Nuevo Número de Foreign Affairs Latinoamérica
Jordi Bacaria Colom
Abril 2017
La presidencia de Donald Trump está socavando el viejo orden internacional multilateral que, si bien ha sido largamente reconocido como una construcción obsoleta y con fisuras, podría ser rehabilitado para levantarlo de nuevo, sin necesidad de derruirlo y, menos aún, sin tener una alternativa ni evaluar sus costos y los vagos beneficios unilaterales para Estados Unidos. No solo se quiere derrumbar el edificio multilateral, sino también sus pilares, que son los acuerdos bilaterales. En este caso se encuentran la relación bilateral de México con Estados Unidos y el acuerdo trilateral del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Lógicamente, la situación preocupa a México, que ha pasado, sin solución de continuidad, del estupor al debate sobre qué hacer. Estados Unidos preocupa a todo el mundo no menos que a los propios estadounidenses.
En la mayoría de los artículos que se publican en este número se analiza la política exterior, de seguridad, comercial y migratoria de Estados Unidos, vista desde ambos lados de la frontera. Iniciamos con la contribución al debate de la relación bilateral desde distintos ángulos, con aportaciones de diversos autores. Arturo M. Fernández es crítico con el nacionalismo que desprecia la contribución de las instituciones bilaterales e impugna el mismo liderazgo asumido por Estados Unidos como proveedor de bienes públicos al mundo. El tema central es qué tipo de negociación debería hacerse y, en el peor de los casos, si el TLCAN fuese abrogado y se aplicasen los aranceles que Estados Unidos tiene comprometidos con la Organización Mundial del Comercio (OMC) y México redujese unilateralmente los suyos para no dañar el comercio bilateral, el impacto sobre la economía de México sería muy pequeño, aunque por el momento la incertidumbre paraliza las inversiones. Entre tanto, hay otra amenaza a la economía internacional por la sustitución del impuesto sobre la renta de las corporaciones, que supone implícitamente un ajuste fiscal trasfronterizo con impuestos a las importaciones y subvenciones a las exportaciones, y un posible impacto proteccionista en determinadas circunstancias. Ante esta situación, México solo puede protegerse con finanzas públicas sanas.
Jaime Serra Puche, que dirigió las negociaciones y la puesta en marcha del TLCAN cuando fue titular de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial, ofrece una entrevista a Foreign Affairs Latinoamérica. Explica que Canadá, Estados Unidos y México están del mismo lado de la mesa, y cualquier decisión que se tome para introducir medidas proteccionistas dentro de la región atentará contra la competitividad internacional de la región misma. Aunque hasta el momento no se sabe si habrá confrontación o negociación, si el escenario fuese el de un mal TLCAN, la mejor opción para México sería abandonarlo y sujetarse a las reglas de la OMC. En caso de una confrontación por un impuesto fronterizo a México que no se impusiese a otros países, se violaría la regla de la OMC de nación más favorecida y daría lugar a reclamaciones ante el organismo que se resolverían a favor de México.
Dan Restrepo, Michael Werz y Joel Martínez describen el importante entramado económico y la interdependencia de Estados Unidos y México como fruto del TLCAN. La relación es tan importante e implica a tantos actores, que no se puede dejar solo en manos del poder ejecutivo de Estados Unidos. Para no echar por tierra décadas de avance, el gobierno de Trump no debe vilipendiar a los mexicanos, sino buscar vías de cooperación para resolver los problemas comunes, como la migración. Estados Unidos debería promulgar una reforma migratoria y poner en marcha una iniciativa diplomática regional de unificación del continente, con el fin de atender el problema de los flujos migratorios, cada vez más insostenibles, y darle legitimidad hemisférica mediante una asociación con México, cuya participación es crucial.
Por su parte, Olga Pellicer explica los avatares de la política exterior de México en su relación con Estados Unidos, con especial atención al periodo electoral y al episodio de la sorpresiva visita de Trump a México y sus consecuencias. Asimismo, analiza las acciones emprendidas inmediatamente después de la toma de protesta del nuevo Presidente, la suspensión de la visita a Washington de Enrique Peña Nieto, así como el desconcierto por sus decisiones sobre la construcción del muro fronterizo y las deportaciones de migrantes. Todo esto es detallado en el contexto de la renegociación del TLCAN, que todavía no se aborda y que puede causar serios problemas en la economía mexicana.
En el artículo de Nancy Pérez García se toca el tema de los deportados, migrantes y refugiados en un contexto de vulneración de los derechos humanos por las tres órdenes ejecutivas dictadas por Trump en enero de 2017, lo que ha generado movimientos en contra dentro de Estados Unidos. Por su parte, México debería dar respuestas a las cuatro dimensiones de la migración que ocurren en su territorio: de origen, de tránsito, de destino y de retorno. Debería defender a los nacionales deportados y asumir la responsabilidad con los refugiados establecidos en su territorio.
Raúl Figueroa y Valeria Zepeda ponen en contexto histórico la política exterior de Estados Unidos, que en realidad nunca ha sido aislacionista, sino unilateralista. Este unilateralismo le permitió escoger cuándo, cómo y con quién establecía relaciones centradas en sus intereses económicos. Después de un periodo de aislacionismo moderado y otro radical, a partir de 1945 la posición internacionalista que ha caracterizado a la política exterior de Estados Unidos ha sido de parte activa en todos los aspectos de las relaciones internacionales: económicos, políticos y militares. La llegada de Trump no supone un aislacionismo, sino una vez más un unilateralismo para decidir de acuerdo con el interés nacional con quién y cuándo establecen acuerdos.
Indirectamente, la relación bilateral de México con Estados Unidos puede quedar afectada por la decisión del presidente Trump de retirar a su país del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP). Esta nueva situación, a decir de Ulises Granados, obliga a Japón a considerar otras opciones de integración regional en Asia-Pacífico, entre ellas, un acercamiento a la Alianza del Pacífico y al Mercosur. Entre tanto, hay más avances de las relaciones bilaterales de Japón con Brasil, Chile, Colombia y México.
En Diálogo Ñ se presentan tres artículos sobre Rusia y la política de Putin. Stephen Kotkin analiza la historia de la geopolítica rusa y concluye que, a pesar de algunas victorias, Rusia casi siempre ha sido una potencia relativamente débil. Sigue siendo el país más grande del mundo, pero es mucho más pequeño de lo que era, y actualmente la extensión de un país importa menos para su condición de potencia mundial que su dinamismo económico y su capital humano, ámbitos en los que ha declinado. Consecuencia de esta debilidad histórica, la evolución de la posición de Vladimir Putin es menos una reacción a lo que ocurre en el exterior que una pauta de conducta profunda y recurrente impulsada por factores internos. Gleb Pavlovsky, a pesar de las dificultades para desentrañar el comportamiento errático de Rusia, disecciona las etapas de la presidencia de Putin, desde la llamada «democracia administrada» hasta la verticalidad actual del ejercicio del poder en la que es difícil discernir si los comentarios de Putin son instrucciones, lo que implica una falta de coordinación de las acciones rusas, incluso las militares, en un sistema de comisarios cuyas decisiones se confunden con las expresiones de lealtad al Presidente. Eugene Rumer, Richard Sokolsky y Andrew S. Weiss presentan una perspectiva de las políticas que se esperan de Trump hacia Rusia. Las diferencias entre Estados Unidos y Rusia son antiguas y no se pueden resolver fácilmente. El reto al que se enfrenta el gobierno de Trump es el de manejar diestramente el problema, en vez de querer resolver de una vez por todas las tensiones con Moscú. Para estos autores, Estados Unidos también debe hacerse cargo del objetivo de la política exterior rusa de tener control efectivo sobre la seguridad, la economía y la orientación política de sus vecinos, aunque sería irresponsable por parte de Washington no querer ver el recurso del Kremlin al espionaje informático, la desinformación y la subversión al estilo de la Guerra Fría, los esfuerzos para debilitar la reputación internacional de Estados Unidos y la intromisión en los procesos democráticos de Europa y otros países.
En los artículos de la sección Mundo, Joseph S. Nye, Jr. se ocupa del orden liberal internacional y del papel de Estados Unidos en su constitución. Este orden ha empezado a cambiar, y críticos como Trump sostienen que el costo de mantenerlo supera los beneficios que trae. Para Nye, China no es una amenaza, puesto que valora el orden más de lo que se le reconoce. El orden mundial podría verse en peligro por la dispersión del poder de los países entre actores no gubernamentales, con lo que la política mundial ya no será asunto exclusivo de los Estados. Por esto, Estados Unidos no puede actuar solo para conseguir sus metas. Michael J. Mazarr también se refiere al orden internacional liberal y al papel que cumple Estados Unidos para mantenerlo, aunque advierte que está en riesgo, pues al tratar de evitar su desintegración, Washington podría acelerar su ruptura. Estados Unidos no puede renunciar a sus funciones como principal patrocinador del orden internacional.
En la entrevista realizada por Foreign Affairs Latinoamérica a Patricia Espinosa, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se abordan los aspectos más relevantes de la puesta en marcha del Acuerdo de París, con el financiamiento y el liderazgo como elementos centrales. Espinosa pone particular atención en Latinoamérica, por ser una región muy vulnerable a los efectos del cambio climático.
El papel de China en la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y el fracaso de Estados Unidos para detenerlo son analizados por Evan A. Feigenbaum, mientras que el debate de si China puede superar a Estados Unidos es el tema de Pankaj Ghemawat y Thomas Hout, quienes afirman que, a pesar de su poder económico, el poder empresarial de China está lejos de alcanzar al de Estados Unidos. Para ello, las empresas chinas tendrían que participar también en los sectores de segunda generación, los tecnológicos, como lo hicieron con los de primera, dedicados a la manufactura.
Douglas A. Irwin es optimista sobre el mantenimiento del sistema de libre comercio por parte de Estados Unidos y atribuye los ataques que ha recibido a un efecto común de campaña electoral, en que el comercio es el chivo expiatorio y causante de la pérdida de empleos, cuando en la realidad no es así. Abandonar el TLCAN y otros tratados causaría un daño enorme.
John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt se enfocan en el equilibrio extraterritorial de Estados Unidos y en la idea de que los aliados reciben protección sin dar nada a cambio. El equilibrio extraterritorial ofrece muchas ventajas al limitar el compromiso de defensa del ejército estadounidense a ciertas zonas y obligar a otros Estados a hacer la parte que les toca.
Finalmente, Jesús Pérez Caballero analiza la corrupción en los países de Latinoamérica y las movilizaciones ciudadanas para enfrentarla. Numerosos ejemplos en distintos países avalan esta nueva forma no jurídica de perseguir la corrupción.
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JORDI BACARIA COLOM es director de Foreign Affairs Latinoamérica y director del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB). Sígalo en Twitter en @bacaria_jordi.