El TLCAN: 20 años de claroscuros

8 diciembre, 2014 • Artículos, Del Archivo, Norteamérica, Portada, Regiones • Vistas: 40533

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 Material Original de Foreign Affairs Latinoamérica Volumen 14 Número 2

El 1 de enero de 2014 se cumplieron 20 años de vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Con tal motivo, recientemente se han organizado varias conferencias, seminarios y publicaciones alusivas a este aniversario y a la evaluación del desempeño y del impacto del tratado comercial. Tal y como ha sucedido en México desde que se anunciara el inicio de las negociaciones correspondientes, las posiciones sobre este tema han tendido, una vez más, a la polarización. Así, uno puede encontrar desde evaluaciones contundentemente favorables sobre el impacto en México de los primeros 20 años del TLCAN como la que recientemente expresara el expresidente Ernesto Zedillo en Americas Quarterly («Todos los análisis serios que he visto indican que el TLCAN ha significado para mi país más crecimiento, más empleos -y mejor pagados- de lo que habríamos tenido de otra manera.»), hasta evaluaciones absolutamente desfavorables como la de la organización no gubernamental Public Citizen’s Global Trade Watch sobre el efecto que ha tenido el TLCAN en la economía y en la sociedad mexicana («El encomiado tratado fracasó en sus promesas de creación de empleos y de mejores condiciones de vida; al mismo tiempo que contribuyó a la pérdida masiva de empleos, al aumento de la desigualdad del ingreso, a la inestabilidad agrícola, a ataques corporativos sobre la salud y las salvaguardas ambientales y al desplazamiento masivo y a la volatilidad en México.»).

Si bien es cierto que también ha habido evaluaciones más equilibradas -como la de Ángeles Villarreal e Ian F. Ferguson en «NAFTA at 20: Overview and Trade Effects» o la de Carol Wise y Joshua Tuynman en «NAFTA@20: A Bittersweet Celebration»-, no es exagerado afirmar que buena parte del debate público sobre el impacto del TLCAN en México fluctúa en torno a estas dos visiones extremas: es decir, al TLCAN o se le ama y se le atribuyen todo tipo de efectos virtuosos o se le odia y se le atribuyen buena parte de los males del país. En ambos casos, por cierto, partidarios o detractores del acuerdo comercial suelen incluir aspectos que poco o nada tienen que ver con el tratado comercial o con temas que difícilmente pueden atribuirse única o exclusivamente al TLCAN. Por ejemplo, dentro de los efectos virtuosos que se le suelen atribuir al TLCAN está su contribución a la transición democrática de 2000 o el aumento en la talla de los niños menores de 5 años (lo cual posiblemente tiene mucho más que ver con la política social que con la comercial). Por otro lado, entre los efectos negativos, suele atribuírsele la crisis de 1994-1995, que estuvo asociada más bien a problemas de conducción de la política macroeconómica antes que a efectos estrictamente atribuibles al tratado comercial.

 En este breve artículo, haremos una breve descripción y evaluación de los distintos efectos que ha tenido el TLCAN sobre la economía mexicana desde una doble perspectiva: la de sus objetivos inmediatos y la de sus objetivos finales. También mencionaremos otros efectos que ha tenido el TLCAN y que deben ser incorporados a la hora de hacer una evaluación y un balance integral de este importante acuerdo comercial.

 ¿Cómo evaluar al TLCAN?

Existen básicamente dos visiones sobre la forma de evaluar el desempeño y el impacto del acuerdo comercial. Una, la que promueven muchos de los partidarios del TLCAN (entre los que se incluyen varios de los negociadores mexicanos de dicho acuerdo), sugiere basarse fundamentalmente en el análisis de sus objetivos más inmediatos; es decir, que recomienda analizar la evolución de las variables que sí eran susceptibles de ser influidas a través de los instrumentos utilizados. Lo anterior incluye, por supuesto, las variables de comercio exterior (exportaciones e importaciones), así como la inversión extranjera directa. Según dicha visión, esta es la forma correcta de evaluar el TLCAN, ya que, al ser un acuerdo de comercio e inversión, estas son precisamente las variables que realmente podrían afectarse mediante un acuerdo de esta naturaleza.

La segunda visión, por el contrario, propone centrarse en los objetivos finales que llevaron a proponer, promover y, eventualmente, a firmar el acuerdo comercial. Esta segunda visión considera, en general, que el primer enfoque es estrecho y limitado. Más aún, algunos de quienes proponen este segundo enfoque consideran que el primero es, hasta cierto punto, redundante y poco útil, puesto que si disminuyen los obstáculos al comercio y a la inversión es entonces natural que aumenten las variables relacionadas con estos conceptos. En ese sentido, concluir que al reducirse las barreras al comercio y a la inversión estas aumentaron no es algo precisamente revelador o de gran utilidad para evaluar un acuerdo como el TLCAN.

Ahora bien, ¿cuáles eran esos objetivos finales que condujeron, eventualmente, a la firma del TLCAN? Para responder a esta pregunta, veamos qué es lo que dijo el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari en el discurso que pronunció en la ceremonia de graduación del Instituto Tecnológico de Massachusetts en mayo de 1993: «El TLCAN, quiero destacar, es un acuerdo de creación de empleos. […] El TLCAN es un acuerdo de mejoras salariales, porque estamos comprometidos con el aumento de los salarios reales en México, más de lo que ya han aumentado, cuando el TLCAN sea ratificado. Y el TLCAN es un acuerdo de reducción de la migración, porque los mexicanos no tendrán que emigrar hacia el norte en busca de trabajo en este país, sino que serán capaces de encontrarlos en el mío, que es mi compromiso principal» [la traducción y las cursivas son nuestras].

Además de todos estos objetivos, en muchos otros discursos y entrevistas, el presidente Salinas subrayaba otras metas que se buscaban con el TLCAN: promover el crecimiento económico y reducir las brechas de desarrollo entre México y sus socios comerciales. En las siguientes secciones, revisaremos brevemente una parte de la evidencia empírica relacionada con ambos enfoques.

Por sus objetivos inmediatos (comercio e inversión)

La evidencia empírica sobre este tema es bien conocida. Los datos sobre la expansión del comercio exterior de México, el comercio interregional en Norteamérica y la Inversión Extranjera Directa (IED) que recibe México a partir de la entrada en vigor del TLCAN son frecuentemente citados como evidencia del éxito del tratado. Es sabido, por ejemplo, que las exportaciones de México a Estados Unidos y Canadá se multiplicaron por siete (en términos nominales) entre 1993 y 2013, y que las importaciones mexicanas provenientes de esos países se multiplicaron por poco más de cuatro y ocho veces, respectivamente. De igual forma, a menudo se menciona que la IED que recibe México como porcentaje del PIB se duplicó en el periodo posterior al TLCAN en comparación con el periodo inmediatamente anterior de 1980 a 1993, al pasar del 1.3% al 2.6% del PIB.

Desde esta perspectiva, es evidente que los flujos de comercio e inversión se han incrementado considerablemente a partir del TLCAN. Estos resultados han sido tan positivos que quizá han resultado inesperados incluso para los más fervientes promotores del TLCAN. A pesar de ello, es importante señalar que estos resultados ocultan una realidad menos prometedora: a saber, que el impulso inicial del aumento comercial y la inversión se ha desacelerado considerablemente a partir de 2001. La gráfica 1 muestra esta tendencia en el comercio exterior de México con sus socios de Norteamérica. En el caso del comercio México-Estados Unidos, los indicadores muestran que la tasa de crecimiento promedio anual se ha desacelerado a tasas que son solo una cuarta o una quinta parte de lo que eran en el periodo inmediatamente posterior a la entrada en vigor del TLCAN (1993-2000). Una tendencia similar, aunque menos marcada, se observa en las cifras del comercio México-Canadá. Los datos de la IED hacia México, por su parte, muestran también una fuerte desaceleración en años recientes. Estas tendencias se explican por una combinación de factores: la recesión estadounidense de 2001, los atentados terroristas del 11-S y la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio.

 Gráfica 1: Tasa de crecimiento promedio anual del comercio exterior de México

Fuente: Elaboración propia con datos de la Secretaría de Economía.

Fuente: Elaboración propia con datos de la Secretaría de Economía.

 En síntesis, los efectos del TLCAN en sus objetivos inmediatos han sido, indudablemente, muy favorables. Estos resultados, sin embargo, deben tomarse con cierta precaución, ya que los indicadores más recientes sugieren que los impulsos favorables iniciales han empezado a desacelerarse de manera muy significativa. 

Por sus objetivos finales 

a) Crecimiento económico

Uno de los objetivos más importantes del TLCAN consistía en promover el crecimiento de la economía mexicana. Esto era particularmente importante, porque en los años previos a la entrada en vigor del TLCAN, México, al igual que casi toda Latinoamérica, había pasado por una fase de relativo estancamiento económico que incluso llevó a catalogar a la década de 1980 como «la década perdida de América Latina». En ese sentido, crecer y generar mayores oportunidades de empleo era considerado como algo crucial y como uno de los objetivos finales del TLCAN.

La gráfica 2 muestra la tasa de crecimiento promedio anual del PIB per cápita y del PIB por trabajador para varios países en el periodo de 1993 a 2012. Los datos provienen de los Indicadores del desarrollo mundial del Banco Mundial y se estiman a partir de cifras expresadas en dólares constantes ajustados por la paridad del poder de compra. Desafortunadamente, los datos no están disponibles para todos los años o países de interés. La gráfica incluye a todos los países relativamente grandes de Latinoamérica y el Caribe (con más de tres millones de habitantes) para los que se cuenta con información para los años inicial y final.

Gráfica 2: Crecimiento económico en países de Latinoamérica, 1993-2012
(porcentaje de tasa de crecimiento promedio anual)

Fuente: Elaboración propia con datos de los Indicadores del desarrollo mundial del Banco Mundial.

Fuente: Elaboración propia con datos de los Indicadores del desarrollo mundial del Banco Mundial.

Como puede observarse, el desempeño económico de México en este periodo ha dejado mucho que desear, ya que, en ambos indicadores, los resultados no solo son sumamente pobres en términos absolutos, sino que se ubican en la parte más baja de la distribución. En el caso del PIB per cápita, México ocupa el lugar 15 de un total de 17 países, y su crecimiento es de apenas 1.2% al año. En el caso del PIB por trabajador, los resultados no son mucho mejores, ya que México ocupa el lugar 11 de 13 países, con un crecimiento de apenas 0.76% por año. El único país que muestra un peor desempeño que México en ambos indicadores es Venezuela, mientras que Paraguay y Guatemala presentan un menor crecimiento del PIB per cápita y del PIB por trabajador que México, respectivamente.

Aquí vale la pena señalar que hay una corriente de opinión que afirma que si bien México no ha crecido lo suficiente, es probable que hubiera crecido aun menos en ausencia del TLCAN. Este argumento parece muy difícil de sostenerse, ya que muchos de los países de Latinoamérica que se muestran en la gráfica no tuvieron un acuerdo similar y, a pesar de ello, crecieron más que México. Esto incluye, por cierto, a países que pasaron por una crisis muy grave, como es el caso de Argentina. También se dice que la comparación con países de Sudamérica es injusta, porque esos países crecieron impulsados por la expansión acelerada de la economía china y por el auge de materias primas asociado a dicho proceso. Este argumento tampoco parece justificar el patrón observado, ya que incluso varios de los países centroamericanos, que están tanto o más vinculados a la economía de Estados Unidos que México, crecieron a tasas superiores a las observadas en nuestro país.

b) Cerrar la brecha con Estados Unidos

 Como ya se mencionó, otro de los objetivos finales del TLCAN era el de cerrar la brecha entre los niveles de vida y de desarrollo de México con respecto a los de sus socios de Norteamérica. Por ello, el TLCAN prometía que, a partir de una mayor integración comercial, se empezaría a observar cierta convergencia entre México y sus socios en medidas tales como el ingreso per cápita o el ingreso por trabajador.

La gráfica 3 muestra el cociente de estas dos variables entre México y Estados Unidos para el periodo entre 1980 y 2012. Como se demostró en «Trade and the Development Gap», de Robert Blecker y Gerardo Esquivel, los resultados en ambos casos son inobjetables: no hay ninguna evidencia de convergencia y, en todo caso, lo que se observa es cierta divergencia en el tiempo. Así, mientras que el PIB por trabajador de México era un 35% del de Estados Unidos en 1993, para 2012 esta relación había disminuido a menos de 30%. De igual forma, el PIB per cápita de México pasó de un 31.4% del de Estados Unidos en 1993 a ser menor de 29% en 2012. Es de resaltar que un ajuste importante a la baja ocurrió en ambos casos en 1995 (como resultado de la crisis por la que pasó México en ese año), pero que esta caída inicial ya nunca se recuperó en el caso del PIB por trabajador y que, por el contrario, se ha ido profundizando a lo largo de los años. En el caso del PIB per cápita, esta caída inicial se ha mantenido relativamente estable, pero no se ha podido siquiera regresar a los niveles previos al TLCAN.

Gráfica 3: PIB per cápita y por trabajador de México relativo a Estados Unidos
(porcentaje del valor de Estados Unidos)

Fuente: Elaboración propia con datos de los Indicadores del desarrollo mundial del Banco Mundial.

Fuente: Elaboración propia con datos de los Indicadores del desarrollo mundial del Banco Mundial.

c) Migración

Una de las frases favoritas del presidente Salinas al hablar de la importancia del TLCAN era «queremos exportar bienes, no personas». A juzgar por los resultados, México terminó exportando no solo más bienes, sino también más personas. En 1990, unos años antes de que entrara en vigor el TLCAN, se estimaba que había en Estados Unidos alrededor de 4.4 millones de personas nacidas en México. Para 2011, el número de personas en Estados Unidos nacidas en México superaba los 11.7 millones, de acuerdo a Ana González-Barrera y Hugo Mark López en el Hispanics Trends Project del Pew Research Center. Es decir, hubo un crecimiento de más de 150% en poco más de dos décadas (4.8% de crecimiento promedio anual). Este incremento tan acelerado solo pudo ocurrir porque la migración de México a Estados Unidos (con y sin documentos) continuó incluso después de la entrada en vigor del TLCAN, por lo que la promesa de reducir la migración también ha quedado lejos de cumplirse.

d) Salarios

Como ya señalamos, el TLCAN se promovió en México como un mecanismo que se traduciría en mejoras salariales. Más aún, en un arranque de optimismo, se llegó incluso a plantear la posibilidad de una eventual convergencia con los niveles salariales de nuestros vecinos del norte. La evidencia empírica a este respecto es, sin embargo, muy poco favorable. La gráfica 4 muestra el índice de los salarios reales promedio para el periodo de 1980 a 2012. Los datos provienen de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y se ha establecido como año base 1993=100. La gráfica muestra que el resultado en términos de salarios es incluso peor que en términos de ingreso per cápita o por trabajador. Después de una fuerte y prolongada caída asociada a la crisis de 1994 y 1995, para 2012 los salarios promedio eran solo 6.6% más altos de lo que eran en 1993, lo que implica una tasa de crecimiento promedio anual de solo 0.34%. Increíblemente, el salario promedio de 2012 es prácticamente idéntico al que prevalecía en México 30 años atrás. En esta dimensión, al igual que en las dos anteriores, las promesas del TLCAN distan mucho de haberse materializado.

Gráfica 4: Salario real promedio anual, 1980-2012
(índice, 1993=100)

Fuente: Elaboración propia con datos de la CEPAL.

Fuente: Elaboración propia con datos de la CEPAL.

e) Pobreza

Otro de los objetivos finales del TLCAN era el de mejorar las condiciones de vida de los mexicanos. En ese sentido, podríamos interpretar este objetivo como algo que no solo mejorara el ingreso promedio de los mexicanos, sino que también, como parte de esta mejoría, contribuyera a reducir las tasas de pobreza prevalecientes en el país. La gráfica 5 muestra la evolución histórica de las tres medidas oficiales de pobreza, de acuerdo con lo establecido por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval). Las medidas de pobreza corresponden únicamente a la dimensión de ingresos y se refieren a tres distintos umbrales que permiten identificar a los hogares y a las personas en condición de pobreza alimentaria (o pobreza extrema), de capacidades y patrimonial. La gráfica muestra que las medidas de pobreza tienen un fuerte componente cíclico, ya que crecieron en entre 1994 y 1996 como resultado de la crisis de 1994 y 1995, y han vuelto a aumentar a raíz de la crisis de 2009 y de los aumentos recientes en los precios de los alimentos. Para propósitos de este trabajo, lo relevante es que las tasas de pobreza de 2012 no son muy distintas de las tasas de pobreza que prevalecían en 1994, al momento de entrar en vigor el TLCAN. Esto implica que, en esta otra dimensión, el TLCAN tampoco se ha traducido en una mejoría significativa en las condiciones de vida de la población.

Gráfica 5: Tasas de pobreza en México, 1992-2012
(porcentaje de la población total)

Fuente: Coneval.

Fuente: Coneval.

Otros efectos

Además de los resultados mencionados (o la falta de ellos), ha habido otro tipo de efectos asociados al TLCAN que vale la pena mencionar y tomar en consideración a la hora de hacer una evaluación integral del mismo.

a) Aumentos en la variedad en el consumo

Este es posiblemente uno de los pocos efectos directamente atribuible a la apertura comercial y que parece haber tenido cierto impacto en los niveles de vida de buena parte de la población. A diferencia de otros elementos, como las exportaciones o el crecimiento en cierto tipo de actividades económicas, el efecto de una mayor apertura comercial por el lado de las importaciones no se circunscribe únicamente a un sector o a una región específica, sino que, al menos en principio, puede beneficiar a todos los mexicanos que actúan como consumidores en el mercado nacional a través de dos canales: por los efectos en los precios y mediante un aumento en la variedad de productos disponibles.

De manera un tanto sorprendente, este canal ha sido relativamente subestimado y se omite con frecuencia en las discusiones sobre el TLCAN. En parte, esto puede deberse a la ausencia de medidas concretas sobre este posible beneficio. Uno de los pocos estudios que ha presentado una medición de este efecto es el de Timothy Kehoe y Kim J. Ruhl en «¿Por qué las reformas económicas de México no han generado crecimiento?». En este estudio, los autores estiman los posibles beneficios para México de estos dos canales y encuentran que su efecto combinado es equivalente a 0.3% del PIB por año para el periodo entre 1990 y 2000. Esto implicaría que a la medición oficial del crecimiento del PIB habría que agregarle los beneficios derivados del comercio equivalentes a este porcentaje. Considerando los magros niveles de crecimiento del ingreso per cápita a los que aludimos anteriormente, es evidente que un aumento en el ingreso real de esta magnitud no es trivial y que tendría que ser considerado como uno de los efectos directos más significativos derivados de una mayor apertura comercial.

b) Desigualdad regional

Como señalan Marcela González Rivas en «The Effects of Trade Openness on Regional Inequality in Mexico» y Gerardo Esquivel, Daniel Lederman, Miguel Messmacher y Renata Villoro en «Why NAFTA did not Reach the South», un resultado indeseable directamente atribuible al TLCAN, y que pocos o casi nadie previó, fue el impacto que este tendría en la desigualdad regional. En efecto, el TLCAN benefició de manera desproporcionada a la región norte del país, que contaba no solo con la cercanía geográfica al mercado estadounidense, sino que también disponía de la infraestructura apropiada para gozar de la mayor inversión extranjera directa que llegó al país en búsqueda de un acceso preferencial al mercado estadounidense. Por el contrario, la zona menos beneficiada por el TLCAN fueron las zonas sur y sureste del país, que no solo son las más alejadas del mercado estadounidense, sino que no contaban (y de hecho no cuentan aún) con la infraestructura necesaria para poder beneficiarse del acceso por la vía marítima, por ejemplo, a los mercados internacionales. Estos resultados, al combinarse con una situación inicial en la que el sur y el sureste del país era de por sí la región menos desarrollada del país, y la zona fronteriza una de las más desarrolladas, dieron lugar a un aumento en la desigualdad regional en un país que ya se caracterizaba por tener enormes disparidades regionales.

c) Sincronización con Estados Unidos

Otro resultado asociado al TLCAN es que la sincronización de los ciclos económicos de México y Estados Unidos ha aumentado considerablemente. Esto último no tiene en sí mismo una connotación ni negativa ni positiva. Sin embargo, si tomamos en consideración que, desde la entrada en vigor del TLCAN, Estados Unidos ha pasado por dos recesiones (en 2001 y de diciembre de 2007 a junio de 2009), esto ha llevado a que México se vea afectado en consecuencia. Más aún, en ambos casos, el efecto sobre la economía mexicana ha sido no solo más prolongado, sino de mayor envergadura. Así, por ejemplo, la recesión de 2001 que duró en Estados Unidos unos cuantos meses, en el caso de México se extendió por casi 3 años. Por otro lado, la recesión estadounidense de 2008 a 2009 se tradujo en una de las contracciones más significativa de la actividad económica en toda la historia reciente de México, ya que el PIB de 2009 se contrajo en 6%. Si a eso le agregamos que en este periodo la economía mexicana también pasó por la gran crisis de 1994 y 1995, entonces veremos que la creciente sincronización de los ciclos económicos de México y Estados Unidos explica, en buena medida, la volatilidad y el bajo crecimiento que se ha observado en México en las 2 décadas de vigencia del TLCAN.

Comentarios finales

Las 2 décadas de vigencia del TLCAN han dejado un saldo de claroscuros. Por un lado, si evaluamos al TLCAN de acuerdo con sus objetivos inmediatos (comercio e inversión), los resultados son relativamente favorables aunque con una clara pérdida de dinamismo en los años recientes. Por otra parte, si evaluamos al TLCAN por sus objetivos finales, los resultados son claramente desfavorables, ya que el tratado no parece haber contribuido de manera significativa a aumentar el crecimiento económico, a cerrar la brecha con los socios comerciales, a reducir la migración, a mejorar los niveles salariales o a reducir la pobreza. Otras dimensiones aportan elementos favorables, como el aumento en el nivel de vida a través del acceso a una mayor variedad de bienes de consumo, aunque también hay resultados indeseables, como el aumento en la desigualdad regional o la mayor sincronización (y, por ende, vulnerabilidad) con el ciclo económico estadounidense.

Es cierto que muchos de estos resultados no son culpa, en sí mismos, de la política comercial y que es muy difícil atribuir exclusivamente al TLCAN la falta de buenos resultados económicos. En realidad, es más probable que la ausencia de resultados se deba a otras decisiones de política económica o a la falta de otras acciones específicas que habrían ayudado a potenciar las ventajas adquiridas con el TLCAN. Sin embargo, también es cierto que las mejoras en múltiples dimensiones formaron parte sustantiva de la lógica que motivó la firma del TLCAN y que fueron parte de las promesas ofrecidas al participar en un acuerdo de esta naturaleza. En ese sentido, una evaluación más completa del TLCAN debe, necesariamente, ir más allá del análisis de los objetivos inmediatos y no limitarse únicamente a los temas de comercio e inversión.

Hacerlo así sería partir de una visión muy estrecha de las políticas públicas y no nos permitiría identificar qué es lo que sí funcionó y qué es lo que pudo haberse hecho mejor. Ahora que nos encontramos discutiendo una reforma tan trascendente como la reforma energética en México, la cual ha ido acompañada de una serie de promesas similares a las que se hicieron en su momento con el TLCAN, sería deseable que un breve análisis como el aquí presentado sirva para entender que una reforma aislada, por muy importante que sea, no es capaz por sí misma de modificar la trayectoria de una economía si no va a acompañada de un diagnóstico integral apropiado y de medidas complementarias que ayuden a potenciar los beneficios de la misma. Ojalá que hayamos aprendido la lección.

 

GERARDO ESQUIVEL es doctor en Economía por la Harvard University. Actualmente, es profesor-investigador de El Colegio de México. Sígalo en Twitter en @esquivelgerardo.

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7 Responses to El TLCAN: 20 años de claroscuros

  1. Eusebio Flores B. Dr. dice:

    Ecelente articulo. le enviado un twit, para señalarle que existe una vision un poco ajena a la economica y desde lo tecnico – procesal que arojan resultados similares o parecidos a los suyos. Saludos y feliz año. lo he seguido en Twiter hoytmismo.

  2. Eusebio Flores B. Dr. dice:

    Exelente

  3. Paco Perez dice:

    Con estos tratados tambien se pierde mucha soberania o me equivoco?. Yo tengo la impresion de que los paises que los imponen de algun modo terminan siendo los mayormente beneficiados y que la sangria de recursos naturales de los mas debiles se incrementa exponencialmente. No les da la impresion de que la economia mundial esta manejada por monopolios y tendemos ya hacia una especie de comunismo mas que a un capitalismo?.

  4. […] del Colegio de México como Gerardo Esquivel establecen que “las 2 décadas de vigencia del TLCAN han dejado un saldo de claroscuros. Por un […]

  5. Pilar Vasco dice:

    Hola. Me gusto el artículo, es muy claro y especifico; sin embargo, ya llevo muchas horas buscando dos respuestas y no lo he logrado, espero me pueda ayudar;
    1. ¿Cuántos anexos tiene el TLCAN? Y 2. ¿En qué anexo en la actualidad está México en este tratado?

  6. […] Aún recuerdo las palabras de Salinas en 1994 para vendernos la idea de que gracias al TLC, México entraría al primer mundo. Evidentemente, no fue así (seguimos en el tercero, con opción al cuarto…), pero como yo no tengo los conocimientos suficientes para hacer una evaluación global, prefiero dejar a Gerardo Esquivel -profesor del Colegio de México-, que nos de la suya: […]

  7. […] acuerdo con Gerardo Esquivel en su artículo El TLCAN: 20 años de claroscuros, publicado en Foreign Affairs Latinoamérica vol. 14, núm. 2, el efecto de la sincronización […]

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