¿Qué significa la muerte de Abu Bakr al Bagdadi?

29 octubre, 2019 • Artículos, Medio Oriente, Portada, Sin categoría • Vistas: 12448

Cinco ideas preliminares

Cinco Días

Moisés Garduño García

Octubre 2019

Después del anuncio del presidente Donald Trump sobre la anulación del exlíder del Estado Islámico, Abu Bakr al Bagdadi, es necesario reflexionar sobre los efectos de este hecho, considerando el contexto actual, sobre todo las protestas populares en varios países del Medio Oriente, particularmente en Irak y Líbano.

Es muy probable que la operación se haya planeado y coordinado desde Erbil

En primer lugar, es necesario decir que es altamente probable que las operaciones militares que anunció Trump en Barisha, al noroeste de Siria, hayan sido planeadas y coordinadas desde Erbil, en el norte de Irak. La evidencia para este argumento radica en la visita que hizo el responsable de las Fuerzas de Tarea Conjunta en Irak y Siria, el teniente general Robert Pat White, a Masrour Barzani, Primer Ministro del Gobierno Regional del Kurdistán, quien desde que llegó al poder en julio de 2019 no ha dejado de tener comunicación con las diferentes instancias armadas estadounidenses dedicadas al combate contra el Estado Islámico, incluida la coalición internacional Operación Resolución Inherente. La visita más reciente de White a Barzani fue un día antes de la operación que anunció Trump, lo que despeja las dudas que suscitó el agradecimiento del Presidente estadounidense “a los kurdos por el éxito en esta operación” pues, en efecto, Trump se refería más a los kurdos iraquíes que a las fuerzas del Partido de la Unión Democrática del Kurdistán sirio a quienes abandonó hace unos días ocasionando la reciente intervención militar turca en el norte de Siria y, con ello, el origen de una nueva crisis humanitaria en la zona.

Los verdaderos héroes en la lucha contra Estado Islámico han sido los ciudadanos

Un segundo elemento a recordar es que los verdaderos protagonistas en la lucha contra el Estado Islámico han sido los ciudadanos sirios e iraquíes, quienes fueron los principales objetivos de asesinatos, secuestros y extorsiones por parte de aquella organización y quienes resistieron, por mucho, el auge islamista después de la ocupación de ciudades importantes como Mosul y Raqqa. En este sentido, la campaña en contra del Estado Islámico que tanto celebra Trump fue, de hecho, un largo proceso en el que participaron múltiples y diversos actores desde Ankara, Bagdad y Teherán, hasta los kurdos sirios y Moscú. Ante el anuncio de la Casa Blanca, estos actores intentan adjudicarse a su propio estilo y conveniencia “el triunfo contra el movimiento terrorista más poderoso de la historia”. No obstante, los verdaderos héroes, se enfatiza, han sido los ciudadanos.

La desaparición de Al Bagdadi no implica el final de la violencia

Pero, como tercer elemento, la desaparición de Al Bagdadi no implica, lamentablemente, el fin de este tipo de grupos armados con una ideología extremista en el Medio Oriente. Es muy importante recordar que organizaciones como Al Qaeda o el mismo Estado Islámico nacieron de la destrucción de sociedades enteras en Afganistán, Irak y Siria, una catástrofe proveniente, en gran medida, de la injerencia militar extranjera que ha sido histórica en la región. Lo anterior, ha provocado que elementos como el dolor, la desesperación, la violencia, el sectarismo y la pobreza se convirtieran en el mejor caldo de cultivo para el florecimiento de estos y otros grupos que canalizaron un fuerte resentimiento social contra los ocupantes y sus aliados, el cual se acentó en el discurso de odio que los caracterizó en los medios de comunicación, particularmente, en internet. La situación actual de los países antes mencionados, particularmente ahora con Bashar al Assad apoyado por Moscú y Abu al Mahdi apoyado por Washington, no deja otra cosa que pensar mas que una fuerte preocupación de que diversos sectores remanentes de Estado Islámico, incluyendo los más de 11 mil prisioneros liberados durante la intervención militar turca en el norte de Siria, encuentren nuevas formas de emergencia ante los índices de pobreza y desempleo que siguen imperando en estos países, tal como lo han demostrado las protestas registradas en Bagdad en octubre de 2019, que han dejado más de 240 muertos.

Algunas preguntas incómodas

Un cuarto factor a reflexionar es sobre la misma narrativa estadounidense y la instrumentalización de la operación en su política interna. Es obvio que la operación tiene similitudes con la ejecución de Osama bin Laden anunciada por Barack Obama en mayo de 2011, justo en un contexto de protestas populares muy similar al que tenemos hoy, y en un parecido incuestionable donde, en ninguno de los dos casos, nunca se mostró el cuerpo de los objetivos. Y tal como en aquella ocasión, hoy también existen muchas preguntas sobre la narrativa con la que fue contada la hazaña de Trump, tales como por qué Rusia pone en tela de juicio la operación; por qué existen diversas versiones sobre la muerte de Al Bagdadi desde 2016 donde rusos, iraníes e incluso el Observatorio Sirio de Derechos Humanos han confirmado su muerte; por qué Al Bagdadi estaría usando un chaleco explosivo al lado de tres niños en la madrugada el día de la operación; por qué Al Bagdadi estaba en Barisha, un poblado al norte de Idlib que está tomado por el grupo Tahrir al Sham, filial de Al Qaeda y acérrimo rival del Estado Islámico, entre otras que, incluso, han criticado la escena ante el vocabulario tan explícito utilizado por el Presidente para informar cómo murió el exmilitante iraquí. Vale la pena señalar que, al momento de escribir estas líneas, el centro de información del Estado Islámico, Amaq, no ha confirmado la muerte de su líder y es probable que tarde días o meses en hacerlo, si es el caso. No obstante, algunas notas de prensa, citando a la misma agencia, han declarado que ya habría un aparente sucesor de Al Bagdadi en la persona del “profesor” Abdullah Qardash, quien fuera un oficial de alto rango en el Baath de Sadam Hussein.

El hecho concreto es que, mediáticamente, la figura de Al Bagdadi como amenaza potencial a la seguridad de todos, está fuera de la esfera pública mundial, y que dicha maniobra se está utilizando para fanfarronear la salida de las tropas estadounidenses de Siria mediante al ritmo del eslogan “¡misión cumplida!”, por un lado, y para mostrar este hecho como una victoria ante el electorado que le apoya al presentar a Al Bagdadi como “algo más grande que el Bin Laden de Barack Obama” .

Las tropas estadounidenses no han salido totalmente de Siria como se esperaba

Finalmente, cabe decir que si bien algunas tropas estadounidenses han salido del norte de Siria, otras han reforzado su presencia en la zona de Deir ez-Zor, la provincia con más petróleo de dicho país árabe, esto en coordinación con las fuerzas de seguridad del Gobierno Regional del Kurdistán. Este movimiento hace pensar en las acusaciones rusas sobre la presunta explotación de petróleo de esta zona por parte de Washington, esto a través de camiones cisterna protegidos vía aérea. Independientemente de que aquellas acusaciones sean ciertas o no, es necesario decir que el movimiento de tropas estadounidenses nos hace valorar de nuevo la importancia de esta provincia que los propios sirios llaman la “perla del desierto”, debido a que se trata de una región agrícola especializada en el algodón, un gran centro turístico y cultural y, ante todo, el centro de extracción de petróleo por excelencia de Siria, con capacidad de extracción de hasta 40 000 barriles de crudo por día. Considerando este movimiento, lo realizado por el ejército estadounidense no se trata de un retiro deliberado, sino de un realinemaiento de tropas que se apoyarán en la zona fronteriza con Irak para garantizar una presencia controlada, tal vez, con fines de observación política.

Hoy también existen muchas preguntas sobre la narrativa con la que fue contada la hazaña de Trump.

Por mucho, considerando la intervención turca en el norte de Siria, las protestas en Irak y Líbano, las interminables guerras que se libran en Libia, Palestina y Yemen, las fricciones al interior del Consejo de Cooperación del Golfo, además de la crisis política y económica en otros países como Egipto e Israel, estamos en un momento donde cada uno de estos factores nos explica las formas en las que el Medio Oriente trata de sobrevivir a un contexto de transición hegemónica mundial que también está afectando a diversos regímenes en Asia, África, Europa y Latinoamérica.

MOISÉS GARDUÑO GARCÍA es doctor en Estudios Árabes e Islámicos Contemporáneos por la Universidad Autónoma de Madrid y maestro en Estudios de Asia y África con especialidad en el Medio Oriente por El Colegio de México. Es profesor de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) de México. En 2018 fue acreedor al reconocimiento Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos en el área de docencia en Ciencias Sociales que otorga la UNAM, y actualmente es Coordinador del proyecto de investigación “Justicia social y sectarismo en el Medio Oriente del siglo XXI” en la UNAM, así como colaborador del proyecto “Representaciones del islam en el Mediterráneo local: cartografía e historia conceptuales” de la Agencia Estatal de Investigación de España. Sígalo en Twitter en @Moises_Garduno.

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