Sobre cambios de régimen y Venezuela

15 mayo, 2019 • Asuntos globales, Latinoamérica, Opiniones Oportunas • Vistas: 3623

El Nuevo Herald

Fausto Carbajal Glass

14 de mayo de 2019

De la sección Opiniones Oportunas del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

Venezuela atraviesa por una situación política y social que evoca las etapas iniciales que en otras latitudes han devenido contextos de guerra civil. Se estira la cuerda cuando se sostiene que Estados Unidos es el principal interesado en un escenario de esta naturaleza. En todo caso, desde una lectura geopolítica global, Rusia podría ser de los actores más beneficiados de la crisis venezolana al traer las tensiones que tiene con Estados Unidos al Hemisferio Occidental, una región que históricamente no solo ha formado parte de la esfera de influencia estadounidense, sino que lo ha mantenido aislado de los principales conflictos internacionales durante el siglo XX y lo que va del XXI.

No obstante, pareciera que, aunada a la creciente fijación del gobierno de Donald Trump por apostar a un cambio de régimen, la idea de una intervención militar en Venezuela adquiere mayor resonancia en los pasillos de la Casa Blanca. Por un lado, esta alternativa ha dado pie a que artículos como los de Mora (2019) adviertan sobre los riesgos implícitos en dicho curso de acción. Por otra parte, desde hace algunos años una corriente de internacionalistas como Measheimer y Walt (2016) han cuestionado los cambios de régimen como parte de la política exterior de Estados Unidos, ya que sus alcances han sido modestos, por decir lo menos, si se consideran casos como Irak, Libia y actualmente Siria. Los cambios de régimen, sostienen los autores, terminan por socavar las instituciones y crean espacios ingobernables en donde grupos extremistas pueden florecer. En última instancia, el Estado Islámico emergió como consecuencia del vacío de poder y del caos en aquella región.

En este sentido, se ha señalado que las fuerzas armadas venezolanas serán el fiel de la balanza no solo para poner fin a la crisis venezolana con la salida de Nicolás Maduro, sino para mitigar los riesgos del vacío de poder y del caos. En términos generales hay razones para compartir esa idea, aunque con profundos matices y reservas. Por ejemplo, no se ha puesto suficiente atención en la influencia que otros actores puedan tener para que la crisis en Venezuela se prolongue más allá de la salida de Maduro del Palacio de Miraflores. Me refiero a aquellas organizaciones delictivas y grupos subversivos que tienen presencia en -y dominio de- territorio venezolano. Es altamente probable que el régimen de Maduro movilice a estos grupos cuyo estado de fuerza se estima en 100 000 miembros como un actor proxy, lo mismo para repeler una intervención militar estadounidense, como para presionar a países vecinos a no formar parte de la coalición.

En efecto, hay varias aristas que hacen pensar que los cambios de régimen tienen alcances modestos, por decir lo menos.

FAUSTO CARBAJAL GLASS es asociado del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi).

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