¿Puede el pacto nuclear con Irán sobrevivir a Donald Trump?

6 noviembre, 2017 • Artículos, Medio Oriente, Norteamérica, Portada • Vistas: 4912

Scanpix-Kevin Lamarque

Moisés Garduño García

Noviembre 2017

La Iran Nuclear Agreement Review Act de 2015 es un mecanismo legal que otorga al Congreso de Estados Unidos el derecho de revisar cualquier acuerdo alcanzado en las negociaciones del Joint Comprehensive Plan of Action (JCPOA) con el objetivo de evitar que la República Islámica obtenga armas nucleares. Para alcanzar este objetivo y con base en dicho documento, el Presidente estadounidense debe notificar al Congreso cada 90 días que el Acuerdo Nuclear con Irán persiste en el interés nacional del país. Al respecto, Donald Trump (que ya había certificado el pacto en dos ocasiones desde que comenzó su mandato) ha decidido reportar que Irán «ha violentado el espíritu del JCPOA» y se ha negado a otorgar dicha certificación abriendo las puertas para que el Congreso de su país reconsidere la posibilidad de imponer sanciones a la República Islámica de Irán, decisión que se tiene que tomar en un periodo no mayor a los 60 días.

Sin embargo, y a pesar del intenso lobby impulsado por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Israel en Washington, es difícil que el Congreso estadounidense apruebe nuevas sanciones contra Irán. Mientras el 67% de los seguidores de Trump ve de forma negativa instrumentos multilaterales como los acuerdos de libre comercio, el JCPOA aún goza de buena reputación no solo entre la sociedad estadounidense sino también a nivel mundial. Ejemplo de esto es que el Acuerdo Nuclear ha contado con el visto bueno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y del Parlamento Europeo, además de haber recibido la certificación de la Agencia Internacional de Energía Atómica en ocho ocasiones y el beneplácito de la comunidad científica que pugna por la no proliferación nuclear en el mundo, al grado de haber sido nominado al premio Nobel de la Paz en 2017.

Lo que es probable que ocurra en los próximos 2 meses es que el Congreso estadounidense recomiende una revisión de la Iran Nuclear Agreement Review Act donde se pida que se aclaren algunas ambigüedades que quedaron fuera del JCPOA tales como el desarrollo del programa de misiles de Irán, el cual sigue siendo uno de los puntos más sensibles y que más desconfianza genera tanto para Washington como para Teherán.

Cuando el programa de misiles iraní fue presentado por Teherán como una estrategia de defensa de su soberanía nacional, hubo un esfuerzo muy grande por parte del Ministro de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, en mantenerlo fuera de las negociaciones del pacto a pesar de la negativa de las delegaciones estadounidense y francesa quienes insistían en que la falta de discusión sobre el tema ponía en riesgo la seguridad internacional. Finalmente, el programa de misiles iraní quedó fuera del JCPOA pero una semana después, el 20 de julio de 2015, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas votó la Resolución 2231 que en su párrafo 3 del anexo B estableció claramente que «Irán quedaría obligado a no emprender ninguna actividad relacionada con misiles balísticos capaces de transportar armas nucleares, incluidos los lanzamientos que utilizan esa tecnología porque, de lo contrario, esto violaría el espíritu del JCPOA».

AP

En este sentido deben leerse las razones que expresó Trump para no certificar el pacto el 13 de octubre de 2017, las cuales apelan directamente a que Teherán realizó la prueba exitosa de un nuevo misil bautizado como Jorramchar el cual, de acuerdo con el comandante de la División Aeroespacial del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán, Amir Ali Hayizadeh, «presenta un rango de 2000 kilómetros y puede transportar varias ojivas de diferentes tipos de explosivos», viéndose como uno de los resultados más notables del programa de defensa iraní que este año recibió un aumento presupuestal de 500 millones de dólares.

No obstante lo anterior, lo que Trump no dice es que la prueba de este misil iraní es una de las respuestas a los múltiples ataques que el gobierno estadounidense ha hecho en contra de Irán en los foros internacionales, lo cual también traiciona el espíritu del JCPOA. Hay que recordar que en agosto de 2017 Trump firmó un proyecto de ley en Washington que impone sanciones a quienes participen en el programa de misiles balísticos de Irán; además, en el marco del 72º periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Trump se refirió al JCPOA como «el peor y más vergonzoso acuerdo suscrito en la historia de los Estados Unidos» y describió a Irán como «un rogue state y un patrocinador del terrorismo»; en otros momentos, Trump declaró (erróneamente) que el dinero que recibiría Irán a raíz del pacto provendría del bolsillo de los estadounidenses y en octubre de 2017 celebró la designación de la Guardia de la Revolución de Irán como «una organización que apoya al terrorismo» por parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.

En resumen, tanto el misil presentado por Irán, como la campaña de iranofobia lanzada por Trump violan el espíritu del JCPOA, pero no su letra. La Resolución 2231 se ha convertido en el guión mediante el cual Irán y Estados Unidos han desplegado estrategias de disuasión sin comprometer directamente lo que dice el JCPOA, aunque estas estrategias ciertamente perturban dicho instrumento.

Pese a lo anterior, es necesario aclarar una cuestión importante. En las declaraciones de Trump es evidente la existencia de un doble rasero que no solo viola el espíritu del JCPOA sino el de cualquier tratado que luche por la no proliferación nuclear en el mundo. Por ejemplo, mientras Washington apela a la desnuclearización de Corea del Norte y de Irán, no condena la negación de Israel a firmar instrumentos multilaterales como el Tratado de No Proliferación Nuclear y mucho menos su desnuclearización. Mientras Washington critica el programa de misiles de Irán, no señala el riesgo que implican los programas de misiles de países como India o Pakistán (que de hecho están en guerra y públicamente manifiestan la posesión de armas nucleares). Al tiempo que se critica la prueba balística iraní, Estados Unidos ha realizado pruebas con misiles transcontinentales; y además, al tiempo que Trump critica a Irán en el seno de Naciones Unidas poniendo en duda la solidez del JCPOA y refiriéndose a él como un país gobernado por «un régimen fanático que llegó al poder en 1979», lo único que genera es un sentimiento de desconfianza en cualquier país del mundo que pretenda firmar un acuerdo con Washington en tiempos actuales.

Así, contrario a lo que señalan diversos medios de comunicación, la decisión de Trump no conlleva a una violación del JCPOA ni a su desmantelamiento inmediato, aunque sí constituye un intento de desestabilizarlo, o al menos de buscar un acuerdo suplementario donde se incluyan los temas que Washington considera de importancia estratégica tal como lo representa la cuestión balística.

Reuters

Entonces, una clave importante del futuro inmediato de este pacto nuclear será estudiar la capacidad de Washington para convencer al resto de las partes, principalmente a Alemania y Francia, de buscar un acuerdo suplementario que involucre el tema del programa de misiles a sabiendas que Teherán se negará automáticamente, iniciando una estrategia de presión que provoque que sea Irán quien se retire del pacto y no Estados Unidos. Esto por supuesto implica una campaña muy grande en la esfera pública trasnacional no solo de iranofobia e islamofobia sino de la necesidad de monitorear estos «sitios sospechosos», acompañada de sanciones unilaterales que se encuentren fuera del ámbito del JCPOA, así como la prueba de grupos proxys en escenarios sensibles como Siria, Irak y Yemen.

Cuando Trump se refirió a Irán como un rogue state, recordó que en septiembre de 2017 se cumplió el 16º aniversario de la denominada «guerra contra el terrorismo» y que después de todos estos años el mundo no es mejor. Hoy las palabras de Trump se escuchan como las de Mahmud Ahmadineyad y las de Hassan Rouhani como las de Barack Obama. Ante este escenario, no hay que perder de vista que el JCPOA es el resultado de 12 años de diplomacia en medio de la guerra contra el terror, y que se ha presentado como una alternativa ejemplar que puede coadyuvar a la paulatina desnuclearización del Medio Oriente y a erosionar el surgimiento de un nuevo conflicto a gran escala en la región.

Ante este escenario, mientras Trump no endosa el Acuerdo Nuclear y denuncia otros instrumentos como el Acuerdo de París sobre el cambio climático, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica o su retirada de la Unesco, la estrategia de Irán consistirá en mantener contacto directo con las partes europeas, rusas y chinas que respaldan el JCPOA, así como tratar de que sostengan su posición frente al mismo.

Es necesario observar que las decisiones y estrategias tomadas por el gobierno de Trump, más que proyectar una imagen de hegemonía global, provocan que la actitud de Estados Unidos se vea como una reacción directa a las presiones de las élites económicas de Arabia Saudita e Israel, quienes se presentan no solo como los enemigos regionales de Irán en el Medio Oriente sino como los artífices de una reconfiguración política en la región, particularmente en el mundo árabe. A final de cuentas, Trump tiene que mostrar pruebas fehacientes de que está cumpliendo con el compromiso de debilitar a Irán en la región, para cerrar las promesas de inversión pactadas con Riad y Tel Aviv en su visita más reciente al Medio Oriente.

MOISÉS GARDUÑO GARCÍA es doctor en Estudios Árabes e Islámicos Contemporáneos por la Universidad Autónoma de Madrid y maestro en Estudios de Asia y África con especialidad en el Medio Oriente por El Colegio de México. Es profesor de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conacyt. Es coordinador del libro de reciente publicación Pensar Palestina desde el Sur Global (2017), UNAM, México. Sígalo en Twitter en @Moises_Garduno.

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