Haití en llamas: entendiendo las protestas contra Jovenel Moïse

8 abril, 2021 • Artículos, Latinoamérica, Portada • Vistas: 2044

Radar 24

Elena Del Carmen Burguete Euán

Decir que ha sido una época difícil para Haití es decir poco; entre desastres naturales y crisis políticas, el país caribeño difícilmente ha podido tomarse un respiro. La última de una larga línea de crisis se presenta en la forma de protestas en contra del gobierno del todavía presidente Jovenel Moïse. Pero más allá de simplemente adjuntar el calificativo de “Estado fallido” a Haití, quedan diversas preguntas, entre las que destaca cómo llegó Haití hasta aquí.

¿Cómo empezó todo?

Si bien las protestas empezaron desde 2019, la historia inició, por supuesto, mucho antes. En 2016, Michel Martelly, predecesor y mentor de Moïse, dejó de ser Presidente de Haití en febrero de 2016, sin tener un sucesor elegido, después de que los resultados de las elecciones de 2015 fueran anulados. Moïse, un empresario sin previa experiencia política, fue elegido en noviembre de 2016, y su victoria presidencial fue validada hasta febrero de 2017. Acusaciones de fraude electoral rodearon su campaña, y el descontento popular aumentó, junto con la inflación y algunas acusaciones de corrupción en contra de su gobierno.

Los desastres naturales ⸺como el huracán Matthew en 2016⸺ solo empeoraron las condiciones de pobreza e inestabilidad ya existentes en Haití, que todavía no se ha recuperado totalmente de la destrucción provocada por el terremoto de 2010, pero, tal y como indica Keston K. Perry, economista político especializado en América Latina y el Caribe, lo que pasa en Haití realmente representa una receta perfecta para una explosión, producto de la combinación de políticas neoliberales que salieron del control del gobierno haitiano, el peligro de los catástrofes naturales y las condiciones preexistentes de pobreza e inestabilidad económica agravadas por la corrupción.

Un cuento de no acabar: deudas y desastres naturales

Haití tenía un acuerdo petrolero con el gobierno venezolano bajo la iniciativa de Petrocaribe, mediante el cual el gobierno haitiano podía comprar hasta 60 000 barriles de petróleo al día con un descuento. El objetivo de dicho acuerdo era dedicar dinero a otros programas de desarrollo económico e impulsar otras industrias, como la agricultura, pero debido a la crisis económica venezolana, los envíos de cargamentos petrolíferos por parte de Caracas se frenaron en marzo de 2018, y Haití ha experimentado escasez de combustible desde entonces.

La corrupción del gobierno y el subsecuente desvío de recursos también provocó que Haití adquiriera deudas no solamente con el gobierno venezolano, también con el Fondo Monetario Internacional, que prometió un paquete de préstamos financieros por 96 millones de dólares para ayudar al país a pagar su deuda, bajo la condición de que el gobierno haitiano eliminara los subsidios a la energía, lo que aumentó los precios del combustible en más del 50%. Esta parece haber sido la chispa que llevó a la situación actual de Haití; desde 2018, la crisis ha empeorado junto al descontento con el gobierno de Moïse. El alza de los precios de los combustibles no benefició a los ciudadanos haitianos que, después de enfrentarse también a huracanes, terremotos y otros fenómenos naturales, viven en comunidades que quedaron sin energía, y el combustible ha sido muy necesario para hacer funcionar los generadores de electricidad que les permiten realizar actividades diarias.

Haití representa una lección importante de la democracia en América Latina y el Caribe, y cómo los problemas estructurales de inestabilidad política, al no atenderse apropiadamente, pueden llevar a un país al borde de la ruina.

La destrucción causada por huracanes y otras catástrofes naturales que han azotado al país caribeño quizá no se pudo predecir, pero sí se pudieron haber tomado acciones preventivas para disminuir las consecuencias. Haití se encuentra en el centro de lo que los climatólogos llaman un “corredor de huracanes”. El pequeño país caribeño se ha vuelto conocido por las condiciones climáticas adversas. Si bien no hay evidencia científica que pruebe que los huracanes son provocados por el cambio climático, este incide en la manera en que las tormentas se comportan. Científicos indican que las temperaturas inusualmente cálidas de la superficie del Atlántico han ayudado a aumentar la actividad de las tormentas esta temporada. Las temperaturas más cálidas del océano son “absolutamente responsables de la temporada de hiperactividad”, dijo James P. Kossin, científico climático de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. “Es muy probable que el cambio climático causado por los humanos contribuyó a que ese océano sea anormalmente cálido.” Es posible, entonces, que el cambio climático provoque que los huracanes se comporten de cierta manera: vientos más fuertes, más lluvia, tormentas que se mueven más lentamente, son más volátiles y pueden afectar un mayor rango de terreno.

A esto se le suma un Haití con crisis de desempleo, en donde más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, y sobrevive con menos de 2.4 dólares al día, de acuerdo con datos del Banco Mundial. Adicionalmente, la pandemia de covid-19 solamente empeoró la situación de millones de haitianos, pues ha paralizado la actividad económica, ya que una buena parte de las personas empleadas del país laboran en el sector informal, que depende de la apertura de espacios públicos, como indica el economista haitiano Etzer Emile.

Las acusaciones contra Moïse

Aunado a las condiciones anteriormente mencionadas, están también todas las acusaciones de corrupción contra el gobierno de Moïse, cuya llegada al poder sucedió en medio de acusaciones de fraude electoral y prácticas electorales turbias. Como indica el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, sin un parlamento electo debido al retraso de las elecciones de 2019, Moïse gobierna por decreto, sin un primer ministro ratificado y, a los ojos de muchos, con dudosa legitimidad política. Si bien, Moïse ha propuesto acciones para llevar a cabo elecciones, gran parte del pueblo haitiano duda de la capacidad del actual gobierno para llevar a cabo elecciones libres y justas, sobre todo porque no hay presupuesto para las mismas, y también se ha puesto en duda el fin del término presidencial de Moïse. Sectores relevantes de la opinión pública consideran que el 7 de febrero de 2021 fue, efectivamente, el último día del gobierno de Moïse, quien se rehúsa a dimitir, e incluso ha proclamado que hay complots en su contra, que van desde intentos de golpe de Estado hasta intentos de asesinato.

Asimismo, el gobierno de Moïse ha recibido apoyo por parte de la Organización de los Estados Americanos, argumentando que febrero de 2022 es la fecha final de su mandato, ante cuestionamientos de cuándo realmente empezó tal gobierno y, por lo tanto, cuándo tiene que terminar. Si bien las elecciones de 2015 fueron anuladas, Moïse fue elegido de nuevo en 2016, y su término presidencial empezó en 2017. Por lo tanto, Moïse y sus seguidores aseguran que, si su gobierno empezó en febrero de 2017, debe terminar en febrero de 2022, de acuerdo con la Constitución. Sin embargo, el pueblo haitiano se ha enfrentado a la policía de Puerto Príncipe al rechazar la explicación de Moïse de que la Constitución avala el término de su gobierno por 12 meses más, y argumentando que el Presidente quiere unirse a una larga lista de dictadores que han gobernado Haití.

¿Qué sigue?

Aunque las protestas y los enfrentamientos entre ciudadanos haitianos y la policía continúan, y la situación sigue desarrollándose sin un aparente fin en un futuro cercano, parece imposible no preguntarse qué es lo que le depara a Haití ante tanta incertidumbre. A pesar de la intensidad de las protestas, Moïse no parece dispuesto a dejar su puesto, y solo el tiempo dirá si cumplirá sus promesas de llevar a cabo una reforma energética, realizar un referendo y organizar nuevas elecciones. De este modo, Haití representa una lección importante de la democracia en América Latina y el Caribe, y cómo los problemas estructurales de inestabilidad política, al no atenderse apropiadamente, pueden llevar a un país al borde de la ruina.

ELENA DEL CARMEN BURGUETE EUÁN es licenciada en Relaciones Internacionales por parte del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y maestrante en Relaciones Internacionales y Derechos Humanos en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). 

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2 Responses to Haití en llamas: entendiendo las protestas contra Jovenel Moïse

  1. […] su gobierno», recuerda la internacionalista Elena del Carmen Burguete Euán en un artículo para Foreign Affairs Latinoamérica. Haití no ha logrado recuperarse del impacto de terremoto de 2010. Estas condiciones además han […]

  2. […] «Acusaciones de fraude electoral rodearon su campaña, y el descontento popular aumentó, junto con la inflación y algunas acusaciones de corrupción en contra de su gobierno», recuerda la internacionalista Elena del Carmen Burguete Euán en un artículo para Foreign Affairs Latinoamérica. […]

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