Turquía: ¿en camino al autoritarismo?

27 julio, 2017 • Artículos, Medio Oriente, Portada • Vistas: 5000

Reuters

Itzel Pamela Pérez Gómez

Julio 2017

El 14 de junio de 2017 el legislador turco Enis Berberoglu, perteneciente al Partido Republicano del Pueblo (CHP), fue condenado a 25 años de cárcel por haber filtrado información secreta del Estado turco al diario Cumhuriyet en 2014. Acto seguido el líder de este partido Kemal Kilicdaroglu, convocó a una marcha de protesta desde Ankara hasta Estambul, un recorrido de aproximadamente 450 kilómetros. Si bien este acontecimiento detonó la marcha, se debe analizar lo ocurrido desde una perspectiva amplia entendiendo la realidad política turca en la que se está llevando a cabo y cómo una consecuencia de las medidas recientemente tomadas por parte del gobierno de Recep Tayyip Erdogan que apuntan a la consolidación de su poder como máxima autoridad en Turquía.

De acuerdo con Kemal Kilicdaroglu la marcha pertenece a todos los ciudadanos turcos sin distinción, ya que es un llamado a la justicia. Bajo esta bandera, el llamado de Kilicdaroglu reunió a familiares de víctimas de la purga que inició el gobierno después del intento de golpe de Estado en junio de 2016, a miembros del CHP, del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), activistas, sindicatos y ciudadanos, todos y cada uno de ellos marchando para demandar justicia a un gobierno cada vez más concentrado en la figura de Erdogan. Para observar esta creciente concentración de poder basta con recapitular los acontecimientos ocurridos desde el fallido golpe de Estado.

El 15 de julio de 2016 una fracción del ejército turco lanzó una operación militar coordinada en varias ciudades del país con el objetivo de derrocar al gobierno del presidente Erdogan. Edificios gubernamentales como el parlamento y la casa presidencial fueron bombardeados y murieron alrededor de 300 personas. Sin embargo, el golpe de Estado no procedió ya que las fuerzas leales al gobierno intervinieron y la población civil se manifestó en contra de este. El evento generó reacciones a nivel nacional e internacional. Por un lado, a nivel internacional, se generaron dudas sobre quién estaba detrás del golpe. El gobierno de Erdogan acusó a Fethullah Gülen, clérigo del Islam que se encuentra exiliado en Estados Unidos y líder del movimiento Hizmet, de haber perpetuado este intento de golpe de Estado, sin embargo Gullen negó su participación. Por otro lado, al interior, los partidos de oposición y la sociedad civil condenaron este acto, factor que les dio un punto de unidad con el gobierno de Erdogan. Este sentimiento temporal de unidad legitimó hasta cierto punto la posición del Presidente como jefe de Estado y le abrió camino a la consolidación de su poder, muestra de ello son los hechos ocurridos después del intento de golpe.

The Nation

Entre estos hechos destaca primero, la declaración de estado de emergencia bajo el cual miles de personas, entre ellas funcionarios públicos, periodistas, académicos y jueces, han sido arrestados, encarcelados o destituidos, mientras que universidades, escuelas y centros educativos han sido cerrados bajo el argumento de mantener lazos con el movimiento Hizmet. A nivel internacional se especuló que había sido el mismo Erdogan el perpetuador del fallido golpe para poder legitimar esta purga y así eliminar a miembros incómodos de la oposición que amenazan los intereses del actual gobierno.

En segundo lugar, está la aprobación por parte del parlamento, en mayo de 2016, de un proyecto de ley que quita la inmunidad parlamentaria a sus miembros. De los 550 diputados fueron 376 los que votaron a favor de esta iniciativa entre ellos destacan miembros del CHP. En un primer momento, esta iniciativa fue propuesta por el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) para poder llevar a juicio a miembros del HDP acusados de ser el brazo político del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) (considerado por el gobierno como grupo terrorista). Sin embargo, esta medida deja expuestos a los legisladores de los partidos de oposición al gobierno de Erdogan, como muestra el reciente caso del legislador Enis Berberoglu.

Finalmente, se encuentra el referendo realizado en abril de 2017 mediante el cual los ciudadanos turcos aprobaron una reforma a su Constitución que modifica su sistema político. Esta reforma transforma el sistema político turco en un sistema presidencial lo cual, por definición, implica un aumento sustancial en el poder y facultades del presidente. En primer lugar, transformó los poderes simbólicos del presidente en poderes reales de ejecución y toma de decisiones. En segundo lugar, permitió que el presidente pertenezca a un partido político. En tercer lugar, cambió el número de miembros de la Suprema Corte que serán elegidos por el presidente, antes el presidente nombraba a 4 de los 22 miembros y ahora puede nombrar a 5 de 13 miembros. Finalmente, le otorga autoridad al presidente para publicar decretos, cuando antes únicamente el gabinete tenía esta autoridad.

EFE

Lo preocupante es primero ver cómo el poder autoritario del ejecutivo se va consolidando bajo las reglas de operatividad política del Estado turco y segundo, el apoyo que el partido AKP tiene por parte de la población turca, en última instancia, el referendo del 16 de abril de 2017 dejó entrever a una población turca dividida entre los que apoyan las iniciativas del AKP y los que no. Además, las dudas continúan ¿quién perpetuo el golpe de Estado? ¿Fue acaso el propio Erdogan quien lo propició para lograr la reforma constitucional que buscaba desde 2015? ¿Las purgas son un medio utilizado por Erdogan para deshacerse de los miembros incómodos de la oposición?

Afirmar que Turquía hoy por hoy vive bajo una dictadura puede ser muy apresurado, sin embargo, no se debe dejar pasar que los acontecimientos mencionados indican que se está concentrando el poder en una sola persona que está aprovechando la coyuntura nacional para atacar y eliminar del gobierno, de los medios y de las universidades a la oposición que amenaza su estadía en el poder. Es decir, estos hechos nos llevan a pensar que Turquía se esta forjando un camino hacia el autoritarismo y la ciudadanía lo está resintiendo. Muestra de ello es la reciente «Marcha por la Justicia», que, independientemente de su causa, representa un espacio para que la ciudadanía manifieste su descontento con el gobierno de Erdogan. Una marcha que deja claro que existe un punto de unidad entre partidos, activistas, ciudadanos y la población kurda en Turquía: luchar contra el régimen que se está consolidando alrededor de la figura de Erdogan.

ITZEL PAMELA PÉREZ GÓMEZ es licenciada en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales por el ITAM. Es asistente académica en la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México Campus Sur. Sígala en Twitter en @itzel_pamela.

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