Guerra comercial entre China y Estados Unidos

4 marzo, 2019 • Artículos, Asuntos globales, CEI Gilberto Bosques, Portada • Vistas: 67002

¿Una disputa por la supremacía tecnológica?

Freight Waves

Jorge O. Armijo de la Garza

Marzo 2019

Una colaboración del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques

China y Estados Unidos, las dos economías más grandes del mundo, se encuentran inmersas en una guerra comercial desde que el presidente Donald Trump implementó una estrategia comercial con tintes proteccionistas, fundamentada en la imposición de aranceles y orientada a contrarrestar las prácticas comerciales del país asiático. A pesar de los esfuerzos de ambos gobiernos por buscar alternativas para evitar una escalada en la disputa, la rivalidad existente en el ámbito de las tecnologías avanzadas ha limitado todos los esfuerzos en el proceso de negociación para poner fin a las diferencias que, indudablemente, trascienden el ámbito comercial.

Elementos destacados de la disputa comercial

El gobierno de Estados Unidos sostiene que China se ha beneficiado de conocimiento estadounidense adquirido de manera injusta, mediante políticas y prácticas como la transferencia forzada de tecnología entre empresas asociadas o conjuntas, la violación de patentes, el espionaje industrial y el otorgamiento de subsidios a la industria nacional, entre otras. Desde esta perspectiva, el gobierno argumenta que estas han tenido efectos negativos sobre la economía estadounidense.

Como parte de esta estrategia, el presidente Trump instruyó a la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) llevar a cabo dos investigaciones comerciales. La primera, en virtud de la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, la cual determinó que las importaciones de acero y aluminio, incluidas aquellas provenientes de China, ponen en riesgo la seguridad nacional del país. La segunda en virtud de la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974, la cual resolvió que los actos, las políticas y las prácticas del gobierno de China relacionados con la transferencia de tecnología, la propiedad intelectual y la innovación son poco razonables o discriminatorios y gravan o restringen el comercio de Estados Unidos. En ambos casos, la USTR concluyó que era necesaria la imposición de aranceles para limitar las importaciones, aun conscientes de que los países que resultasen afectados, como es el caso de China, podrían responder con medidas equivalentes como represalia, lo cual traería sin lugar a duda, graves implicaciones para ambas economías.

Consecuentemente, el gobierno estadounidense ordenó la imposición de aranceles de entre el 10% y 25% sobre diversos productos chinos por un valor total de 250 000 millones de dólares. La última ronda de estos aranceles fue anunciada el 17 de septiembre de 2018. Esta consistió en aumentar en 10% los aranceles sobre 200 000 millones de dólares en productos importados de China. Por su parte, el gobierno de China respondió en represalia con medidas similares. Estas consistieron en la imposición de aranceles de entre 5% y 10% sobre una variedad de productos estadounidenses por un valor total de 110 000 millones de dólares.

Estas medidas resultaron en una guerra comercial que ha impactado considerablemente sobre el comercio entre ambas economías, sobre todo en cuanto a las exportaciones estadounidenses se refiere. Asimismo, dado el nivel de intercambio bilateral, se calcula que los aranceles impuestos por ambos países afectan sobre el 12% del total de las importaciones de Estados Unidos. Solo como referencia, de acuerdo con la Oficina del Censo estadounidense, en el periodo de enero a noviembre de 2018, las exportaciones de bienes estadounidenses a China ascendieron a 111 000 millones de dólares y las importaciones sumaron 493 000 millones de dólares. Esto arroja un balance deficitario para Estados Unidos de 382 000 millones de dólares, con un incremento destacable en comparación con el déficit en la balanza comercial de 2017.

La rivalidad existente en el ámbito de las tecnologías avanzadas ha limitado todos los esfuerzos en el proceso de negociación para poner fin a las diferencias que, indudablemente, trascienden el ámbito comercial.

A pesar de todo, el gobierno estadounidense tenía previsto el incremento de los aranceles a partir del 1 de enero de 2019 e incluso, Trump ha amenazado con aplicar nuevos aranceles sobre 267 000 millones de dólares adicionales en productos importados de China, si el gobierno de ese país no cambia su posición en cuanto a sus políticas y prácticas comerciales. De implementarse esta medida, los aranceles adicionales cubrirían el total de las importaciones estadounidenses provenientes de China.

Empero, en el marco de la Cumbre del G-20 en Buenos Aires, el presidente Trump y el Presidente de China, Xi Jinping, convinieron suspender de manera temporal la imposición de nuevos aranceles dentro de un periodo de 90 días para buscar un nuevo acuerdo que permita poner fin a las diferencias comerciales y con ello evitar la escalada en la disputa. Así, funcionarios de ambos países continúan sosteniendo reuniones al más alto nivel tanto en Washington como en Beijing para encontrar una posible solución a las diferencias. Pero, más allá de concertar una extensión adicional del periodo que concluyó el 1 de marzo de 2019, hasta el momento no hay avances concretos porque aún no está claro qué concesiones estén dispuestos a hacer. Esto responde a que las partes no han logrado ponerse de acuerdo sobre los temas de mayor interés, sobre todo en cuanto a la política de transferencia forzada de tecnología y propiedad intelectual, así como de subsidios que el gobierno otorga a las industrias manufactureras avanzadas como parte del plan industrial «Made in China 2025».

El sector de la tecnología como factor clave en la disputa

De acuerdo con el Peterson Institute for International Economics, las medidas impuestas por Estados Unidos afectan en mayor medida a los bienes intermedios, seguidos de los bienes de equipo y finalmente los bienes de consumo. Sin embargo, los principales productos añadidos son los semiconductores, que representan alrededor 3600 millones de dólares de los aranceles y otros insumos intermedios y bienes de equipo. Esto es importante ya que los semiconductores revisten una importancia especial como insumo básico para la elaboración de productos de consumo cotidiano, tales como los televisores, las computadoras personales, los teléfonos inteligentes y los automóviles. Por tanto, el 95% de este tipo de productos son utilizados en gran medida por empresas estadounidenses que dependen de las importaciones desde China.

Por ende, estos aranceles afectan a las industrias que se benefician del plan Made in China 2025, entre ellas, la de nuevos materiales tecnológicos como semiconductores, la aeroespacial, de automóviles eléctricos, y de tecnologías de información y comunicación, entre otras. En términos generales, este plan es la estrategia china para convertirse en país líder en las tecnologías emergentes, mediante el impulso de la innovación y la restructuración de la industria, de manera que se logre mayor calidad y eficiencia en la producción.

Desde la visión de Estados Unidos, las prácticas comerciales de China son parte de su intención declarada de ser líder en tecnología avanzada a escala internacional, por delante de potencias como Alemania, Estados Unidos o Japón. Es el caso, por ejemplo, en el sector de tecnologías de información y comunicación. Específicamente la tecnología 5G, es decir, de quinta generación la cual permitirá avanzar significativamente en otras aplicaciones de la tecnología y que son sumamente relevantes, incluido el internet de las cosas. Como parte del plan Made in China 2025, el gobierno prevé avances sustanciales en comunicación móvil 5G. Asimismo, en su treceavo Plan Quinquenal, el gobierno considera la tecnología 5G como una industria estratégica emergente y nueva área de oportunidad para el crecimiento del país. Al respecto, la Academia de Tecnología de la Información y Comunicaciones de China, un instituto de investigación administrado por el gobierno, estima que la red 5G creará más de ocho millones de empleos a nivel nacional para el 2030. Esto explica por qué en el marco de las conversaciones comerciales, el Ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, se refirió a que Estados Unidos debe respetar el derecho de China a «desarrollarse y prosperar».

Con todo, es viable pensar que la estrategia de contención hacia china continuará limitando los alcances del proceso de negociación para poner fin a las diferencias que, indudablemente, trascienden del ámbito comercial.

De acuerdo con MIT Technology Review, China es país líder en el desarrollo de esta tecnología. Incluso, refiere que la empresa propiedad del estado más grande del sector, China Mobile, ya ha desarrollado proyectos importantes con conectividad 5G. Cabe mencionar que bajo la dirección del gobierno, las empresas chinas, principalmente China Mobile, China Telecom y China Unicom, comenzaron a realizar investigaciones sobre 5G en 2013 y pruebas técnicas de tecnologías relacionadas desde 2016, antes que otros países con capacidades tecnológicas similares.

Pero esto no significa que Estados Unidos no está avanzando a un paso importante en el desarrollo de esta tecnología. En términos del lanzamiento para uso comercial, tiene mayores ventajas. Por ejemplo, AT&T planea introducir el servicio móvil 5G en doce ciudades estadounidenses a mediados de 2019. Mientras que T-Mobile y Sprint prevén activar sus redes 5G antes de que concluya 2019. Mientras que los operadores chinos no planean comenzar a vender el servicio 5G hasta 2020. Sin embargo, la diferencia está en la capacidad para poner en práctica esta tecnología en un espectro mucho más amplio. En ese sentido, bastaría con mencionar que, de acuerdo con un artículo publicado por el Foro Económico Mundial, para 2020 la empresa china de alta tecnología Huawei prevé desplegar redes comerciales 5G en más de veinte países. Asimismo, para 2030, el gobierno de China tiene planeado contar con capacidad de cobertura 5G a nivel nacional.

Una estrategia para contener a China en el ámbito de las tecnologías

De acuerdo con el Council on Foreign Relations, el gobierno de Trump le otorga una alta prioridad a las implicaciones que pudiera tener el impulso de China en sectores como los de inteligencia artificial, automatización y tecnologías de la información y comunicación sobre su seguridad nacional, al igual que su estrategia para obtener conocimiento estadounidense sensible mediante métodos irregulares. Al respecto, destaca que el 28 de enero de 2019, el Departamento de Justicia de Estados Unidos presentó trece cargos por fraude en contra de la empresa Huawei, incluyendo robo de secretos comerciales y fraude bancario, entre otros. La firma china ha estado bajo investigación por supuestas violaciones a las leyes en Estados Unidos de control comercial con Irán y robo de secretos comerciales de su socio y competidor comercial estadounidense T-Mobile.

Un caso similar fue el de la empresa estadounidense Broadcom, uno de los principales fabricantes de circuitos integrados para comunicaciones de banda ancha con sede en Singapur. En 2018, el gobierno de Trump evitó que la empresa tomara el control de la firma Qualcomm, citando la relación de Broadcom con entidades extranjeras como Huawei, desde entonces bajo investigación. Por otro lado, el Departamento de Comercio estadounidense prohibió a la empresa china de telecomunicaciones Zhongxing Telecommunications Equipment Corporation (ZTE), la segunda empresa en el sector más importante de China, el uso de componentes estadounidenses, principalmente seminconductores, en medio de acusaciones de que la empresa había violado las sanciones estadounidenses en contra de Corea del Norte e Irán. Esta prohibición se levantó después de que ZTE pagó una multa de 1400 millones de dólares, reemplazó a su junta y altos directivos, y permitió la incorporación de un equipo de verificación estadounidense al interior de la empresa para garantizar el cumplimiento de las leyes de exportación de Estados Unidos.

A pesar de que se ha pretendido que el asunto relacionado con la empresa Huawei se aparte de las conversaciones comerciales, en opinión de Robert A. Manning, asociado principal en el Scowcroft Center for Strategy and Security del Atlantic Council, la presión es también parte de una estrategia estadounidense para que el gobierno chino haga mayores concesiones durante las negociaciones comerciales. Por ende, es parte también de una estrategia de Washington orientada a contener el expansionismo de China en el ámbito de las tecnologías, sobre todo, ante una creciente competencia asiática en cuanto al desarrollo de la tecnología 5G.

Recientemente, mediante su cuenta de Twitter, Trump señaló que quiere «la tecnología 5G, e incluso 6G, en Estados Unidos lo antes posible…». Y advirtió que «las empresas estadounidenses deben intensificar sus esfuerzos, o quedarse atrás». Esto no es más que un reflejo de inferioridad. Pues el diagnóstico es certero, las empresas chinas están alcanzando a sus competidores estadounidenses. Basta recordar que la empresa Huawei superó en ventas a la estadounidense Apple en el segundo y tercer trimestre de 2018, convirtiéndose en el segundo mayor proveedor de teléfonos del mundo. Por consiguiente, busca posicionarse como líder en el mercado de la tecnología de quinta generación. Con todo, es viable pensar que la estrategia de contención hacia china continuará limitando los alcances del proceso de negociación para poner fin a las diferencias que, indudablemente, trascienden del ámbito comercial.

JORGE O. ARMIJO es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad del Valle de México (UVM). Es egresado de la primera generación del Diplomado en Negociaciones Comerciales Internacionales de El Colegio de México (Colmex). Además, es socio fundador y Director General de TradeTankMx, e integrante de la mesa directiva del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Actualmente se desempeña como investigador en el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques de la Cámara de Senadores. Sígalo en Twitter en @jorgeoarmijo.

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One Response to Guerra comercial entre China y Estados Unidos

  1. Ulises Granados dice:

    excelente analisis feñicidades!!!

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