Obama, con Nobel y sin paz

7 diciembre, 2015 • Artículos, Asuntos globales, Del Archivo, Norteamérica, Portada • Vistas: 8929

Los fracasos de la política exterior estadounidense

avatarDefault Athanasios Hristoulas

Material original de Foreign Affairs Latinoamérica Volumen 15 Número 1

obama-saki FAL 15-01 FOTO 01 (FAL-Ángel Boligán)

FAL / Ángel Boligán

El mundo se encuentra en una época de turbulencias. Nunca tantas crisis internacionales se habían desarrollado simultáneamente. El Medio Oriente pasa por un periodo de extrema perturbación, Rusia persigue políticas expansionistas y China intensifica su agresividad con sus vecinos asiáticos. Un factor importante que ha contribuido a todos estos conflictos ha sido la naturaleza pasiva y ad hoc de la política exterior de Estados Unidos, particularmente a partir del segundo mandato de Barack Obama.

Por otra parte, se ha agudizado la crisis causada por el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), un grupo tan radical que fue expulsado de Al Qaeda por su extrema violencia y brutalidad y que ahora está a punto de derrocar al gobierno de Bagdad y al de Bashar al Assad, con un avance tan rápido que tomó al mundo por sorpresa. Han utilizado el terror para exigir la conversión de las poblaciones que invaden, utilizando métodos como decapitaciones, crucifixiones y entierros de personas vivas.

Uno de los mayores problemas con respecto a ISIS es que han capturado un territorio muy extenso y ahora reciben ingresos por el petróleo de la zona y por los impuestos que cobran a las poblaciones bajo su yugo. Se estima que el grupo cuenta con aproximadamente 200 millones de dólares, fondos que Al Qaeda jamás soñó con reunir.

Otro grave problema es que el grupo ha logrado tener un alcance mundial. Sus miembros no son solo ciudadanos de países del Oriente Medio, sino también de países occidentales como Australia, Canadá, Estados Unidos, Francia o el Reino Unido, entre otros. Por haber nacido o haberse naturalizado en estos países, muchos miembros de ISIS poseen pasaportes de Occidente, lo cual les da mayor facilidad de movimiento. Al Qaeda jamás logró tener esa presencia.

Además, según el Pentágono ISIS es una amenaza inminente. Actualmente el mundo no se encuentra en una situación similar a la del 10 de septiembre de 2001 -antes del ataque terrorista a las Torres Gemelas-, sino en una mucho peor. Ya hubo intentos de ataques terroristas en Australia, Canadá y Estados Unidos. Otro ataque de la misma magnitud que la del 11-S, sin importar donde fuese, sacudiría y cambiaría radicalmente la política internacional. El mundo ya no sería el mismo.

A pesar de que las potencias han comenzado a poner atención a ISIS, puede ser demasiado tarde, porque ya cuenta con fondos, territorio y presencia mundial. Teniendo esto en cuenta, bombardear al grupo terrorista no será suficiente. Los ataques aéreos han debilitado el avance de ISIS, pero es imposible destruirlo desde el aire. Incluso, un general del Ejército Libre Sirio -el cual es prooccidental- declaró que es imposible lograr sus objetivos sin la ayuda de tropas terrestres. La probabilidad de que se necesite mandar tropas a la región es muy alta, ya que los soldados iraquíes y los rebeldes sirios apoyados por Occidente están mal capacitados, mal equipados y aterrorizados.

La mala noticia para las potencias occidentales es que, de mandar tropas, va a ser por mucho tiempo, incluso décadas. La ocupación tendrá que ser similar a lo que se hizo con Europa después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la presencia militar en Alemania duró 50 años, y todavía en la actualidad hay bases militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). No se puede esperar la creación de gobiernos democráticos, estables y pacíficos después de una salida abrupta.

En segundo lugar, se necesita algún programa internacional de pacificación del fundamentalismo. Hay mucho descontento y enojo entre los jóvenes musulmanes, no solo en el Medio Oriente, sino también en Occidente. Además, este fenómeno no sucede exclusivamente entre la población más pobre, pues se observa de igual forma entre jóvenes de clase media con educación y otro tipo de oportunidades. Es fundamental que los líderes musulmanes se esfuercen por moderar a sus seguidores. En resumen, lo que se necesita para manejar esta crisis es una campaña militar real, con una ocupación prolongada, y una campaña política y social orientada a la pacificación de la juventud musulmana.

LA NO ACEPTADA NUEVA GUERRA FRÍA

En Rusia hay una crisis igual de grave, por las políticas expansionistas que la llevaron a la anexión de Crimea a inicios de 2014 y por la subsecuente invasión de Ucrania. Nadie quiere usar la expresión «nueva Guerra Fría». Vladimir Putin y Obama han dicho que el mundo no se encuentra en tal situación, pero todos los indicios son de lo contrario. Los misiles nucleares de Estados Unidos y de Rusia apuntan unos hacia otros, el comercio entre Europa y Rusia se ha frenado, y hay una confrontación militarizada entre Rusia y Occidente.

El caso de Ucrania es extraño porque ha sido muy polémico. Se han esgrimido dos argumentos para justificar las acciones de Putin, tanto de parte del propio gobierno ruso como de académicos e intelectuales estadounidenses y europeos.

El primer argumento plantea que fue Occidente quien provocó la ocupación y que el avance de la OTAN hacia el Este es una amenaza para Rusia. Muchos de los exmiembros del pacto de Varsovia ahora pertenecen a la OTAN, por lo que Putin se siente rodeado. Pero es importante analizar por qué las naciones que pertenecieron al bloque soviético quisieron formar parte de la OTAN. Una de las principales razones fue la amenaza rusa, como en el caso de Polonia, para la cual un acercamiento a Occidente fue la única alternativa de defensa. Además, estos países ven la anexión a la OTAN como más que una alianza militar. Para ellos representa un bloque de países occidentales, democráticos y capitalistas. En muchos casos, unirse a la OTAN fue el primer paso para adherirse a la Unión Europea. Lo tomaron como algo que les traería beneficios de seguridad, pero sobre todo en materia política y económica.

Putin aún ve el mundo en términos de Guerra Fría, o peor, como si fuera una potencia del siglo XIX que está en una lucha constante por el territorio. Pero ha leído erróneamente la situación: la política de expansión territorial no tiene mucho sentido en el siglo XXI, ya que la posesión de tierra no es tan importante como antes. Al final de cuentas, los miembros del pacto de Varsovia son ahora países soberanos que están en su derecho de unirse a la OTAN si así lo desean. No es algo que le competa a Putin.

obama-saki FAL 15-01 FOTO 02 (il Giornale)

El segundo argumento reza que la anexión de Crimea no debe sancionarse, porque el territorio tiene una gran población rusa. Pero este es un argumento a posteriori, planteado cuando la anexión se había consumado. El territorio sí tiene minorías rusas, pero hoy esa no es una excusa válida para anexarse un territorio. Actualmente existen muchos mecanismos pacíficos para defender a las minorías étnicas, los cuales Putin no utilizó. Pudo haber negociado, pudo haber acudido a la Organización de las Naciones Unidas o a la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa a denunciar a Ucrania. Por razones meramente informativas, la última persona que utilizó el argumento «étnico» fue Adolf Hitler, quien justificó las anexiones de Austria, parte de Checoslovaquia y después de Polonia diciendo que tenían poblaciones alemanas. Obviamente, Putin no es igual que Hitler, pero esto no suprime el hecho de que algunos rasgos y argumentos de Putin se parezcan a los de Hitler.

La razón de la anexión de Crimea es que Rusia quiere tener acceso al mar Negro y ahora entró a tres provincias más de Ucrania para abrir un paso terrestre a Crimea. Putin tiene la mentalidad y se comporta como si fuera el líder de una gran potencia del siglo XIX, lo cual es muy preocupante. Fue esta mentalidad la que llevó al mundo a la Primera y a la Segunda Guerra Mundial.

Finalmente, las pretensiones de expansión territorial de China son un problema cada vez más grande en Asia. Beijing está enojado porque considera que la historia ha sido injusta, pero ahora cuenta con la capacidad económica y militar para rectificarla. Además, la postura china tiene que ver con prestigio y recursos naturales, una combinación peligrosa. Actualmente tiene disputas con 17 países desde el sur del océano Pacífico hasta el mar de Japón e incluso hasta Asia Central. La conducta de China ha causado nerviosismo en la región, y al tiempo que este país moderniza su capacidad militar, otro tanto hacen sus vecinos asiáticos. Incluso Japón -el país que fue pacificado después de la Segunda Guerra Mundial- construye portaaviones y se rearma.

CON LOS BRAZOS CRUZADOS

No es coincidencia que haya tantas amenazas militarizadas al mismo tiempo. En el pasado, la política exterior estadounidense ha sido criticada por ser demasiado activa, pero en esta ocasión se ha señalado su extrema pasividad. La falta de liderazgo por parte del gobierno de Obama es la causa del caos que vemos en el sistema internacional actual.

Un ejemplo es el caso de Irak y Siria. La invasión de Irak del 2003 es, en parte, la razón de los problemas en la región. Después de la invasión, Bush desarmó las fuerzas militares y policíacas de Irak por sospechar que eran leales a Sadam Hussein. Al hacerlo, dejó al país sin capacidades defensivas, y las tropas estadounidenses estacionadas no eran suficientes para mantener la paz y la estabilidad. Sin nadie que se ocupara de la seguridad, estalló una sangrienta guerra sectaria. De hecho, la mayoría de las bajas del conflicto se dieron después de la campaña militar de 2003. En 2007, George W. Bush se dio cuenta de que la situación era insostenible y decidió enviar otros 50 000 soldados, en lo que se conoce como la escalada militar de 2007. La medida funcionó, ya que mejoró la situación de seguridad. Ahora bien, durante esa época no se prepararon fuerzas iraquíes para garantizar la seguridad, y cuando Obama llegó al poder e inició la retirada de las tropas estadounidenses, el país se quedó sin la capacidad de gobernarse. La abrupta retirada se debió principalmente a que la opinión pública de Estados Unidos estaba cansada de tantos años de guerra y a que el Primer Ministro iraquí, Nouri al-Maliki, no quería ninguna presencia de tropas estadounidenses en Irak. Esta doble presión llevo a Obama a ceder y a replegar las tropas de ese país. El Departamento de Defensa de Estados Unidos criticó fuertemente a Obama por esta decisión, argumentando que era necesario mantener en Irak una presencia militar de unos 10 000 hombres. Hoy, esos 10 000 soldados hubieran podido frenar a ISIS.

Obama ha mandado sistemáticamente el mensaje erróneo, como cuando amenazó a al Assad de que si utilizaba armas químicas contra su propia población -si cruzaba la «línea roja»-, Estados Unidos usaría la fuerza. Cuando al Assad cruzó esta línea, Obama se retractó y firmó un acuerdo diplomático con el mandatario sirio para retirar las armas químicas del país. Este acuerdo ha sido poco eficaz y no se sabe si acaso la mayor parte de las armas químicas de al Assad permanecen aún en Siria. Un escenario de pesadilla es que ISIS llegue a apoderarse de estas armas químicas. El acuerdo ayudó a sobrevivir al régimen de al Assad, lo cual va en contra de los objetivos de largo plazo de Estados Unidos y sus aliados. Además, si Obama hubiera cumplido sus amenazas, tal vez ISIS no se hubiera fortalecido tanto.

Washington ha perdido su liderazgo internacional durante la presidencia de Obama.

Por su parte, Putin se ha aprovechado del hecho de que Obama tiene varias distracciones, tanto internas como externas. El mandatario ruso sabe que Estados Unidos no está en condiciones de enfrentar militarmente a Rusia, sobre todo después de las invasiones a Afganistán e Irak. Por otra parte, la dependencia de Europa del gas natural ruso le garantizó a Putin que los europeos tampoco actuarían en consecuencia. No se equivocó, y así pudo anexarse territorio europeo de facto por primera vez desde 1937. Para empeorar las cosas, en medio de la crisis, la OTAN y Obama declararon que no irían a una guerra por Crimea. No sería incorrecto decir que la política de Obama con respecto a Putin fue de apaciguamiento. El resultado es que bombarderos rusos ponen a prueba a la OTAN al incursionar de manera sin precedentes en su espacio aéreo en el mar Báltico, en el océano Atlántico y en el Ártico. Incluso, ahora el mandatario ruso plantea a Canadá demandas territoriales por regiones del Ártico. La táctica de apaciguamiento no funcionó en 1938 y no funcionará ahora.

China también se ha dado cuenta de la pasividad de Estados Unidos, lo que ha motivado sus movimientos en contra de Corea del Sur, Japón y Vietnam, entre otros. China apostó a que Estados Unidos permanecería inactivo, y acertó. Un ejemplo es que en 2013, sin recibir mucha atención internacional, declaró como suya una gran área de espacio aéreo sobre el océano Pacífico. Cualquier aeronave extranjera ahora tiene que recibir autorización de China para pasar por ahí. Como era de esperar, Estados Unidos se atuvo a las exigencias de Beijing. Los aliados de Estados Unidos en la región están cada vez más alarmados por la inacción de Obama y en respuesta han comenzado a armarse, lo que estimula la carrera armamentista de Asia.

FRACASOS DIPLOMÁTICOS

Al hacer una revisión de los últimos 2 o 3 años, puede concluirse que la manera como se lidió con los sucesos no fue la mejor. Estados Unidos pudo haber negociado la permanencia de tropas en Irak, tal como lo sugirió el Pentágono. Obama debió haber confrontado a Putin de una manera mucho más firme. Esto no quiere decir que Washington y sus aliados tenían que haber ido a la guerra. Un despliegue de tropas en Europa Oriental y los Balcanes, así como la iniciación de pláticas para incluir a Ucrania en la Unión Europea y en la OTAN, hubieran mandado a Putin el mensaje apropiado.

AFP

AFP

En Asia, un compromiso más sólido con el sistema de alianzas hubiera podido desacelerar la carrera armamentista de la región. Al mismo tiempo, hubiera hecho entender a China que amenazar militarmente a sus vecinos es inaceptable. Esta lista de fracasos no es para nada exhaustiva. Otro error fue no cumplir la amenaza de cobrar represalias a al Assad cuando cruzó la «línea roja». Asimismo, negociar con Irán, permitiéndole almacenar cierta cantidad de material nuclear, podría volverse en contra de la región y del mundo mucho antes de lo pensado.

Estados Unidos también ha estado sospechosamente callado con respecto a Corea del Norte y su programa nuclear. Washington ha perdido su liderazgo internacional durante la presidencia de Obama. Su política exterior se ha caracterizado por la pasividad, por respuestas ad hoc a situaciones críticas y, a veces, por ser apaciguadora. La mayor potencia del mundo -económica y militarmente- tiene ciertas responsabilidades internacionales y su política exterior no puede ser desorganizada ni carecer de planificación. En retrospectiva, pudo haber sido algo prematura la decisión de darle a Obama el Premio Nobel de la Paz. avatarDefault

 

ATHANASIOS HRISTOULAS es experto en Seguridad y Cooperación en América del Norte. Es doctor en Ciencia Política por la McGill University y profesor del ITAM. Sígalo en Twitter en @saki_itam.

Tags:, , ,

One Response to Obama, con Nobel y sin paz

  1. Juan Gaudenzi dice:

    !Gracias por poner a nuestra disposición tan claramente el punto de vista de lo más recalcitrante de la ultra-derecha estadounidense que argumente en favor de convertir esta nueva versión de la «guerra fría» en caliente; tan caliente que derrita al mundo.

Responder a Juan Gaudenzi Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cargando…