Perspectivas de la economía iraní ante las negociaciones con el P5+1

1 abril, 2014 • Artículos, Medio Oriente, Portada, Sin categoría • Vistas: 5670

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Abril 2014

Las sanciones que han pesado sobre la República Islámica de Irán en los últimos años han afectado seriamente la viabilidad económica del país, especialmente las exportaciones de petróleo que representan 80% del total de las exportaciones y entre 50% y 60% de los ingresos del Gobierno.

Lo anterior ha generado una serie de efectos colaterales negativos en todo el aparato productivo iraní: la tasa de desempleo llega al 14%, la moneda local, el rial, se ha devaluado considerablemente, y la inflación se sitúa cerca de 35%. Según reportes de la Agencia Internacional de la Energía, la producción de petróleo iraní pasó de 3.6 millones de barriles por día (bpd) en noviembre de 2011, a 2.7 millones de bpd en noviembre de 2012.

Esta situación se presentaba para las autoridades iraníes como insostenible, convirtiéndose en uno de los principales desafíos para el presidente Hasan Rohaní cuando asumió el cargo en agosto de 2013. Con una actitud político-diplomática mucho más sutil que la de su antecesor, y con la experiencia de dieciséis años al frente del Consejo Supremo de la Seguridad Nacional, Rohaní alcanzó un acuerdo preliminar sobre el tema nuclear con el grupo P5+1 (Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania) en Ginebra, el 24 de noviembre. Dicho acuerdo compromete a las potencias a levantar algunas sanciones impuestas a Irán que limitaban el comercio de oro y de metales preciosos, y el transporte de crudo, y prohibían transacciones financieras con bancos iraníes que no hubieran sido autorizadas previamente. A cambio, la República Islámica aceptaba la restricción de ciertos aspectos de sus actividades nucleares, incluyendo una suspensión del enriquecimiento de uranio por encima de 5%.

A partir del acuerdo con el P5+1, la posibilidad de acabar en el mediano plazo con el resto de las sanciones y abrir de nuevo la economía iraní al mundo augura para muchos funcionarios iraníes una mejora sustancial en los indicadores económicos del país.

Iranian Photograph Gallery

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Desde que conformó su gabinete presidencial, Rohaní definió como una de sus principales metas el aumento de la producción de petróleo y gas, un esfuerzo que, sin duda, se ve favorecido por el levantamiento de las sanciones que posibilita aumentar los niveles de exportación. Para febrero de 2014, las exportaciones de petróleo de Irán aumentaron en alrededor de 100 000 de bpd; y solo en el caso de sus principales clientes asiáticos (Japón, China, la India y Corea del Sur) los datos muestran que las exportaciones combinadas de crudo iraní hacia estos países crecieron 22% en enero, en comparación con el mismo período del año pasado.

El levantamiento de las sanciones también ofrece la oportunidad de aumentar los niveles de inversión en la industria de los hidrocarburos. Las sanciones han perjudicado severamente las instalaciones petrolíferas y gasíferas iraníes, muchas de las cuales se han vuelto tecnológicamente obsoletas y requieren una urgente modernización. Aumentar la producción de petróleo hasta 5.3 millones de bpd, como lo plantea el Plan de Desarrollo Económico Quinquenal (2010-2015), requeriría invertir entre 40 y 50 billones de dólares anuales en la industria petrolera. Reconociendo que este objetivo difícilmente podrá lograrse sin recursos foráneos, el gobierno iraní espera atraer unos 100 billones de dólares en inversiones en los próximos cuatro años. Para esto, se ha definido un nuevo modelo de contratos que permitirá atraer más empresas extranjeras para explotar los yacimientos de hidrocarburos iraníes. Según el Ministro de Petróleo, Biyán Namdar Zangane, empresas como Shell, British Petroleum, Petronas de Malasia y Repsol de España, pronto volverán a operar en Irán. Adicionalmente, se anunciaron nuevos contratos petroleros con Rusia y China.

DTI News

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Las sanciones provocaron que las importaciones de los 28 países de la Unión Europea, el mayor socio comercial de Irán, cayeran de los 16.5 billones de euros en 2011, a apenas 5.6 billones en 2012. Ahora, la posibilidad de una nueva apertura de la economía iraní ha generado mucho interés. Así lo demuestran las frecuentes visitas de ministros de asuntos exteriores de la Unión Europea a Teherán en las últimas semanas. Durante la visita del canciller español Manuel García-Margallo a la capital iraní, el ministro de exteriores Mohammad Javad Zarif aseguró que Irán «puede ser una fuente confiable de energía»; un guiño perfectamente oportuno frente a la preocupación de la Unión Europea de que la crisis en Ucrania pueda afectar el suministro de gas ruso a Europa.

La posibilidad de acceder a un país estratégicamente ubicado, poseedor de unas de las reservas de petróleo y gas natural más grandes del mundo, y con un mercado conformado por una bien educada población de 75 millones de personas, resulta muy tentadora para los empresarios europeos. A inicios de febrero, una delegación de 116 hombres de negocios franceses, entre los que figuraban representantes de compañías como Total, Lafarge, GDF Suez y Peugeot, visitó Irán para explorar oportunidades de negocios. En Alemania se organizan con cada vez más frecuencia seminarios sobre «cómo hacer negocios en Irán». Por otro lado, muchas líneas aéreas europeas están reanudando sus operaciones en Teherán, o aumentando la frecuencia de sus vuelos a la capital iraní.

AFP

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Pese al prometedor escenario que se presenta para la economía iraní, una reincorporación plena a la economía mundial sigue dependiendo de alcanzar un compromiso definitivo con el P5+1 en los próximos meses. Hasta el momento, las partes involucradas en las negociaciones han mostrado voluntad política, y el Organismo Internacional de la Energía Atómica ha certificado que los compromisos alcanzados en noviembre se están aplicando conforme a lo previsto. Sin embargo, el camino hacia a un acuerdo final vislumbra muchos escollos. Irán ha insistido en que «Occidente no debe hacerse ilusiones» sobre su programa nuclear, subrayando que la decisión de no desarrollar armas nucleares no significa renunciar a sus derechos a enriquecer uranio en el marco del Tratado de No Proliferación Nuclear, ni a cerrar ninguna de sus instalaciones nucleares. Lo anterior es para los iraníes una «línea roja» que a luz de la experiencia histórica reciente, será difícil de aceptar por potencias como Estados Unidos, Francia o el Reino Unido.

Adicionalmente, tanto en las potencias occidentales como en Irán hay sectores que desconfían profundamente de los interlocutores «del otro lado de la mesa», y dudan que un arreglo definitivo pueda ser alcanzado. Hay que recordar que el presidente francés François Hollande y su canciller Laurent Fabius intentaron hacer fracasar el acuerdo de noviembre, y que en el Senado de Estados Unidos persiste la intención de imponer aun más sanciones contra Irán, lo cual echaría abajo las negociaciones.

AFP

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En cuanto a Irán, no debe perderse de vista que, aunque el presidente Rohaní ha tenido hasta ahora el suficiente margen de maniobra para reencausar la diplomacia iraní en pos de un acuerdo, es el ayatolá Alí Jamenei quien tiene la última palabra. Mientras los diplomáticos iraníes debaten en Ginebra, Jamenei ha señalado una y otra vez la «perfidia» de las potencias occidentales, y aunque dice no oponerse a las negociaciones, advierte que «no es optimista» respecto a las mismas. Por otro lado, el ayatolá tiene poco interés en una revitalización de la economía iraní basada en un acuerdo con Occidente, el levantamiento de las sanciones y la reincorporación plena a la economía mundial. Para Jamenei, la solución a los problemas económicos del país no se basa en «mirar hacia fuera y levantar las sanciones», sino en «confiar en el infinito potencial del pueblo iraní». Para esto, insiste en una «economía de resistencia», que pueda llevar «a la nación iraní hacia la victoria frente a la guerra económica que se le ha impuesto», y que estaría basada en la ampliación de la producción y exportación de productos basados en el conocimiento, el aumento de la producción nacional de bienes estratégicos, y el desarrollo de relaciones comerciales con los países vecinos.

A partir de su estratégica ubicación geoeconómica y sus recursos energéticos y humanos, la economía iraní tiene un enorme potencial. Sin embargo, parece evidente que dicho potencial está supeditado en muchas formas al tema nuclear. Un acuerdo sólido entre este país y el P5+1 sentaría las bases de lo que podría ser la proyección de Irán como una de las economías emergentes más importantes del Medio Oriente, y un socio energético vital para la economía internacional.

 

SERGIO I. MOYA MENA es coordinador del Centro de Estudios de Medio Oriente y África del Norte, y profesor e investigador de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Costa Rica y de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica. Ha llevado a cabo labores de investigación en Líbano, Turquía, Irán, Siria, Jordania, Egipto y la región de Kurdistán.

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