La pandemia del hambre

5 junio, 2020 • Artículos, Asuntos globales, Portada • Vistas: 4506

“O nos morimos de coronavirus o nos morimos de hambre”

DW

Daniel Zorrilla Velázquez

Junio 2020

Ahora que algunos países —sobre todo en Europa— están regresando a la “nueva normalidad” como una estrategia para aprender a vivir con el coronavirus y controlarlo, el siguiente paso es atender la grave crisis alimentaria que se exacerbó debido a la contingencia global. A inicios de 2020, antes de la pandemia, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) había contabilizado que 135 millones de personas en 55 países sufrían de hambre aguda, especialmente en países de África y del Medio Oriente. Sin embargo, por las complicaciones ocasionadas por el covid-19, se sumarán 130 millones más, para llegar a la inquietante cifra de 250 millones de personas con hambre. Se considera que existe hambre aguda cuando se origina por causas como sequías, hambrunas, conflictos armados, desplazamientos forzados o desastres naturales. Por otro lado, el hambre crónica es causada por razones análogas a las del hambre aguda, pero que son intensificadas por factores como la pobreza, el desempleo, la desigualdad y por deficiencias en la salud. De hecho, a diferencia de las emergencias alimentarias anteriores, que estaban basadas en regiones geográficas específicas, la crisis actual tendrá proporciones globales. Por lo tanto, se habla de una catástrofe sin precedentes en materia de seguridad alimentaria.

Entre las principales causas del alarmante incremento de las víctimas del hambre se encuentran la disminución en la producción agrícola y la interrupción de las líneas de suministro global, que han ido empeorando como resultado de las limitaciones al comercio, el confinamiento y las prohibiciones a las exportaciones impuestas por varios países. Aunado a lo anterior, el colapso en los precios del petróleo, la escasez de moneda circulante debido a una disminución en la demanda y el decrecimiento en el envío de las remesas, han agravado exponencialmente la problemática actual. Por si fuera poco, el hambre está ya ocasionando múltiples disturbios y enfrentamientos contra la policía en África, Asia y Latinoamérica (en donde se ha adoptado la infame frase “o nos morimos de coronavirus o nos morimos de hambre), e incluso en los distritos más pobres de Europa. La pandemia ha orillado a los sectores menos privilegiados a enfrentar el brutal dilema de quedarse en casa y enfrentar la incertidumbre alimentaria, o de salir a la calle para trabajar y arriesgarse a contraer el virus.

Medidas de cooperación internacional

El 28 de mayo de 2020, la organización Save the Children y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia publicaron un preocupante análisis en el que se menciona que, a causa de la pandemia, se prevé que 86 millones de niños caigan en la pobreza, un incremento del 15% en comparación con las cifras actuales. Derivado del reporte, ambas organizaciones hacen un llamado urgente a los gobiernos para que incrementen de manera inmediata los sistemas de protección social y los programas de ayuda, como una medida crítica para salvar a los niños del fatídico desenlace. También se hace un llamado a la intervención estatal mediante políticas fiscales y medidas de apoyo al empleo, incluyendo subsidios gubernamentales para sufragar los salarios de los trabajadores y para expandir el apoyo otorgado a las familias con mayor necesidad.

Por las complicaciones ocasionadas por el covid-19, se llegará a la inquietante cifra de 250 millones de personas con hambre en el mundo.

En un primer momento, el Secretario General de la ONU, António Guterres, anunció el Plan Global de Respuesta Humanitaria para el Covid-19, que fue implementado a partir de marzo de 2020 con la finalidad de contener el virus y de evitar el mayor número de muertes a nivel mundial. Una de las principales medidas llevadas a cabo por la ONU, conjuntamente con sus órganos subsidiarios, son los vuelos de solidaridad, mediante los cuales llevan ayuda humanitaria a los países con necesidad más urgente. Por su parte, el PMA ha iniciado una campaña de movilización dirigida a cien millones de beneficiarios, especialmente orientada a los países en mayor riesgo por sus conflictos internos, como Nigeria, Sudán del Sur y Yemen. El programa no solo está enfocado en la distribución de alimentos, sino que coordina los esfuerzos logísticos de apoyo humanitario administrados por la ONU, además de realizar un reporte quincenal sobre la situación de los casos más urgentes. Desafortunadamente, el PMA no tiene presencia en todos los países, por lo que algunos de los Estados más afectados por la contingencia, como Brasil y Venezuela, no tendrán acceso a estas oportunidades.

El controvertido papel de los productores de alimentos

A pesar de que múltiples empresas multinacionales han estado otorgando una importante cantidad de apoyo para hacer frente a la crisis, la mayoría de los productores de alimentos han fallado en su responsabilidad social de asistir a la sociedad. Por ejemplo, la caída en la demanda de ciertos productos debido al cierre de los establecimientos alimentarios ha provocado que los grandes productores de leche en Estados Unidos y el Reino Unido hayan desechado miles de litros de su producto semanalmente. Incluso estas empresas están exigiendo el apoyo del gobierno para evitar el colapso, cuando en realidad sus finanzas ya estaban comprometidas desde antes de la crisis. En el mismo sentido, Madeline Stone, de Business Insider, señala la enorme cantidad de comida que se ha estado desechando desde que empezó el confinamiento. Semanalmente, los principales productores en Estados Unidos han destruido 750 000 huevos, han sacrificado 2 millones de pollos y un gran número de cerdos, y toneladas de vegetales y frutas se han dejado descomponer deliberadamente en el campo porque el precio de mantener los productos almacenados ya no es rentable para las grandes empresas. Es verdad que hay un gran número de organizaciones no gubernamentales que recuperan estos productos y los hacen llegar a bancos de alimentos u otras instituciones, pero el porcentaje de lo rescatado es mínimo y el desperdicio masivo sigue siendo un gran problema.

La aparente falta de empatía o de interés de los grandes productores lleva a retomar el polémico tema de la creciente privatización de los recursos alimentarios por medio de patentes y derechos de propiedad reclamados por las grandes empresas, como es el caso de Monsanto. Actualmente hay 12 000 patentes de plantas o del material genético de las mismas, por lo que los agricultores y los campesinos están sujetos a la prohibición de sembrar, plantar, cultivar o mejorar genéticamente las variedades protegidas legalmente, bajo pena de ser demandados por cantidades estratosféricas. Esta tendencia está provocando que se agrave aún más la cuestión de la seguridad alimentaria mundial, pues según el portal Deutsche Welle, solamente tres empresas —Monsanto, Du Pont y Syngenta— controlan el 50% del mercado mundial de las semillas, con un ingreso proyectado del sector de 90 000 millones de dólares para 2024.

Los productores de alimentos han fallado en su responsabilidad social de asistir a la sociedad.

Al respecto, Jean Ziegler, exrelator especial de la ONU para el derecho a la alimentación, afirma que la pandemia del hambre es causa de una complicidad compartida entre las trasnacionales y la humanidad en general. Ziegler, alabado por unos y vilipendiado por muchos, sostiene que es por causa de las multinacionales y de los especuladores que haya una escasez generalizada de alimentos, especialmente en aquellos lugares con limitados recursos económicos. En una entrevista para el periódico suizo Basler Zeitung y reproducida por The Guardian, el exdiplomático refiere cómo la producción agrícola africana es desplazada por las exportaciones de excedentes alimentarios europeos a precios meramente simbólicos, debido a la asimetría tecnológica y financiera, lo que obliga a los países del continente a importar cerca de tres cuartos de los alimentos que consumen. Las constantes e incendiarias declaraciones de Ziegler ocasionaron el repudio de diversas organizaciones internacionales, incluso siendo señalado por abusos durante su mandato por el mismo Kofi Annan, Exsecretario General de la ONU. Independientemente de la posición que se tome ante las corporaciones multinacionales y el papel que representan en la cadena de producción alimentaria mundial es importante que los gobiernos y la sociedad civil trabajen conjuntamente para evitar el desecho masivo de alimentos, mediante la creación de organizaciones encargadas de recuperar los productos y de hacerlos llegar a aquellas personas que sufren de los estragos del hambre.

Conclusión

Los líderes mundiales tienen la responsabilidad de atender el llamado de las organizaciones de cooperación internacional para el relajamiento de las medidas impuestas contra las exportaciones de alimentos, así como de las restricciones que están afectando las cadenas de suministro. De lo contrario, los esfuerzos por distribuir la ayuda humanitaria serán en vano y no podrán actuar eficientemente para contener una potencial hambruna mundial. Además, los gobiernos deben de mejorar sustancialmente el apoyo económico otorgado a sus ciudadanos, especialmente en el caso de aquellas familias que han perdido su sustento a causa de la pandemia. A pesar de que algunos países han tomado disposiciones ejemplares para atender la apremiante necesidad de sus habitantes, la mayoría de los gobiernos nacionales, sobre todo en Latinoamérica, han fallado en este aspecto de una manera lamentable. El verdadero reto para la humanidad está todavía por venir, y depende de la correcta integración de los esfuerzos de la comunidad internacional evitar un incremento exponencial en las muertes, esta vez no por el virus, sino por el hambre.

DANIEL ZORRILLA VELÁZQUEZ es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) y maestro en Administración Pública por la Universidad de Texas–San Antonio. Es profesor e investigador en el Departamento de Ciencias Políticas y Administración Pública de la UAEH.

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