Carta del Director

Hace 10 años entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y Foreign Affairs en Español (FAE) inicia con este número su cuarto año de estar entre ustedes. Hago referencia a las dos celebraciones porque considero que sin el TLCAN la negociación que realizamos Rossana Fuentes-Berain, Jorge Montaña y yo con el Council on Foreign Relations de Nueva York para llevar a cabo una alianza estratégica estadounidense-mexicana, FAE no hubiese sido posible.

El TLCAN es un acuerdo de comercio e inversión, pero fue tal la trascendencia de su negociación y su posterior instrumentación, que constituye un parteaguas en la relación bilateral entre México y Estados Unidos. El tratado facilitó que los gobiernos federales, estatales y locales, empresarios, académicos, líderes sociales y hasta los grupos delictivos se percataran de lo que los mercados ya habían reconocido años atrás: la interdependencia de ambos países. Al aceptar la mutua dependencia económica, el TLCAN permitió que por primera vez en la historia de la relación bilateral Washington y la ciudad de México fomentaran la integración en vez de reprimirla. El tratado representa un cambio de actitud entre los gobiernos y las élites de ambos países: de la tradicional condena mutua se pasó a ver en la vecindad una oportunidad compartida.

La primera sección de FAE de este volumen 4, número 1, es decir de enero-marzo de 2004, está dedicada a la evaluación de 10 años de libre comercio, a mirar hacia adelante y a indagar cómo se han desarrollado algunos temas vinculados con la integración económica, aunque no contemplados en el TLCAN, como son la salud y la educación. Abrimos con textos de dos de los principales protagonistas en la consecución del tratado: Carlos Salinas de Gortari y William Clinton. El primero tomó la iniciativa y propuso e indujo la negociación con Washington; el segundo, desde que era candidato, en octubre de 1992, cuando el texto del acuerdo ya estaba listo, aceptó que de llegar a la Casa Blanca impulsaría el libre comercio. Los textos de los ex presidentes contienen coincidencias interesantes, como la necesidad de que tarde o temprano se tome en cuenta el fenómeno de la inmigración y la preocupación por el efecto China.

Al cumplirse una década de la entrada en vigor del TLCAN se ha hecho evidente que no es una panacea y que las disparidades en desarrollo y en nivel de ingreso de México con los otros dos países signatarios siguen creciendo. De ahí que varios de los artículos de esta primera sección analicen aspectos macroeconómicos, sociales y laborales en torno al tratado. Basil «Buzz» Hargrove evalúa la década pasada de política económica y concluye que la continuidad del neoliberalismo será muy difícil en América Latina; Clyde Prestowitz, cuyo reciente libro Rogue Nation se reseña en este número en la sección «Novedades editoriales», hace una original crítica a Washington por no haber apuntalado su apuesta: aunque promovió el tratado para mejorar el nivel de ingreso y de vida de México, no proporcionó fondos de cohesión para el desarrollo o para mitigar los costos sectoriales del libre comercio. Además del artículo de Eduardo Lora sobre el tema laboral, el intercambio de salud entre México y Estados Unidos es analizado por el propio secretario mexicano del ramo, Julio Frenk, y Octavio Gómez Dantés; Eduardo Andere sostiene que en México y algunos países de América Latina se necesita una mayor y mejor educación, y no sólo libre comercio, para empezar a resolver el problema de la pobreza. Finalmente, Robert Pastor, mirando hacia el futuro, insiste en la necesidad de fortalecer los aspectos institucionales para que continúe la integración en América del Norte.

En la segunda sección, «El rompecabezas del mundo», se hace referencia a aspectos de apremiante actualidad. En su artículo, Dominique Moïsi presenta una explicación cultural (la definición de Occidente) a un problema ya analizado antes en FAE: la división trasatlántica. Los otros artículos versan sobre el futuro del gas natural, cómo resolver el asunto de los Estados sin gobernabilidad, y si el movimiento chiíta libanés Hezbollah será el siguiente objetivo del Pentágono.

China es el tema de la tercera sección. Los economistas David Hale y Lyric Hughes Hale no sólo realizan una original explicación de los logros económicos de China, sino que consideran que ese éxito debe ser aplaudido. El artículo de Evan Medeiros y M. Taylor Fravel complementa la visión de China, pues analiza su nueva diplomacia.

En las reseñas se abordan dos aristas de la relación de Estados Unidos con América Latina. A 30 años del golpe de Estado contra Salvador Allende (otro 11 de septiembre), el Expediente Pinochet permite revisar el intervencionismo de Washington en Chile. Sobre la relación con México se reseña El oso y el puercoespín, libro testimonial del ex embajador de Estados Unidos en México, Jeffrey Davidow, quien a menos de dos años de dejar nuestro país, después de su misión de cuatro años, publica un texto sincero y un tanto irreverente.

Ante la preocupación que despierta dentro y fuera de Estados Unidos lo que se prevé como una larga ocupación en Irak, el «Clásico» de este número reproduce un informe de Allen Dulles, escrito en 1945, sobre la ocupación estadounidense en Alemania.

Rafael Fernández de Castro