Una perspectiva desde Irlanda

1 octubre, 2013 • Artículos, Europa, Portada, Sin categoría • Vistas: 3984

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Octubre 2013

Del  21 al 23 de octubre se estará llevando a cabo la visita oficial del presidente de Irlanda, Michael Higgins, a México. Los dos países comparten muchas características, desde la vecindad con potencias mundiales, hasta la expulsión de migrantes. Carlos García de Alba, Embajador de México en Irlanda, explica de dónde viene el país europeo tras la crisis del euro y cuál es su interés por fortalecer los vínculos con México.

«El gobierno colonial británico, la jerarquía eclesial católica y la clase política local conservadora, se unieron para censurarlos, dejarlos en la pobreza, mandarlos al exilio y, en el mejor de los casos, ignorarlos. De modo que con una política de Estado para marginarlos, los escritores irlandeses se rebelaron y lejos de sucumbir a la represión, florecieron en permanente crisis y de paso, llevaron la lengua inglesa a un primer lugar en el mundo.»

Nada de becas o promociones a los artistas en Irlanda, recordó el Premio Nobel de Literatura 2010. Si bien, en el siglo pasado, cuatro irlandeses fueron reconocidos con sendos premios Nobel de literatura (los poetas William Yeats y Seamus Heaney; el dramaturgo Samuel Beckett y el ensayista Bernard Shaw; ello sin contar que James Joyce, para muchos el mejor escritor del siglo XX -al menos en lengua inglesa-,nunca fue galardonado por la Academia Sueca), la frase de la frase de Vargas Llosa, irónica, un poco ácida, dice mucho de lo que es y ha sido Irlanda, un país con una historia trágica, que a base de superar infortunios de distinto tipo, ha logrado poner su sello en el mundo.

Ese sentido insular siempre presente en su música y literatura, una mezcla de alejamiento, fe, alegría y desdicha, pese a estar a un paso de la Europa continental, ha llevado a los irlandeses a superar una gran cantidad de retos y a emerger siempre con mayor fuerza.

A mediados del siglo XIX, debido a una hambruna de corte bíblico, la población irlandesa se redujo, entre muertos y emigrados, de 8 a 6 millones en apenas cuatro años; con el correr de los años, el número de irlandeses bajó a cuatro millones, y posteriormente (a principios de 1960), a poco más de 2. Actualmente se ha estabilizado en poco más de 4.6 millones, y es hoy la nación celta, la de mayor crecimiento demográfico de la Unión Europea (UE).

La paradoja de esta enorme tragedia nacional es que la diáspora de esta pequeña nación-isla, emigrada por el hambre, se cuenta entre una de las más grandes y orgullosas del mundo: alrededor de 60 millones, 40 de ellos tan sólo en Estados Unidos, y el resto, repartido principalmente en el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.

De hecho, es tan importante la diaspora para el gigante americano, que el presidente de Estados Unidos sólo tiene una reunión inamovible en el año con un líder foráneo: la reunión con el Taoiseach (primer ministro irlandés). Ésta se celebra cada 17 de marzo, el Día de San Patricio, el santo patrono irlandés.

MODERNIZACIÓN CONSERVADORA.

Para un extranjero que visite hoy, por primera vez, esta fascinante y pujante isla, es difícil imaginar cómo ésta logró su relativamente reciente modernización económica y educativa que, entre otras cosas, luego permitió el establecimiento de empresas multinacionales (farmacéuticas, de información o telecomunicaciones) de primer orden, en un ambiente sobre el que aún gravitaban en tiempos históricos recientes, conservadurismo y leyes anacrónicas para los propios estándares europeos.

La modernidad y la constante movilidad internacional de la mayoría de irlandeses, coexistieron y coexisten en un país distinto del resto europeo, en parte por el largo colonialismo británico, así como por la fuerte impronta religiosa católica a lo largo de toda su historia. El sello de la influencia católica se dejó de sentir en la isla hasta hace unos cuantos decenios y aunque ha disminuido, sigue siendo omnipresente. Por ejemplo, uno de los máximos tesoros del país es el Libro de Kells- un colorido manuscrito sobre los cuatro evangelios del Nuevo Testamento hecho por monjes en los inicios medievales-, de 1,200 años de vida, y la Constitución irlandesa que hasta 1995 revirtió la prohibición al divorcio por un estrecho margen en un referendo.

En el ámbito de los derechos humanos, hasta 1988- y por disposición del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre una previa decisión del Tribunal Supremo de Irlanda- dejó de operar una ley que penalizaba la homosexualidad, ley que llevó a la desgracia al célebre escritor irlandés Oscar Wilde. En Irlanda, aunque el movimiento a favor de los derechos de los homosexuales es cada vez más influyente, aún no se legisla a favor del matrimonio entre parejas del mismo sexo; éstas sólo pueden optar por un contrato civil para demandar el respeto de sus derechos. Por si fuera poco, hasta la reciente legislación, muy acotada y confusa, aprobada apenas en julio del 2013, seguía del todo prohibido el aborto, pese a que la Corte Europea de Derechos Humanos en un fallo del 2011 determinó que se violaron los derechos humanos de una mujer irlandesa que se vio obligada a practicar un aborto en el extranjero porque su vida estaba en peligro si daba a luz en su país de origen.

El ejercicio del poder de la Iglesia Católica sobre el Estado, los políticos y la gente fue incuestionable en Irlanda hasta la década de los años noventa, cuando comenzaran a aparecer las primeras denuncias públicas por los abusos sexuales de jerarcas católicos, principalmente en contra de niños y niñas. Por ejemplo, hasta 1970 pesaba la excomunión sobre todo aquel católico que se matriculara en Trinity College, universidad fundada en 1599 por la reina Elizabeth I de Inglaterra para los protestantes británicos de Irlanda y actualmente reconocida entre las mejores 50 del mundo. Aún más, anterior y actualmente, la educación pública en Irlanda (además de la privada), siempre ha estado ligada fuertemente a la Iglesia Católica, que además de su influencia moral, provee de importantes fondos para escuelas primarias y secundarias. En los grandes diarios de Irlanda, como el Irish Times y el Irish Independent, es común escuchar voces de clérigos, o de escritores católicos, que alertan en contra de «los riesgos del secularismo» y de la separación entre el Estado y la Iglesia.

Mi punto de vista es que la sociedad irlandesa está mucho más actualizada y es mucho más liberal y moderna que muchas de sus leyes; pero lo cierto es que el establishment que representan partidos políticos, influyentes medios de comunicación y la jerarquía eclesial católica constituye un dique contra el cambio. Sólo por presión del Partido Laborista sobre Fine Gael que gobierna en coalición, ante el inmovilismo de la Santa Sede hacia los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, el gobierno irlandés cerró su sede diplomática en El Vaticano aduciendo problemas presupuestales; en realidad pocos dudan que se trató de una decisión política.

Flickr / Low Jumping Frog

Flickr / Low Jumping Frog

LA CRISIS CONTEMPORÁNEA.

La Irlanda contemporánea vive otra crisis, ahora de corte económico. Ésta ha orillado a algunos al desempleo y a otros a emigrar a razón de él, luego de vivir casi un par de decenios como el milagro económico conocido como El Tigre Celta, parodiando al anterior desarrollismo de los Cuatro Tigres Asiáticos. Este milagro se agotó por completo a finales del 2008, una vez que emergió la crisis financiera mundial en Wall Street y la quiebra de Lehman Brothers, y que como efecto dominó, colapsó totalmente al sistema bancario irlandés que tuvo que ser rescatado- y luego estatizado- por el gobierno, en términos bastantes similares a el FOBAPROA mexicano (fondo de ahorro de contingencia). Este hoyo negro financiero que el gobierno irlandés inesperadamente heredó, hizo que su déficit fiscal creciera al 32%, cuando la UE permite como máximo 3%, con lo que para muchos expertos quedó claro que la necesidad de un rescate financiero era sólo cuestión de tiempo.

No obstante, la crisis económica ha mostrado una parte del rostro irlandés, poco conocido para un extranjero. A diferencia de los países mediterráneos en crisis, Grecia, España, Chipre, Italia y Portugal, en Irlanda son marginales las manifestaciones públicas e inexistentes las huelgas contra las rigurosas medidas impuestas por la troika de la UE, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Los sindicatos en general han colaborado con los empresarios y el gobierno, y han aceptado, aunque con reticencias, los fuertes recortes salariales para no perder empleos.

Obviamente hay protestas de los irlandeses inconformes, pero siguen regularmente un cauce institucional. La crisis económica, por ejemplo, ha sido vista como una oportunidad para el partido nacionalista que reivindica que toda la isla esté bajo la sola bandera de la república, Sinn Féin, cuyos principales líderes se han trasladado del parlamento de Belfast al de Dublín, y alimentados por el respaldo de los inconformes, han visto crecer ampliamente su membresía hasta convertirlos en la segunda fuerza política en la república, según la última encuesta publicada por el periódico más influyente de Irlanda, el Irish Times.

Aunado a ello, en plena crisis económica y no obstante un desempleo del 14%, frente al 20% griego y el 25% español, Irlanda es uno de los países más seguros de Europa. Durante los años de crecimiento económico del Tigre Celta, con el mayor empleo, la isla pasó de país de emigrantes a uno receptor de trabajadores extranjeros, principalmente de Europa del Este- y particularmente polacos-, pero aumentó también el crimen y la drogadicción. Una vez que la crisis y el desempleo afectaron el bolsillo de la mayoría de los irlandeses, bajaron los asaltos y en general el consumo de estupefacientes, al disminuir el poder de compra.

En 2010 se hizo indispensable un rescate financiero de 85 mil millones de euros, principalmente por la UE y el FMI- y en menor medida por préstamos bilaterales de los gobiernos del Reino Unido y Dinamarca-, destinado a poner a flote las finanzas. Mediante la aplicación de una estricta disciplina fiscal, recortes presupuestales draconianos que afectan incluso servicios básicos de salud, y la reducción de salarios a funcionarios y trabajadores del sector público, incluidos jueces y magistrados (para la cual se precisó un referendo nacional y cambios a la Constitución), Irlanda ha salido poco a poco de la crisis, aunque con altos costos. No obstante, tan pronto como el 2014, Irlanda, a diferencia de Grecia y Portugal, estará en condiciones de volver de nuevo a ser sujeto de crédito en el circuito comercial internacional de la banca.

A pesar de la crisis, los irlandeses continúan teniendo el segundo ingreso per cápita más alto de Europa, sólo después de Luxemburgo, y dado el bajo impuesto sobre la renta que cobran a las multinacionales internacionales (de sólo el 12.5 %), el país es uno de los principales focos de atracción de inversiones hacia Europa, principalmente de Estados Unidos, país que tiene el 38% de sus inversiones al interior de la Unión Europea en Irlanda. Esto en buena medida explica el enorme, constante e ininterrumpido flujo de exportaciones de Irlanda, al grado de tener el tercer superávit comercial de la UE, después de Alemania y Holanda, cercano a los 45 mil millones de euros.

Pese a no ser una potencia económica, como política de Estado, los irlandeses tratan de imponer su sello en el marco de las decisiones de la UE, sin distinción de qué partido o coalición tenga la mayoría en el Dáil (parlamento irlandés). Hasta donde le es posible en la elaboración de la política común europea hacia el Medio Oriente, por ejemplo, Irlanda trata de equilibrar la balanza hacia las reivindicaciones del pueblo palestino, como nación en su derecho a existir como Estado independiente y soberano, y se pronuncia en contra el bloqueo naval de Israel y la construcción ilegal de asentamientos humanos en su territorio.

De igual modo, con una agenda que privilegió caminar hacia el acuerdo de fórmulas que no sólo impongan recesión y sacrifiquen el crecimiento económico, Irlanda ocupó por un semestre- iniciando el 1 de enero de 2013- la Presidencia de la Unión Europea- por sexta vez desde su ingreso en 1973-, mientras que concluía su gestión anual al frente de los trabajos de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en diciembre del 2012. En ambos casos, tirios y troyanos le reconocen gestiones sumamente exitosas.

Pero quizá el principal beneficio de la apuesta irlandesa en la UE es que logró salirse del centro de gravedad del área de influencia británica, para incorporarse como el único país de habla inglesa de los 17 miembros con derechos plenos en la UE que utilizan el euro.

Dicha separación es relevante puesto que el pueblo irlandés se forjó en el sufrimiento de la dependencia colonial y en la gran herida que significó la hambruna que provocó la pérdida de casi un tercio de su población, pues ésta dejó que creciera como estela el resentimiento contra los británicos que respondieron ante ella con la filosofía liberal de «dejar hacer, dejar pasar» (laissez faire, laissez passez); para que fueran las fuerzas del mercado, y finalmente de la historia, quienes se encargaran de reparar los efectos de la tragedia.

Además, actualmente, después de Estados Unidos, el Reino Unido sigue siendo la nación con la que más comercian los irlandeses y por su cercanía geográfica, lengua y costumbres similares- con la conquista de Irlanda, los ingleses iniciaron su largo periodo colonialista fuera de su isla y el sello de su presencia por espacio de ocho siglos sigue presente hoy en día- es el sitio al que por generaciones los irlandeses han ido a trabajar, pese a todas las contradicciones históricas existentes.

Irlanda es un ejemplo para el resto del mundo por las difíciles lecciones aprendidas a lo largo de su historia. Por ejemplo, la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha repetido más de una vez sus políticas en contra del hambre en África y Asia, así como los programas para que las madres más pobres en esas regiones puedan amamantar a sus hijos. Irlanda es el séptimo país en el mundo que porcentualmente más recursos públicos dedica a la ayuda internacional a las naciones más desfavorecidas. Ni siquiera en el peor momento de la recesión económica dejó de hacerlo.

En la misma lógica, algunos ven al pueblo irlandés con una especie de fatalismo al haber enfrentado en su historia pruebas tan difíciles, mientras que otros la describen simplemente como pragmática por ser una nación que sabe que entre más pronto digiera la medicina amarga, saldrá mejor librado de la crisis y volverá de nueva cuenta el crecimiento y la creación de empleos. Quizá la mejor descripción que he escuchado de los irlandeses es que conforman un pueblo que mantiene un buen equilibrio entre una mente pragmática anglosajona y un corazón sentimental y latino.

MÉXICO E IRLANDA

México e Irlanda tienen en común una rica y trágica historia, el ser naciones católicas, vecinas de grandes potenciales mundiales de mayoría protestante (Estados Unidos y el Reino Unido, respectivamente), así como el ser pueblos en los que la literatura, el canto, la poesía, y en general, el arte, es un sello de distinción. Hay quien afirma que es una casualidad que el pueblo celta irlandés esté situado en una isla del Mar del Norte, cuando su espíritu festivo es típicamente latino, francamente latinoamericano. Por si fuera poco, ambos países tenemos fuertes tradiciones migratorias, centradas en Estados Unidos, así como el peso histórico que significa haber sido despojados de parte de nuestros respectivos territorios nacionales.

 Siendo el Embajador de México ante Irlanda, más allá del microcosmos que puede representar esta nación, es ilustrativo ver cómo por fin ve la luz al final del túnel, avanzando en el camino correcto, porque hizo cambios estructurales previos a la crisis: económicos, judiciales, fiscales y educativos, entre otros, que permitieron la modernización del país en un periodo de 20 años bajo el impulso de su asociación a la UE.

En general, en México estamos más familiarizados con las noticias de las crisis económicas y políticas en Grecia, Portugal- y ahora con Chipre, España e Italia- que con Irlanda, por aquella máxima en los medios de comunicación de que las malas noticias son buenas noticias y las buenas noticias son malas noticias. Y en efecto, quizá Irlanda está ausente en las secciones internacionales y de negocios de nuestros medios, porque es un país que ha avanzado, pese a lo grave de su crisis.

¿INTEGRACIÓN O DESINTEGRACIÓN EUROPEA?

Al caso, nunca está por demás recordar que Europa, además de cuna de civilizaciones, lenguas madre y culturas, grandes exploradores, descubridores, inventores, innovadores y artistas, a la par de ser el continente que siempre ha buscado el equilibrio no siempre exitoso entre razón y fe, es el continente de la ilustración, del raciocinio sobre la verdad absoluta, como el de los guerreros que sembraron terror y muerte durante siglos de luchas fratricidas hasta años muy recientes, históricamente hablando. Por ello todos debemos de celebrar que recién la Unión Europea se haya hecho acreedora al Premio Nobel de la Paz, que el Presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Barroso, describió como «un rayo de sol en un cielo más bien gris…».

CARLOS GARCÍA DE ALBA es Embajador de México en Irlanda.

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