Business as unusual: la pandemia y el futuro del trabajo

5 agosto, 2020 • Artículos, Asuntos globales, CEI Gilberto Bosques, Portada • Vistas: 4274

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Jorge O. Armijo de la Garza

Agosto 2020

Una colaboración del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques

La pandemia por el covid-19 marcó un antes y un después en la forma en que las personas llevan a cabo sus actividades cotidianas. Por su alta capacidad de transmisión, el impacto del virus ha sido disruptivo y se ha extendido a múltiples sectores de la sociedad, particularmente en el mundo del trabajo. A fin de contener la propagación de los contagios y con ello evitar la pérdida irreparable de vidas humanas, los gobiernos de prácticamente todos los países se vieron en la necesidad de adoptar medidas de contención y confinamiento a gran escala.

Las medidas adoptadas permitieron evitar, hasta cierto punto, una rápida propagación del virus en ciertos países, a costa de una parálisis en la economía mundial ya que muchas empresas se vieron forzadas a detener sus actividades, algunas de manera temporal y otras de forma permanente. A su vez, esto propició una interrupción en las cadenas globales de valor en amplios sectores, especialmente en el de servicios, lo cual ha desencadenado en una profunda crisis económica no vista desde la Gran Depresión. De acuerdo con las estimaciones más recientes del Fondo Monetario Internacional, la economía mundial experimentará una contracción de -4.9% en 2020. Aunado a ello, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) registra una tendencia al alza de desempleo que ha afectado a millones de personas en todo el mundo.

Más allá de la forma en que se desarrolle la pandemia en los próximos meses, trajo consigo cambios que prometen evolucionar la forma de trabajar de cara al futuro, los cuales se acentuarán aún más en la medida que se recuperan las economías y avanzan las transformaciones tecnológicas en el mundo laboral. Sin embargo, estos cambios conllevan la desaparición o la sustitución de algunos empleos tradicionales por otros de nueva generación que demandan mayores conocimientos y habilidades digitales por parte de los trabajadores. En ese sentido, han surgido algunas preocupaciones, especialmente ante la duda sobre si realmente estaremos preparados para aprovechar las nuevas oportunidades que podría ofrecer el futuro del trabajo, una vez superada la crisis en la que el mundo se encuentra inmerso.

Panorama del empleo en el contexto de la pandemia

En el mundo del trabajo el panorama aún es incierto. Los más recientes estudios realizados para medir los efectos del covid-19 sobre el empleo revelan que el impacto ha sido mayor de lo estimado en los primeros meses de la pandemia. En marzo de 2020, más de un tercio de la humanidad se encontraba en cuarentena. A fines de abril, 1600 millones de trabajadores se encontraban ante un riesgo inminente de perder su medio de subsistencia. En efecto, para el segundo trimestre de 2020, de acuerdo con el “Observatorio de la OIT: la covid‐19 y el mundo del trabajo”, las horas de trabajo disminuyeron en 14% a nivel mundial, lo que es equivalente a la pérdida de 400 millones de empleos de tiempo completo. En buena medida esto se relaciona con el hecho de que el 93% de los trabajadores en el mundo aún viven en países en los que se ha implantado algún tipo de medida de contención que conlleve el cierre de los espacios de trabajo.

Ciertamente, las mediciones varían según el país del que se trate. Para el caso de México, de acuerdo con estimaciones de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), durante los 2 primeros meses de la pandemia el país experimentó una de las mayores caídas en cuanto a horas trabajadas entre los países de la OCDE de los que se dispone de datos. El nivel de desempleo es significativo y está por encima de los niveles registrados de la crisis financiera de 2008. El documento “Perspectivas del empleo de la OCDE 2020” publicado en junio de 2020, contempla dos posibles escenarios para México en torno al empleo: uno con y otro sin segundo brote del virus para lo que resta del año. En ambos escenarios se prevé que el desempleo en el país mantenga una leve tendencia al alza en 2020 y vuelva a los niveles anteriores a la crisis en el segundo trimestre de 2021. Sin un segundo brote, se prevé que la tasa de desempleo del país alcance un máximo de 7.2% en el segundo trimestre de 2020, con una ligera recuperación al 5.9% hacia finales de 2021. En caso de un segundo brote se prevén tendencias similares, pero con un pico en la tasa de desempleo del 7.5% en el cuarto trimestre de 2020.

Los más recientes estudios realizados para medir los efectos del covid-19 sobre el empleo revelan que el impacto ha sido mayor de lo estimado en los primeros meses de la pandemia.

 Al respecto, conviene destacar que el covid-19 ha afectado de manera desproporcionada a los trabajadores jóvenes, con particular énfasis en las mujeres, evidencia de la desigualdad que existe en el mundo laboral. El Observatorio de la OIT demuestra que los jóvenes son más proclives a estar desempleados, así como a tener un empleo de menor calidad en comparación con los adultos, lo cual los ubica en una posición más vulnerable ante la situación actual. Basta con señalar que alrededor del 77% de los trabajadores jóvenes del mundo (328 millones) tiene un empleo en el sector informal, frente al 60% aproximado de los trabajadores adultos. En general, el empleo informal se caracteriza por unas condiciones de trabajo más deficientes y presenta mayores obstáculos para obtener prestaciones por desempleo, ya que resulta más difícil cumplir con algunas de las condiciones para tener derecho a ellas.

Ante este panorama, los jóvenes se han visto más afectados con la pandemia de tres maneras: 1) con la interrupción de sus actividades educativas y de formación, lo que podría mermar sus oportunidades e ingresos profesionales en el futuro; 2) con la reducción de los ingresos y el empleo ante la actual ola de pérdida de empleos y cierre de empresas, incluidas las de reciente creación, y 3) con el surgimiento de mayores dificultades para encontrar trabajo, reincorporarse al mercado laboral y la escasez de oportunidades.

Incluso antes de la pandemia el desempleo ya era un problema que afectaba a los jóvenes. Además, cerca de una quinta parte de los jóvenes en todo el mundo no tienen un empleo ni están involucrados en alguna actividad educativa o de formación (los denominados “nini”). Para el caso de México, la proporción de jóvenes “nini” es del 21%, y es mayor para el caso de las mujeres jóvenes frente a los hombres. Con la pandemia, el problema se agudizó y el desempleo juvenil va en aumento, lo cual podría volverse más complicado si no se aprovechan las potenciales oportunidades hacia el futuro.

El futuro del trabajo: ¿una nueva normalidad?

Antes de la pandemia ya había un amplio debate sobre las implicaciones que la tecnología tendría sobre el futuro del trabajo. Aunque este futuro está cada vez más próximo, más aún por el fuerte impulso que la pandemia le ha dado a la digitalización de la economía y el trabajo. Muchas empresas avanzan, por un lado, hacia una mayor digitalización de sus procesos, especialmente de suministro y comercialización, a fin de reducir los riesgos ante posibles nuevas interrupciones en las cadenas globales de valor, y con ello mejorar la coordinación de sus operaciones y aumentar su productividad. Por el otro, buscan migrar su producción hacia sistemas digitales más sofisticados e incluso automatizados, con lo cual harían mucho más eficientes las operaciones mediante la reducción de tiempos, costos y empleo de recursos humanos.

Dichos procesos ya pueden observarse, por ejemplo, con la adopción del teletrabajo como una nueva forma de trabajo, y mediante la cual los empleados pueden llevar a cabo sus actividades desde casa o cualquier otro lugar que no requiera estar presente físicamente en un espacio determinado. Ante las restricciones y las medidas de confinamiento, este esquema permite que los trabajadores continúen desarrollando sus actividades laborales, sin poner en riesgo su salud ni su principal fuente de ingreso.

De acuerdo con un análisis realizado por el Pew Research Center, en los primeros 3 meses de la pandemia en Estados Unidos, el 90% de la pérdida de empleos provino de los puestos de trabajo que no podían adaptarse al teletrabajo. Además, la OIT calcula que en los países de altos ingresos, el 27% de los empleados podría trabajar de forma remota desde su hogar, ya que tienen el tipo de trabajo y cuentan con acceso a la infraestructura y las tecnologías que lo hacen posible. Sin embargo, esta nueva forma de trabajo presenta algunas complejidades inherentes: 1) la falta de regulación y mecanismos para asegurar su cumplimiento; 2) las brechas digitales que impiden realizar el teletrabajo, sobre todo en el sector informal, y 3) la necesidad de acceso a infraestructura y conocimientos esenciales para poder desarrollar el teletrabajo de manera eficiente.

Es muy probable que la recuperación económica después de la pandemia genere nuevas oportunidades de empleos, mismos que podrían volverse obsoletos en la medida que avanza la digitalización de la economía y el trabajo.

Si bien los avances tecnológicos han revolucionado la vida laboral y prometen transformar aún más el mundo del trabajo, suponen desafíos y oportunidades en el mediano plazo. Por ejemplo, la automatización y los avances en la inteligencia artificial sustituirán buena parte de los empleos actuales en múltiples sectores. De acuerdo con la OCDE, en México el 60% de los empleos tienen un riesgo alto o significativo de automatización en los próximos 10 a 15 años, y un 32% adicional de los trabajos puede cambiar de manera significativa. No obstante, las nuevas formas de compartir conocimiento mediante las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y la infotecnología facilitarán la creación de nuevas industrias y ocupaciones con mejores salarios, especialmente en el sector servicios. La paradoja es que, ante la falta de habilidades digitales en países como México, será difícil aprovechar las vacantes y habrá escases de oportunidades laborales para los más desfavorecidos. El 31% de las empresas en el país asegura tener dificultades para encontrar las habilidades que requieren en los trabajadores, y es que 6 de cada 10 trabajadores mexicanos no tienen competencias básicas en TIC o carecen totalmente de experiencia en informática.

Es muy probable que la recuperación económica después de la pandemia genere nuevas oportunidades de empleos, mismos que podrían volverse obsoletos en la medida que avanza la digitalización de la economía y el trabajo. A pesar de que esto tomará tiempo, podría dejar desprotegidos a los grupos más vulnerables, con especial atención en los jóvenes. Por lo tanto, una estrategia de recuperación del empleo debe estar centrada en desarrollar las capacidades de la fuerza laboral para los trabajos del mañana, y preocuparse menos en cuidar los del presente. En 2018, la presidencia argentina del G-20 colocó la agenda del Futuro del Trabajo como un tema transversal que abarca varias líneas de trabajo en este sentido. Asimismo, la Declaración del Centenario de la OIT sobre el futuro del trabajo adoptada en 2019 es un referente importante al respecto.

La pandemia es una oportunidad para reconstruir mejor el modelo laboral para que sea uno más incluyente, pues representa un cambio en la forma en como las sociedades conciben el futuro del trabajo, lo cual necesariamente pasa por tener sistemas educativos más robustos y con una estructura centrada en la ciencia y la tecnología. En ese sentido, la “nueva normalidad” exigirá también un cambio de paradigma en la enseñanza y la forma en que las personas aprenden y se preparan para responder a las nuevas exigencias de la era digital.

JORGE O. ARMIJO DE LA GARZA es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad del Valle de México, cuenta con estudios de posgrado en Estudios Asiáticos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y es especialista en comercio internacional. Cuenta con más de 7 años de experiencia en el ámbito legislativo y actualmente se desempeña como Subdirector de Investigación y Análisis del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República. Es asociado joven y Secretario Ejecutivo electo del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Es también fundador y Secretario de TradeTankMx. Sígalo en Twitter en @jorgeoarmijo.

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