El asunto de Taiwán

20 enero, 2022 • Artículos, Asia/Pacífico, Portada • Vistas: 4711

La búsqueda de la reunificación final de China

Prensa Bolivariana

Daniel Zorrilla Velázquez

Enero 2022

En los últimos 40 años, el crecimiento económico de China ha sido descomunal, pasando de ser un país empobrecido después de una larga serie de conflictos armados y de políticas fallidas, a ser una de las principales potencias económicas, comerciales y militares del siglo XXI. El presidente chino Xi Jinping presentó su programa de gobierno en 2012, en el que expresó su visión del “sueño chino”, con el que pretende lograr el rejuvenecimiento y la restauración del país, así como recuperar el papel central que ha tenido en la historia de la humanidad. Mediante este plan, se pretende que China se convierta en un país rico y totalmente desarrollado para 2049, lo que implica también una agresiva expansión de sus capacidades militares.

Uno de los puntos torales del proyecto expansionista de Xi es la reunificación de China, que había sido despojada de dos importantes territorios: Hong Kong y Taiwán. En el primer caso, China recuperó en 2020 el control y la influencia sobre el territorio hongkonés mediante la controversial Ley de Seguridad, coartando la autonomía política y las libertades de expresión que habían sido aseguradas en la Declaración Conjunta Sino-Británica de 1997. El segundo caso corresponde al territorio de Taiwán, cuyo nombre formal es República de China. Taiwán es una isla autónoma, gobernada de manera democrática con base en una Constitución, aunque no es reconocida por la comunidad internacional como un Estado oficial. No tiene ninguna representación ante la Organización de las Naciones Unidas ni ante ninguno de sus órganos subsidiarios. De hecho, China considera a Taiwán como una provincia separatista, y es precisamente por esto que tiene la firme intención de recuperarla.

Contexto de las tensiones

Originalmente, Taiwán fue administrada por la dinastía Qing por más de 200 años; sin embargo, en 1895, fue forzada a cederla a Japón como consecuencia de su derrota en la primera guerra sino-japonesa. En la Segunda Guerra Mundial, Japón fue derrotado por los Aliados y tuvo que ceder el control del territorio taiwanés de vuelta a la República de China, uno de los países vencedores. No obstante, surgió una guerra civil en China, y las tropas del líder oficial de la época, Chiang Kai-shek, fueron derrotadas por el ejército comunista de Mao Zedong. Ante esto, Chiang y sus seguidores huyeron al territorio taiwanés, en donde asentaron un nuevo gobierno de corte dictatorial.

No fue sino hasta 2000, que Taiwán tuvo acceso a un gobierno democrático de la mano del presidente Lee Teng-hui, mediante una serie de cambios constitucionales. A partir de ese momento, los gobiernos presidenciales de Taiwán han avanzado la idea de la independencia total de la China continental, lo que ha causado gran molestia en Beijing. La actual líder de la isla, Tsai Ing-wen, es una de las principales impulsoras de este proyecto independentista, lo que evidentemente ha exacerbado las tensiones entre ambos gobiernos. Frente a esto, Xi es un férreo defensor de la política de “una sola China”, en la cual se reconoce una única soberanía bajo el nombre de China, de la cual Taiwán es parte, y que es la base de las relaciones diplomáticas formales entre China y el resto de los Estados reconocidos por la comunidad internacional, especialmente Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea.

El escalamiento de las tensiones

A pesar de que las tensiones entre China y Taiwán han estado incrementando durante los últimos años, 2021 fue un periodo en el que esta tendencia se vio especialmente agravada. En el último año, aeronaves militares chinas sobrevolaron el espacio aéreo aledaño al territorio taiwanés en números récord, superando en ocasiones el centenar de incursiones en un solo fin de semana. Estos vuelos tienen la intención de advertir al gobierno taiwanés sobre la inminente toma de control de su territorio por parte del gobierno de China. Además, sirven al Ejército Popular de Liberación (EPL) para analizar y medir las respuestas de la fuerza aérea de su contraparte, así como para desgastar a sus oficiales. Uno de los hechos más preocupantes de estos actos de intimidación es que el gobierno chino ha estado utilizando aviones de combate, aeronaves antisubmarinas y bombarderos H-6 (con capacidades nucleares), al igual que aviones de recarga de combustible del tipo Y-20, lo que sugiere que China busca perfeccionar sus operaciones para una futura intervención.

Xi ha expresado su deseo de que la unificación ocurra en el contexto del principio de “un país, dos sistemas”, similar a la política que fue implementada en el pasado en Hong Kong.

En octubre de 2021, durante un evento conmemorativo del 110 aniversario de la Revolución China de 1911, que derrocó a la dinastía Qing, Xi mencionó que la reunificación con Taiwán “debe ser y será realizada”, como parte de una política de Estado de su mandato. Lo anterior, se deriva de la Ley Antisecesionista de 2005, aprobada por la Asamblea Popular Nacional de China. En esta legislación se expresó la determinación del gobierno chino de utilizar medios no pacíficos en caso de que el gobierno de Taiwán oficializara de manera formal su independencia de la República Popular China, con la finalidad de proteger su soberanía e integridad territorial.

Por otro lado, Xi ha expresado su deseo de que la unificación ocurra en el contexto del principio de “un país, dos sistemas”, similar a la política que fue implementada en el pasado en Hong Kong. Esto permitiría a Taiwán conservar su régimen económico interno apegado al sistema capitalista, manteniendo cierto grado de autonomía política y administrativa. Empero, los hechos ocurridos en 2020 en Hong Kong, en donde se invalidó la Ley Básica de la isla, y se implementó un duro control unilateral por parte de Beijing, hacen sospechar a los ciudadanos taiwaneses de que puedan sufrir el mismo destino. Al respecto, la mayoría de los ciudadanos de Taiwán (87%) prefieren mantener, en alguna medida, la situación actual, en una relación pacífica, estable y de coexistencia con China, aunque manteniendo su autonomía democrática. En contraste, solamente un 5.6% de los ciudadanos opinan que Taiwán debería declarar su independencia oficial de China de manera unilateral.

Respuesta de Estados Unidos

Hasta el momento, Estados Unidos mantiene lazos no oficiales con Taiwán, limitándose a acuerdos comerciales, culturales y educativos. La política de Washington hacia Taiwán está basada en el principio de ambigüedad estratégica, en la que el gobierno actúa de manera deliberadamente vaga en lo que toca a la forma de responder en caso de que China invada el territorio en disputa. Sin embargo, el país norteamericano tiene profundos intereses en la región, basados en la importancia geopolítica y geoestratégica de la isla. El hecho de mantener un aliado en esta posición es clave para limitar el poder de China en el Pacífico Occidental, así como para asegurar los compromisos de defensa que tiene con sus aliados Corea del Sur, Filipinas y Japón. Además, en el caso de que un virtual conflicto entre las dos potencias escalara, Taiwán podría servir a Estados Unidos como una base de importancia fundamental para desplegar sus fuerzas y contener a China. Es por estos intereses que miembros de élite del ejército y la marina de Estados Unidos han estado entrenando en secreto a las fuerzas de Taiwán, además de la constante venta de armas a Taipéi, con la intención de preparar la defensa de la isla. Evidentemente, estas acciones han desencadenado una serie de fuertes reclamos diplomáticos del gobierno chino, por la patente intromisión de Washington.

Frente a este escenario, es difícil suponer que Beijing tiene la intención de mantener el estado de las cosas. Las previsiones ante un futuro conflicto son ambivalentes, y no existe un consenso sobre lo que puede ocurrir. Por un lado, voces como la del encargado del Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos, el almirante Philip Davidson, estiman que China atacará a Taiwán en 2027, en el marco del centésimo aniversario de la fundación del EPL. Por otra parte, el Exsecretario de Estado estadounidense, Henry Kissinger, opina que China no planea invadir Taiwán al menos durante la próxima década, aunque sí tiene intenciones de debilitar el estatus de la isla. Claramente, la posición que el gobierno de Joseph R. Biden tome ante el asunto de Taiwán a partir de este momento, será decisiva para disuadir un posible agravamiento de las tensiones.

Conclusión

A pesar de que las relaciones bilaterales entre China y Estados Unidos han alcanzado un nivel de deterioro histórico en el último lustro, tornándose en una situación de antagonismo sistemático, la realidad es que ninguna de las partes tiene la intención de entrar en un contexto de conflicto abierto. El asunto de Taiwán, si no es manejado con mesura y extrema cautela, podría derivar justamente en esa situación. Lo anterior, sería desastroso para las ambiciones económicas y políticas de ambas potencias, por lo que lo más viable, es encontrar un punto medio entre sus intereses encontrados.

En todo caso, el punto más importante de la cuestión es el respetar la voluntad política de los ciudadanos taiwaneses. Los habitantes de la isla tienen la convicción de seguir manteniendo un sistema democrático al interior de su territorio, y no confían en las propuestas chinas de convertirse en una región administrativa especial.

Por lo anterior, la comunidad internacional debe esforzarse para asegurar el derecho de los taiwaneses de decidir el destino de su vida política y social. La mayoría de las organizaciones internacionales se han mantenido al margen del asunto, y han preferido optar por una posición ambigua, en lugar de tomar partido por la causa que defiende los derechos humanos y la democracia. Es momento de que haya más voluntad, y así lograr llegar a un acuerdo entre las partes interesadas, tal como ya se ha conseguido en complicadas disputas políticas en el pasado.

DANIEL ZORRILLA VELÁZQUEZ es maestro en Administración Pública por la University of Texas at San Antonio. Fue becario en el Congreso de Estados Unidos e investigador en el Instituto de Desarrollo Económico de Texas. Actualmente, es profesor e investigador en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

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One Response to El asunto de Taiwán

  1. […] la actualidad, las relaciones entre Taiwán y Estados Unidos se desarrollan mediante lazos no oficiales, proyectándose en acuerdos comerciales, educativos y culturales. Sin embargo, es pertinente señalar que la política de Estados Unidos hacia Taipéi es […]

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