraremos a quienes están interesados en participar y colaborar en las acciones gubernamentales, conocen las herramientas para hacerlo y lo hacen de manera correcta. Una forma de participación ciudadana habitual es el envió de reportes y de denuncias a través de grupos de WhatsApp, líneas directas de atención ciudadana o redes sociales oficiales. La implementación de estas herramientas puede generar lazos de confianza entre ciudadanía y gobierno, elevar la aceptación de los gobernantes y ayudar en el desarrollo integral de una ciudad. Mediante este mecanismo los ciudadanos se vuelven “ojos” para las diferentes áreas de un gobierno. Sin embargo, ¿qué pasa cuando estos reportes generan una afectación hacia otros ciudadanos?

Por ejemplo, en el caso de los vendedores ambulantes, en algunas ocasiones, los empresarios y dueños de comercios establecidos reportan la presencia de estos en las inmediaciones de sus negocios,  o algunos ciudadanos los denuncian debido a que invaden las banquetas, por lo que los peatones constantemente deben bajar de ellas y caminar por los carriles. En cuanto a las líneas de atención, reciben estos reportes mediante una denuncia ciudadana, se instruye al área correspondiente del gobierno local en cuestión para la remoción de los infractores.

Mediante este mecanismo los ciudadanos se vuelven “ojos” para las diferentes áreas de un gobierno.

A pesar de que el uso de estas herramientas es percibido como favorable por parte de los afectados debido a la presencia de los vendedores ambulantes, esta situación provoca el descontento de otro grupo de ciudadanos que está a favor del ambulantaje. Es importante mencionar que el ambulantaje es un problema que invade a todos los países de Latinoamérica, el cual ha incrementado debido a la crisis económica generada por la pandemia de covid-19.   Debido a ello, hay un grupo de ciudadanos que está a favor del ambulantaje, argumentando que esa es la única forma en la que una parte considerable de la sociedad  puede generar ingresos. En consecuencia, la opinión pública respecto al uso de estas herramientas está dividida. Mientras algunos ciudadanos envían solicitudes pidiendo que el gobierno local facilite espacios adecuados para que los vendedores ambulantes puedan seguir trabajando,  otros exigen una mejor imagen urbana y competencia leal con sus negocios.

Esta situación se puede extrapolar al ámbito de la protección animal. Mientras algunas personas utilizan estas herramientas para solicitar que no existan perros sin dueño en las calles, hay quienes piden que se les deje en las mismas para evitar que sean sacrificados.

Al final, aunque estas herramientas puedan causar división social por la diversidad de ideas, es importante destacar que uno de los elementos más relevantes del uso de estas herramientas es que los servidores públicos se ven obligados a sacar el pizarrón, la libreta y los lápices para diseñar e implementar políticas públicas que solucionen aquellos problemas con mayor reincidencia en los reportes ciudadanos.

¿Una ciudadanía híper conectada?

Con la implementación de las herramientas antes mencionadas surge la duda sobre la capacidad de respuesta y atención que puede tener un gobierno local ante los reportes ciudadanos que llegan diariamente. Esto se debe a que, después de algunos meses desde la implementación de estas herramientas, indudablemente se enfrentarán  al impedimento de poder contestar todos los reportes de forma inmediata, despejar cada duda y vincular con las áreas correspondientes cada solicitud.

La respuesta lógica podría ser tener un mayor  número de personas atendiendo estos mensajes en cada una de las plataformas elegidas. Sin embargo, esta acción nos llevaría paulatinamente a tener una especie de call center gubernamental, que poco serviría en fines presupuestales a una comunidad con personal justo para las labores básicas diarias.

Por lo tanto, se puede optar por una “comunidad híper comunicada”. Esta solución representa un menor gasto en capital humano, así como potenciales problemas de gobernabilidad debido al grado de organización social que requiere conectar a una comunidad. Si analizamos la situación con el lente de la vieja administración pública, toda forma de participación ciudadana puede desembocar en riesgos de gobernabilidad, lo que presiona al servidor público a hacer mejor su trabajo e idear más y mejores estrategias de gobierno.

Una comunidad híper conectada representa mayores oportunidades de atención y una mejor segmentación de las políticas públicas focalizadas. Con ello, es posible detectar necesidades que puede tener una colonia en específico incluso entre colonias con gran cercanía. El primer paso puede ser el más complicado pues implica que la ciudadanía quiera participar activamente, primero en comités de colonias como presidentes, secretarios o enlaces. Después, se requiere que haya ciudadanos de cada manzana o calle (dependiendo la dimensión) que quieran pertenecer a un grupo de WhatsApp o alguna plataforma con la misma funcionalidad, y, por último, que otros ciudadanos quieran participar en comités internos de medio ambiente, servicios públicos y otras áreas gubernamentales.

Por ejemplo, en el tema de la seguridad pública, los vecinos de una manzana participan activamente en un grupo, en donde además de organizarse y prevenirse de problemas de inseguridad, comienzan a analizar los focos rojos y zonas de mayor afluencia delictiva. El enlace de esa manzana a su vez transmite la información al enlace del comité vecinal quien recapitula las zonas y genera un mapeo que termina por entregarse al titular de seguridad pública de la comunidad. Para el titular de cualquier dependencia resulta más fácil y efectivo realizar una mesa de trabajo con treinta o cuarenta enlaces que efectuaron un análisis previo de su colonia y que han tenido acercamiento con sus vecinos llegando a un acuerdo entre ellos, en lugar de tener que escuchar las quejas y protestas de cientos de ciudadanos juntos exigiendo diversas acciones que pudiesen ni siquiera ser viables.

Al final, la organización de ciudadanos desde el primer núcleo (su manzana), no solamente agiliza las acciones gubernamentales, también llega a disminuirlas. El diálogo entre vecinos que conocen las necesidades de su espacio genera lazos de confianza entre ellos, lo que provoca momentos de reflexión sobre posibles soluciones a problemas sociales que pueden solucionarse sin que exista intervención gubernamental.

Un claro ejemplo de cómo el tejido de estas redes puede incluso disminuir los reportes ciudadanos es el tema de la basura. Es común escuchar en una colonia que existe un vecino que tira la basura en donde no se debe o la saca antes de tiempo provocando un problema sanitario. Al existir comunicación entre vecinos se ejerce una especie de presión social sobre el presunto infractor, provocando que para evitar el rechazo social opte por tomar mejores decisiones con respecto al manejo de sus residuos. El mismo resultado podría obtenerse en temas de seguridad pública, sin embargo, aquí la participación juega un papel más complejo y requiere de un previo análisis de la situación socioeconómica que se vive en la zona.

Es mediante el tejido de redes que usan herramientas gratuitas, que se puede dar un primer paso en la participación ciudadana fuera de las grandes urbes poblacionales. Asimismo, mediante el uso de estas plataformas se pueden alcanzar excelentes resultados, incluso con recursos limitados y sin un uso excesivo de capital humano, pero sí  con un correcto análisis de acciones implementadas y resultados arrojados por estas herramientas.

ALEXIS MANUEL DA COSTA YÁÑEZ es licenciado en Administración Pública y Ciencias Políticas por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Es fundador de la organización juvenil para la participación ciudadana Presencia Juvenil y Director de Participación Ciudadana en San Martín Texmelucan, Puebla. Además, ha colaborado como columnista político en diarios poblanos, como escritor en la revista colombiana Cronopio y es autor de las novelas Esa Mujer y Los Hijos de la Patria. Sígalo en Twitter en @ManuelDaCostaY.

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